El Banco del Sur

Michael R. Krätke

11/11/2007

Aquí lo tenemos ya, y más robusto de lo esperado por las malas lenguas de rutina. El Banco del Sur ha dejado de ser una fantasía ideal, aun si derivado de una idea del dios-nos-libre predilecto de los medios de comunicación alemanes, el presidente venezolano Hugo Chávez, y del presidente argentino Néstor Kirchner. Siete países latinoamericanos participan de entrada: Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela. A mediados de octubre, Colombia solicitó formalmente su admisión. Chile mantiene una posición como observador, y se está negociando con otros países del subcontinente. Todos los estados de la Unión de Naciones del Sur (UNASUR) están invitados a colaborar con el proyecto.

El pasado 3 de noviembre, el nuevo banco para el desarrollo –con sede principal en Caracas— comenzó a trabajar con un capital fundacional inicial provisional de 7,7 mil millones de dólares. A partir de comienzos de 2008 tendrían que concederse los primeros créditos, entre otros para el Gaseoducto del Sur, que conectará Venezuela con Tierra del Fuego.

Hay ya, pues, en la América latina una alternativa al FMI y al Banco Mundial; los países pobres latinoamericanos y caribeños tendrán ahora dónde elegir, ganando además un margen de autonomía frente a los señores de los mercados financieros internacionales. El nuevo Banco del Sur pretende mantener sus distancias con los mercados financieros internacionales y no endeudarse con ellos, sino salir adelante con los depósitos de los países miembros y con –¡revolucionaria novedad!— los ingresos de una tasa Tobin introducida a escala regional.

Novedad más importante de esta institución: los derechos de voto se distribuyen conforme al principio de la ONU: un país, un voto. Con independencia del monto de los depósitos. Lo que no permite que los grandes contribuyentes dominen, sometiendo el Banco a sus intereses. Brasilia quiso, al comienzo, resistirse a esa democracia radical, pero acabó votando a favor de la Declaración de Quito, que obliga al nuevo instituto financiero al respeco del Derecho internacional, así como a la protección del medio ambiente. Esas normas, a las que, dicho sea de paso, es completamente ajeno el Banco Mundial, tienen que regir la concesión de créditos, que dejará de depender de la profesión de fe neoliberal de los gobiernos.

Venezuela y Bolivia han roto ya oficialmente con el FMI, y también el Ecuador gobernado por el nuevo presidente Rafael Correa mantiene desde abril una dura posición frente a las dos instituciones de Bretton-Woods. Por lo demás, el boom de los mercados de materias primas ha permitido a una serie de países sudamericanos extinguir anticipadamente sus deudas con el FMI y con el Banco Mundial. Vale eso, por lo pronto, para Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela. A un plazo más largo, quieren crear un fondo de estabilización monetaria, a fin de ampliar el ya existente Fondo Latinoamericano de Reserva (FLAR), y como objetivo más lejano puede pensarse en una unidad de cómputo de la que podría salir una moneda común.

Las reacciones oficiales por parte del gobierno federal [alemán], como de costumbre,  no se han caracterizado por su competencia y objetividad. La señora Wieczorek-Zeul cree ver amenazados los criterios de protección medioambiental y social, si en América Latina se financian proyectos de infraestructura y energía, y aun al sector público, a través del nuevo Banco. Como si esos criterios hubieran desempeñado alguna vez el menor papel en las decisiones de concesión de crédito por parte del FMI o del Banco Mundial. Tal vez debería la ministra pedir a sus expertos que echaran un vistazo al documento fundacional del Banco del Sur, o que se lo tradujeran.

Michael Krätke, miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, estudió economía y ciencia política en Berlín y en París. Actualmente es profesor de ciencia política y de economía en varias universidades alemanas y en el extranjero, desde 1981 principalmente en Amsterdam. Coeditor de la revista alemana SPW (Revista de política socialista y economía) y de la nueva edición crítica de las Obras Completas de Marx y Engels (Marx-Engels Gesamtausgabe, nueva MEGA). Investigador asociado al Instituto Internacional de Historia Social en Amsterdam. Autor de numerosos libros sobre economía política internacional.

Traducción para www.sinpermiso.info: Amaranta Süss

Fuente:
Freitag, 9 noviembre 2007

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