Después de Katrina: subvenciones de recuperación

Guy Standing

23/10/2005

Debido a la globalización y al calentamiento global, los desastres sistémicos son cada vez más comunes. En todos los casos, acuden como moscas los gobiernos y las ONGs con todo un muestrario de medidas dispendiosas. Meses después, se evidencia que los fondos han sido mal dirigidos, usados ineficientemente o de manera poco transparente.

Hay un sistema mejor. La OCDE ha reconocido lo que los economistas han sabido durante muchos años: que la ayuda alimenticia condicionada es ineficiente y no equitativa en comparación con dar una renta en efectivo a los habitantes de los países pobres. Así, sería mejor que los gobiernos establecieran fondos de recuperación de los que todos los ciudadanos de cualquier región afectada por un huracán, maremoto u otro desastre económico pudieran recibir una renta mensual, durante al menos dos años, que les permitiera reconstruir sus vidas.

Después de que los Estados Unidos y sus aliados ocuparan Irak, propuse en el Financial Times que, en lugar de una política de raciones mensuales, con todos los retrasos burocráticos, las posibilidades de corrupción a pequeña escala, las desigualdades inevitables y los efectos económicos de exclusión (crowding out) que conllevan, las autoridades deberían introducir una Renta de Libertad Iraquí del mismo valor que las raciones, unos 20 dólares al mes. Hubiera sido un estímulo para la economía local, ya que los iraquíes podrían haber usado el dinero para crear un mercado interno de bienes y servicios básicos. Hubiera sido menos paternalista, mejor aceptada y hubiese promocionado una libertad económica real. La gente que tiene dinero en su bolsillo y la posibilidad de conservarlo durante un cierto tiempo quiere construir su comunidad y preservarla.

Después del maremoto, escribí un artículo en Economic and Political Weekly, proponiendo una Renta de Reconstrucción de las zonas afectadas por el Maremoto para todos los residentes de las zonas afectadas. Si las enormes cantidades de dinero provenientes de todo el mundo hubieran sido usadas parcialmente para esta Renta de Reconstrucción, al menos, digamos, durante dos años, se hubiera permitido a los habitantes de la zona reconstruir sus vidas y comunidades con una seguridad económica básica. En lugar de esto ha dominado una loca carrera de intervenciones, a menudo duplicando los esfuerzos, que ha conducido, por poner solamente un ejemplo, a un gran exceso de barcos de pesca en Sri Lanka, aportados por ONGs en competencia, lo que ha distorsionado la economía y la sociedad. La pobreza y la desigualdad han crecido juntamente con el resentimiento.

En los Estados Unidos, la tragedia del Katrina parece discurrir por el mismo camino, con miles de millones de dólares derrochados en proyectos burocráticos mastodónticos, con todo tipo de subsidios selectivos para las mal definidas "necesidades". Los "Administradores especiales" estarán bien ocupados en los próximos meses y los acuerdos entre compadres ocuparán las portadas de los periódicos durante un año. Varios accidentes ecológicos serán atribuidos a las intencionadas "desregulaciones de leyes" que, supuestamente, han de facilitar la inversión. Las prometidas "condonaciones tributarias" gotearán hacia aquellos que menos necesidad tienen de ellas. El escenario, a corto plazo, es demasiado familiar. Ni los conservadores ni los progresistas deberían dar la bienvenida a la perspectiva de lo que el Presidente Bush ha llamado "una de las más grandes reconstrucciones que el mundo nunca ha visto".

Esperemos que se detengan antes de que sea demasiado tarde. Los subsidios a la reconstrucción por los desastres del Katrina serían mucho más eficientes y equitativos tanto económica como socialmente si fuesen subsidios mensuales de subsistencia, pudiéndose acceder a ellos mediante el uso de una sencilla tarjeta. Por medio de estos subsidios los residentes podrían empezar a reconstruir sus vidas y comunidades.

Globalmente, en la medida de que estos desastres resultan más habituales, la respuesta a largo plazo para el Gobierno y la ONU es disponer de un Fondo para la Recuperación de los Desastres, parte del cual debería ser usado para dar dinero a todos los residentes de las regiones golpeadas por el desastre, es decir, un subsidio básico incondicional a lo largo del período que se considere que la región necesita para reconstruirse. Por razones de eficiencia y equidad, este subsidio no debería estar basado en la comprobación de medios porque en las áreas devastadas esta condicionalidad resultaría más estúpida de lo que ya lo es habitualmente. La administración de este Fondo podría ser diseñada para impedir los casos habituales de azar moral. La perspectiva de la libertad económica real debería ser el objetivo.

Por supuesto que, como miembro de la Basic Income Earth Network (BIEN), creo que en última instancia la política óptima es una renta básica de ciudadanía mensual para toda la ciudadanía, debiendo añadirse los suplementos en situaciones críticas especiales. La sociedad se movería hacia este objetivo de forma progresiva, y disponer de las Rentas de Reconstrucción podría ser una forma de encaminarse en la dirección correcta.

Supuestamente Confucio dijo: "El camino más fácil para salir es por la puerta. ¿Por qué tan poca gente lo usa?" Dar a la gente dinero en efectivo es la manera más fácil para hacer frente a la pobreza. El hecho de que esto no aumente el poder ni el papel benevolente de políticos y burócratas constituye una ventaja adicional.

Traducción para www.sinpermiso.info : Julie Wark y Daniel Raventós.

Guy Standing es jefe del gabinete de estudios e investigaciones de la OIT en Ginebre. Es co-presidente, junto con el senador brasileño por el PT Eduardo Supliciy, de la BIEN (Basic Income Earth Network, la red mundial para la renta básica).

Fuente:
www.sinpermiso.info, 23 octubre 2005

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