EE UU: Los peligrosos engaños de Trump sobre la brutalidad policial

Jesse Jackson

08/08/2017

Donald Trump parece tener con frecuencia más de vulgar provocador que de presidente. Le gusta causar escándalo, decir o tuitear cosas indignantes, demostrar que no se trata simplemente de otro político más. Pero ahora que es presidente, sus palabras tienen consecuencias y sus poses pueden ser peligrosas. 
 
La semana paada respaldó esenciamente la brutalidad policial ante una reunion de agentes de polícía en Long Island: “Cuando ves cómo arrojan a esos rufianes al fondo de un furgón policial, cuando ves cómo los meten, a golpes y todo, te dices: ‘Por favor, no los tratéis con mucho miramiento’”.
 
Sus observaciones fueron recibidas con grandes alabanzas, pero horas más tarde el Departamento de Policía del Condado de Suffolk hizo pública una declaración dejando claro que “no tolerará que se trate con violencia a los detenidos”.
 
Los gritos de Freddy Gray (de Baltimore), de Amadou Diallo, de Manuel Loggins Jr., de Ronald Madison, de Kendra James, de Sean Bell, de Eric Garner, de Michael Brown, de Alton Sterling y muchos más podían oírse de la tumba. Todos y cada uno de ellos, hombres o mujeres negros, murieron a manos de la policía. 
 
Las palabras de Trump no son simplemente fanfarronadas; su Fiscal General, Jeff Sessions, está tratando de convertirlas en medidas políticas. Sessions ha desdeñado los esfuerzos de la administración de Obama por analizar las conductas desviadas de la policía y forjar acuerdos de consenso sobre reformas con departamentos de policía de Chicago a Baltimore. Difunde la falsedad de que la reforma pone obstáculos al cumplimiento de la Ley. En un país que encarcela a más gente que ningún otro en el mundo, ha dado instrucciones a los fiscales norteamericanos de que busque las penas más duras disponibles para quienes sean hallados culpables de violar la Ley.    
 
En el último decenio, de Ferguson a Chicago, de Nueva York a Baltimore, nuestras ciudades han sido testigo de manifestaciones importantes y otras actividades como respuesta a la brutalidad policial. Las manifestaciones de Black Lives Matter [“Las vidas negras importan”] — desobediencia civil notable y no violenta — pusieron la reforma de la policía en el oden del día del país. 
 
Empezamos a ver cómo surgía un consenso bipartidista en torno a la reforma de la determinación de las penas, a cerrar las cárceles de propiedad privada con ánimo de lucro y a reformar las prácticas policiales, que va de las cámaras incorporadas [al uniforme de los agentes] a la labor policial en la comunidad. 
 
Este consenso de reforma surgió porque la brutalidad policial no sólo pisotea derechos individuales, también impide que se haga cumplir la Ley en la comunidad. Causa ira y hace que mengue la cooperación en la comunidad.    
 
Se acaba viendo a la policía como ocupantes, no como aliados. Los vecindarios más pobres de nuestras zonas urbanas son un polvorín; demasiado a menudo es la brutalidad policial la que los hace estallar. 
 
La inspección durante trece meses del cuerpo de policía de Chicago por parte de la administración de Obama se completó justo antes del inicio de Trump. Elogiaba los “diligentes esfuerzos y valerosos actos de incontables” agentes y rendía homenaje a la dura labor que llevan a cabo. Sin embargo, descubrió que una “ruptura de la confianza” ponía obstáculos a la capacidad del cuerpo de policía de prevenir la delincuencia: la “confianza y la confianza a la hora de combatir la delincuencia violenta se encuentran inextricablemente ligadas” era su conclusión, apelando a una amplia reforma básica de la policía en Chicago.
 
Trump y Sessions discrepan. Creen, tal como dijo Trump, que las leyes “protegen por completo al delincuente, no a los agentes. … (Los agentes están) más en peligro de lo que lo están (los delincuentes). Estamos cambiando esas leyes”. 
 
Con ello se pone de manifiesto una absoluta ignorancia de la realidad de la mala praxis de la policía y de sus víctimas. Resulta asimismo peligroso. Da luz verde a quienes querrían pisotear derechos básicos y se burla de quienes siguien las leyes. Anima a los departamentos de policía a cerrar los ojos ante sus propias prácticas. 
 
En Newark (Nueva Jersey), un acuerdo consensuado de reforma por decreto conllevó una espectacular reducción de la delincuencia. Peter Harvey, supervisor del mismo, declaró que la reforma ayuda a la policía a hacer su trabajo. 
 
“Recuerden que es la comunidad la que les ayuda a ustedes, a la policía” declaró Harvey. “Muy pocas ciudades disponen de agentes para patrullar una ciudad 24 horas al día los siete de la semana. Necesitas que la comunidad te ayude”. Y la comunidad no te ayudará si “agarras por el cuello a sus habitantes en situaciones en las que acaban muriendo, y luego apareces diciendo: ‘Vale, queremos ser amigos vuestros’. Esos mensajes son incoherentes”. 
 
Sintiéndose frustrado en Washington, a Trump le gusta enardecer a su base con discursos del género de los pronunciados en Long Island. Pero esas palabras representan un problema y sus medidas políticas son peores. En toda Norteamérica, lleva pendiente desde hace mucho la reforma de la policía. Lo que Trump y Sessions dejan claro es que, mientras sigan en el cargo, la reforma tendrá que proceder de abajo arriba, frente a peligrosas ilusiones falsas en lo más alto de todo.
fundador y presidente de la Rainbow PUSH Coalition, es un conocido dirigente político afroamericano que compitió varias veces en los 80 para su nominación como candidato demócrata a la presidencia de los EE. UU.
Fuente:
Counterpunch, 2 de agosto de 2017
Temática: 
Traducción:
Lucas Antón

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