El rostro oculto del desarrollo chileno

Ariela Ruiz Caro

05/06/2006

 

Ariela Ruíz Caro analiza las masivas protestas estudiantiles en Chile en la pasada semana.

Presentado por la Unión Europea y EEUU, y también por líderes latinoamericanos como el modelo que América Latina debe seguir, Chile ha registrado, en estos días, la mayor movilización estudiantil de las últimas tres décadas para exigir una profunda reforma de la educación pública. Lo que subyace en estos actos es el rechazo a un sistema educativo que retroalimenta una sociedad profundamente inequitativa; y a que ésta sea un bien de mercado y no una actividad estratégica del Estado.

Por eso, uno de los elementos centrales de las demandas consiste en la eliminación de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE), vigente desde la dictadura militar. Ésta posibilitó la entrada "despiadada" del mercado en la educación y creó un sistema discriminatorio y excluyente.

Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Chile es la undécima economía más desigual del mundo. El Banco Mundial no sólo comparte ese registro, sino que considera que la desigualdad puede frenar el crecimiento económico. Agrega que "el comercio no es suficiente motor del crecimiento. En cambio, sí lo es la educación y la tecnología, pues ambos son elementos que contribuyen a disminuir la inequidad que aflige a la región".

La creciente brecha entre la educación pública y privada se explica por el retiro del Estado de sus funciones como generador, regulador y supervisor del funcionamiento del sistema educativo. Este proceso se ha profundizado desde inicios de los noventa como resultado de las políticas económicas aplicadas en el marco del denominado Consenso de Washington, cuyos ejes centrales fueron la plena libertad de mercado, la disciplina fiscal y la desregulación del Estado. Bajo esta lógica, en el ámbito de la educación y la cultura se produjo también una sustracción de estos procesos fuera del dominio público que acentuó la concentración de los productos del saber y fue consolidando la transformación de la educación, concebida como un bien y un derecho fundamental, en un servicio.

A la vanguardia de las reformas neoliberales, Chile las inició en el sector educativo en los ochenta y siguen vigentes sin mayores modificaciones. La reforma tuvo un fuerte carácter descentralizador y privatizador y produjo quiebres en el sistema educativo tradicional chileno. Como resultado de estas reformas se transfirió el manejo de los establecimientos escolares a los municipios, mientras el Ministerio mantenía funciones normativas, de supervisión y evaluación. Según la experta argentina Adriana Puigross, se cambió la forma de asignación de los recursos (históricamente a través del presupuesto de gastos de los establecimientos) a una modalidad basada en el pago de una subvención por alumnos atendidos (lo cual se utilizó para estimular el incremento de empresas privadas en los niveles de educación básica y media); y se produjo un traspaso de establecimientos públicos de nivel medio vocacional a corporaciones constituidas ad hoc por empresarios.

En una próxima entrega analizaremos los efectos nocivos en el Perú de la reforma neoliberal en el sector educativo aplicada por el gobierno de Alberto Fujimori.

Fuente:
La República, 1 junio 2006

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