“El rearme ideológico de las ONG es una condición necesaria para articular respuestas efectivas”. Entrevista

Carlos Gómez Gil

24/10/2015

Como dice en su blog, intentar presentar a alguien puede ser “tan difícil como tratar de cartografiar nuestros sueños” . Aun así, nosotros lo intentaremos con los suyos.

Carlos Gómez Gil es licenciado en Sociología y Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid y doctor en Sociología por la Universidad de Alicante. Actualmente, es profesor asociado en el Departamento de Análisis Económico Aplicado de la Universidad de Alicante y docente del Master Interuniversitario de Cooperación al Desarrollo de esta universidad, que ha dirigido durante cuatro años.

Las ONG han sido el ámbito en que ha centrado gran parte de su trabajo, hasta el punto de dedicar a este tema su Tesis Doctoral y diferentes libros, artículos y trabajos periodísticos. A su vez, milita en distintas organizaciones y movimientos sociales. Pero, por encima de todo, se autodefine como “una persona comprometida con esta sociedad, empeñada en contribuir a que pueda avanzar y mejorar, decidida desde hace tiempo a hacer realidad palabras como solidaridad, ciudadanía y respeto”. Publica el blog “Palabras Gruesas” (carlosgomezgil.com).

-¿Por qué el papel de las ONG en la sociedad ha sido el centro de gran parte de tu trabajo?

Desde hace 25 años he venido trabajando, investigando y analizando en profundidad en torno a las políticas de cooperación al desarrollo y su articulación con las políticas públicas. Poco después incorporé otro eje de trabajo e investigación en torno a las migraciones y el codesarrollo. En todo momento el papel de las ONG nacionales y transnacionales aparece como un agente primordial en ambos espacios de intervención, de manera que necesitaba conocer en profundidad el papel, el funcionamiento y la actuación de estas organizaciones en las sociedades contemporáneas de la mano del proceso de globalización. Es por ello por lo que decidí dedicar mi tesis doctoral a las ONG con lo que podía completar una perspectiva panorámica de comprensión sobre todas estas políticas que mencionaba antes. Al mismo tiempo, siempre he estado en contacto con ONG, trabajando e interviniendo en ellas, colaborando con ellas, apoyándolas, asesorándolas, evaluándolas o criticando las actuaciones de aquellas otras que han venido teniendo actuaciones lesivas o negligentes, por lo que he acumulado una importante información que me parecía importante facilitar a la opinión pública y a la academia desde mis investigaciones y publicaciones. Ahí andamos. 

-En estos tiempos de crisis, ¿nos encontramos ante el auge o el declive de las ONG?

Podemos afirmar que se produce una cierta paradoja, ya que por un lado, pudiera parecer que las ONG están paliando de alguna manera el impacto de la crisis y de las políticas de ajuste salvaje que se vienen aplicando sobre países y pueblos. Pero sin embargo, como consecuencia precisamente de ese austericidio se han recortado programas, partidas y subvenciones dirigidas a las ONG y a sus sectores básicos de intervención. Ambas cosas son ciertas, en la medida en que con el aumento de la pobreza, el desempleo y la precariedad, los Estados han tendido a dejar a ONG que atendieran a las víctimas y damnificados por la crisis que generalmente han sido los sectores más desasistidos de la sociedad, aumentando las organizaciones de pobres como roperos, bancos de alimentos, comedores, albergues, pero eliminando espacios de participación e intervención a otras ONG en sectores sociales especializados. Todo ello ha generado una atención para los sectores más vulnerables que carecían de estos apoyos, no solo en materia de comida, alimentación, comedores sociales, sino también en la sanidad y la propia educación, donde algunas importantes ONG han pasado a asistir a ese ejército de pobres generado por las políticas neoliberales. Para ello, numerosos gobiernos han contado con ONG importantes llegando a darles importantes recursos que han negado desde sus propias administraciones, lo que puede parecer una paradoja, pero forma parte de esa visión neocaritativa de determinadas políticas públicas que tienen nuestros gobernantes, utilizando organizaciones acríticas, silenciosas y que incluso apoyan las políticas que vienen aplicando porque saben que gracias a ellas su trabajo aumentará. Esto ocurre con unas pocas grandes ONG que sorprendentemente han visto aumentar sus recursos y su trabajo. Sin embargo, para la gran mayoría lo que se ha producido es un ahogamiento, tanto por la vía de la eliminación de programas en los que intervenían, como por la reducción o desaparición de recursos, e incluso mediante impagos deliberados que ha llevado a no pocas ONG a tener que cerrar, dándose la situación de que tras la llegada de la democracia, se produce por vez primera una disminución en el número de ONG precisamente por estos motivos, lo que significa un empobrecimiento de la sociedad civil y es una muestra de las políticas que se están llevan también en este campo por nuestros gobernantes. Podemos decir que la crisis también se está utilizando como coartada para desmantelar el tejido de ONG, especialmente de aquellas más críticas y combativas.

-¿Cómo se ha llegado a este punto? ¿Cuáles pueden ser las claves para la regeneración de las ONG?

Estamos viviendo una auténtica ofensiva neoliberal que está apostando por una profunda reorganización de las sociedades contemporáneas, reduciendo los espacios de contestación, de crítica y de alternativa al discurso dominante que se nos presenta como inexorable. De hecho, no pocas importantes ONG han asumido, interiorizado y digerido todas esas políticas neoliberales que tanto daño están haciendo para intervenir como un instrumento más de gobiernos y estados en su ofensiva para dar más poder a los intereses del capital y vaciar de recursos y competencias a los estados, y esto es muy grave porque lo hacen abiertamente, sin cortarse, y con nuestros propios recursos públicos que en no pocas ocasiones obtienen mediante relaciones privilegiadas.

Frente a ello, se plantea la exigencia de una profunda revisión en el sector de las ONG, que lleve a que el modelo de organizaciones entendidas únicamente como proveedores de servicios baratos a las administraciones públicas dé paso a una nueva generación de ONG, mucho más comprometidas, mucho más militantes, mucho más politizadas, dotadas de un corpus crítico y analítico de mayor calado. El rearme ideológico de las ONG es una condición necesaria para articular respuestas efectivas a los cambios que se están generando y a sus efectos, así como para reforzar su legitimidad social. Al mismo tiempo, las ONG deben alterar sus prioridades, pasando del paradigma de la competición estatal a la construcción de un nuevo orden global, entendiendo que no puede haber ONG sanas en sociedades enfermas, dado que éstas forman parte de las mismas sociedades.

Pero son las ONG las que tienen que recorrer este camino, definiendo, identificando y estructurando ese mínimo común denominador compartido por todas ellas, junto a los mecanismos efectivos para su defensa. El sector necesita de una profunda reflexión para entender que, posiblemente, tenga un papel mucho más crucial en el rumbo futuro de una sociedad en cambio, contribuyendo a generar una nueva agenda política que refuerce el papel de los Estados como garantes de la convivencia y de valores colectivos esenciales representados por el bien común.

-¿Compensaría sustituir la financiación pública en vías de salvaguardar la libertad y capacidad de actuación de estas organizaciones?

En mi opinión, es un error reducir y condicionar el papel de las ONG a su acceso a financiación pública. Creo que es una de las trampas que con mayor eficacia ha desplegado el neoliberalismo y en el que desgraciadamente han caído muchas ONG. Para empezar, si una ONG se crea exclusivamente en función de si puede acceder a subvenciones públicas y gestionar así de forma subsidiaria parcelas delegadas por los Estados, creo que no estamos ante una verdadera ONG sino ante una simple institución gestora de servicios públicos que además, lo hará de forma más precaria que el propio Estado porque siempre tendrá menos medios y recursos. El espacio operativo y de intervención de las ONG no pasan únicamente, ni mucho menos, por aquellos en los que existen subvenciones, dinero, financiación, sino que existe un enorme potencial de trabajo, intervención y presencia social derivado del trabajo, la crítica y la actuación social donde no tienen por qué existir intercambios económicos o puede realizarse con escasos recursos. Todo ello no es incompatible, por supuesto, con realizar actuaciones e intervenciones que tengan financiación, apoyo o respaldo económico de distinta naturaleza. Pero hay que tener muy claro que las instituciones públicas están limitando y condicionando cada vez más el sentido de las actuaciones que apoyan, y las instituciones privadas quieren aprovechar al máximo el dinero que emplean en las organizaciones sociales, de manera que cada cual debe encontrar el equilibrio más adecuado. Lo que en modo alguno es de recibo es ver todas esas ONG que se han convertido en meras gestoras de subvenciones al servicio dócil y resignado de sus financiadores, asumiendo la precariedad y escasez de recursos que reciben para convertirse en una simple coartada política de sus financiadores, sin ninguna labor de crítica, denuncia, información, reflexión, presencia social, generación y apoyo de redes. Desgraciadamente, este tipo de ONG han florecido como setas a lo ancho y largo de la geografía española y en muchos casos no merecen utilizar ese nombre. La libertad, la autonomía de la ONG y su capacidad de trabajo crítico deben prevalecer por encima de otros intereses monetarios, sin duda.

-¿Es posible encontrar una financiación alternativa que mantenga la autonomía de las ONG sin suponer una disminución del volumen de ingresos? ¿Compensaría asumir esa pérdida económica?

Los recursos son necesarios pero no son las únicas herramientas desde las que pueden intervenir las ONG. Por un lado, es importante el propio compromiso de quienes la impulsan, buscar apoyos, socios y colaboraciones activas que pueden ir en muchos campos. Por otro, hay numerosas intervenciones que las ONG realizan que no pasan necesariamente por el dinero. Al mismo tiempo, las ONG también pueden actuar desde la economía colaborativa y la autogestión, ámbitos estos con frecuencia olvidados. Hay ONG internacionales de un peso incuestionable que han sido capaces de encontrar un espacio de trabajo propio, crítico y relevante sin tener que recurrir a subvenciones o a ingresos públicos, como es el caso de Amnistía Internacional, y en los ámbitos más cercanos también hay otros muchos ejemplos como para darnos cuenta de que hay otros caminos por explorar.

-A una ONG, el posicionamiento político le supone el cierre de algunas puertas. ¿Crees que es necesario?

Sin duda. Creo que las ONG necesitan tener una repolitización, entendida como un posicionamiento claro y nítido frente muchos de los problemas sobre los que pretenden intervenir que provienen directamente de decisiones políticas adoptadas por los estados y las instituciones públicas. No son pocas las ocasiones en las que es mucho más importante una decisión política e institucional, que un proyecto puntual, y esto es algo que algunas ONG no comprenden, aunque afortunadamente otras muchas lo entienden y forma parte de su trabajo.

Durante la época de auge de las ONG a nivel mundial y a medida que éstas ganaban presencia, importancia y reconocimiento, las instituciones internacionales, los estados y las propias empresas trabajaron intensamente por fagocitar a estas ONG, aprovechándose de ellas, instrumentalizándolas y llegando a crear supuestas ONG que pudieran servir y apoyar sus intereses. Para ello, se desplegó una estrategia demoledora que consistía en despolitizar la esfera privada para anular así su potencial de contestación y transformación, privatizando la esfera pública para transferir así el potencial y los recursos del Estado al ámbito privado. Muchas e importantes ONG entraron de cabeza en esta perversa estrategia, considerando que su trabajo era “apolítico” y “al margen de los poderes políticos”, algo tan falso como equívoco, en la medida en que precisamente su trabajo e intervenciones se producían en el plano político y debido a decisiones políticas. Esto es algo que podemos ver y leer en la propaganda de algunas ONG que interesadamente han vendido este discurso perverso y falso para presentarse como asépticas organizaciones cuyo propósito último es disponer de mucho dinero para poder tener más recursos para su trabajo, llegando incluso a tratar despectivamente a aquellas otras ONG que han venido trabajando en la incidencia política, la información y la movilización social. Esta dinámica perversa ha interesado a Estados, instituciones internacionales y empresas, quienes financian y apoyan con entrega a esta generación de ONG oportunistas que tanto daño han hecho a los movimientos de solidaridad internacional. Por ello es cada vez más importante realizar una profunda revisión del sector para evitar su degradación.

-¿Alguna organización que consideres ejemplar en cómo afrontar esta época de cambio?

Creo que hay muchas, tanto a nivel global, como a nivel estatal y también en ámbitos locales mucho más reducidos. Son organizaciones cuya labor se ha convertido en fundamental en la defensa de los derechos humanos, en el trabajo con refugiados o con inmigrantes, que trabajan por denunciar los abusos de los estados y las instituciones públicas, que intentan difundir y divulgar el impacto de acuerdos globales trascendentales que se nos están ocultando como el TTIP, además de otras organizaciones más clásicas que trabajan en la defensa de pueblos y grupos sociales, apoyando a pueblos maltratados, trabajando contra el patriarcado y la defensa de las mujeres maltratadas, difundiendo alternativas económicas solidarias o propuestas anticapitalistas, intentando ayudar a grupos desfavorecidos o mejorar la vida de barrios abandonados. Son muchos los ejemplos y todos ellos demuestran la versatilidad que tienen las ONG y su capacidad de actuación, sin cortapisas ni limitaciones. Junto a algunas más grandes y conocidas, siempre me han apasionado esas otras organizaciones sociales más pequeñas y esforzadas, mucho más horizontales, que no salen en las televisiones ni montan campañas publicitarias, haciendo cosas muy llamativas con muy pocos recursos procedentes de pequeñas aportaciones de sus socios y simpatizantes. Y creo que hay tantos ejemplos que no me atrevería a dar ninguno, aunque pueda tener muchos en la cabeza.

-¿Qué consejo darías a los jóvenes con inquietudes en torno a la lucha contra la desigualdad?

No sé hasta qué punto debo dar consejos, pero diría que disfruten con lo que hagan y luchen por lo que crean intentando formarse, leer, entender la enorme complejidad del mundo actual. Hoy en día se pueden montar redes de solidaridad mucho más directas, inmediatas, reducidas, certeras, sin necesidad de grandes recursos ni montajes institucionales. Pero también es importante unir esfuerzos y complementariedades con otros grupos y colectivos porque esa extrema complejidad a la que me refería exige un elevado grado de especialización. Pero sobre todo, que sean rabiosamente críticos y traten de ir más allá de lo que se nos muestra como inmutable e incuestionable.

licenciado en Sociología y Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid y doctor en Sociología por la Universidad de Alicante. Actualmente, es profesor asociado en el Departamento de Análisis Económico Aplicado de la Universidad de Alicante y docente del Master Interuniversitario de Cooperación al Desarrollo.
Fuente:
https://elhoyoblog.wordpress.com/2015/10/19/carlos-gomez-gil-el-rearme-ideologico-de-las-ong-es-una-condicion-necesaria-para-articular-respuestas-efectivas/

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