El caso Asor Rosa

Rossana Rossanda

05/06/2006

 

La intolerancia y el fundamentalismo, de estos tiempos, se muestran por todas partes, lo que una vez fueron símbolos opuestos se mezclan ahora de una forma horrenda; y la cobardía sale a flote.

Es un acontecimiento absurdo. Empieza con una discusión en el programa “L’Infedele”, del presentador Gad Lerner, al que, entre otros, ha sido invitado Alberto Asor Rosa. Ha publicado, recientemente, un libro, titulado “La guerra”, que, retomando un tema que ya trató en un ensayo sobre el Apocalipsis, sostiene que la beligerancia y la persecución de los otros están inscritas en el genoma maldito de occidente. Al que él contrapone judaísmo, antítesis, “oriente”.  Es suficiente con ojear el libro para entender la trama. En éstas, uno de los invitados lo acusa de haber utilizado una vez la palabra “raza” en lugar de “nación” judía. Es cierto que el siglo XX ha dejado a éste término un eco terrible, pero el contexto del libro hace impensable que Asor Rosa la utilice en sentido racista. Mucho menos anti-judío. Y a pesar de todo, de aquí a acusarlo de antisemitismo hay tan solo un pequeño paso. Especialmente cuando también ha escrito que éste pueblo de perseguidos se ha acabado convirtiendo en un pueblo de perseguidores. Cielo, ábrete. Ahora ya no se trata de una palabra ambigua. Es una dolorosa constatación que resulta intolerable para los actuales líderes de la comunidad judía italiana. Éstos, contrariamente a los que les precedieron – la generación antifascista de Elio Toaff, Tullia Zevi, Amos Luzzatto - no conciben que haya ninguna diferencia entre el judaísmo y el gobierno de Israel, por lo que sus decisiones son sagradas e intocables. Cualquier crítica esconde una (inconfesada) voluntad de destrucción de este estado. Resulta ser, de forma objetiva, fascista, filo árabe y hoy incluso terrorista.

Hace un par de años, también fue asediada la que suscribe éste artículo porque se celebraba una reunión alter-globalización del Foro Social Europeo en una escuela en desuso del antiguo gueto de Roma. Una multitud enfurecida nos quiso apedrear; dirigida por alguien que, al considerarnos filo-palestinos, nos señaló como terroristas anti-semitas. Todavía espero las excusas del profesor Di Segni. Imaginémonos cuando, hace una semana, a Oliviero Diliberto se le pasó por la cabeza que Asor Rosa podría ser un buen Ministro de Universidades; y recordemos que el Pdci es el único partido que no pide cargos para sus miembros. El nuevo líder de la comunidad judía, Morpurgo, que claramente no ha leído “La Guerra” pero sí ha oído las voces contrarias, protesta enérgicamente en el “Corriere”. “¡Un antisemita monstruoso en el gobierno!”, protestó con ganas. A su vez y con argumentaciones hasta demasiado pacientes, en el mismo “Corriere”, nuestro profesor, Fassino, a pesar de conocerlo y saber de qué clase de persona se trata, finge asustarse y, al parecer, consigue también asustar a Romano Prodi 

Asor Rosa ha perdido toda posibilidad, el Ministro será Fabio Mussi. Creo que Mussi será un buen  ministro y estoy segura de que para Asor Rosa éste será un problema menos: tiene mucho que escribir. Pero es muy amargo, muy poco serio y muy falso todo lo que le han dicho. Nadie ha abierto la boca. Así se habría acabado todo si unos días después no hubiesen aparecido, nada menos que en “l’Unitá”, dos columnas firmadas por Victor Magyar que no podrían haber sido más venenosas y malvadas. Magyar pasa por ser un hombre de izquierdas. Presume de, con menos empeño que Morpurgo, Fassino y Prodi, haber leído “La guerra”. No es cierto. Escribe que Asor Rosa es un racista, un antisemita cercano a los negacionistas y a Auschwitz.

Ya no puedo más. Esto es una canallada. No tiene nada que ver con la política el definir como antisemita a cualquiera que critique a Israel. Lo que ha dado a éste pueblo una tierra donde sentirse seguro, tras persecuciones centenarias, no ha sido un derecho divino si no un inmenso sufrimiento. Pero ni Europa, ni las grandes potencias de ayer, se han preocupado de compensar a los palestinos a pesar de que se les sustrajo una tierra que tenían razón al considerar como propia. Creo que tenemos parte de responsabilidad de haber provocado que la lucha entre Israel y Palestina sea tan atroz. Creo que el Muro que hoy encierra a los palestinos no es menos odioso del de Berlín, que Ehud Olmert tiene menos coraje que el último Sharon y que ninguno de los dos ha sido o es una persona justa, que los kamikazes están ferozmente desesperados mientras que los asesinatos de Tsahal son tan solo feroces… y más. Leo que, desde hace unos días, las parejas mixtas – ¿de sangre? ¿De religión? – están obligadas a dejarse o a dejar Israel. En resumen, se trata de una tragedia en torno a la que no tan solo tengo el derecho de expresarme si no también la obligación de hacerlo. Que nadie se permita calificarme de antisemita. No a gente como Asor Rosa, como yo.

Rossana Rossanda es una escritora y analista política italiana, cofundadora del cotidiano comunista italiano Il Manifesto. Acaban de aparecer en Italia sus muy recomendables memorias políticas: La  ragazza del secolo scorso [La muchacha del siglo pasado], Einaudi, Roma 2005. El lector interesado puede escuchar una entrevista radiofónica (25 de enero de 2006) a Rossanda sobre su libro de memorias en Radio Popolare: parte 1 : siglo XX; octubre de 1917, mayo 1968, Berlinguer, el imperdonable suicidio del PCI, movimiento antiglobalización, feminismo; una generación derrotada; y parte 2 : zapatismo; clase obrera de postguerra; el discurso político de la memoria; Castro y Trotsky; estalinismo; elogio de una generación que quiso cambiar el mundo.

Traducción para www.sinpermiso.info : Luca Gervasoni

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Fuente:
Il Manifesto, 25 mayo 2006

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