EE UU: El FBI en defensa de un establishment harto de Trump

Dan La Botz

19/05/2017

Después de casi cuatro meses de presidencia caótica del presidente Donald Trump, envuelta en controversias y escándalos, el establisment de EE UU ha decidido tomar cartas en el asunto. Ese es el significado de la designación por el fiscal general adjunto Rod J. Rosenstein de Robert S. Mueller III como asesor especial para investigar las relaciones entre la administración Trump y Rusia. Mueller, que había sido director del FBI de 2001 a 2013 con los presidentes George W. Bush y Barack Obama, goza de la confianza del establishment y tiene la independencia política que le permitirá investigar el asunto sin temor a interferencias presidenciales.

El nombramiento de Mueller sugiere que la elite empresarial, política y militar de Estados Unidos puede estar harta del inestable, improductivo  y peligroso comportamiento de Trump, y están dispuestos a sacarlo de la Oficina Oval. Los irreflexivos Tweets de Trump, sus comentarios fuera de tono sobre cuestiones de política interna y externa más importantes, y su conducta política errática, ha provocado el bloqueo de la agenda republicana en el Congreso, se enfrenta a la clase política neoliberal dominante, que cuenta con el apoyo de muchos políticos republicanos y demócratas, y a la extrema derecha del Freedom Caucus, que quiere destruir a toda costa los últimos vestigios del New Deal y los programas de bienestar social de la Gran Sociedad de los años dorados de 1939 a 1979.

Los republicanos están encantados con el nombramiento de Mueller, ya que no quieren ser ellos quienes se enfrenten a Trump. El nombramiento de Mueller como asesor especial implica que los cinco comités del Congreso que investigan las relaciones entre Trump y Rusia tendrán que enfocar sus labores, permitiendo a los republicanos abandonar el tema e impidiendo a los demócratas que se concentren en ello.

Los republicanos, que eran muy conscientes de que las cosas estaban fuera de control, no han estado dispuestos a desafiar al presidente porque muchos de ellos tienen elecciones en 2018. Ante la posibilidad de una venganza de Trump y temiendo la ira de los votantes populistas de derechas, los republicanos se han revelado como el grupo más cobarde de legisladores de los que se tenga memoria.

Los demócratas no están mucho mejor, con algunas excepciones. La lider de la minoría Nancy Pelosi advirtió a sus colegas y a la opinión pública que los demócratas no deben pedir la destitución porque no había hechos suficientes pruebas para ello. Pero el congresista Al Green, de Texas, dijo a sus colegas en el Congreso: “El Presidente debe ser destituido legalmente”. “No es solo políticamente conveniente hacerlo. Es imprescindible para salvar nuestra democracia “.

Pelosi y la dirección del Partido Demócrata pueden temer que el vicepresidente Mike Pence sea un líder más eficaz a la hora de aplicar la agenda de la derecha. Pero también pueden temer que una campaña para la destitución legislativa sublevase a las fuerzas sociales a derecha e izquierda de manera incontrolada, y la gestión de los intereses del establishment es su primera preocupación.

¿Y la Resistencia?

Estos acontecimientos que tienen lugar en la cúpula del establishment de EE UU, en la forma de consultas entre los más selectos miembros de la élite de la sociedad, han transcurrido sin mucho impacto en lo que se ha llamado la Resistencia. Las manifestaciones de mujeres y ecologistas, las protestas de los inmigrantes, las huelgas a pequeña escala, y las numerosas concentraciones en los ayuntamiento han dado expresión al miedo y la ira desde abajo y a la izquierda, pero han tenido poco impacto político directo.

Los demócratas, trabajando a través de Indivisible, han tratado de ponerse a la cabeza de la resistencia, mientras que los progresistas en Bernie Sanders, con OurRevolution, también trabajando desde el Partido Demócrata, han hecho lo mismo. Muchos de los miembros del movimiento tienen sus propios puntos de vista y no están comprometidos con el Partido Demócrata. Muchos son activistas radicales. Sin embargo, sin un movimiento con una identidad política independiente, no hemos tenido ningún impacto en los acontecimientos más importantes de alto nivel.

El otro gran problema de la resistencia es que el movimiento sindical -el único grupo con el tamaño y el poder social para presionar a los demócratas y a los republicanos moderados a luchar contra Trump, y no sólo deshacerse de Trump, sino también luchar por reformas y para cambiar el sistema-, se ha dividido profundamente y en gran medida ha estado ausente de la luchar hasta el momento.

El FBI juega el papel en este momento de salvador de la clase política y de la agenda política corporativa que representa. No es nuestro salvador. Tenemos que aumentar la presión desde abajo, para construir un movimiento más grande, más rebelde, y más combativo. Tenemos que ir más allá de la protesta al bloqueo político si vamos a tener algún impacto en los acontecimientos. De lo contrario, vamos a ir de un Trump impredecible, a algo más predecible, pero en el sentido más negativo para el pueblo estadounidense y el mundo.

(1945) veterano activista sindical, académico y latinoamericanista marxista estadounidense. Fue candidato al Senado por el estado de Ohio en 2010. Editor de Mexican Labour News and Analysis. Su libro más reciente es Cesar Chavez and La Causa. Pearson Longman. 2006.
Fuente:
http://newpol.org/content/fbi-takes-charge-establishment-may-be-done-trump
Traducción:
Enrique García

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