Crisis de los mercados financieros: ¿viene el gran crac?

Michael R. Krätke

19/08/2007

Raras veces habrá sido tan repetidamente anunciado lo que ahora finalmente está sucediendo. Los augures llevan meses profetizando el gran desplome, la próxima crisis económica mundial. El recuerdo de la crisis en los mercados de valores que forzó en octubre de 2000 a la New Economy a un aterrizaje de emergencia desde sus uránicas alturas de vuelo, destruyendo en un abrir y cerrar de ojos millones y millones de capital ficticio, todavía no ha pinchado. Todos saben o intuyen que el boom de las burbujas especulativas recibe estímulos intencionados. Lo que los gobernantes aplauden, no sólo es un auge fundado en el vivir de fiado, sino que tiene base especulativa. La última vez, la burbuja iba de la mano de una ola de innovaciones en la tecnología de la comunicación y la información; esta vez, no. La actual coyuntura descansa sobre la especulación con bienes inmobiliarios, con precios de materias primas y con derivados financieros.

En febrero/marzo, luego, de nuevo, en mayo, hubo los primeros anuncios del dilema que ha ido abriéndose camino. Dos veces se desplomaron espectacularmente las bolsas en Asia, aun si las turbulencias parecieron deshacerse rápidamente; desde fines de julio, todo se ve de muy otra manera: esta vez ha estallado una gigantesca burbuja especulativa inmobiliaria, la crisis hipotecaria de los EEUU avanza sobre los bancos y los mercados financieros en Europa y Asia, el comercio global con deudas y créditos, inflamado por el explosivo incremento del comercio con derivados financieros, ha hecho de la especulación inmobiliaria un negocio internacional. Bancos y fondos de inversiones de todo el mundo entran enérgicamente por uvas, ignorando a qué riesgos se exponen. Lo que desde hace mucho se temía, ha ocurrido: muchos, muchísimos hedge funds han rizado de lo lindo el rizo de la especulación. Y hete aquí que asistimos ya a la más hermosa crisis del mercado de crédito y monetario.

Cuando hedge funds multimillonarios entran en bancarrota, los bancos, las aseguradoras y los fondos de inversiones son los tontos que los han financiado. En los EEUU, la famosa Universidad de Harvard ha perdido de un día para otro 700 millones de dólares en una "inversión en dinero" de ese tipo. Muchos bancos hipotecarios norteamericanos están en bancarrota, y sus acreedores europeos, como la Deutsche Bank, la Commerzbank, la francesa BNP Parisbas o la belga Fortis, tienen que contar por centenares de miles de euros las pérdidas. Algunos grandes bancos europeos se aprestan ya a cerrar, por pérdidas masivas, sus hedge funds, miles de millones se desvanecen en el aire. La Banca Postal alemana, por ejemplo, así como la Westdeutsche Landesbank y la Sächsische Landesbank; un banco de tamaño medio como la alemana IKB ha puesto en juego miles de millones, perdiéndolos. A la bancarrota de los fondos, sigue la fuga de los inversores: el pánico entra en escena, y lleva a un aterrizaje de las cotizaciones a escala planetaria. Todos los índices de los grandes mercados de valores –Dow Jones, Nasdaq, Standard&Poor's, DAX, Nikkei, etc.— han registrado grandes pérdidas; muchos, de más del 3% diario.

Las pérdidas multimillonarias de bancos y fondos de inversiones y la fuga en masa de los inversores han traído consigo una crisis crediticia clásica. Los bancos, que semana tras semana tenían que refinanciar créditos multimillonarios, tienen de repente dificultades para obtener créditos y operar en el mercado; el mercado monetario aprieta. Como siempre, cuando amaga un colapso de los mercados financieros, se aprestan los gobiernos a intervenir. Un banco pequeño como la IKB pudo ser salvado del abismo con una acción rápida y concertada. Pero una crisis del mercado crediticio, que se propaga más allá del mundo de los mercados financieros, precisa de protección más severa. Lo que no tarda en ocurrir. Por vez primera desde septiembre de 2001 el Banco Central Europeo ha intervenido masivamente inyectando en pocos días en el mercado monetario más de 200 mil millones de euros.

El miedo al gran crac es mas fuerte que el oficialmente cultivado temor a la inflación. Los Bancos Centrales de EEUU, Australia, Japón, Suiza, Canadá y otros países occidentales importantes han reaccionado de la misma manera, y en pocos días han puesto en circulación unos 500 mil millones de euros.

Los economistas se tranquilizan entre tanto con la conclusión más expedita: lo peor ya ha pasado, la crisis hipotecaria tiene efectos saneadores; la economía mundial va bien. Pero no hemos sino experimentado el estallido de una burbuja especulativa que todavía vale más de 10 billones de dólares, por no hablar de las restantes burbujas especulativas que se han formado en el último período. El siguiente acto en el drama por el nuevo reparto del mundo entre las naciones capitalistas se representará con certeza, aun si el intermezzo entre la actual crisis del mercado monetario y la venidera crisis del comercio mundial puede durar todavía semanas o meses. Pero todos los "datos fundamentales" de la economía mundial apuntan a sobrecapacidades y sobreproducción.

Michael Krätke estudió economía y ciencia política en Berlín y en París. Actualmente es profesor de ciencia política y de economía en varias universidades alemanas y en el extranjero, desde 1981 principalmente en Amsterdam. Coeditor de la revista alemana SPW (Revista de política socialista y economía) y de la nueva edición crítica de las Obras Completas de Marx y Engels (Marx-Engels Gesamtausgabe, nueva MEGA). Investigador asociado al Instituto Internacional de Historia Social en Amsterdam. Autor de numerosos libros sobre economía política internacional.

Traducción para www.sinpermiso.info: Amaranta Süss

Fuente:
Freitag, 17 agosto 2007

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