Brasil. A partir de enero un ciclo que termina, otro que comienza

André Singer

23/12/2018

La crisis política se inició en 2015 con la elección de Dilma Rousseff, y concluyo en 2018, con la victoria de un capitán retirado de extrema derecha, pasando por el impeachment sin crimen de responsabilidad. La sucesión de catástrofes acabó en el peor escenario: el ascenso de un admirador de la dictadura militar. 

Mirada en su conjunto, la etapa que dejaremos atrás el 31 de diciembre próximo corresponde a la tentativa, con éxito, de destruir el modelo edificado a la sombra de la Constitución de 1988. Siempre es bueno registrar que el principal agente demoledor fue la Operación Lava Jato, apoyada en la maciza y simpática cobertura de los medios. 

El sistema anterior, que era también socioeconómico, fue barrido por la combinación del empeoramiento material con la profusión de escándalos. En las dos dimensiones, el campo popular, dirigido por Lula, no dio las respuestas necesarias para mantener la mayoría conquistada en 2002. Los sobrevivientes del terremoto -como es el caso del lulismo -pueden hasta recuperarse, pero tendrán que actuar en condiciones diferentes.

El espectro ocupado por el centro y la derecha, a su vez, se dejó llevar por la tentación del golpe parlamentario y fue tragado por el candidato que encarnaba al verdadero espíritu golpista. 

Ahora no sirve de llorar sobre la leche derramada: un nuevo ciclo se abre. La extrema derecha ganó el derecho de implementar su modelo por lo menos en cuatro años.

Un mixto improvisado, bizarro y lúgubre de trumpismo, pinochetismo y olavismo de Carvalho /1/ está en el aire. El anverso propositivo del Lava Jato se inaugura el 1º de enero y su perfil es todavía difícil de entender. 

Sin embargo, dos puntos merecen atención.  

El proyecto contra reformista del Lava Jato sólo logró éxito pleno por haber actuado en el terreno de una fuerte declinación económica. Si estuviese el PIB en alza, como en 2010, el efecto de los hallazgos comandados desde Curitiba habría sido otro. Se deduce que el desempeño de la economía seguirá siendo clave en la etapa que se inaugura dentro de diez días.

En segundo lugar, el trabajo de desmantelamiento del Lava Jato sigue su curso, ahora amenazando el propio resultado del proceso anterior. La razón es simple. Parlamentario del bajo clero durante 27 años, el actual presidente electo sin ninguna duda debe haber participado en todos los hábitos del sistema que después resolvió implosionar.

En calidad de vidriera, el presidente de la República a partir de enero va a levantar muchas pedradas. A los que no les gusta el programa ahora vencedor, queda el discernimiento de construir, en medio de las esquirlas que van a volar, propuestas alternativas para el país.

Nota.1.- Se refiere al escritor de ultraderecha Olavo de Carvalho, gurú de la familia Bolsonaro.

 

politólogo brasileño, profesor de la USP, fue portavoz del primer gobierno de Lula.
Fuente:
Folha de S. Paulo, 22-12-2018
Traducción:
Carlos Abel Suárez

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