Cuando el personal académico se autocensura

Frank Furedi

12/10/2016

A los estudiantes que cursan arqueología del conflicto moderno en el University College de Londres se les ha comunicado que se les permite salir de clase si encuentran “perturbadora” o traumatizante la discusión de hechos históricos. Es algo que no me sorprende. Proteger a los estudiantes de temas que se consideran sensibles es algo que está ganando rápidamente ascendiente en la vida académica.

Un colega mío de otra universidad mostró una imagen de una demacrada judía húngara liberada de un campo de la muerte. “Deje de enseñarnos eso, no he venido a que me traumaticen” gritó un estudiante, interrumpiendo su clase sobre el Holocausto húngaro. Después de que el estudiante se quejara de su angustia, un administrador le dijo a mi colega que fuera más cuidadoso a la hora de debatir un tema sensible. “¿Cómo voy a enseñar el Holocausto sin inquietar a mis estudiantes?” es lo que preguntó mi amigo. El personal académico que tiene la impresión de que ha de medir sus palabras se plantea cada vez más esta clase de preguntas.

A lo largo y ancho del mundo anglonorteamericano, las universidades han elaborado protocolos que previenen en lo tocante a exponer a los estudiantes a “temas sensibles”. Asombrosamente, la Universidad está hoy sujeta a prácticas que exigen grados de conformismo históricamente ligados a instituciones estrechas de miras e intolerantes. Los términos “tema sensible” o “tema retador” [“challenging subject”] los utilizan los administradores para designar una clase de temas que se describen como riesgo para el bienestar de los estudiantes.

Tomemos la declaración sobre uso de material sensible redactada en la escuela de Literatura, Lengua y Lingúsistica Inglesa de la Universidad de Newcastle. Asume que puesto que los temas que representan “hechos y situaciones angustiantes de la vida” exigen un manejo especial, los profesores deberían ayudar a los estudiantes a “prepararse para estudiar material retador”.

¿Qué es lo que constituye “material retador”? Para generaciones de estudiantes el término estaba ligado a temas complejos e intelectualmente exigentes. La mayoría de los estudiantes que se enfrentan a Economía y sociedad de Max Weber o los estudiantes de Lingüística que se adentran en la teoría de la gramática generativa de Chomsky encontraron ese material desafiante. El nuevo significado de “retador” tiene poco que ver con la complejidad o la dificultad de la asignatura: se refiere enteramente al potencial que tiene un tema para alterar a los estudiantes.   

Las directrices recurren a palabras como temas “retadores” o “sensible” para transmitir la idea de que deberíuan enseñarse de forma diferente a temas aparentemente no sensibles. Puesto que en las humanidades y las ciencias sociales casi cualquier tema puede demostrarse sensible para algunos estudiantes, al personal académico se le anima a adopter el papel de medicos clínicos aficionados.  

La invención de la categoría de “tema sensible” es en sí misma significativa. Designa un contraste moral entre ese y otros temas académicos. No existe un criterio objetivo claro por el que juzgar cuándo es sensible un tema, y la búsqueda de ese criterio suscita las preguntas: “¿sensible para quién?” y “sensible para qué?” La única respuesta posible es “sensible potencialmente para cualquiera y a cualquier cosa”. Este extremo lo reconocen las directrices que recomiendan el uso de avisos de material sensible [“trigger warnings”]. El Oberlin College, de Ohio, informó a su personal académico de que  “cualquier cosa puede motivar un aviso: un olor, una canción, escena, frase, lugar, persona y así sucesivamente”, y concluía que “hay algunos avisos que no pueden preverse, pero muchos, sí”.

Resulta difícil pensar en cualquier texto literario potente que no perturbe la sensibilidad de un lector. Por consiguiente, prácticamente cualquier texto clásico podría instigar la petición de aviso de material sensible. Un estudiante de la Universidad de Durham se quejó de que “se esperaba que su clase pasara por conferencías y tutorías en los que iba a debatir acerca de la violación de Lavinia en Tito Andrónico” [de Shakespeare], aunque se mostró encantado de que “se nos diera un aviso de material sensible sobre  bestialismo en relación a parte de la clase sobre El sueño de una noche de verano”.

Resulta difícil evitar la conclusion de que, una vez que la sensibilidad se convierte en un valor dominante en la enseñanza académica, se ampliará el abanico de temas considerados sensibles. Y esto tiene implicaciones de largo alcance para la enseñanza académica. Una vez que la enseñanza de un tema académico queda subordinada a un criterio que es externo a ella – y ese es el valor de la sensibilidad– se arriesga a perder contacto con la integridad de su asignatura. Y como mínimo, el personal académico se ha vuelto receloso a la hora de enseñar materias de acuerdo con su propia inclinación respecto a cuál es el modo correcto de transmitir su tema.  

Por desgracia, es demasiado el personal académico que ha respondido autocensurándose a la presión para proteger a los estudiantes de ideas perturbadoras.

es profesor emérito de Sociología en la Universidad de Kent. Entre sus libros se cuentan obras como Politics of Fear, Where Have All the Intellectuals Gone?, Therapy Culture, Paranoid Parenting y Culture of Fear and Authority: A Sociological
Fuente:
The Guardian, 11 de octubre de 2016
Traducción:
Lucas Antón

Subscripción por correo electrónico
a nuestras novedades semanales:

El responsable de tratamiento de tus datos es Asociación SinPermiso y la finalidad del tratamiento es hacerte llegar nuestras novedades. Puedes ejercer tus derechos en materia de protección de datos contactando con nosotros*. Para más información consulta nuestra política al respecto (*ver pie de página).