Presentación del Nº 2 de SinPermiso

El gran economista conservador Joseph Alois Schumpeter acuñó para describir el capitalismo maduro del siglo XX el concepto dinámico de “destrucción creativa”.  No siempre se dice que con ello se recuperaba en cierto sentido a un Marx del que la ciencia social académica centro-europea había tratado trabajosamente de deshacerse a comienzos del siglo XX en el llamado Los-von-Marx-Bewegung (movimiento alejémonos de Marx). Ni suele decirse tampoco que la visión dinámica del capitalismo que en buena medida tomó de Marx está en la base de las burlas que luego, cuando entró en contacto con la vida académica anglosajona –ayuna desde siempre de Marx—, se permitió Schumpeter a costa de la teoría económica neoclásica como incauta concepción estática de la vida económica, “digna de contables” a lo sumo congeniales con la era liberal de las empresas familiares pequeñas y medias y de la competición por precios en mercados más o menos anónimos. El capitalismo postliberal de las grandes corporaciones, de las dinastías empresariales tecnológicamente innovadoras con poder de mercado, de los grandes institutos financieros entreverados con el capital industrial, era, en efecto, una fuerza “creadora”. Mas para “crear” incesantemente productos nuevos, tecnologías nuevas, infraestructuras nuevas, mercados nuevos, hábitos de consumo nuevos, tenía incesantemente que “destruir” también. Schumpeter –ya nunca se dice— no auguraba un futuro risueño a esa cultura económica de la que se erigió en su más inteligente defensor. Tal vez porque, a diferencia de Keynes –acaso el mayor talento práctico del siglo XX—, no creía Schumpeter en la posibilidad de reformarla.

 

 

La reforma exigió cirugía mayor: si no el programa máximo de Keynes, es decir, la “eutanasia del rentista” –la completa sumisión del capital financiero al capital productivo—, sí un buen trecho del mismo. La verdadera venganza del rentista que es el capitalismo contrarreformado de nuestros días –la llamada “globalización”— no ha traído de momento consigo el pesimismo schumpeteriano sobre el futuro de la cultura económica capitalista, pero el políticamente consciente desembridamiento de la misma a que hemos asistido en las tres últimas décadas ha vuelto a poner en el centro de atención el carácter destructivo de la misma.

 

 

Economistas y científicos sociales de izquierda, como el geógrafo británico David Harvey (véase la entrevista a este autor en el número 1 de SinPermiso: “La geografía como arma antiimperialista”) y el economista alemán Elmar Altvater, vienen recordando en los últimos años el origen no tan remotamente marxiano de la idea schumperiana de la “creación destructiva”: la idea básica, esto es, de Marx, de acuerdo con la cual el capitalismo, como régimen económico-social, se caracteriza, desde sus orígenes –no sólo, pues, el capitalismo de las grandes corporaciones— por una dinámica expropiadora o desposesora de los más.

 

 

En este número de SinPermiso, y en esa línea, el artículo de Elmar Altvater discute ciertas ambigüedades “progresistas” presentes en el propio Marx y, polemizando directamente con Schumpeter, reflexiona sobre el carácter eminentemente destructor, más que creador, del capitalismo de nuestros días. El ensayo de María Julia Bertomeu analiza normativamente el papel directamente expropiador o desposesor que desempeñan las patentes y el sistema de derechos de “propiedad intelectual” en un sector tan decisivo como es el de la biotecnología. El ensayo de Adolfo Gilly nos propone una original incursión en el mundo del mercado del fútbol. Y el artículo de Philip Hersel (“Sobre la desigualdad en el consumo global de los recursos naturales”) investiga la relación entre deuda externa y deforestación en los países del llamado tercer mundo.

 

 

El ensayo de David Casassas y Daniel Raventós reflexiona programáticamente sobre la Renta Básica como propuesta capaz de hacer prosperar la libertad republicana en el mundo actual.

 

 

El ensayo de Antoni Domènech –escrito en el 50 aniversario de la muerte de Ortega— analiza el uso incongruo que de la metáfora del “niño mimado de la historia” hizo el filósofo madrileño y propone una reflexión filosófico-política sobre las vacilaciones del “viejo liberalismo” ante el avance de la democracia y sus consecuencias.

 

 

Al artículo de Florence Gauthier es una reflexión de gran originalidad sobre la deuda que el republicanismo democrático contemporáneo –y particularmente, los revolucionarios franceses— tiene contraída con el jesuita español Juan de Mariana y su libro Del rey y de la institución de la dignidad real (Toledo 1599). Un texto particularmente bienvenido, ahora que el nombre del monarcómaco Juan de Mariana, fuente tradicional de inspiración de la izquierda republicana española –Francisco Pi y Margall ha sido su mejor traductor del latín al castellano, y acaso su más inteligente comentarista— es ahora escandalosamente usurpado por una instituto neoliberal cercano a la extrema derecha.

 

 

La línea editorial de SinPermiso está firmemente comprometida con la cultura tradicionalmente laica y racionalista de la izquierda. Una de las peores consecuencias de la derrota cultural de la izquierda en los años 70 fue el episódico triunfo de una sedicente izquierda académica, sobre en Francia y en EEUU, de impronta relativista y antiilustrada. El artículo que publicamos en este número de la filósofa Martha Nussbaum es un texto clásico de crítica filosófica de este tipo de izquierda académica tan ignara y confundente como políticamente inocua (al menos para la derecha): “El feminismo exige más y las mujeres merecemos algo mejor” es una crítica devastadora de una de las principales gurús del feminismo académico postmoderno estadounidense.

 

 

En un registro parecido está la entrevista reproducida en este número al filósofo John Searle, quien también se ha distinguido en los últimos lustros por una crítica inclemente e incisiva de lo que él mismo ha denominado el “nihilismo de cátedra

 

 

En un momento en que la amenazante catástrofe del cambio climático ha saltado ya, irrepresable, a las páginas de los grandes medios de comunicación, será particularmente útil la ponderada crítica bibliográfica que hace Bill McKibben de cuatro libros importantes sobre el asunto.

 

 

La entrevista a Domènico Canciani, uno de los principales estudiosos de la vida y la obra de Simone Weil, invita a reflexionar sobre la concepción de los derechos y los deberes de los seres humanos de la mística y filósofa francesa, cuyo sólido compromiso político la llevó a combatir en la Guerra Civil española a favor de la República.

 

 

Joaquín Miras reseña y critica las últimas reflexiones sobre democracia parlamentaria y participativa del gran historiador italiano Luciano Canfora.

 

 

Marcos Mariño y Araceli Varela dibujan un amplio panorama sobre los debates de la izquierda actual en torno de lo que podríamos llamar el diagnóstico del capitalismo actual.

 

 

Y por último, Carlos Abel Suárez reseña un importante libro que recoge escritos varios del economista y político revolucionario belga Ernest Mandel, a modo de conmemoración del décimo aniversario de su muerte.