Chile: ¿hacia un nuevo escenario electoral, a pesar de la abstención? Dossier

Equipo El Desconcierto

Andrés Cabrera

Fernando Atria

25/11/2017

6 claves para entender el nuevo escenario político que dejaron las elecciones
 

Equipo El Desconcierto

La irrupción de la ultraderecha, la aparición del Frente Amplio, las duras negociaciones que se vienen en el futuro Congreso y el debacle de las encuestas. El mapa político del país cambió definitivamente y en El Desconcierto te lo explicamos.

Las elecciones que se realizaron el pasado domingo trajeron una serie de sorpresas que no estaban contempladas en las mediciones y sondeos que se hicieron durante el período de campaña, como la irrupción de nuevos actores en el Congreso y la salida de figuras emblemáticas.

Como hacía tiempo no sucedía, el reacomodo de fuerzas fue la tónica que marcó el proceso y que definirá la forma en que se desarrollará la política gubernamental durante, al menos, los próximos cuatro años en el caso de los diputados y ocho en el caso de los senadores. Por eso, en El Desconcierto te explicamos los puntos claves para entender el escenario en que queda la política para los años que se vienen.

1. La irrupción de la ultraderecha de Kast

Además de que Piñera obtuvo una votación más baja de la proyectada (36,6%) –y menor a la que recibió en la primera vuelta de 2009 (44%)–, y la arremetida de Beatriz Sánchez en una estrecha disputa por el segundo lugar (20,2% contra un 22,6% de Guillier), uno de los resultados que sorprendió fue la irrupción del ultraderechista José Antonio Kast en el cuarto lugar, con un 7,93% de la votación, muy superior a las pronósticos de las principales encuestas (CEP y Adimark), que lo situaban con una adhesión de entre un 2 y 2,7%.

Durante toda la campaña, el diputado generó polémicas e indignación en redes sociales debido a que enarboló un discurso abiertamente conservador y con marcados tintes de anti-inmigración y racismo, además de su férrea defensa a los militares condenados por violaciones a los derechos humanos en dictadura y su postura de mayor flexibilidad en el acceso a armas. Kast, además, mostró su rechazo a proyectos insignes de la administración Bachelet, como la despenalización del aborto en tres causales, y a iniciativas que abogan por un avance en la agenda de género (contrario a la “ideología de género”).

El avance del ex militante UDI se tradujo en más de medio millón de votos, que en gran parte migraron del apoyo a Piñera, gracias a una campaña enfocada al conservadurismo más duro y al mundo evangélico -que incluso estrenó a su primer diputado en esta elección-. Algo que además responde a un fenómeno mundial de renovación de la derecha, que tiene como principales iconos a la elección de Donald Trump en Estados Unidos, el Brexit en Inglaterra y el avance de la derecha en gobiernos europeos.

2. El debacle definitivo de la Concertación

Por primera vez en 27 años, la centro-izquierda llegó con dos candidatos presidenciales a la primera vuelta: Carolina Goic (DC) y Alejandro Guillier (independiente apoyado por el PS, PC, PPD, PR, IC y el MAS). Esto evidencia las fuertes contradicciones que existen al interior del conglomerado de gobierno, que duró solo un período presidencial bajo el rótulo de ‘Nueva Mayoría’.

Si hay algo que confirma esta elección es sin duda la debacle definitiva de la Concertación como gran polo captador de la centro izquierda en Chile. La Democracia Cristiana, por ejemplo, no solo sufrió con un paupérrimo 5,88% de Carolina Goic, sino que en la elección parlamentaria pasó de tener el 15,5% de los votos en 2013 a un 10,2% en 2017. Bajó de 21 a 13 diputados.

En tanto, el Partido Socialista -el otro gran eje de la otrora Concertación- también bajó su votación, quedando en un 9,7%, pero con la gran cifra de 19 diputados, debido a la distribución electoral que realizaron en sub-pactos a lo largo del país.

Las elecciones dejaron fuera a figuras históricas de la Concertación como Andrés Zaldívar (DC), Ignacio Walker (DC), Camilo Escalona (PS) y Osvaldo Andrade (PS). Y con ellos, queda atrás la cultura binominal que por tantos años dominó la política.

3. El Frente Amplio, la nueva fuerza

Lejos del menos de 10% que le daban las encuestas, el 20,2% obtenido por Beatriz Sánchez y los 20 diputados dejan al conglomerado en un escenario de mayor poder en el Congreso.

Sin duda la gran clave de estas elecciones es que el Frente Amplio logró salir de la caricatura elitista concentrada en Providencia-Ñuñoa y penetrar en sectores populares. Fue una total sorpresa, por ejemplo, que Beatriz Sánchez sacara primera mayoría en Puente Alto, territorio dominado por Manuel José Ossandón y a cuyos votantes no pudo llegar Sebastián Piñera.

En Maipú, la comuna más grande de la capital, Sánchez quedó apenas mil votos abajo de Piñera. Estos resultados impulsaron que la candidata del Frente Amplio lograra la segunda mayoría en la Región Metropolitana, por sobre Alejandro Guillier.

Punto aparte es Valparaíso, que gracias al alcalde Jorge Sharp parece transformarse en el bastión nacional del Frente Amplio. En dicha ciudad, Sánchez superó a Piñera por 12 mil votos y a Guillier por 20 mil. Esto, a su vez, se trasladó a la elección de dos diputados (Camila Rojas y Jorge Brito) y de un inédito senador (Juan Ignacio Latorre de Revolución Democrática) para el joven conglomerado.

Con dichos números, en el comando de Sánchez sacan cuentas alegres, sobre todo porque fue una campaña armada sobre la hora y enfocada a las ciudades grandes. De ahora en adelante, con un mayor despliegue territorial a lo largo del país, esperan seguir creciendo.

4. Otra vez fallaron las encuestas

Las predicciones de las principales encuestas, una vez conocidas las votaciones, pasaron a ser uno de los temas más comentados. Las grandes diferencias entre ellas y los resultados obtenidos por Beatriz Sánchez y José Antonio Kast evidencian la incapacidad de lectura de las mediciones ante la aparición de nuevos actores.

Por ejemplo, todas las encuestas, incluida la todopoderosa CEP, daban a Piñera sobre un 40%.

Las mediciones pudieron medir, con cercanía, los números de Guillier, Goic y ME-O, pero fracasaron rotundamente con Piñera, Kast y Sánchez, que fueron precisamente los números que revolvieron toda la elección presidencial.

En las parlamentarias, ninguna siquiera mencionó el nombre de Juan Ignacio Latorre (RD) a la hora de hablar de senadores para la V Región, así como tampoco se preveía que Renovación Nacional obtuviera más diputados que la UDI.

5. Chile Vamos domina una polarizada Cámara de Diputados

Con el cambio de sistema electoral, ahora serán 155 los diputados que integrarán la Cámara. De ellos, cerca de la mitad estará ocupada por militantes de Chile Vamos: 36 RN, 31 UDI y 6 Evopoli.

La sorpresa estuvo en Renovación Nacional, que aumentó considerablemente su votación y pasó de 14 diputados a 36. En la derecha el otro gran ganador es Evopoli, que no solo metió 6 diputados, sino que logró 2 senadores gracias a la impresionante votación de Felipe Kast en La Araucanía.
La UDI fue el único partido de derecha que bajó su votación y quedó reflejado en el nuevo Congreso.

Pese a todo, con 73 diputados, Chile Vamos es la mayoría innegable de la Cámara. En el Senado se repite la lógica, con 19 representantes para la derecha. Sin mayoría simple, la nueva correlación de fuerzas obliga a que -en un eventual gobierno de Piñera- se negocie con sectores moderados de centro.
La debacle parlamentaria estuvo de parte de la Nueva Mayoría que tras la votación 2013 controló la Cámara de Diputados. Ahora, los partidos sin la Democracia Cristiana lograron 43 representantes. La Falange, por su parte, obtuvo 14. Como coalición bajaron notoriamente su votación y su cantidad de parlamentarios.

En el Senado, si bien la derecha es mayoría, las listas de Fuerza de Mayoría y la Democracia Cristiana juntas alcanzan más votación.
La novedad está sin duda en el Frente Amplio. Pasaron de 3 diputados a tener 20, el control del 12% de la Cámara, eventualmente clave para futuras votaciones.

6. ¿Fracaso de la ley de cuotas?

Por primera vez, una elección parlamentaria obligó a los partidos a tener un 40% de mujeres en sus candidaturas. Apenas inscritas, se armó la polémica, pues muchos reclamaron que los partidos inscribieron mujeres de “adorno” para cumplir la ley y que no tenían reales posibilidades de ser electas.
Los resultados muestras que las mujeres representan el 22,7% del nuevo Congreso, por sobre del 15,8% de la elección de 2013, pero muy por debajo de la propia cifra de la ley de cuotas.

Lo cierto es que cinco nuevas senadoras estarán en el Senado y 36 nuevas diputadas. La comparación con los hombres sigue siendo bastante menor, aunque mejor que las cifras anteriores.

http://www.eldesconcierto.cl/2017/11/24/una-federacion-para-el-frente-am...
 


La blitzkrieg del Frente Amplio

Andrés Cabrera

En marzo de este año, establecíamos que el momento de descomposición que atraviesa el Chile actual producía una apertura relativa del escenario político-electoral, lo cual generaba condiciones favorables para que una fuerza política alternativa, el Frente Amplio, sacudiera el tablero político duopólico instalándose como un actor relevante dentro de éste. Para ello, debía pasar claramente a la ofensiva. Por un lado, volvió suya la máxima latina carpe diem: “aprovecha el momento”… de la descomposición. Por el otro, asumió una disposición táctica similar al término belicista alemán blitzkrieg o “guerra relámpago”.

En dicho contexto, la filtración de que el sociólogo Alberto Mayol era una de las cartas presidenciales barajadas por algunas orgánicas del sector y su posterior decisión de asumir tal desafío, permitió dinamizar la discusión sobre las posibilidades electorales del naciente conglomerado; discusión que se había iniciado con la victoria de Jorge Sharp en Valparaíso en octubre de 2016, y que por aquellos días se intensificaba con la decisión de la periodista Beatriz Sánchez de asumir el reto presidencial; apuesta que estuvo incentivada por la mediación y apoyo explícito de Gabriel Boric y Giorgio Jackson.
En paralelo, el bloque emergente ponía en marcha la construcción de un programa presidencial que presentaba un diseño participativo y deliberativo nunca antes visto en la historia política del Chile transicional.

Hasta ese momento, la discusión sobre las posibilidades que abría la disputa del campo presidencial se encontraba un tanto depreciada al interior del Frente Amplio, más allá de las potencialidades que contenía una apuesta programática como la anteriormente señalada. En la configuración de este escenario incidía el predominio estratégico que tenía para los partidos y movimientos del bloque conquistar algunos escaños en el Congreso, fundamentalmente en la Cámara de Diputados. La tendencia a privilegiar las parlamentarias -cuestión que incluso llegó llego a ser un factor de controversia en la relación del comando con los partidos en la recta final de la campaña- hoy se muestra clara y transparente: a mayor cantidad de escaños parlamentarios alcanzados, mayor capacidad para concentrar el predominio interno del bloque en el inicio del nuevo ciclo político este 19 de noviembre.

Antes de que este escenario decantara, la consecución de las primarias legales y el posterior debut electoral del Frente Amplio, permitió visibilizar por primera vez una correlación de fuerzas políticas inédita en la historia reciente del país. Mirado en retrospectiva, la autoexclusión del pacto gobernante de participar en las primarias presidenciales -punto de no retorno en el fraccionamiento de la centro-izquierda transicional- permitía evidenciar la disputa de dos proyectos políticos antagónicos, sin vasos comunicantes. El nuevo escenario no calzaba con los patrones adversariales reproducidos durante décadas por el reparto duopólico del poder en contextos electorales.

El 2 de julio, el Frente Amplio obtenía poco más de 327 mil votos; menos de un cuarto de la suma obtenida por sus adversarios en la derecha. La intelectualidad orgánica adscrita a la defensa del stato quo se apresuró en despreciar el caudal electoral obtenido por la coalición emergente, mientras en paralelo, la derecha instaló las bases para la construcción de su “nuevo relato”.

A punta de encuestas -hoy más que nunca, de dudosa reputación- la derecha fue instalando a nivel mediático la ‘atmosfera discursiva’ de que Sebastián Piñera tenía prácticamente asegurado su retorno a La Moneda. Incluso fue más allá. Dijeron que la sociedad chilena se había cansado de “proyectos refundacionalistas” que nos estaban conduciendo directo al despeñadero, justo cuando rozábamos el desarrollo. “Proyectos refundacionalistas”, miopes en sus diagnósticos, maximalistas en sus posturas, incompatibles con los deseos de nuestra sociedad meritocrática, nos decían.

Ya que estamos en tiempos de disculpas públicas por estimaciones imprecisas que terminan incidiendo en el resultado de una elección, bien valdría recordar in extenso la lectura otorgada por La Tercera a la última entrega del tristemente célebre “oráculo de la política chilena” publicada a fines de octubre: “La encuesta reciente del CEP parece confirmar la pérdida de apoyo de proyectos de refundación del modelo económico y social chileno, y que éste se ha volcado hacia propuestas que permitan al país retomar su camino al desarrollo. Mejores pensiones de vejez, calidad de las prestaciones en educación y salud, eficiencia en el combate a la delincuencia, son objetivos de importancia fundamental. Pero parece claro que la población entiende que todos estos bienes y servicios se logran en mejor forma con una economía funcionando bien, generando recursos fiscales, empleo y mejores remuneraciones”. ¿Cuál será la autocrítica que asumirá la línea editorial de La Tercera en vista a los últimos acontecimientos? Difícil saberlo.

Más allá de esto, lo que queda claro es que toda esta ‘atmósfera discursiva’ se derrumbó el domingo pasado, en gran medida, por la contundencia electoral mostrada por una coalición política que tiene menos de un año de existencia formal. El 20 + 20 + (1+19) alcanzado por el Frente Amplio (20 puntos en la presidencial, 20 escaños en la Cámara, 1 en el Senado y 19 Consejeros Regionales, respectivamente) tiene una significación similar a la que tiene en el juego del ajedrez el avance de un peón sobre la última línea de la retaguardia contraria. El peón, en su avanzada, termina transformándose en torre, aumentando de este modo sus potencialidades, capacidades y valoración en el marco de la disputa.

En efecto, el Frente Amplio que despertó el domingo 19 es radicalmente distinto al que se levantó el día 20. Por supuesto, aumento de poder y capacidad negociadora, significa a su vez aumento de presión a nivel interno. A comienzos de semana el contexto es favorable, ya que gran parte de la presión del sistema político se concentra en el principal perjudicado de la jornada, la DC, partido que el día 19 se acostó jibarizado y el día 20 lo hizo acéfalo.

Con todo, la tendencia a la fragmentación que presenta nuestro actual sistema de partidos -el cual, al igual que el resto del orbe, comienza a transitar de la moderación a la polarización- adviene en distintas modalidades, cuestión que también nos advierte sobre el ascenso de una extrema derecha que adquiere visibilidad a medida que también se aleja del mero marco testimonial.

En algunos organismos, la tendencia a la fragmentación es producto del agotamiento y envejecimiento. En otros, del surgimiento y el crecimiento. Este último caso, que es el del Frente Amplio, enfrenta su dilema más apremiante en su aún corta existencia: ¿cómo enfrentará el bloque el escenario de segunda vuelta?

Por ahora, lo más adecuado para el bloque sería comenzar a transparentar las distintas posiciones que existen en la interna del conglomerado, sin dejar de observar los procesos de consolidación hegemónica alcanzados por Revolución Democrática, seguido por el Partido Humanista y Movimiento Autonomista, sobre todo los dos primeros, que tienen asegurada su pervivencia partidaria tras los resultados electorales del domingo. Por supuesto, resulta imperativo para el Frente Amplio, entre otras cosas, abrir el debate a una sociedad que mayoritariamente sigue sintiéndose desencantada y hastiada de la política, además de elevar el nivel de la discusión, viabilizar su recepción en las “grandes audiencias”, evitar las descalificaciones cruzadas y actuar con responsabilidad.

Esto último, claro está, no significa ceder a la tentación de respaldar ciegamente al candidato de la Fuerza de la Mayoría a fin de “evitar el triunfo de la derecha”. Si Michelle Bachelet termina otorgándole por segunda vez la banda presidencial a Sebastián Piñera, es obvio que la exclusiva responsabilidad de concretarse un suceso como éste recae en el actual pacto gobernante, incapaz de cumplir los compromisos electorales que habían asumido al momento inventar el hoy extinto acuerdo político-programático denominado Nueva Mayoría. Piénsese en la deriva de sus tres reformas emblemáticas -tributaria, educacional y constitucional- para tomar nota de la gravedad del asunto.

Tal como ha manifestado Beatriz Sánchez, tanto sus votos como los obtenidos por las diversas candidaturas del Frente Amplio, no tienen “propiedad”. Nada más cierto, nada más responsable. Sin embargo, esto no significa renunciar a la conducción política del proceso de diálogo en tanto tercera fuerza política que ha recibido el apoyo de más de 1 millón 330 mil personas, las cuales, han depositado su confianza en Beatriz Sánchez y han adherido al proyecto frenteamplista.

Poner los puntos consustanciales del ‘Programa de Muchos’ en el centro de la opinión pública, pareciera ser uno de los desafíos cruciales en los días venideros, mientras en paralelo se descarta cualquier tentativa de conformar gobierno y negociar cargos a espaldas de los militantes, independientes y electorado frenteamplista. Gabriel Boric y varios/as diputados de la nueva bancada frenteamplista se han expresado algunos puntos programáticos con claridad: terminar con las AFP, Asamblea Constituyente, impuesto a los súper ricos, seguro único de salud que permita terminar con el negocio de las Isapres, descentralización regional efectiva, agua como bien público, entre otros.

Es de esperar que la fecha auto-impuesta por Beatriz Sánchez para comunicar la posición del Frente Amplio de cara a la segunda vuelta el próximo miércoles 29 de noviembre, permita resolver en buen término la posición unitaria que asumirá el bloque en la actual coyuntura electoral.
Para el Frente Amplio, el corto plazo es complejo.

El mediano plazo -aunque prometedor- lo será aún más.

http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2017/11/23/la-blitzkrieg-del-...



“Si gana la derecha es porque la izquierda no se articuló correctamente”. Entrevista


Fernando Atria

El lunes pasado, a las 8:30 de la mañana, Fernando Atria llegó puntual a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile a hacer clases de Derecho Civil. Con ojeras, con cansancio, con una derrota como aspirante a diputado, pero con dos certezas. La satisfacción de haber hecho una buena campaña y que, ese mismo lunes en que se paraba frente a sus alumnos, Chile había parido una revelación en las urnas: contra toda encuesta, es un país mucho más cerca de la izquierda.

“No ha habido en la historia chilena una manifestación más clara y categórica de una mayoría de izquierda. Así de claro. Porque todas las señales apuntan en la misma dirección”, dice. Le entrevistó para El Mostrador Alejandra Carmona López.

-¿Cuáles son todas esas señales?

-La Nueva Mayoría de hecho por primera vez –si uno la asume como la continuidad de la Concertación– se dividió o fue a las presidenciales dividida. La división se presentó exactamente entre quienes estaban por una transformación más moderada, más lenta o menos transformadora, y quienes estaban con menos ambigüedad por las necesidades de esas transformaciones. Es decir, entre el centro de la Nueva Mayoría y la izquierda de la Nueva Mayoría.

-Y fracasos como el de la apuesta Goic.

-El resultado es categórico. La candidatura presidencial de la Democracia Cristiana hizo un papelón. A las candidaturas parlamentarias de esa DC que estaba vinculada a ese “centro”, le fue pésimo. A las candidaturas dentro de los propios democratacristianos, que estaban vinculadas a una visión más de izquierda, les fue bien. Y el Frente Amplio obtiene una votación totalmente inesperada. La gente de la Nueva Mayoría estaba dispuesta a creer tanto en su versión encuesteril, de que la gente había rechazado la idea de las transformaciones y el 60% había votado de puro tonto por Bachelet, como en la versión más académico-intelectual, que en el fondo el movimiento del 2011 había sido en defensa de la modernización del modelo capitalista. Con esta elección se demostró que todo eso es falso, falso de principio a fin. Es decir, quienes siempre dijimos que era necesaria una transformación antineoliberal, siempre estuvimos en lo correcto. O sea, todo el argumento de que había habido sobreinterpretación de lo que había ocurrido en Chile desde el 2011, falso.

Entonces, eso tiene que manifestarse en la rearticulación de lo que viene.

-¿Qué hace con este país de izquierda la Nueva Mayoría? ¿Hacia dónde debe mover sus piezas?

-Bueno, yo creo que esa es la pregunta, porque el resultado de la elección yo creo que es unívoco: hay una mayoría de izquierda. Yo encuentro increíble que el primero que lo haya dicho sea Ignacio Walker. Bueno, yo habría esperado que lo hubiera dicho antes de eso el Partido Socialista o algo así, pero bueno...

-¿Cómo se articula esa mayoría de izquierda?

-El problema es que esa mayoría de izquierda no está articulada. Tiene un déficit de articulación. No es un déficit de apoyo ciudadano. El problema que tiene el programa transformador es que no está políticamente articulado, y por eso se expone. No estoy haciendo una predicción, solo estoy diciendo… es posible que gane la derecha la segunda vuelta. Si gana la derecha no es porque no haya apoyo mayoritario a un programa transformador, es porque ese apoyo no está articulado políticamente. Si gana la derecha es porque la izquierda no se articuló correctamente. Entonces, yo creo que los días que vienen son cruciales para intentar producir esa articulación y sería lamentable que no se produjera. Por eso, entonces, hoy día la cuestión central es dar paso hacia intentar, hacer todo lo posible por producir esa articulación, esa es la cuestión urgente hoy día.

-Guillier decía, por ejemplo, en declaraciones recientes, que su obligación es ganarse al electorado del Frente Amplio, no a sus dirigentes. ¿Qué opinas de eso?

-Bueno, yo no escuché esa declaración, así que solo estoy comentando lo que tú dices. Claro, no es una buena declaración, o sea, qué quiere decir eso. Yo creo que la articulación se produce mediante conversaciones con quienes representan a esa nueva fuerza que surgió, que se negaba, que se había dicho que se había derrumbado y estaba más viva que nunca. O sea, si uno dice 'necesito los votos, pero no me interesan sus líderes', con quién habla entonces. Yo pensaría que lo que hay que hacer es buscar formas inteligentes de producir esa convergencia. ¿Y por qué va a ser un problema producir esa convergencia? No debería haber problemas.

Yo entiendo que esa Democracia Cristiana que fue derrotada, y que solo existe porque la infla El Mercurio, no quiere transformaciones porque creen que hay que continuar con el modelo neoliberal humanizado, corregido por aquí y por allá, pero ese también fue el conflicto dentro de la Nueva Mayoría. Estaban quienes querían nueva Constitución y quienes no, y de la negociación entre ambos surgió el proceso constituyente del Gobierno. Estaban quienes querían gratuidad y quienes no querían gratuidad, y de la negociación entre ambos surgió, bueno… entonces qué razón hay hoy día para que una candidatura de la Nueva Mayoría, que es la candidatura de la izquierda de la Nueva Mayoría, no esté dispuesta ahora que las condiciones han cambiado.

-¿Y tienes alguna idea de cómo?

-Bueno, de eso se trata la política. He percibido señales desde el Frente Amplio respecto a que ellos ven que una elección de Piñera sería un retroceso conservador. Eso, diría yo, abre una puerta. Eso no implica inmediatamente que hay un acuerdo ahí esperando a ser cerrado… y yo esperaría que hubiera, desde el lado de la Nueva Mayoría, una reacción a eso, que aprovechara esa puerta que se abre y que vamos viendo. La idea de una nueva Constitución, por ejemplo, era central dentro del programa de Bachelet, por qué no habría de ser una idea central ahora, la idea de derechos sociales, derechos sociales universales, avancemos con la gratuidad, fortalecimiento de la educación pública, reforma del sistema de pensiones, pero qué razón hay para no llegar a una convergencia.

Ni siquiera se trata de ceder. ¿Por qué es ceder para la Nueva Mayoría decir sí, necesitamos una nueva Constitución? Y 'sí, vamos a hacer lo posible para que sea a través de un mecanismo democrático, participativo, institucional, y el más democrático, participativo e institucional es la asamblea constituyente'. Eso está dicho en el programa de Guillier. Claro, está dicho en la página, no sé, 35 o 48, y eso no es muy plausible. Si uno propone una Asamblea Constituyente en la página 40 del programa, no es la manera más razonable, pero, bueno, ahora se abre un espacio que parecía o creíamos que estaba cerrado. Entonces, por qué no aprovecharlo.

-¿Lo que tiene que hacer Guillier es poner en los primeros puntos todas esas reformas que ha planteado el Frente Amplio y son, en conjunto, la mirada más de izquierda que tiene la Nueva Mayoría también en su programa?

-O sea, uno pensaría que antes de toda la cuestión presidencial la convergencia entre la Nueva Mayoría y el Frente Amplio era bien difícil. Pero ahora uno pensaría que es más fácil la convergencia entre la izquierda de la Nueva Mayoría y el Frente Amplio. Yo no estoy hablando de lo que debería hacer Guillier, o sea, él verá, pero es evidente que, con una segunda vuelta ad portas, de lo que se trata es precisamente de construir una mayoría y esa mayoría está claro por los resultados de la elección– que tiene que ser construida con las fuerzas de izquierda, el centro desapareció. La Democracia Cristiana, la que sale victoriosa, es una Democracia Cristiana, en estos términos, bastaste más a la izquierda de lo que Burgos, Walker y Aylwin creían que estaban.

-Bueno, ellos ya no son el poder de la Democracia Cristiana, son como su fantasma.

-Bueno, exactamente, pero durante todo este tiempo han hablado como si lo fueran. A estas alturas parece que resultó harto bien que forzaran esta clarificación, separando a la Nueva Mayoría en la versión 'de centro' y la más de izquierda, de modo de ver si todo esto que nos dicen es verdad y ya lo vimos. Entonces, hay que actuar en consecuencia e intentar construir una mayoría con mirada a la segunda vuelta, para evitar lo que yo creo sería nefasto para el país, que sería un segundo Gobierno de Sebastián Piñera. Y está claro también en qué sentido hay que moverse. Que dé hacia conversar con el Frente Amplio y buscar convergencia programática y que esa convergencia se manifieste... bueno, por supuesto, hay distintas maneras de las que se puede manifestar: puede manifestarse en el Frente Amplio asumiendo una postura de ir a la segunda vuelta con un voto anti-Piñera, puede manifestarse en el Frente Amplio yendo a la segunda vuelta con un voto pro Guillier, puede manifestarse en un pacto de gobierno con repartición de ministerios, en fin, hay un abanico… las cosas no son todo o nada.

-Esa última opción quizás no sería tan buena para el Frente Amplio, pero sí para la Nueva Mayoría

-Es lo que quiero decir. Uno puede decir que esto último no es posible, pero eso no quiere decir que no haya acuerdo posible. Aquí hay un abanico de posibilidades, de ese abanico, las distintas posiciones dentro de ese abanico, significan distintas cosas para el Frente Amplio y significan distintas cosas para la Nueva Mayoría, cada uno preferirá alguna, pero eso no quita que no se pueda converger en algunas ideas programáticas, que den suficientes sustentos, y alguna estrategia de acción para la segunda vuelta que sea aceptable para todos. Al final, quizás uno intenta esto y fracasa, a veces los intentos de producir articulación no resultan.

-¿Y quién estaría llamado a ser ese eje articulador desde la Nueva Mayoría?

-Bueno, si el país se mueve a la izquierda, uno pensaría que el Partido Socialista tiene un rol importante que jugar. Y también la candidatura misma, porque yo supongo que es el comando, la candidatura, la que busca las conversaciones y los acuerdos políticos necesarios para enfrentar los desafíos que vienen ahora, aquí, en la segunda vuelta.

-¿Tú estarías dispuesto a ser un articulador relevante para lograr esa convergencia de izquierda?

-O sea, yo por supuesto, cómo uno podría negarse. Yo sé que tengo buenas relaciones con muchas personas del Frente Amplio, buenas relaciones personales y buenas relaciones políticas, pero, claro, esto no depende de lo que yo piense, de lo que Fernando haga. De hecho, yo hoy día soy un candidato al Parlamento derrotado, así que en ese sentido personalmente peso bastante poco, pero, por supuesto, estaría plenamente dispuesto. Yo no podría negarme en la medida que eso significara una decisión de moverse en esa dirección, una decisión real y no solamente poner a alguien que les cae bien a ellos.

-¿Los más conservadores de la Democracia Cristiana y otros grupos que son más conservadores dentro de la Nueva Mayoría, siguen en ese peso muerto, un peso falso, pero que pueda impedir correr el cerco hacia la izquierda?

-Bueno, es que ¿de dónde viene la fuerza política en un sistema democrático?

-De la gente, por supuesto, pero la distribución del poder al interior de los partidos políticos no necesariamente es una respuesta de lo que pide la ciudadanía.

-Bueno, nos hemos enterado que mucho de eso viene de la manipulación que hace de sus encuestas la derecha, y de los medios de comunicación, que tenía a todo el mundo convencido de que el país era un país totalmente distinto al país que estábamos viviendo. Pero, bueno, ese velo se descorrió. O sea, cuál es el sentido de decir 'es necesario llegar a un acuerdo con el sector derrotado de la Democracia Cristiana', porque ¿qué se gana con eso?, ¿qué hay ahí? No hay nada. La pregunta es, con vistas a la segunda vuelta, dónde está lo que pueda asegurar un triunfo, y no solo pueda asegurar un triunfo, sino que pueda ser un triunfo en condiciones que son mucho más conducentes a realizar el proyecto original de la Nueva Mayoría, que era producir una transformación antineoliberal.

-En ese sentido, ¿cómo evalúas la lectura que está haciendo Sebastián Piñera de apuntar al centro? A ese centro amorfo, porque todo se movió a la izquierda.

-Bueno, ya he escuchado distintas versiones. La otra versión es que va a ir a buscar el voto de Kast.

-Creo que se acerca más a buscar el centro, el centro social, como él lo llama.

-Sí, pero el centro social es una noción sin contenido, no significa nada. Yo le diría que me encantaría. Que vaya a poner sus esperanzas en la segunda vuelta en los votos de Mariana Aylwin e Ignacio Walker. Bien, bien por él.

-Más fácil que pierda.

-O sea, es clarísimo cuál sería la situación en ese sentido. O sea, la cuestión pocas veces alcanzó el nivel de claridad como el que tenemos ahora. No, a mí me sorprende. O sea, hay mucha claridad con los resultados de la elección, salvo en lo estrictamente personal, fueron desde el punto de vista de la izquierda un resultado totalmente inesperado y, claramente, conducente a una continuación, corrección y profundización de un programa transformador. Este, diría yo, es el momento en que es necesario asumir una posición, un liderazgo de ese proceso y para eso hay que estar dispuesto a este viejo ejercicio de la política democrática que es conversar, aunar voluntades, articular, que es lo que esa mayoría de izquierda que se manifestó el domingo necesita.

-¿Cuáles son los principales puntos que debería tomar como bandera de lucha Guillier?

-Yo creo que lo más urgente es tener una política que esté legitimada a los ojos de la ciudadanía. O sea, 25 años de política binominal, yo creo que la han dejado a un nivel de desprestigio que es bien agudo, y la verdad es que yo supongo que nadie que haya sido candidato en la última elección puede negarlo, porque era cosa de que se apareciera un candidato por una feria y se daba cuenta de que la reacción que recibía de la ciudadanía no era una reacción de aprecio republicano por la labor política, sino precisamente al contrario. Y eso supone una política distinta, una política que pueda procesar demandas de transformación y que pueda proteger al ciudadano del abuso y, eso, es una Constitución nueva. Entonces, yo creo que la cuestión de la nueva Constitución debería tener un punto central. Ya nos enteramos que la titularidad sindical era contra la Constitución. Por supuesto que la posibilidad de tener negociación colectiva por rama y actividad va a ser declarada completamente en contra de la Constitución. Entonces, yo creo que el test de un programa transformador que se toma en serio a sí mismo, es el que esté dispuesto a enfrentar el problema constitucional. Por así decirlo, darle forma constitucional a la salida del neoliberalismo…

-¿Y tú crees que la asamblea constituyente sea una idea que esté como preferencia en Guillier?

-Está bien, no dice que es la única manera, dice que es aquello por lo cual nosotros abogaremos cuando se apruebe la reforma que autoriza la convención constituyente, etcétera… está bien, está muy relativizada, pero está ahí. Pero mi impresión es que, en esa materia, lo que hay que hacer es pasarla de la página 40 a la página 1, o sea, darle mayor centralidad, porque además esa sería una discusión y una cuestión que habilitaría muchas de las otras reformas. Parte del problema que ha tenido la gratuidad, por ejemplo, en la educación superior, se debe a la interferencia con ella del Tribunal Constitucional con argumentos de constitucionalidad también. Entonces, cuánto tiempo más nos vamos a demorar en darnos cuenta de que, después de todo, esto es crucial.

-¿La caída de todos estos personajes emblemáticos, menos de Insulza, digamos, pero de estos personajes emblemáticos de este partido del orden, es también sintomático respecto a esta nueva realidad?

-Bueno, son personas que encarnan en ellas mismas el espíritu de la política binominal. O sea, la política que fue necesario conducir durante los primeros 20 o 25 años de la transición, o después de la vuelta a la democracia. Y esa, creo yo, es la política que ha sido y que es rechazada por la ciudadanía. Cuando la ciudadanía durante la campaña veía venir hacia ella a un candidato con un volante en la mano, la primera reacción es de rechazo. Entonces la pregunta es rechazo a qué es eso, y yo diría rechazo a una política neutralizada, a una política que prometía transformaciones pero que después no podía cumplirlas. Y yo creo que esa es la característica central de la política binominal, es una política que no podía hacer eso. Da lo mismo cuántas personas marchen en contra de las AFP, la política institucional no podía asumir seriamente la posibilidad de discutir un sistema de pensiones sin AFP. Entonces, desde el punto de vista del ciudadano, el ciudadano yo creo que se preguntaba si estos señores no están atentos a las demandas que surgen de la ciudadanía con la finalidad de procesarlas. El rechazo ciudadano es a la política constitucional.

-¿Y cuál sería el cauce natural de esos personajes? ¿Autoeliminarse? ¿Que los partidos los abandonden al lado del camino?

-Digamos que a mí me interesaría leer las memorias de Andrés Zaldívar. Creo que hay mucho que aprender. Pero que ese aprendizaje tiene que ser puesto al servicio de quienes representan una política distinta o que miran la política de una manera distinta. La política binominal ya murió.

http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2017/11/22/fernando-atria-si-gan...

Editores de la publicación digital chilena El Desconcierto.
Director de la Fundación Crea e Investigador del Centro de Investigación Sociedad, Economía y Cultura ( USACH).
Jurista y profesor de derecho de la Universidad de Chile. Autor de Mercado y Ciudadanía en la Educación (2007), La Mala Educación: Ideas que inspiran al movimiento estudiantil en Chile (2012), Veinte Años Después: Neoliberalismo con Rostro Humano (2013), La Constitución tramposa (2013) y Derechos sociales y educación: un nuevo paradigma de lo público (2014). También es coautor del libro El otro modelo: del orden neoliberal al régimen de lo público (2013). Miembro del Partido Socialista de Chile.
Fuente:
Varias

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