El 68 alemán I: El movimiento estudiantil en Alemania Occidental

Manfred Paul Buddeberg

17/02/2018

Iniciamos nuestro dossier de tres artículos sobre el 68 alemán con un informe y análisis sobre el movimiento estudiantil alemán escrito al calor de los acontecimientos en 1968. Impresiona por ello la capacidad política de su autor, Manfred Paul Buddeberg, en aquel entonces joven sociólogo y politólogo alemán, cercano a las organizaciones trotskistas de la epoca. El artículo fue rápidamente traducido al inglés y publicado en la prestigiosa revista Internacional Socialism en el mismo verano de 1968, convirtiendose en la principal interpretación del 68 alemán en la izquierda alternativa anglófona. SP

 

Desde mediados de los años sesenta, los estudiantes han sido un problema para el público de Alemania Occidental. Vamos a tratar de describir los principales objetivos del movimiento estudiantil, las características básicas de la historia de su ascenso y, por último, examinar brevemente los grupos concretos dentro del movimiento estudiantil y su relación con la clase obrera. El punto de partida para el movimiento estudiantil ha sido y es la actividad en los propios colegios universitarios. Sin embargo, la formación de un movimiento de oposición independiente entre los estudiantes de ninguna manera depende de las estrategias políticas de una organización política de estudiantes. Por el contrario. Hasta 1964, la política fue, para la SDS ( Sozialistischer Deutscher Studentbund) Nada más que un medio de reclutamiento de intelectuales marxistas, cuya tarea principal era el restablecimiento de un movimiento obrero alemán. Sólo el asombroso éxito de la SDS en la política universitaria, sus orígenes basados en la historia y la estructura de la universidad de Alemania Occidental y la larga hibernación del movimiento obrero de Alemania Occidental pueden explicar el desarrollo de las teorías defendidas hoy por la mayoría de los grupos dentro de la SDS. Reflejan el aislamiento real de un movimiento radical estudiante de una clase obrera, que, en los últimos quince años, ha olvidado todo sobre la lucha y la huelga. Esto es particularmente cierto, como veremos más adelante, para los estudiantes de Berlín, que han dejado un sello permanente en muchas de las teorías y actividades de la SDS.

La crisis estructural de la universidad

En paralelo a la restauración de la democracia burguesa en Alemania Occidental después de la Segunda Guerra Mundial, las universidades comenzaron a ser restauradas con el patrón que había existido antes del surgimiento del fascismo. Las universidades aceptaron, más o menos voluntariamente, los programas de desnazificación y de reeducación, y vieron en la institución universitaria alemana - una 'morada de la inteligencia’- un 'bastión de una tradición esencialmente solida’ en tanto se mantuviese lejos de la influencia del Estado y, de hecho, de la política en su conjunto.

Reconociendo formalmente los valores de la democracia, las autoridades restablecieron el carácter idealista de la institución universitaria - concebida por Alexander von Humboldt como 'una comunidad de instructores e instruidos' -. A pesar de que, en comparación con el estado de las otras fuerzas productivas, esta había sido anacrónica y extremadamente contradictoria incluso antes del fascismo. De acuerdo con la intención de sus antepasados espirituales, la universidad debía ponerse al servicio del desarrollo del intelecto, libre de constricciones materiales, políticas e ideológicas - este era su objetivo progresista, si no utópico. Este objetivo multiplicó las contradicciones dadas las necesidades de la economía capitalista en expansión de un progreso técnico científico apoyado académicamente, y al mismo tiempo la necesidad de una gran fuerza de trabajo técnicamente educada. La idea de la universidad como refugio del intelecto independiente, en un mundo cada vez más determinado por los procesos capitalistas, no sin implicaciones reaccionarias, así como su distanciamiento político básico había permitido convertir a la Universidad en una víctima fácil del fascismo; y, lo que se había concebido como una 'república de los estudiosos,' se convirtió, con el aumento del número de estudiantes y el suministro casi estático de profesores y el equipo, en una organización elitista y jerárquicamente estructurada- en la que la autoridad final y el poder se concentraba en manos del 'ordinarius' (el profesor a cargo de una facultad o departamento) o el director de la universidad, según los casos. Aunque después de la Segunda Guerra Mundial existían pequeños grupos políticos que eran conscientes del papel desastroso que habían jugado las universidades en el ascenso del fascismo, no tuvieron una influencia significativa en la forma en que se restablecieron las universidades. La mayoría de los estudiantes en esa época estaban ante todo interesados en terminar,  de la forma más rápida y con el menor alboroto posible, sus estudios, que en muchos casos habían sido interrumpidos por la guerra. Las autoridades estatales temían cualquier evidencia de una alteración cualitativa de la estructura de la universidad y los profesores eran los más interesados en mantener los privilegios que poseían dentro de una estructura universitaria cuasi-feudal. Esta estructura tradicionalmente 'idealista' de la universidad alemana generaría inevitablemente conflictos cuando, debido a su carácter preindustrial, ya no podo seguir satisfaciendo las necesidades de una economía capitalista en crecimiento.

La ' Freie Universität ' (Universidad Libre) de Berlin ocupaba una posición especial en este bosquejo del desarrollo de las universidades en la posguerra. Fue fundada en 1948 por iniciativa de un grupo de estudiantes de la Universidad Humboldt de Berlín Este como protesta contra el control político de los estudiantes por la administración del sector soviético de Berlín. Estos estudiantes eran, sobre todo, conscientes de la necesidad de una institución anti-totalitaria, es decir, anti-estalinista al mismo tiempo que antifascista; los americanos, sin cuya ayuda su creación hubiera sido imposible, la vieron como una institución anticomunista. Sin embargo, los estudiantes que fundaron la Universidad fueron apoyados por los representantes de los estudiantes de todos los senados universitarios. Al mismo tiempo, la intención de los fundadores - que a menudo fueron “glamourizados” - fue el punto de partida de un interés político entre los estudiantes comparativamente fuerte. Estos dos hechos diferenciaron a la FU de otras universidades de Alemania Occidental, en las que la participación oficial de los estudiantes elegidos en los senados universitarios, y su actividad política eran muy tibias. La participación de dos representantes de los estudiantes en el senado de la Freie Universität presuponía un acuerdo básico entre los estudiantes y los profesores. Sólo con una presunción de este tipo podría funcionar este 'acuerdo de caballeros' relativamente sin conflictos. Con la restauración de los partidos políticos en la República Federal, las crecientes políticas de coexistencia entre Moscú y Washington, y, finalmente, con la crisis estructural en las universidades, este acuerdo se rompió. Aunque la administración académica y la mayoría de los profesores se mantuvieron indiferentes o fueron conservadores ante estos cambios, la inclinación de los estudiantes por algún tipo de política no conformista aumentó la tendencia a desbordar los límites ideológicos de la Guerra Fría. En Berlín, donde la relación estudiante-profesor no se había basado en la subordinación, sino en una especie de entendimiento precario, esto bastó para provocar, a partir de los primeros años sesenta, conflictos cada vez más agudos que se fueron extendiendo gradualmente a las universidades de Alemania Occidental.

Reforma o revuelta en las Universidades

Mientras uno de los primeros objetivos del movimiento estudiantil fue la reforma de las propias universidades y de sus cursos de estudio, las reivindicacións de los estudiantes encontraron un cierto apoyo del público. Fuera del cuerpo estudiantil, los expertos también reconocieron la necesidad de que las universidades se convirtiesen en lugares de formación  de una fuerza de trabajo con capacidad académica, con el fin de adaptarse la cambiante reivindicación de manera cuantitativa y cualitativa. Porque con el declive del boom de la posguerra, fue evidente la necesidad de una mayor oferta de trabajadores especializados con mejor educación para la mejora de la infraestructura económica de Alemania Occidental. Y la gente no sólo exigió la construcción de nuevas universidades, sino también, al acortar la duración de los estudios de cada estudiante, un aumento de los matriculados y de los licenciados en las universidades. Se creía que esto podría lograrse mediante una reglamentación estricta y una estandarización de los cursos, que, hasta entonces, los estudiantes habían podido organizar para satisfacer sus propios intereses. La reivindicación de una reglamentación más estricta, sin embargo, entró en conflicto con las necesidades de los estudiantes, para los que esta falta de dirección era sinónimo de libertad académica vis-a-vis la organización caótica de la mayoría de los departamentos universitarios. Esta reforma de los estudios, tecnocráticamente concebida, amenazaba con provocar una especie de 'taylorismo académico' en el que la falta de equipo físico y de organización serían compensadas por un aumento de la intensidad del trabajo de los estudiantes. Y amenazaba con someter a las universidades - previamente enclaves de discusión y reflexión libre - por completo a las necesidades del capitalismo. En contraste con esto, un número cada vez mayor de grupos de estudiantes exigieron una 'democratización' de las universidades y cursos de estudio. Esto quería decir, por un lado, una flexibilización de la estructura jerárquica de la universidad y un aumento de los derechos de cogestión y autodeterminación de los estudiantes; por otro lado, una disminución en todo la regimentación irracional y superflua de los estudios, a través de exámenes intermedios más o menos voluntarios, horarios esquemáticos de estudio, etc; es decir, exactamente lo contrario de lo que los reformadores tecnócratas tenían en mente.

La exigencia de una mayor eficacia del periodo de estudio fue planteada sobre todo por grupos e instituciones extra-universitarias, como el 'Wissenschaftsrat ' (un consejo de expertos sobre la reforma de los estudios fuertemente influenciado por la situación económica), por muchos profesores y por delegados burocráticos de la Verband Deutscher Studenten (Unión general de estudiantes). Por otro lado, la reivindicación de democratización surge mucho más genuinamente desde la base y los propios estudiantes. Así que los primeros desacuerdos en la Berlín Freie Universität surgieron en torno al derecho de los estudiantes a participar en el funcionamiento de la Universidad - unos derechos que ya existían en una forma limitada - y sobre todo el derecho de asumir la responsabilidad de sus propias actividades políticas (¡la libertad de expresión! ). Al mismo tiempo, otras universidades de Alemania Occidental consideraron los derechos ya obtenidos por los alumnos de la FU como un modelo para sus propias reformas democráticas. La experiencia en Berlín había demostrado, sin embargo, que los representantes de los estudiantes podían perder las votaciones superados por la abrumadora representación de los enseñantes en los senados universitarios, y que en todos los casos de conflicto en realidad estaban en minoría. Por eso exigieron en Berlín y en la mayoría de las otras universidades una representación por tercios en todos los senados universitarios, y no simplemente una representación simbólica. 'La representación por tercios' significa que los consejos deben contar con un tercio profesores, un tercio del profesorado auxiliar y un tercio de estudiantes - y, además, que todos, y no sólo los representantes de los estudiantes, deben ser elegidos democráticamente. Hasta el momento esta reivindicación no se ha logrado en ninguna universidad. El máximo permitido hasta ahora a los estudiantes - incluso como base para las negociaciones - es una representación del 20 por ciento.

Sin embargo, la reivindicación de ‘representación por tercios' está ganando más y más apoyo en todas las organizaciones estudiantiles. Es, sin embargo, cuestionable que se consiga con ella las reivindicaciones de los estudiantes. Se puede establecer un paralelismo con la cogestión en la industria. La co-gestión en la universidad, así como en la industria, finalmente, implica de hecho que los trabajadores tienen que colaborar en los despidos y los estudiantes en las restricciones materiales en sus estudios. La cogestión es una espada de doble filo, en la medida en que deja intacto el poder de los individuos sobre los medios de producción, por un lado, y sobre la inversión en educación, por el otro. En qué medida podría la 'representación por tercios', mediante un poder de veto adicional de los representantes de los estudiantes, prevenir eficazmente las decisiones desfavorables para los estudiantes sólo podría probarse con la experiencia. Sin embargo, esta reivindicación, muy sobreestimada, tiene la función de estimular un fuerte debate entre los estudiantes acerca de la estructura dictatorial de las universidades, y también sobre la relación entre la educación y la formación y los intereses económicos. La exigencia de un 'mandato político' para los representantes electos de los estudiantes, ha sido de gran importancia también para los estudiantes de izquierda. Básicamente, estos representantes sólo tienen derecho a dar su opinión sobre las “preocupaciones de los estudiantes”. Oficialmente esta restricción se ha establecido así: los representantes de los estudiantes son representantes de todo el alumnado y no de un grupo político específico dentro del cuerpo estudiantil; se eligen no según el grupo político, sino de acuerdo a la facultad, y por lo tanto los estudiantes de otras posiciones políticas no tendrían oportunidad de hacer oír su voz en el Senado. Este argumento de las autoridades sirve obviamente para reprimir expresiones políticamente inaceptables de los representantes de los estudiantes, cuando sus puntos de vista políticos no coinciden con las opiniones del Gobierno. Pero el alumnado ha ganado, de hecho, el derecho a un mandato político - aunque sea cuestionado por las autoridades. En casi todas las universidades se eligen representantes estudiantiles según los puntos de vista políticos, y en parte incluso los candidatos se presentan como representantes de un grupo político en particular. En muchas universidades los representantes de los estudiantes organizan manifestaciones contra la guerra de Vietnam o en contra de las leyes de emergencia; el mandato político se ha convertido hoy en día en uno de los éxitos más significativos del movimiento estudiantil.

Además de la exigencia de una democratización del proceso de aprendizaje, el sector más consciente políticamente de los estudiantes reivindica la politización de la universidad y del contenido de los cursos. Ello surge de la idea de que la conciencia de las implicaciones políticas de su trabajo surgirá en una fuerza de trabajo con formación académica en proporción directa con el grado en que los resultados de su formación sean industrialmente utilizables. Esta reivindicación, por supuesto, tropieza con la oposición de todos los profesores y estudiantes que son partidarios de un concepto positivista de aprendizaje 'libre de valores'. (Muchos profesores parten de su propia experiencia, no comprendido plenamente, de 'politización' del aprendizaje bajo el nacional-socialismo.) Las ideas de los estudiantes sobre la politización del estudio son más o menos precisa sólo en los campos de las ciencias sociales y las humanidades. Desde el trimestre de invierno de 1967/8, algunas personas han estado tratando de poner en práctica estas ideas en la Kritische Universität (Universidad Crítico) de Berlín. Allí, estudiantes y profesores han intentado, en una serie de grupos de trabajo y discusión discutir y estudiar temas que simplemente se omiten, o son insuficientemente cubiertos en los cursos habituales de la universidad - tales como la economía política, la sociología de la literatura, el análisis del fascismo, la filosofía política, el psicoanálisis, etc. La KU es el resultado de la extensión repentina que el movimiento estudiantil ha sufrido desde el asesinato de Benno Ohnesorg el 2 de junio de 1967. Los estudiantes que, debido a la acción de la policía de Berlín, se politizaron de forma espontánea y más o menos emocionalmente, necesitan una nueva forma de educación política, que la SDS de Berlín, paralizada temporalmente, no fue capaz de ofrecer. El programa de la KU se asemeja en muchos aspectos a un programa ampliado de los grupos de estudio de la SDS, pero también subraya el estéril método académico de la universidad tradicional. Además, tienen que tener en cuenta la naturaleza heterogénea de los miembros de la KU. Algunos ven en ella una extensión modernizada de la universidad existente, otros un campo de ensayo para la 'oposición extraparlamentaria,' y aún otros la ven como un modelo para una universidad utópica en una sociedad utópica, y, finalmente, incluso como un modelo para una universidad socialista, que debe ser 'una comunidad de estudiantes' ( 'Gesellschaft von Lernenden'). Estas últimas ideas reflejan una tendencia por parte de los estudiantes a sobreestimar su propia actividad política; es más, es evidente el peligro de que la KU se limite a reproducir la idealista 'república de los estudiosos' y con ello aislar la teoría crítica de la práctica política. La idea de una 'comunidad de estudiantes' es una especie de concepción del 'socialismo en una universidad,' una teoría sobre el cambio de la sociedad en una ‘ colectividad democrática' a través del ejemplo de cambio de las universidades en ‘colectividades universitarias’.  En la práctica estas ideas son, naturalmente, poco relevantes. Simplemente muestran la inclinación teórica del movimiento estudiantil a hacer algo absoluto de acciones parciales, incluso estratégicas. Quizás esto demuestra una intención, apenas consciente, de crear el conjunto de la vanguardia revolucionaria a partir de un solo movimiento sectorial. Sin embargo, estos comentarios escépticos no deben menoscabar el papel positivo de la KU en la instrucción teórica de los estudiantes dentro y fuera de la SDS. Uno de sus principales puntos débiles - que es su tendencia hacia un aprendizaje academicista - fue reconocido por los estudiantes de la SDS en otras ciudades y esto estimuló formas aún más rápidas de acción para politizar las universidades. En varias universidades, los estudiantes llevan a cabo 'go-ins' en las conferencias de profesores políticamente cuestionables, para desafiarles a discutir con los estudiantes. Los profesores protestaron inmediatamente contra esta violación del protocolo académico. Incluso entre los estudiantes la reacción fue, al menos, ambivalente. Las reacciones extremadamente duras de las administraciones académicas, que acusaron a la SDS de métodos terroristas y la prohibieron - por ejemplo, en Frankfurt - celebrar nuevas reuniones en la universidad, provocaron una mayor solidaridad entre el alumnado y el acercamiento de la mayoría de los representantes de los estudiantes y la SDS. Los 'go-in', que no tuvieron especial exito, sin embargo marcaron en una conferencia pronunciada por Carlo Schmitt, un prominente socialdemócrata y profesor de teoría política, el inicio del movimiento estudiantil en Frankfurt. En retrospectiva, el acto de provocación de los estudiantes de la SDS mostró la impotencia de los profesores conservadores, que claramente no estaban en condiciones de reaccionar como no fuera haciendo un llamamiento a la paz y el orden y la preservación de comportamiento digno. La estrategia de la provocación, prácticamente incomprensible para los no estudiantes fuera de la universidad, fue un éxito a la hora de dar una base al movimiento estudiantil. Hay que reconocer, sin embargo, que no alcanzaron ningún objetivo concreto. Sin embargo, para un gran número de estudiantes - en cierto modo como una broma colegial - puso en duda la autoridad de sus profesores, que obviamente no se basaba más que en su posición académica. Las acciones de este tipo, tal como se han llevado a cabo durante el semestre pasado, han sido una prueba de que el movimiento estudiantil ha desarrollado no sólo objetivos, sino también formas genuinas de actividad del estudiantado. A largo plazo, estas tácticas, en el aislamiento de las universidades, son probablemente poco eficaces, ya que no pueden ser llevadas a grupos que no son de estudiantes, especialmente los trabajadores. Sin embargo tienen la importante función de movilizar y consolidar el movimiento estudiantil. Incluso si bien es cierto que los problemas de la universidad no pueden ser resueltos dentro de las propias universidades, esta fase de lucha estudiantil estricta por objetivos de los estudiantes y con medios del estudiantado es una fase cuya importancia no debe subestimarse para el desarrollo de una oposición radical en la República federal alemana.

La lucha contra las leyes de emergencia y la 'gran coalición'

Una y otra vez el movimiento estudiantil ha ampliado su actividad más allá de los objetivos y acciones de la política universitaria. Esto les impidió sucumbir a los intentos de solución burocrática de los problemas internos de la universidad, y del mismo modo de una autosuficiencia estética de las actividades principalmente orientadas a los estudiantes. No sólo el núcleo socialista duro del movimiento, sino también los grupos socialdemócratas como la SHB ( Sozialdemocratischer Hochschulbund ) y liberal radicales como la HSU (Humanistische Unión Studenten) defendieron un programa que se extiende más allá de los propios colegios universitarios y que se resume a menudo en la consigna 'defensa de los derechos básicos’. En medio de esta lucha por la defensa de un Estado constitucional social y democrático es importante la lucha contra las leyes de emergencia ( cf. ES 22 ). Aquí la cuestión, para todos los oponentes democráticos radicales a los poderes de excepción, es ante todo para mantener el sistema parlamentario y las libertades individuales (libertad de prensa, libertad de reunión, de secreto del correo, etc.). Los grupos socialistas, por otro lado, ven los poderes de excepción sobre todo como una amenaza para la organización independiente de los trabajadores; porque las leyes de emergencia, a través de la capacidad del Estado para dirigir coercitivamente a la mano de obra, restringe el derecho de huelga y el derecho a la libre elección del lugar de trabajo. En la lucha contra las leyes de emergencia surgen muchos puntos comunes entre los estudiantes de la oposición '' (intelectuales de izquierda) y los trabajadores. Porque hasta ahora ha sido el 'no' de los sindicatos lo que impedía la aprobación de  elementos decisivos de las leyes de emergencia. Sin embargo, desde la entrada del SPD en el Gobierno de coalición nacional, la actitud de los dirigentes de los sindicatos, personal y políticamente comprometido con el SPD, amenaza con ser más permisiva. Entre muchos estudiantes, también, el interés por las disputas aparentemente secas y puramente legalistas sobre los poderes de emergencia ha disminuido después de las 'campañas de publicidad' de 1965 y 1967, y ha dado en parte paso a la convicción de que las leyes de emergencia ya no se pueden prevenir, ya que son una expresión inevitable de un sistema, que se ha convertido cada vez en más irracional y "pre-fascista. La acción policial contra las manifestaciones estudiantiles desde el 2 de junio sin duda suponen una advertencia sangrientamente realista de lo que la oposición de izquierda puede esperar después de la aprobación de las leyes de emergencia, y ha contribuido a dar a la lucha contra ellas un nuevo sentido de urgencia, incluso entre los escépticos y resignados en la SDS.

La entrada del SPD en la Gran Coalición fue un shock para muchos estudiantes, que, durante mucho tiempo, se sentían a sí mismos como 'la izquierda del SPD;' pero mucho menos tal vez para la propia SDS, pues ya en 1960, el SPD se había distanciado de la SDS cuando aprobó una resolución proclamando incompatible la doble afiliación. Sin embargo, desde la formación de la coalición en el otoño de 1966, los grupos, que hasta entonces había apretados los dientes y se habían mantenido fieles al SPD, buscaron en vano un partido que representase sus intereses en el Parlamento y en general. Tales grupos, que habían pertenecido anteriormente a la SHB - la organización oficial de estudiantes del SPD - acrecentaron su desacuerdo con la dirección del SPD, y se convirtieron en simpatizantes de la SDS.

El concepto de “oposición extraparlamentaria”, con el que los estudiantes de la oposición, escolares, intelectuales y trabajadores se identifican actualmente, data en realidad de la creación del gobierno CDU / SPD. Esto revela dos puntos; en primer lugar, que esta oposición no está representada en el Parlamento y en segundo lugar que rechaza la representación parlamentaria como indisolublemente vinculada con el sistema burgués falsamente democrático. Este último punto, sin embargo, carece de consenso en la oposición extraparlamentaria. La formación de la Gran Coalición exigía disciplinar a los trabajadores, y evitar así la primera recesión a gran escala desde la guerra en Alemania occidental. Sin embargo, en Hesse, hubo disputas salariales comparativamente importantes en la industria metalúrgica y química, y que incluso llegaron a la huelga en las industrias químicas. La reacción del movimiento estudiantil fue, sin embargo, limitarse a un telegrama de solidaridad con los huelguistas. Aparte de esto, hubo una tendencia a vincular el estancamiento económico principalmente con la crisis de las universidades, y en ocasiones a ir tan lejos como afirmar que la falta de una fuerza de trabajo cualificada -la razón de la creciente presión para la mejora de los resultados académicos de las universidades-, es hoy la contradicción básica del capitalismo de Alemania Occidental. Junto con esto existía una reacción, bastante poco teorizada, pero significativa, frente al fin de la Wirtschaftswunder: en varias ciudades en las que las empresas de transporte público querían aumentar las tarifas, hubo apasionadas, y parcialmente numerosas, manifestaciones. Las iniciaron al principio los estudiantes de secundaria. Desde 1967 han existido en la mayoría de las ciudades grupos 'independientes' o socialistas de escolares, organizados con la ayuda de la SDS. Sus objetivos consisten principalmente en la reivindicación de la una educación sexual progresista y la democratización de la relación maestro / alumno. Cuando estos grupos dirigieron su atención a los aumentos de tarifas que afectaban a la mayoría de los escolares de los barrios populares, pronto se encontraron con el apoyo de los trabajadores. Después de que la recesión económica no hubiera producido (gracias a la SPD) reacciones políticas importantes, con la excepción de los trabajadores del Ruhr, se podía ver en estas manifestaciones contra el aumento de los precios de los autobuses los comienzos rudimentarios de un trabajo radical a favor de los intereses comunes, por los que trabajadores, escolares y estudiantes luchaban juntos en solidaridad.

La lucha contra el imperialismo de EE.UU.

Ninguna de las actividades fuera de los colegios universitarios juega un papel tan importante en el desarrollo y consolidación del movimiento estudiantil como la lucha contra la guerra estadounidense en Vietnam. Esto ha sido decisivo en el cambio de la conciencia de los miembros de la SDS y de muchos otros estudiantes una evolución desde el radicalismo-democrático y social-reformista hasta un punto de vista socialista revolucionario - por muchas críticas que se puedan hacer a este último. La SDS organizó las primeras discusiones sobre la guerra de Vietnam en Berlín en 1964. La SDS defendió entonces un argumento principalmente humanitario y pacifista. La primera resolución apoyada en 1965 por más de cien profesores e intelectuales de Alemania Occidental - muchos de ellos muy conocidos - y cerca de 3.000 estudiantes de la FU, se podría resumir como 'libertad y autodeterminación para Vietnam’, e intentaron demostrar que el Frente Nacional de Liberación no era en absoluto una organización comunista, sino que era apoyado sustancialmente por las fuerzas burguesas (un hecho que se ignora o no se menciona en la actualidad). A pesar de todas las reticencias tácticas de los oponentes a la guerra, ya existían en 1965 choques agudos entre las autoridades de la universidad, la ciudad y la policía de Berlín por un lado, y los estudiantes bajo la dirección de la SDS por el otro. Pero las protestas contra la guerra estadounidense en Vietnam rompieron un doble tabú: se enfrentaron a las fuerzas, particularmente fuertes en Berlín, del anticomunismo militante, para las cuales incluso los medios más inhumanos son justificables en la lucha contra el enemigo; y les enfrentó a los americanos, los liberadores del régimen nazi y protectores contra el peligro bolchevique. A los manifestantes contra la guerra de Vietnam se les dijo que quienes defendían la retirada de las tropas estadounidenses de Vietnam estaban poniendo en peligro la 'libertad' de Berlín occidental, que sólo existía gracias a la presencia de los americanos. La mera referencia al muro entre las dos partes de Berlín sigue siendo uno de los argumentos estándar que se utilizan en contra de los oponentes a la guerra de Vietnam y también sirvió para denunciarlos en público como "agentes de Ulbricht”. Sólo con la expansión del movimiento contra la guerra de Vietnam y la intensificación de la discusión y el análisis de los problemas de Vietnam este dejó de ser para los estudiantes de la oposición un mero objeto de simpatía, contra el que los EE.UU. estaba librando una guerra brutal y sin sentido, y se convirtió en un ejemplo de neocolonialismo y explotación imperialista y de una guerra popular de liberación contra el imperialismo y el feudalismo. El interés de los estudiantes de la oposición se alejó progresivamente de los problemas y contradicciones de su propia patria que, a falta de un 'sujeto revolucionario', creían sin solución, y se enfocó en las guerras de liberación en el Tercer Mundo. El principio de la necesidad de la revolución en los países subdesarrollados se ha convertido hoy en casi un lugar común entre la izquierda socialdemócrata y los intelectuales de izquierda. Estas personas a menudo esperan, de acuerdo con la teoría china, un movimiento de ‘lucha del campo a las ciudades’, o un colapso de todo el sistema capitalista a partir de su eslabón más débil en apariencia, las áreas bajo dependencia colonial. Por vagas y políticamente poco sólidas que estas ideas puedan ser - ideas que emanan de la SDS y que la mayoría de los miembros de la SDS defienden - han despertado en los estudiantes, sin embargo, una conciencia de las contradicciones del capitalismo, que el propio capitalismo no puede resolver mediante reformas endógenas. Estas ideas han contribuido a sacudir la fe en la socialdemocracia, cuyos líderes sólo hablan de la guerra de Vietnam ocasionalmente o con evasivas.

Entre la mayoría de los estudiantes de izquierda y la mayoría de los compañeros de la SDS, la solidaridad con el movimiento de liberación vietnamita va mucho más allá del apoyo a su lucha antiimperialista. Con frecuencia ha tomado formas grotescas de ‘culto guerrillero' - con insignias de Mao, imágenes de Che Guevara, etc. Incluso entre los izquierdistas menos románticos, son pocos los que estarían en condiciones de hacer una evaluación sobria del movimientos de liberación colonial. Los estudiantes mismos - un movimiento, al menos en su origen, de radicales pequeño- burgueses - tienden a ver un modelo para su propio movimiento y acciones en los movimientos de liberación campesinos pequeño burgueses de los países subdesarrollados. No reconocen la insuficiencia de acciones de tipo guerrillero en los países industrializados, no comprenden los límites de clase de estos movimientos ni los limites de sus objetivos y éxitos políticos. Los estudiantes vieron la posibilidad de identificarse con las acciones de guerrilla en el Tercer Mundo sustituyendo las tradicionales demostraciones solemnes de protesta por tácticas más provocativas en las calles. Grupos de la SDS esperaban, al lanzar tomates y huevos en Casa de América y embadurnar de blanco al vicepresidente Humphrey, que atraerían la atención del público hacia problemas poco o nada discutidos y expresar, al menos simbólicamente, su odio al imperialismo estadounidense. Este primer objetivo tuvo éxito, sin duda alguna; con los primeros huevos lanzados en la primavera de 1966 en la Casa de América de Berlín, las protestas contra la guerra de Vietnam de los estudiantes consiguieron los titulares de los diarios. Al mismo tiempo que la preocupación pública por primera vez de los círculos burgueses y socialdemócratas por las protestas de los estudiantes. Al principio, la policía trató de reprimir a los estudiantes radicales mediante duros procesos judiciales. Posteriormente, con el aumento del número de manifestantes, los intentos de desbordar las regulaciones establecidas para tales ocasiones por la policía y las normas de tráfico aumentaron, y se intensificó la represión de la policía. El efecto que ello causó en otros estudiantes no implicados previamente fue mostrar su solidaridad con los manifestantes. El paralelismo, sin duda exagerado, pero para cada manifestante evidente, que hacían muchos dirigentes estudiantiles entre el régimen policía en Vietnam y la represión terrorista de la policía en Berlín, aumento su poder de convicción - incluso entre los estudiantes no implicados. Porque, sobre todo en Berlín, las represalias contra la SDS aumentaron, y de la mano de las autoridades de la ciudad y académicas. En la Universidad amenazaron con prohibir la SDS, y en la ciudad se movilizaron más policías para intimidar a los manifestantes con porras y detenciones. La lucha de la minoría políticamente activa de los estudiantes de la oposición en Berlín alcanzó su punto culminante en la brutal paliza de los manifestantes contra el Sha de Persia el 2 de junio de 1967, cuando el estudiante, Benno Ohnesorg, cayó muerto por un disparo de la policía.

El terror de la policía, ¿ resultado de la manipulación?

La muerte de Benno Ohnesorg fue algo más que un trágico accidente. Fue el resultado característico de la movilización de las fuerzas de represión del Estado, que ya son corrientes contra los estudiantes. Al mismo tiempo, era sintomática de la situación de los estudiantes de Berlín. El “clima de pogrom” que surgió por segunda vez con el Congreso por Vietnam y la manifestación contra el Gobierno en febrero de 1968, tiene varias causas, claramente visibles en Berlín. En Berlín, el movimiento estudiantil era más fuerte, por lo que los sentimientos anti-intelectuales que son tan comunes entre los conservadores pequeño burgueses y los trabajadores con una conciencia pequeño-burguesa, se expresaron allí también con mayor fuerza.

Este mecanismo social-psicológico habitual se ha intensificado por la naturaleza peculiar de la estructura de la población en Berlín, y su especial situación económica. Berlín Occidental es una zona industrial con una población activa trabajadora en gran medida envejecida y en disminución, consecuencia de su aislamiento territorial y la tensa situación política. Esto, y el aislamiento de otras zonas industriales, hace de Berlín, estructuralmente, una zona en crisis. Ni la política en general, ni la política de los sindicatos de Berlín Occidental toman en cuenta este hecho. Berlín Occidental recibe considerables subsidios e inversión pública que son bienvenidos por los industriales para mejorar sus beneficios, pero que nunca utilizan como inversión en nuevas ramas industriales, que son imprescindibles en la actual situación económica de Berlín oeste. Los subsidios tampoco ayudan a los trabajadores de Berlín Occidental. Los sindicatos de Berlín Occidental son cualquier cosa menos militantes -al contrario, son abiertamente reaccionarios. Junto con los regímenes de Alemania Occidental y Berlín Occidental defienden que Berlín Oeste es un baluarte del Occidente libre en pie contra el bolchevismo, y al hacerlo evocan una ideología 'fascistoide', y están dispuestos a tomar medidas contra todos aquellos que cuestionen la causa de los ‘ciudadanos decentes de la frontera’. Dos ejemplos servirán para ilustrar la política de los sindicatos de Berlín Occidental, que son en parte responsables del aislamiento político de los estudiantes de la ciudad. Desde 1948 no ha habido una sola lucha industrial; el 1 de mayo, que en el oeste de Alemania es a menudo la fiesta oficial de los sindicatos, en el Berlín oeste es un día de unidad contra el 'enemigo del Este,' en el que personajes como Heinrich Lübke pronuncian discursos nacionalistas . Este clima de ‘ciudad anticomunista en la frontera’ de Berlín encuentra eco en, y de hecho es alentado continuamente, por las publicaciones del grupo Springer - a la que pertenece el 75 por ciento de la prensa de Berlín Occidental y el 60 por ciento de los diarios de Alemania Occidental.

El aislamiento objetivo de los estudiantes de la clase obrera ha sido durante mucho tiempo teóricamente consciente e intencional. Junto con Herbert Marcuse y teóricos del Tercer Mundo como Guevara, Debray, Fanon, etc., han visto en la clase obrera y sus organizaciones, fuerzas integradas y defensoras del sistema, mientras que se consideraban a sí mismos, los portadores de la 'verdad revolucionaria.' Los estudiantes, particularmente en Berlín, creían que la realidad confirmaba las teorías de Marcuse. Pero hasta entonces no se habían preguntado en serio si las reivindicaciones y las actividades del movimiento estudiantil buscaban movilizar también a la mayoría de la clase obrera. Los trabajadores, a diferencia de los estudiantes, no han aprendido a pensar en abstracto. Su conciencia es concreta. La situación en las fábricas es esencialmente diferente de la de los estudiantes en las universidades. La tendencia dentro del movimiento estudiantil a postular las luchas en las universidades como un modelo para los conflictos en otras áreas de la sociedad provocó que, durante mucho tiempo, los estudiantes de Berlín se sintiesen más estrechamente vinculado con el Vietcong que con los trabajadores de su propia ciudad; mientras que los trabajadores de Berlín se sentían más cerca de sus explotadores que de los estudiantes, que decían representar los intereses objetivos de la clase obrera.

Esta situación cambió notablemente después de la muerte de Benno Ohnesorg. Se comprendió que un movimiento estudiantil aislado de la población se expone sin capacidad de defenderse al poder del Estado y la violencia de ciertos sectores de la sociedad en general. Después del 2 de junio no se produjo sólo un movimiento de solidaridad entre los estudiantes previamente apolíticos, sino también una febril actividad para despertar el apoyo de la sociedad y en particular de los trabajadores, mediante la difusión de información en la ciudad y fuera de las fábricas. El resultado fue decepcionante. Sólo entonces los estudiantes llegaron a comprender de verdad el grado de resentimiento que existía.

La Campaña Anti-Springer

De la experiencias de las denuncias públicas permanentes y de los vanos intentos de alentar simpatías entre los trabajadores, surgió la reivindicación de “expropiar a Springer. Durante mucho tiempo se había considerado, incluso por los liberales, que los tabloides sensacionalistas populares de la prensa Springer eran "creadores de opinión irresponsables”. Por lo tanto, la indignación de los estudiantes después de los acontecimientos del 2 de junio encontró un cierto grado de simpatía entre los diarios liberales como Der Spiegel , Die Zeit y Der Stern. Esta simpatía consistía principalmente en artículos paternalistas y benévolos sobre la agitación estudiantil y, por supuesto, la recomendación de encauzar las actividad de radicales hacia la consecución de  ‘reformas auténticas’. En el caso Springer surgió un cierto consenso de que, solamente en determinadas circunstancias, se debía limitar la circulación de sus publicaciones, desmontar su monopolio, pero en ningún expropiar al grupo. Ello, sin duda, hubiera puesto en peligro la empresa privada - y por lo tanto su propia posición. También ciertos representantes del (partido liberal FDP) simpatizaban con los estudiantes, pero siempre con la condición de que la propiedad privada no se podía tocar. El hecho de que los estudiantes - en particular la SDS - mantuvieran su reivindicación de expropiar Springer, dió a sus reivindicaciones una naturaleza aparentemente socialista. El hecho de que sus reivindicaciones fueran asumidas en su mayoría por liberales, pacifistas, clérigos e intelectuales, pero básicamente no interesasen a los trabajadores, es una muestra de hasta que punto el movimiento estudiantil aún no había logrado sacudirse de sus raíces pequeño burgueses. Pero hay que subrayar que la campaña anti-Springer fue un acto reflejo en contra de la denuncia real, sistemática, de los estudiantes en la prensa y en particular en la prensa Springer. La campaña refleja aún más la base de la SDS que se había ampliado sustancialmente después de los acontecimientos del 2 de junio. Básicamente, la SDS siempre había representado grupos cuyas simpatías se había basado en una cierta inadaptación, más o menos estética, a la sociedad burguesa y esta tendencia se fortaleció con la repentina afluencia de estudiantes a sus filas, a menudo escasamente educados teoricamente, que simplemente se indignaban emocionalmente bajo la presión de los recientes acontecimientos. Cuando se tiene en cuenta que muchos de estos estudiantes eran de origen liberal o pacifista, y que muchos de los estudiantes más políticamente activos estaban preocupados en sus estudios - profesionalmente, por así decirlo - con fenómenos jerárquicos, la campaña anti-Springer era la forma lógica de acción de un movimiento casi exclusivamente estudiantil en el que había un gran porcentaje de idealistas críticos de la sociedad y sólo una pequeña proporción de marxistas auténticos.

El intento de asesinato de Rudi Dutschke

La campaña anti-Springer probablemente se habría quedado en declaraciones de prensa, folletos y chapas 'Expropiar Springer', y de hecho se hacía menos intensa debido a las nuevas acciones en las universidades - la lucha por la 'representación por tercios' y el gran Congreso Vietnam en Berlin el 17 de febrero. A todos los efectos, fue declarada finiquitada en la conferencia extraordinaria de delegados a finales de marzo. Pero se le dio una nueva oportunidad de repente y de forma espontánea debido al intento de asesinato contra Rudi Dutschke, el 11 de abril. Se establecieron paralelos razonables entre este acto de un individuo de extrema derecha y la atmósfera post-Congreso Vietnam, que también era fuertemente anti-estudiantil. De manera justificada se atribuyó la responsabilidad real del intento de asesinato a Springer y su grupo de prensa de Berlín, así como al conjunto del establishment berlinés. En casi todas las grandes ciudades de Alemania Occidental hubo manifestaciones de tamaño inesperado contra el Grupo Springer. Estas manifestaciones expresaron una indignación desconocida hasta entonces. Tuvieron lugar principalmente delante de los talleres de impresión y publicaciones del grupo Springer. Y en varias ocasiones consiguieron, al menos por unas horas, interrumpir la distribución de los periódicos. El lunes de Pascua, el último día de esta ola de manifestaciones, la policía, según la información disponible, se coordinó en todo el país. Se prepararon tribunales especiales para lidiar con los estudiantes. Nunca antes en la historia de la República Federal se habían adoptado tales medidas de excepción. La intervención de casi todas las fuerzas de policía, dirigida centralmente desde Bonn, y su dura actuación, y también la muerte de dos personas en las manifestaciones en Múnich, provocaron el cese abrupto de la tormenta contra el Grupo Springer. Era evidente que el movimiento estudiantil - que, sin embargo, esta vez había atraído a muchos trabajadores jóvenes - podía ser derrotado por el poder organizado del Estado. Una vez más, los estudiantes llevaron a cabo campañas de propaganda en las ciudades y a la puerta de las fábricas, pero esta vez la tarea era aún más difícil que después del 2 de junio, a pesar de que se podía denunciar de forma más convincente las medidas de excepción de la maquinaria estatal contra de los estudiantes. Públicamente, por primera vez, sectores de la CDU exigieron la prohibición de la SDS.

Esto es más o menos la situación en el momento de escribir esta nota. Esta convocada una marcha sobre la capital federal, Bonn, prevista para el 11 de mayo, de trabajadores, escolares y estudiantes, en contra de la aprobación de las leyes de emergencia, que son una amenaza inminente. La DGB ( Deutsche Gewerkschaftsbund - Federación Alemana de Sindicatos) ya ha anunciado su propia convocatoria para una protesta en contra de las leyes de emergencia el mismo día, en otra ciudad.

Los burócratas de la DGB saben que si participan en la manifestación de Bonn perderían el control de sus miembros. Si los estudiantes consiguen, con sus campañas de propaganda, atraer a sectores de los sindicatos a su manifestación de Bonn, no sólo se romperá el aislamiento de los estudiantes, sino que también provocará fuertes discusiones en el seno de los propios sindicatos.

La SDS

La fuerza política motriz detrás del movimiento estudiantil era, y es, sin duda, la Sozialistischer Deutscher Studentenverband. Hoy en día es la única organización de estudiantes que tiene grupos de trabajo en todas las universidades. Sin embargo, la SDS es cualquier cosa menos un grupo político homogéneo. Tres grupos principales se pueden distinguir entre las muchas tendencias representadas dentro de la organización.

El grupo histórico más antigua - los socialdemócratas de izquierda - han perdido la mayor parte de su influencia y están confinados principalmente a la Universidad de Marburg. El objetivo de este grupo es la fundación de un partido socialista de izquierda al estilo de los partidos escandinavos de izquierda o del PSIUP italiano. No es casualidad que algunos de los 'ex permanentes' de la SDS se agrupen en esta tendencia. Su conciencia se moduló de forma decisiva en las discusiones con el Partido Socialdemócrata a comienzos de los años sesenta. Después de la expulsión de la SDS del SPD en 1960, esta tendencia fue la de mayor influencia en el SDS. Aparte de jugar un papel en la campaña contra las leyes de emergencia, este grupo ha perdido hoy peso dentro de la SDS. Por supuesto, representa una especie de puente de conexión entre la SDS y los funcionarios sindicales de izquierda. En el último año se ha ido acercando a un segundo grupo - la facción del PC. Ambos grupos defendieron, en la conferencia extraordinaria de delegados de marzo de 1968, la organización de una coalición para las elecciones federales de 1969.

Los socialdemócratas de izquierda y los comunistas son hoy clasificados como 'tradicionalistas' por la mayoría de la SDS. La facción PC puede apoyarse en los grupos de Colonia y Bonn, y en cierta medida en el grupo de Munich. No hace falta decir que esta corriente considera una tarea muy importante la construcción de contactos entre la SDS y la FDJ (Juventud Libre Alemana, de Alemania del Este), y también la crítica del 'anticomunismo' en la SDS. La crítica del anticomunismo en esta forma no es una propuesta  atractiva para los estudiantes, y equiparar socialismo con la República Democrática Alemana (Alemania Oriental) despierta pocas simpatías. Sin embargo, hay grupos de discusión marxistas útiles promovidos por la facción PC; y los contactos que existen con el SED (el partido gobernante en Alemania del Este) no han impedido la crítica, por muy benévola que puede ser - por lo que no puede haber dudas de una dependencia exclusiva de la facción PC del SED. En la actualidad los grupos que apoyan a la facción PC son los que tienen los mejores contactos dentro de la SDS con la clase obrera - sin que hayan sido capaces de obtener ningún resultado visible, más allá de los programas de educación para los sindicatos. Sus actividades universitarias no son diferentes de las de otros grupos de la SDS. La crítica de la facción PC a la 'anti-autoritarios' - la actual mayoría de la SDS - de que ya no se consideran parte del movimiento obrero y han abandonado el marxismo-leninismo, ha sido hasta ahora una crítica estéril, ya que se limita a un reproche abstracto, teórico - sin ofrecer una alternativa práctica. En total, los 'tradicionalistas' comprenden aproximadamente un tercio de los representantes en las conferencias de delegados.

La gran mayoría de la SDS - sobre todo los compañeros más jóvenes - pertenecen al grupo de los 'antiautoritarios'. Son más fuertes en Berlín y Frankfurt y tiene actualmente mayor influencia en las políticas de la SDS en su conjunto. Este grupo surgió en primer lugar en el contexto del movimiento de los estudiantes de Berlín. Dos elementos teóricos han sido determinantes en su desarrollo: en primer lugar, los análisis del fascismo del Institut für Sozialforschung (un grupo de investigación de científicos sociales críticos alemanes, que, a partir de 1930 trabajó por primera vez en Alemania y más tarde en la emigración en Francia y los EE.UU.) - que esta representado por la obra de Horkheimer, Adorno, Marcuse, Franz Neumann y Walter Benjamin; en segundo lugar, los teóricos del Tercer Mundo. Los intentos del Institut für Sozialforschung para presentar un análisis exacto del fascismo fue, por supuesto, fascinante para los sectores de estudiantes más serios de la posguerra. A partir de estos estudios, los estudiantes anti-autoritarios han tenido una gran influencia del psicoanálisis y de las teorías subjetivas neohegelianas. Siguiendo a Adorno y Marcuse, definen el sistema capitalista burgués actual como 'cerrado' y 'sin la posibilidad de negación concreta', por lo que la consecuencia lógica es un 'desplazamiento del sujeto revolucionario' a grupos sociales marginales, que están fuera de la sociedad actual, y el Tercer Mundo. Y asimismo, el 'sujeto revolucionario' ya no está determinado económicamente sino por categorías psicológicas. Por eso la guerra de Vietnam se convirtió en un tema tan central para los 'antiautoritarios,'  a los que también les gusta llamarse a sí mismos “maoístas”. Las consecuencias organizativas estuvieron determinadas por este voluntarismo; según los análisis del Institut für Sozialforschung, la razón de la demolición del movimiento obrero por el fascismo no fue la bancarrota de los principales partidos políticos del movimiento obrero, sino una deformación fundamental de la conciencia obrera por estructuras de carácter autoritarias. Esto se produjo debido a la estructura jerárquica y las relaciones basadas en la subordinación dentro del proceso económico, y se mantiene - aún hoy - por la manipulación consciente de las clases dominantes. Todo esto explicaría por qué, después de la destrucción del fascismo, los trabajadores no desarrollaron una conciencia revolucionaria. Estas afirmaciones de que existe una todopoderosa 'industria' de la manipulación de los económicamente dependientes en la sociedad constituye el trampolín teórico de la campaña anti-Springer. Por lo tanto, los antiautoritarios han desarrollado una estrategia elitista para la liberación de los trabajadores: la liberación de los trabajadores ya no puede ser obra de los propios trabajadores, sino, en primer lugar, de un sector de intelectuales preparados para la tarea, que deben arrancar el velo de su manipulación de los ojos de los trabajadores.

Entre las críticas dirigidas al PC estalinista se encuentra, con razón, la crítica de su aparato autoritario burocrático. Sin embargo, no se explica como el resultado del funcionamiento de una agrupación determinada de clase, sino como un instrumento técnico autónomo. Una consecuencia organizativa de este análisis es una tendencia a asociaciones más laxas, cuya tarea inmediata es la de transformarse en 'colectivos', incluidos por los teóricos radicales de la izquierda de los años veinte, como Korsch, Pannekoek, etc. Naturalmente, a partir de estas ideas, hay un rechazo completo de la fundación de un nuevo partido, sobre todo de un partido electoral, como quieren las otras dos corrientes de la SDS. Sin embargo, los acontecimientos del 2 de junio han modificado en gran medida tanto las teorías como las acciones de los antiautoritarios. El giro repentino hacia la población en general - en parte instigado por los estudiantes fuera de la SDS - ha traído consigo un giro en la teoría hacia conceptos más pragmáticos. Los estudiantes han aprendido que, en tanto que 'minoría radical', podían ser reprimidos fácilmente por los poderes concertados del Estado. Así, una declaración de la Comisión Ejecutiva de la SDS concluye: "los estudiantes sólo encontrarán comprensión de sus problemas entre otros grupos sociales y tal vez entre los trabajadores industriales en la medida en que hagan propios los problemas de los demás, y los apoyen continuamente”. La clase obrera - para los tradicionalistas un fetiche dogmatizado y para los antiautoritarios un sujeto desplazado por el Tercer Mundo - es visto ahora de manera bastante pragmática como un aliado estratégico. Sin embargo, la conferencia de delegados del otoño de 1967 todavía estuvo dominada por unos intentos bastante pretenciosos de analizar el sistema y por ideas románticas sobre la guerrilla urbana. El semestre de invierno, también, estuvo ocupado por las actividades dentro de los colegios universitarios, que permitió extender la base para la formación de muchos grupos, aunque pequeños y políticamente poco formados. A la nueva fase de consolidación dentro de las universidades siguió el giro espontáneo hacia la clase obrera. El intento de asesinato de Rudi Dutschke, las experiencias de la campaña anti-Springer, la renovada intervención masiva de la policía, todo ello ha dado un nuevo impulso a como los estudiantes ven ahora a los trabajadores como aliados. Una prueba de la tendencia de los movimientos estudiantiles originalmente pequeño burgués en los países altamente desarrollados a verse empujados, por así decirlo, a los brazos del proletariado, por la fuerza de las circunstancias y de la comprensión de su propia impotencia. El intento de formar grupos políticos en contacto con fábricas concretas ha comenzado. Por muy escéptico que se pueda ser en relación con este movimiento aun no consolidado, no hay la menor duda de que se abre una oportunidad no sólo para el movimiento estudiantil, sino también para la clase obrera de Alemania Occidental, que ahora, con la recesión económica, comienza a despertar.

La tarea de los marxistas es apoyar estas tendencias de manera que crezca a partir de él un movimiento político revolucionario de la clase obrera.

Sociólogo y politólogo marxista alemán. Co-autor entre otros libros de Zur Archäologie der Demokratie in Deutschland (1982).
Fuente:
https://www.marxists.org/history/etol/newspape/isj/1968/no033/buddeberg.htm
Traducción:
G. Buster

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