Desapariciones y proclamas: la Argentina vuelve a temblar

Claudio Tognonato

08/10/2006

 

“En Argentina vuelve a vivirse en un clima de pesadilla que se creía superado para siempre”

El último jerarca de la junta llama a los jóvenes “a terminar lo que nosotros habíamos empezado”. El testigo del primer proceso postamnistía a un policía desaparece sin dejar rastro. Cartas amenazantes a las Abuelas de Plaza de Mayo. Y los nostálgicos de la terriblel dictadura militar salen a la calle. ¿Qué está pasando en la Argentina?
El 28 octubre de 1976, un día después de su secuestro, Jorge López fue torturado, por vez primera, con descargas eléctricas. Estamos en el primer año de la dictadura militar argentina (1976-83), y aquel día, el impertérrito comisario Miguel Etchecolatz, mano derecha del ex jefe de la policía Ramón Camps, ordenaba a los torturadores elevar el voltaje de las descargas, a fin de hacer hablar a López. Han pasado treinta años, demasiado tiempo, desde luego, pero el 20 de septiembre de 2006 un tribunal argentino ha condenado a Etchecolatz a cadena perpetua.

Tras la reciente abrogación de las leyes de impunidad que habían impedido la apertura de nuevos procesos, muchos militares tienen que responder ante la justicia y se arriesgan a parecidas condenas. La declaración de Jorge López había sido decisiva para encarcelar a Etchecolatz, pero el día de la lectura de la sentencia el testigo no se hallaba presente en la sala, no pudo comparecer ante el tribunal. Tres días antes, el 17 de septiembre, López salió de su casa, tomó un colectivo para presentarse en La Plata y desapareció en la nada. Desde entonces no se tienen más noticias de él, no hay rastro y la prensa habla del primer desaparecido de la democracia.

La sociedad argentina ha vuelto a vivir en estas últimas semanas en un clima de gran tensión. Ha vuelto la sombra de aquel poder oculto, nunca desarticulado, de la estructura clandestina de la represión. La desaparición de López se produce en medio de una marea de intimidaciones a magistrados, asociaciones de derechos humanos y familiares de desaparecidos. Tras los últimos sucesos, el miércoles, una carta anónima amenazaba a Estela Carlotto, presidente de las Abuelas de Plaza de Mayo, mientras otros anónimos intimidatorios llegaban a los tres jueces que han condenado a Etchecolatz y a otros funcionarios. El mensaje es claro: quien quiera procesar a los militares, quien quiera atestiguar, se arriesga todavía hoy a convertirse en un nuevo desaparecido.

Desde el día mismo de su toma de posesión, el presidente Néstor Kirchner se manifestado muy firme en cuestiones de derechos humanos. Inmediatamente después de asumir el gobierno, Kirchner dijo en plena Asamblea de las Naciones Unidas ser “hijo de las Madres de Plaza de Mayo”, y no ha quedado desmentido. El trabajo de denuncia y la condena de los militares que participaron en la dictadura continúa sin descanso.

Han pasado ya 23 años desde que los militares decidieron volver a sus cuarteles. Tras la peor dictadura que haya conocido jamás la Argentina, significada por la tortura y desaparición de 30.000 personas, los militares consideraron que su misión había terminado. Su aparato represivo nunca fue desmantelado. Mucho delitos y secuestros de personas en estos últimos años se han atribuido a lo que ha venido en llamarse “la mano de obra desocupada”, esto es, a las bandas armadas paramilitares que se quedaron sin trabajo tras la venida de la democracia.

A las crecientes tensiones creadas por la desaparición de López, buscado por todo el país, y a la marea de mensajes intimidatorios, se ha sumado ayer una carta del ex general Reynaldo Bignone, jefe de la última junta, publicada en una página web. En esa carta, el militar golpista lanza un llamamiento a los “jóvenes” para “terminar el trabajo que nos quedo pendiente”. Se dirige a las nueva quintas, invitándolas a completar su obra. Bignone ha sido procesado por el robo de niños hijos de desaparecidos y por el Plan Cóndor, que coordinaba la represión entre los militares de Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay, haciendo imposible en los últimos años de las dictaduras la fuga de miles de personas. Ahora Bignone podría ser procesado por instigación a delinquir y apología del delito.

En una plaza del centro de Buenos Aires, ayer por la tarde, un grupo de militares nostálgicos programó un acto en conmemoración “de las víctimas del terrorismo y en memoria de todos aquellos que han dado la vida por la patria”. En una manifestación parecida realizada el año pasado, algunos militares reivindicaron el terrorismo de Estado, y han sido duramente sancionados por el gobierno. En Argentina vuelve a vivirse en un clima de pesadilla que se creía superado para siempre.

Claudio Tognonato es corresponsal del cotidiano comunista italiano Il Manifesto en Buenos Aires.

Traducción para www.sinpermiso.info: Leonor Març

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Fuente:
Il Manifesto, 3 octubre 2006

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