El plan b para Europa, en Madrid

Carlos Girbau

21/02/2016

 

Mientras los gobiernos de los 28 del Plan A se reunían en Bruselas para evitar la “salida” del Reino Unido recortado más derechos al conjunto de los ciudadanos de la UE, en Madrid, se organizaban las jornadas por un PLAN B para Europa. Con un aforo completo desde hacía más de un mes y un llamamiento para su convocatoria [1] firmado, entre otros, por Yanis Varoufakis, Jean Luc Melenchon, Oskar Lafontaine, Alberto Garzón, Marina Albiol o Miguel Urbán, los días 19, 20 y 21 de febrero, la capital del Reino de España acogió el encuentro con la finalidad de “generar un espacio de confluencia de todas las personas, movimientos y organizaciones que nos oponemos al modelo actual de la Unión Europea”. A la vez se buscaba “consensuar una agenda común de proyectos, objetivos y acciones con el fin último de romper el régimen de austeridad de la UE y democratizar radicalmente las instituciones europeas poniéndolas al servicio de la ciudadanía.”

Con tales objetivos, en las salas repletas del Matadero de Madrid, se fueron sucediendo los debates organizados a partir de tres ejes temáticos que abordaban, con una perspectiva variada, los diferentes efectos y respuestas que se están ofreciendo ante la política austericida que sufrimos. Se repasaron y analizaron los mecanismos de la deuda pública y privada que hoy ahogan a buena parte de los Estados europeos y familias, y frente a la que se sostuvo la necesidad de su auditoría y de su no pago por ilegítima y odiosa. Se trató igualmente la capitidisminuida democracia que vivimos bajo las políticas de la troika, así como los procesos constituyentes (empezando por el europeo) que deben nacer para recuperar dicha democracia en el viejo continente. También se habló sobre el papel de las nuevas fuerzas políticas y sociales surgidas en el Reino de España y que actualmente se hallan en las instituciones parlamentarias y de gobierno, sobre todo municipal, del régimen constitucional que dio lugar una transición hoy ya en abierta y profunda crisis. Todo ello sin olvidar la importancia de la perspectiva feminista y su transversalidad, el mundo del trabajo, la inmigración, el refugio o la crisis climática. Dicho de otra manera, la mayor parte de los ámbitos que están en disputa en el terreno europeo (derechos, modelo económico, patriarcado, racismo, trabajo, etc.) acabaron encontrando su espacio en las intensas sesiones del Plan B para Europa.

Las síntesis de los debates se resume en una mezcla de análisis y de respuestas alternativas más o menos pequeñas, básicamente de resistencia ante la avalancha neoliberal de los últimos 30 años y sus consecuencias sobre el conjunto de la población y sus derechos. Hubo una notable coincidencia en señalar que la contestación a esta política debe ser europea, continental; no hay otra forma, más allá de la manera concreta que ésta adopte en cada Estado. Habrá que levantar una alternativa, señalaban los presentes, a una Unión europea al servicio de unos centenares de supermillonarios y basada en el expolio general de sus 500 millones de habitantes. En ese camino se deberán unir y sumar las diversas iniciativas y propuestas que se están ya hoy produciendo.

Se defendió la necesidad de un espacio público europeo no sometido a las actuales instituciones de la UE, que luche contra ellas, pero que a la vez no deje de participar en las mismas. Un espacio por encima de las fronteras de la Unión, que se reapropie de la historia de Europa, que rechace la actual UE, que desobedezca sus tratados y que tenga en la calle, en la movilización y en los movimientos sociales su arma fundamental. Recuperar lo público, la sanidad, la educación, la circulación de personas, la soberanía de los pueblos y usar para ello los municipios rebeldes y los gobiernos que se vayan alcanzando se mencionaron como parte de los caminos a seguir.

El aire que se respiró en las jornadas recordaba al de los foros sociales de hace ya algunos lustros. Su pluralidad en el debate y en la reflexión los asemejaban pero, a diferencia de aquellos, el movimiento de ahora presenta modificaciones, fruto de las lecciones aprendidas en estos años. Una de ellas, la relación del propio movimiento con la política. En los foros de antaño no se contemplaba la intervención en la política, sino solo la presión sobre ella. Ahora, sin olvidar esa presión, se busca la intervención directa en el espacio político, incluso en sus actuales instituciones y en la acción de los gobiernos. De hecho, el llamamiento a las jornadas se realizó desde la mezcla de fuerzas políticas y movimientos, y no sólo, como en los foros, a iniciativa de estos últimos y las ongs.

Parece claro que para doblegar el brazo de la Europa del capital se deben reunir los esfuerzos de millones de personas y organizaciones de muy diversas tradiciones. Se trata, como demuestra el encuentro de Madrid, de una tarea inclusiva por definición, de suma plural alrededor de unas pocas, pero claras ideas. Ideas que en muchos de sus términos deben todavía de precisarse, pero que tienen que estar presididas por una suma necesitada de no pocos sumandos. En tal marco, resultan fundamentales los esfuerzos para que espacios (masivos) de resistencia y alternativa como los representados por los sindicatos y la CES encuentren el lugar que les corresponde, como también deben hallarlo los pueblos oprimidos, muchos de ellos sin Estado en la actualidad. Un gran reto para que la Europa del Plan A de la troika que liquida derechos dé paso al Plan B de la libertad y la igualdad.

La iniciativa organizada en Madrid contará con una agenda común de temas y actividades, la próxima  se celebrará el 28 de mayo, aniversario de la Comuna de París, fecha en la que se llevará a cabo una gran movilización a nivel europeo para abogar por una nueva política para la Unión Europea.
 

 

Coordinador del Foro Social de Madrid
Fuente:
www.sinpermiso.info, 21 de febrero de 2016

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