El caso Uliukáev: ¿guerra en el Kremlin?

Àngel Ferrero

16/11/2016

Una llamativa banda de color amarillo cruzaba la pantalla del telediario de la televisión pública rusa: "Urgente: lucha anticorrupción". El ministro de Desarrollo Económico, Alexéi Uliukáev, era detenido por agentes del Servicio Federal de Seguridad (FSB) el martes por la mañana mientras recibía un soborno de dos millones de dólares (1,8 millones de euros)

El FSB, según una fuente interna, había acumulado pruebas suficientes contra el ministro después de pinchar su teléfono y grabar "sus conversaciones y las de sus asociados". Los medios informan de que Uliukáev recibió el dinero a cambio de dar el plácet de su ministerio a la venta de un 50% de la petrolera estatal Bashneft a la rival Rosneft el mes anterior. Según el Comité de Investigación, el acusado abusó de su cargo al "amenazar con crear obstáculos a las actividades de la compañía". Uliukáev, que ya ha sido cesado del cargo por el presidente y se encuentra en arresto domiciliario, podría enfrentarse a una pena de quince años de prisión y una multa de 200 millones de dólares (185 millones de euros).

La detención tomó por sorpresa a todo el mundo en Rusia. Uliukáev, de 60 años, es el cargo público más alto -un ministro- detenido en la Rusia contemporánea. Para encontrar un precedente hay que remontarse a la detención del titular del Comisariado de Asuntos Internos (NKVD) de la Unión Soviética, Lavrenti Beria, en 1953. "Para nosotros es una noticia extraña y sorprendente", declaró la portavoz del Ministerio de Desarrollo Económico, Elena Lashkina, a la agencia de noticias RIA Novosti.

Según el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, el presidente ruso estaba informado desde hacía tiempo, como mínimo un año, de la investigación en marcha contra Uliukáev. Peskov descartó una remodelación del gobierno a raíz del escándalo de corrupción y restó importancia al impacto en los mercados de la detención del ministro o un posible deterioro de la imagen del país entre los inversores extranjeros.

"Al contrario, demuestra que la lucha anticorrupción se lleva de manera regular y sin miramientos con los altos cargos, lo que hace a un país más atractivo para los inversores, porque en el mundo no hay países libres de corrupción", señaló.

Lucha intestina por la estrategia económica

La detención de Uliukáev ha desencadenado la habitual oleada de especulaciones sobre si detrás de la misma no hay sino motivos políticos. Al ministro se le asocia frecuentemente con el ala liberal del gobierno de Dmitri Medvédev, partidaria de una mayor liberalización de la economía e integración en los mercados occidentales. Tanto Medvédev como Uliukáev se habían opuesto a poner Bashneft bajo el control de Rosneft, el director de la cual, Ígor Sechin, está considerado como uno de los hombres de confianza de Putin. Un portavoz de Rosneft rechazó la posibilidad de revisar la transacción en una entrevista a la radio Kommersant FM. "No se puede cancelar sólo porque un tal Uliukáev exigía sobornos", afirmó.

"El arresto de Uliukáev, en el contexto de Bashneft, significa la guerra abierta entre las dos torres del Kremlin", opinó el periodista ruso Leonid Ragozin desde su cuenta de Twitter, haciendo referencia al gobierno y a la presidencia. "Uliukáev estaba asociado a las reformas económicas de los años noventa y a mucha gente de la élite no le gustaba", valoró a Bloomberg Olga Krishtanovskáya, de la Academia de las Ciencias de Rusia, para quien lo sucedido sugiere "que podría haber una motivación política". (Quizá convendría precisar que Uliukáev no era impopular solamente para la élite, sino impopular, sin más, y por ello su detención no ha motivado ninguna protesta pública.) El jefe del Comité Nacional Anticorrupción, Kirill Kabanov, fue más lejos al afirmar que ésta podría no ser la última detención. Para Dmitri Polevoy, economista jefe de ING en Moscú, podríamos encontrarnos ante el inicio de una "ofensiva" de los partidarios de línea dura del Kremlin -favorables a mantener e incluso reforzar el control estatal de las industrias estratégicas- contra los liberales de la Casa Blanca.

La corrupción es un mal endémico del Estado ruso desde hace décadas. Desde su llegada al poder en el año 2000, Vladímir Putin ha realizado varias llamadas a combatirla. Las llamadas se renovaron con la llegada de la crisis al país, en un intento de mejorar la gestión económica y buscar paralelismos con la campaña anticorrupción de su homólogo chino, Xi Jingping. El presidente chino prometió que su campaña anticorrupción llegaría por igual a "moscas" y "tigres", en referencia a altos funcionarios del Estado y del Partido Comunista (PCCh).

Periodista residente en Moscú. Miembro del comité de redacción de Sin Permiso. Una versión de este artículo se publicó en El Punt Avui, el 16 de noviembre de 2016.
Fuente:
www.sinpermiso.info, 16 de noviembre 2016

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