Feminista transversal

Me emociona leer que el inquieto Albert Rivera ha derramado unas palabras que valoraban, a su manera, la huelga del ocho de marzo. Unas palabras que han hecho que, por un momento fugaz, al after donde me encontraba se hiciera un silencio respetuoso y cómplice: dice que "se declara encantado de liderar" el debate transversal feminista.

Sinceramente, es lo que le faltaba al debate transversal feminista. Alguien con capacidad de liderazgo como Albert Rivera. Alguien ni de izquierdas, ni de derechas, como él, sino todo a la vez según sople el viento. Alguien capaz de decir, en un primer momento, que no irá a la fiesta, para, una vez visto que en la fiesta hay barra libre, declarar que la fiesta la organiza él y ponerse en la caja a cobrar entradas. Me extraña, eso sí, que Albert Rivera no haya sido propuesto -por él mismo, no hace falta decirlo- feminista transversal de honor. Pero ¿qué han de decir, de este liderazgo luminoso, las feministas transversales?

Primero deberíamos saber qué es esto de la transversalidad feminista. Yo, desgraciadamente, no lo puedo contestar. Con esfuerzo soy transalpina, pero transversal no mucho. Por tanto especularé. Diría que Albert habla de debate transversal feminista (ojo, sólo debate, ¿eh?) para contraponerse a una palabra como "radical". Si dices transversal no debes decir "moderado", que queda feo, pero ya se entiende. Así pues, te esperas que acabe la mani y, si no ha habido ningún altercado, corres a colgarte el lazo de la transversalidad.

Aprovechando el impulso y la indiscutible capacidad de liderazgo de este hombre, yo lo quisiera empujar a liderar otros debates. El debate transversal del pimiento, por ejemplo, lo tenemos pendiente. Necesitamos alguien como él, que entienda de pimientos (en catalán pebrots es una forma de decir testículos. NdT). Alguien sin complejos. Alguien que del que no se espera ser erigido líder por la masa pimentera. Alguien que diga: aquí el líder soy yo, chatis.