Francia: La etiqueta de “izquierda” se ha convertido en una estafa. Entrevista

Jean-Luc Mélenchon

07/06/2016

El eurodiputado y líder del Front de Gauche cree poder ganar las próximas elecciones presidenciales francesas. Entretanto, ataca contundentemente a Hollande y Valls, a los que acusa de haber “mancillado” la idea de progreso social, provocando una crisis de identidad política profunda, en declaraciones al semanario Marianne recogidas por Éric Decouty, Marc Endeweld y Sazig Quéméner. 

Marianne : ¿Ha escrito en su blog que Francia ha llegado a un «punto de de ebullición». ¿Qué quiere usted decir ? 

Jean-Luc Mélenchon: Entramos en un momento de hundimiento de la autoridad política y del consentimiento a la autoridad, ese hilo psicológico, moral y político que mantiene unida a una sociedad. El Estado está agotado, víctima a la vez de una hiperutilización y de una falta de inversiones, sobre todo con la bajada del número de funcionarios. Lo social, el imperativo ecológico, la democracia, lo internacional: todo está en tensión y el caos se extiende por doquier. Francia no tiene proyecto, ni para ella ni para Europa, ni para mañana por la mañana. El Estado está gestionado desde el ángulo de las luchas de poder personal entre los bobos que lo dirigen. El campo político se disloca. ¡Y se ha impedido que se piense en ello por el robo de palabras y símbolos por  parte de esta gente que se dice de izquierdas y que hace una política de derechas! Un acontecimiento fortuito puede hacer que todo se desplome. En julio, con la moción de censura, puede caer el gobierno de Valls.

¿Ese hundimiento va a entrañar, eventualmente, una recomposición de la cartografía política?

Tiene más gravedad que eso. La dislocación del campo político no es un acontecimiento que afecte a una delgada capa superficial en lo alto de la sociedad. Esta falsificación de la representación política ha bloqueado en profundidad el país en el momento en el que sufre la dislocación social ligada a las políticas de austeridad, al paro masivo. 

El remedio que hay que aplicar no consiste en un arreglo entre subgrupos con la salsa de las corrientes del Partido Socialista. No se trata hoy de recomponer el campo político sino Francia misma. Hay que reajustar todo el sistema político. La terapia dulce que yo propongo es la constituyente para pasar a la VI República. Si no, el hundimiento en curso terminará en el caos y la violencia.  

¿Es este un fenómeno estrictamente francés ?

Desde luego que no. La orientación liberal lleva en todas partes a lo que Jacques Généreux ha denominada La Dissocieté [la disociedad]: la sociedad se pulveriza en la guerra organizada de todos contra todos. Esta dislocación de la sociedad y el impedimiento de la representación política están encontrando una respuesta en los Estados Unidos con la campaña de Bernie Sanders, en la izquierda, o incluso en la de Donald Trump. Los representantes de la izquierda francesa harían bien en interesarse más en lo que pasa al otro lado del Atlántico. El debate político del Hexágono desprecia en demasía la experiencia de otros pueblos. En la izquierda es como para llorar: la jet-set del PS no ha seguido nada de las experiencias latinoamericanas y desprecia lo que está pasando con Bernie Sanders. Están ya aferrados a Hillary Clinton: ella encarna tan bien este universo de guita sin complejos, esta «izquierdita» podrida hasta la médula de los Clinton y de su fundación de cajero automático, de la que su hija ¡cobra un salario de cinco millones de dólares!      

La iniciativa de estos diputados del Front de Gauche, de ecologistas o de contestatarios, que han intentado presentar el miércoles, 11 de mayo una moción de censura de izquierda contra el gobierno Valls, se inscribe en esta dislocación?

Es un acontecimiento sin precedentes que un sector de la mayoría parlamentaria presente una moción de censura…Lástima, faltaron dos firmas. François Hollande ha dividido, así pues, a la izquierda, al frente sindical e incluso a su mayoría parlamentaria.   Al final, se impondrán las leyes de la física ¡y el sistema entero volará en pedazos! He propuesto en vano durante meses que se reagrupe la «oposición de izquierda», se reafirme y se responsabilice ante los electores, sobre todo en las regionales. En vano. Los planes para hacer carrera y los juegos del aparato en Los Verdes lo han bloqueado todo. ¿Y ahora ? Esto sigue: los diputados del PS y los verdes actúan como oposición, pero no quieren asumirlo ante los electores.

¿Los contestatarios son demasiados timoratos?

Creo que les falta coherencia y estabilidad. Quiero animarles a reafirmarse en la Asamblea [Nacional] junto a los comunistas y los verdes disidentes. Pueden acortar sufrimientos. Cuanto antes consigan encontrar dos contestatarios más para la moción de censura, antes terminaremos con este gobierno. El objectivo debe estar bien claro: hay que bloquear en julio la Ley El Khomri. Imagínese: ¡un Code du Travail [equivalente laboral en Francia del Estatuto de los Trabajadores] por empresa! ¡Y si hace falta, votar una moción de censura presentada por la derecha! La cólera popular no es superficial, la gente ha entendido que su vida cotidiana podría echarse a perder con esta ley! Miles de jóvenes se han movilizado para defender el código laboral, es una orden clara. ¡Esto tiene que terminar en victoria! 

¿Puede todavía unirse la izquierda?

¿Unirse la izquierda? ¿De qué habla usted ? Eso se viviría muy mal en la base, ese reagrupamiento indecente «de Macron a Mélenchon», como querrían en el PS. Los franceses saben que la etiqueta de «izquierda» se ha convertido en una estafa. Saben que es una usurpación de identidad ver a Hollande reclamarse de Jaurès cuando impone la Ley El Khomri. ¡Hay que ver cómo han mancillado nuestros símbolos Hollande y Valls! Uno que se inventa la jubilación a los 66 años, o sea, un año más de lo aceptado por Jaurès en 1910 y otro que celebra el 10 de mayo [fecha que conmemora en Francia la abolición de la esclavitud en la metrópolis] utilizando el [artículo] 49.3 [de la Constitución francesa, que entraña la suspensión inmediata de la discusión de un proyecto de ley, dándole vía libre]. Los fantasmas del pasado se han reagrupado para gritar: «¡En nuestro nombre, no!»

Nuestra tarea es distinta: ¡se trata de federar al pueblo! Es una cuestión de un programa capaz de hacer converger las energías populares. Sin pretextos falsos. La Constitución: ¿la cambiamos o no? El TTIP: ¿votamos a favor o en contra? El tratado europeo que se está redactando: ¿lo paramos o no?  La riqueza, ¿se comparte o no? Son estas preguntas urgentes. ¡Se trata de formar en la base un bloque progresista que arrastre a la sociedad para decir que hay otro futuro que los empleos de mierda y el sufrimiento en el trabajo! Y decir: «No, señor Macron, el sueño que hay que proponer a la juventud no consiste en convertirse en esos parásitos sociales que son los multimillonarios». Lástima: estamos dirigidos por personas que gobiernan a dos meses vista en función de sus intereses políticos. Hay que reconquistar el largo plazo, lanzar la planificación ecológica. ¡Partir a la conquista del mundo virtual, tomar por horizonte el mar y el espacio!

¿Ha cambiado usted lo bastante para ser el hombre adecuado para formar ese bloque progresista?

Como hombre, no me van a cambiar ustedes. Yo soy un mediterráneo apasionado. Pero tengo la ventaja de mi edad y mi experiencia. Hago campaña asumiendo mi responsabilidad personal. No me escaqueo con el “nosotros” y con “los que se engañan”. Pero sí, estoy más sereno: soy un intelectual; pues, cuando el orden de los hechos se corresponde con el orden del análisis, hay una suerte de culminación. Digo que puedo ganar las presidenciales. Y me siento en condiciones de formar equipo con todos aquellos que quieran unirse a nosotros, los 100.000 de la “Francia insumisa” [1]. Conozco bien a los personajes de la escena. El realismo lo logrará.  

Resulta sorprendente oírle decir que quiere usted trabajar en equipo…

¿Por qué? Me paso la vida trabajando colectivamente. ¡Más de cien personas trabajan ya directamente conmigo en esta precampaña! En el Front de Gauche había nueve partidos. ¿Quién, aparte de mí, ha reunido en este país desde antiguos verdes a marxistas- leninistas? ¿Quién quiere discutir conmigo? Estoy dispuesto en todo momento. ¡Se hablará de cosas concretas, no de mi carácter ni de mis corbatas! Mi programa comporta ocho puntos clave. He escrito L´Ere du peuple [2] para presentar mi método. Explico por qué el punto de partida de una política progresista es el interés general humano ecológico con un actor nuevo, el pueblo, y un método, la revolución ciudadana. He sometido el programa a debate público en Internet con la totalidad de quienes quieren apoyar mi candidatura. ¿Qué más colectivo y más abierto que eso? ¿La endogamia de las sedes de los partidos para repartirse las circunscripciones?  

¿Teme usted una candidatura de Montebourg?

No, todo lo contrario, porque debilita a Hollande. Pero Arnaud Montebourg lucha por participar en las primarias de los socialistas. Esta competición no me atañe.

¿Cree usted que es el único capaz de encarnar esta alternativa de la izquierda?

En todo caso, tengo un programa, una estrategia y 100.000 personas para llevarlo a cabo. ¿Y si no? ¿Qué otro nombre sugerir sobre el que se pongan todos de acuerdo? Se ve la profusión de candidatos para la candidatura: ¡no se puede decir que destaquen por el amor que se tienen entre ellos! Imaginemos que yo no estuviera en eso. ¿Qué quedaría? Una competición de personas y de reuniones llenas de humo. Pido que se terminen los pretextos falsos. Desde diciembre, todo el mundo estaba avisado de lo que yo iba a hacer y he anunciado claramente que no iré a las primarias. Yo quiero pasar página. Lo he probado todo para crear una gran unión, del PC a los Verdes en las elecciones locales: no me ha escuchado nadie. El Front de Gauche, el PCF, han rechazado abrirse a adhesiones directas y crear instancias comunes. ¡Todas estas cuestiones las he resuelto con la creación del movimiento “Francia insumisa”! En la actualidad, mi deber consiste en asumir y avanzar.   

Las manifestaciones [recientes en protesta contra la Ley El Khomri] se han visto minadas por la violencia. ¿No corre el riesgo de resultar, sobre todo, contraproducente?

Tenemos que mantener la presión social. Pero las violencias son un terrible obstáculo para nosotros. Seamos claros: la violencia sólo beneficia a François Hollande y Manuel Valls. Y no tenemos nada que ver con ella. ¿Quién puede alegrarse viendo como a un hombre de 35 años le rompen la cabeza con un adoquín, con el pretexto de que es policía? Golpear a un policía es envilecerse. Igualmente, las instrucciones de uso de la policía producen una violencia muy peligrosa. Disparos, granadas lacrimógenos…es todo desproporcionado. Ya hay decenas de heridos y dos personas que han perdido un ojo. Sin embargo, eso no se debe reprochar a la policía sino a los que dan las órdenes y provocan de manera deliberada situaciones de violencia. Encuentro muy extraño el silencio del ministro del Interior. No dice una palabra para recordar, por ejemplo, que está prohibido disparar. Sabe muy bien que esto va a acabar mal. Sospecho que le satisface esta situación que disuade a la gente de movilizarse. Les recuerdo que tiene ya sobre su conciencia la muerte de Rémi Fraisse [ecologista muerto en octubre de 2014 por una granada aturdidora de la policía durante una protesta contra las obras de una presa en Sivens].      

¿Cómo contempla las primarias de la derecha?

Serán destructivas. Hollande ha abierto los diques antisociales y hasta antiecológicos, por ejemplo, al santificar lo nuclear. Ha desacomplejado así a la derecha, la empuja a un quién da más. Véase Juppé: los sondeos dicen que hasta la gente de izquierda votaría por él. Pero desde enero hay un viraje total en el ala derecha. La sociedad no puede unirse en torno a lo que contiene su ultraliberalismo. En su programa propone algo peor que la Ley El Khomri. Ese programa son cinco años de guerra social. El globo electoral se va a desinflar, por tanto, a toda velocidad. Hay una consecuencia electoral evidente: habrá una suerte de ajuste de cuentas.  

En 2002, Le Pen llegó a estar presente en la segunda vuelta con 4,8 millones de votos. Yo conseguí 4 millones la última vez. Chirac llegó a la segunda vuelta con un 17% de los votos. El desmigajamiento político de Francia tiene raíces profundas. No permite que las elecciones hagan aparecer de golpe una homogeneidad política. No es posible. Pues la elección está mucho más abierta de lo que hoy creemos.   

¿Y François Hollande? ¿Debe ser candidato a su sucesión? 

Tiene visiblemente ganas de serlo. Sería sano que los franceses pudieran decir lo que piensan de su balance. ¡Que se responsabilice! La lógica republicana pediría eso. Si no es candidato, eso querrá decir que él mismo reconoce su fracaso. Más le valdría entonces marcharse enseguida.

Notas:

[1] Mélenchon convoca a la “Francia insumisa” a manifestarse el 5 junio en París.

[2] L´Ere du peuple, Fayard-Pluriel, 180 págs.

Eurodiputado y dirigente del Parti de Gauche.
Fuente:
Marianne, 20-26 de mayo de 2016
Traducción:
Lucas Antón

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