La mala imagen de Chile en América Latina

Juan Pablo Cárdenas

06/05/2007

La situación ha cambiado. Los chilenos tuvimos siempre la percepción de tener amigos en todo el mundo y, en especial, en América Latina. Con el Golpe Militar de 1973, gobiernos y pueblos de todo el orbe demostraron afecto y una estremecedora compasión por nuestro país, como por aquella multitudinaria diáspora que se repartió por los cinco continentes. Lo que acontecía en Chile era similar a la tragedia de argentinos, uruguayos, brasileños o guatemaltecos, sin embargo fuimos nosotros los que concitamos mayor atención y, desde luego, solidaridad. Incluso las más modestas naciones ofrecieron asilo a las víctimas de la represión y hasta aquellos regímenes que defienden intereses más que valores sintieron la obligación moral de asistirnos.

Hoy, sin embargo, la encuesta que realiza en 18 países la Corporación Latinobarómetro nos señala como uno de los cinco países "menos amigos" del Continente, en circunstancia que hasta 1998 estábamos entre los siete más amistosos. Vamos, al parecer, en caída libre hacia el lugar históricamente reservado para los Estados Unidos, potencia con la peor imagen entre los latinoamericanos.

De esta forma es que el propio secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, llama la atención de que existe una creciente desconfianza hacia nuestro país en el exterior. Tal como el actual Presidente del Directorio de Latinobarómetro, el ex canciller Juan Gabriel Valdés, atribuye nuestra distancia del Continente al empeño de nuestros gobiernos por privilegiar las negociaciones comerciales con Estados Unidos y Canadá.

De esta forma es que entre los países latinoamericanos ni siquiera quedan muchas expectativas de hacer negocios con Chile, asumiéndose mucho mejor la posibilidad de estrechar vínculos comerciales con Brasil, Venezuela y Argentina. Lo más penoso de todo esto es que los chilenos también encuestados creen en más de un 67 por ciento que es buena o muy buena nuestra imagen en el Continente.

La encuesta no ofrece explicaciones al creciente deterioro de la estima que se nos tiene en el exterior. Sin embargo, parecen plausibles las expresiones de varios políticos y analistas entrevistados en cuanto a que Chile ha mirado con desdén la integración latinoamericana, privilegiado los lazos con Norteamérica, Europa y Asia, así como el hecho de habernos jactado tanto de nuestro "éxito económico", a pesar de las flaquezas de un modelo exportador que no reparte bienestar social.

Además de las razones o sinrazones comerciales, es justo imputarle a nuestra política exterior una pobre valoración de las relaciones políticas y culturales. De su falta de iniciativa para estrechar buenas y permanentes relaciones, por ejemplo, en el plano educacional, artístico y deportivo, en la que otras naciones como México, Venezuela y Cuba nos llevan enorme ventaja. Un país, asimismo, que al momento que nuestros vecinos manifiestan carencias y urgencias dramáticas, aprovecha de emprender una carrera armamentista arrogante y multimillonaria por afianzar superioridad bélica. Adquiriendo armas de claro perfil agresivo más que "disuasivo", según el eufemismo militar.

Un país que presume, también, en lo político, pese a su democracia acotada, una transición interminable, signos severos de corrupción de nuestra clase dirigente, un enorme desencanto ciudadano y una decreciente autoestima interna, producto de la desigualdad social escandalosa y explosiva, en la que sólo son peores que Chile otras dos o tres naciones del mundo. Con un régimen institucional en evidente desventaja con otros realidades continentales en que la soberanía popular puede expresarse en plebiscitos, asambleas constituyentes, libertad sindical, diversidad informativa y parlamentos más representativos.

Juan Pablo Cárdenas, periodista chileno, Premio Nacional de Periodismo 2005, columnista de la revista El Periodista.

Fuente:
El Periodista, 4 mayo 2007

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