Autonomía para construir un Perú Vigilante

Javier Diez Canseco

05/06/2006

Entre quienes iremos a votar este domingo 4, hay quienes pensamos que –marcados por diferencias sustanciales con ambas candidaturas— no existe un “mal menor” en esta elección presidencial. Sentimos que Perú se enfrenta a la amarga disyuntiva de elegir entre el “peor” conocido y el desconocido, o definir que no endosa ninguna de ellos y que –con el voto en blanco o viciado- les hace saber que no cuentan con el respaldo de un importante sector del país, que se mantendrá vigilante y demandante ante la gestión de quien salga electo.
Por un lado, todo el país es testigo de la feroz ofensiva mediática que la derecha ha desatado a favor de Alan García. Esos voceros, periódicos, radios y canales de TV al servicio de los grandes grupos de poder económico, que pocos meses atrás aborrecían de García, ahora le revientan cohetes y lo presentan como a un prócer de la Patria. ¿Qué interés los mueve? ¿Un supuesto “amor a la democracia”, o es que con García ven aseguradas la defensa de sus privilegios y la perpetuación de sus gollerías como cuando gobernó con sus “12 apóstoles”? Ello explica la enorme  desconfianza ciudadana frente al candidato del “cambio responsable”. Vaya a ser que termine convertido en el Presidente del “no cambio nada y no soy responsable”.
Esa visión que nos quieren vender de García como el “salvador providencial” de la democracia, como el inevitable “mal menor” que debemos asumir de todas formas, es absurda. García no es ni puede ser ningún “mal menor”, porque él sostiene y cobija, precisamente, las injusticias y abusos del sistema político y económico actual que mantiene a millones de peruanos en la pobreza y la exclusión. No puede ser la “solución”, porque él es parte central del problema. El Perú de hoy –pauperizado, caótico, despiadado, desalentado— debe mucho de estos rasgos justamente a sus acciones y omisiones. ¿Cómo entonces puede ser la alternativa de cambió, si en realidad él es el campeón del continuismo?
El continuismo que encarna García se refleja en su falta de integridad y de coherencia ante temas críticos para el país, aparte de sus patéticos antecedentes en materia de derechos humanos. Así, respecto al cuestionado TLC con Estados Unidos, García pasó de reclamar suspender la negociación y firma, a pedir firmar a “prueba”, y ahora aceptar que se firme tal y como quiere el gobierno toledista con algo más de “compensaciones” a los afectados, sin interesarle el candado que el TLC significa en materia de política económica. Igualmente, en el campo de los recursos naturales García tiene una posición ambigua y timorata frente al impuesto a la sobreganacia petrolera y obvia la renegociación de los contratos de estabilidad y la imposición universal de la regalía minera, tal como lo hacen sus gobiernos regionales ahora mismo. Tampoco olvidemos –en materia laboral— que García truena en calles y plazas contra los abusos de los “Services”, pero se guarda muy bien de recordar que fue precisamente su Gobierno el que instituyo los “Services”.  Y, por supuesto, a nivel de política internacional, es el obvio candidato de Washington, Bush y sus halcones.
Por otro lado, Humala –más allá de un discurso que recoge numerosos planteos de justicia social y progreso impulsados por las izquierdas— muestra un entorno con notorios elementos del fujimontecinismo y gravísimas imputaciones en derechos humanos, que se suman a la improvisación, ausencia de partido y de consistencia programática.
¿Qué hacemos entonces los sectores sociales y políticos progresistas: votar el “menos malo”, sortear nuestro voto? No, quienes creemos en un país mejor y estamos dispuestos asumir compromisos y luchas por nuestra convicción, no debemos permitir que la resignación y el desaliento ganen. Hay que reafirmar y redoblar nuestros esfuerzos por refundar la democracia y por llevar adelante las reformas que nuestro país necesita, sin endosar lo no endosable. Este 4 de junio tiene que ser el nacimiento de un proceso inclusivo y multitudinario de vigilancia ciudadana sobre las acciones de quien resulte electo.  Quienquiera que gane, no podrá pretender tener “cheque en blanco” porque los ciudadanos no se lo vamos a conceder. Desde la autonomía y la firmeza de no haber endosado sus candidaturas haremos que quede claro que queremos y exigimos reformas, y que queremos que se cumplan los compromisos asumidos.

Javier Diez Canseco, presidente del partido socialista del Perú, es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO

Fuente:
La República, 31 mayo 2006
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