Nietzsche y la política, I. Entrevista

Nicolás Alberto González Varela

31/08/2008

 

Nuestro amigo y colaborador Salvador López Arnal  entrevistó este verano al filósofo argentino radicado en España Nicolás Alberto González Varela. 

Déjeme preguntarle, básicamente, por dos autores, por Nietzsche y Heidegger, a los que su suele tildar de irracionalistas. Antes de ello, una precisión conceptual: ¿cuándo una filosofía puede ser denominada "irracionalista"?

Más que irracionalista podemos decir que a inicio del siglo XIX en Europa se desarrolla una "reacción" (no sólo al nivel filosófico), reacción en varias etapas distintas y perfectamente visibles, que intenta a través de varias vías introducir formas intuitivas, vitalistas, naturalistas, incluso el mito en la forma y el modo en que accedemos al conocimiento. Yo no hablaría de irracionalismo sino de anti o contrarracionalistas. Las causas son múltiples pero todas tiene que ver con una respuesta al modernismo, a la secularización, al surgimiento de la "cuestión social" y, a largo plazo, un gesto anti 1789 y contra la Ilustración. Quizá el caso Heidegger habría que contextualizarlo de manera distinta, pero es parte de ese gran mainstream político-ideológico.

¿Por qué Nietzsche es un filósofo tan importante en la actualidad? Para algunos acaso el  más importante, el más grande filósofo de la modernidad.

La importancia de Nietzsche, su fama y puesta de moda, en la institución académica (una paradoja para un autor que aborrecía al "profesor de filosofía" y a la academia burguesa in toto) es reciente. Podemos fijar fecha: después de 1945 Walter Kaufmann lo ha rehabilitado y santificado para el mundo anglosajón; los libros de Gilles Deleuze le dieron el bautismo institucional en Europa (y el necesario guiño desde la industria filosófica parisina) y lo terminó de "legitimar" la deconstrucción, el posmodernismo y el neopragmatismo. El Nietzschéisme era ya un fenómeno de literatos, artistas y poetas a fines del '800, pero sin el prestigio de ser reconocido como filósofo digno de la universidad burguesa. Nietzsche tuvo que esperar para figurar en el panteón de los autores respetables. La importancia de Nietzsche, su "suerte" y los derroteros de su recepción (siempre acrítica), cobra importancia a partir de que es "reconocido" como propio por la academia (=estado), incorporado a sus planes de enseñanza (mientras, por ejemplo, Marx no), masificado, edulcorizado y finalmente reducido a una "Vulgata". La fecha concreta en que emerge el Nietzschéisme se encuentra, en cada país (España será diferente a Argentina, etc.)en el momento en que la posición de los textos canonizados (y convenientemente expurgados de cargas histórico-políticas) de Nietzsche llegan a establecerse en el mundo académico y, en lo sucesivo, es percibido como académico por toda una nueva generación de poetas, pintores y músicos. La institución y los medios culturales luego simplemente (re) producen el rizo ideológico. Como autor popularizado es parte integral (como Heidegger) de la ideología posmoderna, y muchas de sus conclusiones más feroces subyacen a los preceptos del capitalismo global. Que se le considere el más grande filósofo de la modernidad es una paradoja insólita: Nietzsche fue en realidad (y esta sí es su grandeza) el filósofo más genial de la antimodernidad. No hay más que leerlo.

Se ha afirmado en ocasiones que la filosofía del autor del Also sprach Zaratustra está en la base de opciones políticas muy conservadoras. Del nazismo, por ejemplo. ¿Tiene sentido para usted una afirmación así?

Por supuesto, pero el sentido no lo he colocado yo. Tiene el sentido que le dan las propias palabras de Nietzsche, sólo hay que saberlo leer bien, leerlo lento (¡como un filólogo!), como él exigía de sus potenciales lectores. Nietzsche fue siempre un reaccionario, desde joven, gran admirador de Napoleón III y Bismarck, opuesto a la campaña abolicionista en la guerra de Secesión entre el Sur y el Norte en EEUU, fanático prusiano, wagneriano militante (ya hay que sopesar lo que significaba en esa época ser mano derecha de Richard Wagner), abanderado de la aristocracia natural y la figura del Genio, enemigo a muerte de la democracia y el sufragio universal, contrario a la liberación de la mujer, exaltador de la guerra como medio de purificación y cura de las razas, defensor del estado militar (pedía un golpe militar contra Alemania por el exagerado peso de los socialistas) y la institución de la esclavitud, odiaba todo lo que representaba la Gran Revolución Francesa, a Rousseau y Hegel, anti socialista y anticomunista (basta ver las "marcas" de las revoluciones de 1848 o de la Commune de 1871 en sus textos, fragmentos y cartas), etc. Más que conservadoras, diríamos que sus posiciones son "reaccionarias". Tenemos además su admiración por pre fascistas como Paul de Lagarde o Gobineau (en quien admiraba hombre y obra). Pero aquí ocurre un síntoma: el gremio de filósofos estatales se niega a leer literalmente a Nietzsche, ni reconocer que sus tesis anuncian al fascismo y al nacionalismo. Se niegan a leer a Nietzsche tal como Nietzsche hubiera deseado. Llamar a la filosofía política de Nietzsche un aristokratischen Radikalismus, "radicalismo aristocrático",  (término que el propio Nietzsche aceptaba de su primer biógrafo y divulgador Georg Brandes)  es hoy un grito en el desierto, un escándalo, ir contra corriente, enfrentarse al poder de la filosofía como institución, no seguir la moda marcada en París, verse aislado (de colegas y recursos), en algunos casos no poder investigar o publicar. Mientras los grandes historiadores sociales o de las ideas (pienso en Eric Hobsbawm, Norbert Elias, Arno Mayer, Zeev Sternhell o Ernst Nolte), no tienen ningún inconveniente ni tabú en "situar" a Nietzsche en la gran corriente reaccionaria que desembocará en el fascismo europeo. Parece que entre gremios académicos la calibración de época del pensamiento nietzscheano es diametralmente opuesta. Ahí algo está sucediendo, es síntoma de problemas, señala un obstáculo ideológico profundo.

¿Por qué muchos autores críticos con el pensamiento racionalista, con la ciencia, se inspiran en su filosofía?

Parte enorme de la fascinación que ejerce Nietzsche (y esta fascinación como una cobra que nos hipnotiza es la que ha dado pié a tantas malas lecturas)se debe a su estilo y al objeto de su Kulturkritik, la modernidad burguesa. Esa crítica, mal contextualizada, fuera del ámbito y las referencias externas para lograr una adecuada situación hermenéutica, nos parece muy "familiar" a las que podría realizarse desde un pensamiento progresista o de izquierdas. Se han vulgarizado determinados topos nietzscheanos, se canoniza un par de textos y una determinada parte de su evolución intelectual, y ya tenemos un Nietzsche irreal y ad usum delphini. ¿Quién no podría estar de acuerdo en criticar a los "especialistas" académicos, o a la moral de la religión cristiana? ¿Quién no celebra su ataque al excesivo racionalismo, a la división del trabajo, al parlamentarismo, a la clase política? ¿A qué intelectual no le suena a música de ángeles el discurso sobre la decadencia y la crisis de los valores? ¿A qué literato o artista no le agrada escuchar que la cultura es beneficio exclusivo de los mejores? Muchos han tomado a la ligera estas críticas reaccionarias (sin de-construir sus presupuestos ontológicos) pensando en que podrían subvertir el cientificismo y el positivismo. El ataque de Nietzsche al racionalismo "socrático", que degenera y enferma a Occidente (dentro del cual laten entre otros el socialismo) es "nihilista" ("todo" es interpretación incluso en las ciencias duras) y por eso es imposible fundar una epistemología alternativa desde los presupuestos nietzscheanos: voluntad de poder, uno primordial y el eterno retorno. Es difícil desarrollar, aún desde el punto de vista del Nietzschéisme, una crítica productiva a los límites y obstáculos de la racionalidad moderna desde la lucha eterna entre un instinto de decadencia y un instinto de ascensión. El propio Stil de Nietzsche, ajeno a la argumentación (¡Nietzsche está incluso contra el silogismo!)y forzada a la concisión y extrema libertad literaria del aforismo, hace que sea una tarea imposible. Lo saben los que trataron de desarrollarla o al menos explicarla. Lo único que queda en Nietzsche con ciertos aires de cientificismo es su crítica a ciertas formas de historicismo.

Contra el silogismo. ¿Una filosofía alógica o antilógica? ¿Qué puede significar filosóficamente una posición de esas características?

¿Cómo poner en el filo de la Kritik a la decadencia de Occidente dos mil años de historia y de falsa conciencia? La única posibilidad es ir más allá de la esfera socrático-cartesiana conceptual y conciente. No pueden usarse instrumentos lógicos heredados de la bárbara Modernidad (que incluye al propio Aristóteles). Se debe aferrar el "sentido" de la vida en su orden jerárquico natural y transmitirlo a los mejores. ¿Cómo hacerlo? Nietzsche intenta, primero a través de su propio estilo (anti sistémico y anti ensayístico, en forma y contenido), luego a través de un método de antisilogismo radical. La hipótesis de Nietzsche es que los hombres inferiores ("escasos de fuerza vital", Untermensch) tienen necesidad, por su simpleza e idiotismo, de "la lógica, la inteligibilidad abstracta de la existencia, porque la lógica tranquiliza e inspira confianza". Para comprender esta pasión por el silogismo y la deducción cartesiana, dice Nietzsche, "basta fijarse en los anarquistas". Los Übermensch, los superhombres, "el ser cuya exuberancia es mayor", el hombre dionisíaco, no necesita de este género de deducción (que "disipa el temor"). Al tradicional silogismo (en alemán: Schluss) Nietzsche le superpone el "silogismo retrógrado" o refluente (Rückschluss)como método de indagación que permite superar la lógica tradicional: "se trata de deducir de la obra su autor, del hecho quien la ha realizado, del 'ideal' aquel para quien es una necesidad, y de cualquier manera pensar y de juzgar las cosas a la necesidad a que responde". El "silogismo retrógrado" permite combinando fisiología, psicología e historia, llegar a lo que Nietzsche llama "interpretación", el martillo del crítico contra la Modernidad. El alogiicismo de Nietzsche es una elección consciente, apoyada en el diagnóstico milenario que la mediación conceptual, la "escolástica de los conceptos", la cadena de demostraciones está viciada hasta la médula (carece de todo valor para el "partido de la vida") y la relación ser y pensamiento se basa en captura la "estructura del alma", en un nexo misterioso entre interprete e interpretado. Es una discusión y exploración del intento de ruptura epistemológico de Nietzsche que nos llevaría todo un libro.  

En la misma línea, ¿por qué el postmodernismo ha bebido tanto en esa fuente filosófica

El postmodernismo fue (y es) la lógica del capitalismo tardío (sociedad postindustrial o de consumo, sociedad de los medios de comunicación o del espectáculo, o el capitalismo multinacional, fin del welfarismo, decadencia de pax americana)  del postcapitalismo, del capital después de la caída del stalinismo, la cobertura del "fin de la historia". Su acta de nacimiento es el fracaso del '68 en Europa. Es un complejo de autores, con obras disímiles, más que una escuela o corriente de pensamiento. El inconsciente político del postmodernismo, al que Jameson denomina en su bello libro "lógica cultural del capitalismo tardío", se asienta sobre dos autores polémicos: el reaccionario Nietzsche y el nacionalsocialista Heidegger. Básicamente, y este "método" puede verse en el mismo Nietzschésime, el posmodernismo es una nueva superficialidad, que se prolonga tanto en la "teoría contemporánea" como en toda una nueva cultura de la imagen o del simulacro. El debilitamiento de la historicidad (o su aniquilación y canalización), tanto en nuestra relación con la historia oficial como en las nuevas formas de nuestra temporalidad privada. La expurgación de Nietzsche de todo nexo con la historia real o la subestimación del contexto en sus lecturas, no es más que postmodernismo hermenéutico. El postmodernismo es además un nuevo "subsuelo emocional" (Jameson), fundado sobre lo que Jameson llama "intensidades" y que recupera el sentimiento de lo sublime, el "alma bella" establecida por la estética neorromántica. Aquí basta repetir la crítica de Hegel al reaccionario Schelling para comprender la vuelta atrás en lo que se refiere a la relación entre ser y pensamiento. Cuando el Nietzschésime se enoja y alaba en sus escritos conceptos abstractos y no-mediados, "Vida", "Hombres Libres", "Cultura", no sóloe stá abusando y mutilando al Nietzsche real sino que estamos en presencia de postmodernismo práctico. Profunda afinidad electiva, diré también "funcionalidad", relaciones constitutivas entre el postmodernismo con un nuevo sistema de economía mundializada, lo llamaremos "postfordista" y su nueva forma estado.

¿Es cierto que el pensamiento real de Nietzsche fue manipulado por su hermana y por su cuñado, y que, por tanto, esa línea de interpretación conservadora es externa a su obra?

El "complot" de Elisabeth: toda una serie de biógrafos, comentaristas y scholars repiten sin descanso el aparente papel nefasto de su hermana, Elisabeth Förster-Nietzsche, que habría inventado o manipulado el proyectado libro "Der Wille zur Macht"( "La Voluntad de Poder"), de manera de transformarlo en uno de los pendants ideológicos del IIIª Reich. Una mujer poco dotada intelectualmente, con una formación básica, deviene la inspiradora entre bambalinas de un movimiento político de masas y de una geopolítica racial que desembocará en la Segunda Guerra Mundial. Quizá el autor más conocido que sostiene esta leyenda (y que nos cae simpático) es Georges Bataille, quién afirmaba en 1937: "El judío Judas traicionó a Jesús por una suma de dinero nimia: después de eso, se colgó. La traición de los familiares de Nietzsche no tuvo la consecuencia brutal que tuvo la de Judas, pero resume y termina de volver intolerable el conjunto de traiciones que deforman la enseñanza de Nietzsche (que la colocan a la altura de las pretensiones de más corto alcance de la fiebre actual). Las falsificaciones antisemitas de la señora Förster, su hermana, y del señor Richard Oehler, primo de Nietzsche, tienen además algo que es más vulgar que el comercio de Judas". Esta leyenda hagiográfica se sigue repitiendo, con variaciones y pequeñas diferenciaciones estilísticas, hasta nuestros días. A contrariis Elisabeth hizo todo lo posible por presentar a Nietzsche como un crítico del germanismo a ultranza ya desde su piadosa biografía, "Das Leben Friedrich Nietzsches" (1895-1904): allí presenta a Nietzsche como paradigma del "buen europeo por excelencia", llegándolo a comparar en personalidad político-histórica con el presidente de los EEUU de entonces Theodore "Teddy" Roosevelt (por cierto: algunos me reprochaban en su crítica que "dudo que alguien haya considerado a Nietzsche un buen europeo": bueno aquí lo tienen) y en un intento apologético trata (sin lograrlo: ahí están los textos) de separarlo de la judeofobia y el teutonismo que emanan de sus escritos. ¿Y Elisabeth como editora traidora al espíritu de Nietzsche? Lo irónico es que si contrastamos la edición del "Nietzsche Archiv" de "La Voluntad de Poder" con los textos correspondientes de los escritos póstumos, podemos llegar a la conclusión opuesta que sostiene la hagiografía dominante. Contra la leyenda de la hermenéutica de la inocencia, Elisabeth "interpreta" al filo de la censura pasajes demasiados embarazosos e incluso trata de incluir "comentarios positivos" sobre intelectuales judíos (como Heine, Offenbach, Mendelshon, Rahel Varnhagen) para intentar balancear los fragmentos póstumos. Elisabeth protege y feminiza los textos, habla de su hermano como "el genio más noble", "el héroe". Y le doy a los nietzscheanos un ejemplo: comparen el parágrafo § 872 de la edición supuestamente "nazificada" por Elisabeth de 1901 con los fragmentos póstumos y verán el manto de piedad sobre las terribles afirmaciones de Nietzsche sobre la negación del derecho a la existencia de pueblos débiles. Especialistas serios y filonietzscheanos (por ejemplo Mauricio Ferraris) han llegado a la conclusión que la edición de Elisabeth no ha modificado ni distorsionado en profundidad los fragmentos como para comprometer la lectura y la interpretación. Sin su trabajo de "propaganda" y su energía inagotable, hoy no conoceríamos nada de la obra nietzscheana. Acta est fabula.

¿Qué hay detrás de una noción como la de superhombre, del Übermensch? ¿Son sus valores los del ser humano de la futura liberación?

"Superhombre" como concepto en Nietzsche aparece por primera vez al público en "Also spracht Zarathustra" (escrito entre 1883–85), en la parte 3 del Vorrede: "Ich lehre euch den Übermenschen", aunque ya lo nombra en manuscritos (Menschliches, Allzumenschliches, de 1878). Se trata de la traducción al alemán del propio Nietzsche del término "homme supérieur" (hombre superior) sacado de los escritos del filosofo naturalista francés Claude Adrien Helvétius. El concepto en realidad re elabora otros conceptos nietzscheanos aristocrático-naturalistas anteriores: Genio, hombre trágico, hombre Schopenhauer, espíritus libres, buenos europeos. En esto, como en otras palabras-faro, la continuidad de Nietzsche es asombrosa. Übermensch, como el aristócrata elegido por misterio selección de la Naturaleza, aparece en el libro enfrentado al "último hombre" (producto de la Modernidad), el Üntermensch (así llamarán los nazis a los pueblos inferiores del Este) y a la Canalla (las masas inferiores). No son los valores de "todos" los seres humanos, ¡en absoluto!, expresa el polo de una lógica de combate perpetuo entre la elite y la masse, la raza de los aristócratas, los más fuertes, los que llevan la pulsión del genio. La diferencia entre estos aristócratas y los "superfluos" (Überflüssigen) es abismal, una escisión inabarcable, una cesura que no puede cerrar ninguna religión, ninguna moral, ni siquiera el comunismo: "¿Qué es el mono para el hombre? Una irrisión o una vergüenza dolorosa. Y justo eso es lo que el hombre debe ser para el Superhombre: una irrisión o una vergüenza dolorosa". El hombre superfluo, el hombre común – que Nietzsche llama con ironía "los demasiados" (die Viel-zu-Vielen– es una simple cuerda "entre el animal y el Superhombre". El "aristocrático pensamiento de fondo de la Naturaleza" es el que exige, para el mantenimiento de la verdadera vida y la auténtica cultura, la "victoria del mejor y el más fuerte". El Übermensch es la resultante, simple y natural, del "Rangordnung" (orden jerárquico) generado por la lucha por la existencia. El elitismo reaccionario y anti ilustrado es un elemento central, que ejerce como punto de gravedad y además permanente: podemos distinguir la diversas fases del pensamiento político nietzscheano siguiendo la evolución: 1) la etapa del genio, cómo generarlo, descubrirlo y cultivarlo; 2)la celebración de los Señores como "espíritus libres" y "buenos europeos"; 3) el Übermensch como celebración del superhombre y de su natural disposición a la jerarquía. Nietzsche aclara el concepto en su escrito autobiográfico "Ecce Homo": Superhombre es "Superespecie" (über-Art). Por supuesto es un término político al máximo. En su correspondencia privada Nietzsche no deja lugar a dudas de su contenido racial-biológico, apoyando su concepto en pseudocientíficos darwinistas como Spencer, Haeckel, Zöllner, Bagehot, Galton, Lombroso e incluso Gobineau (otro inspirador del fascismo europeo). Una curiosidad: en la traducción más conocida, la de Sánchez Pascual (que es muy minucioso y obsesivo), un término tan polémico como Übermensch ¡carece de nota aclaratoria!, mientras se reproducen citas sobre aspectos superfluos o cuestiones menores. El paroxismo del ridículo se lo lleva sin lugar a dudas el filósofo posmoderno Vattimo, uno de los traductores de Nietzsche al italiano, quién intenta exorcisar-forzar el término Übermensch e intenta traducirlo como ¡Ultrahombre! Finalmente una anécdota poco conocida que demuestra hasta qué punto el pensamiento del Nietzsche maduro se imbricaba con el nacionalsocialismo: A fines de 1940 llega a la municipalidad helvética del pequeño poblado de Sils-Maria una peculiar delegación oficial del Dritte Reich, el imperio milenario de Hitler que domina toda Europa. La misión diplomática, agobiada de portaplanos y cartapacios, es encabezada por negros uniformes de las SS y han viajado hasta ese rincón alejado de la neutral Suiza con la tarea de tramitar una empresa espectacular, magnífica y aria: erigir una estatua de mármol de Carrara (al estilo Miguel Ángel) del filósofo oficial del régimen, Friedrich Wilhem Nietzsche. El portento tendría una altura de siete metros, se construiría en la plaza central, delante del albergue alpino, la famosa casa Durisch, "mi perrera ideal" como le llamaba el filósofo, que era el lugar real donde había escrito, entre el 26 de junio y el 6 de julio de 1883 la segunda parte de "Zarathustra"". El "SS-Staat" en el cenit de su meteórica carrera hacia el derrumbe, señalaba un doble homenaje: por un lado, al autor, el "Führer" filósofo, cuyas frases adornaban, por orden de Himmler, las agencias y oficinas de las SS; por el otro a la obra en sí, pero en especial a la segunda parte, que destacaba la darwiniana "Wille zur Macht" y la aparición textual de los "Superhombres", los "Übermensch", como proyecto político-racial a fundar científicamente. En la base del pedestal de la magnánima estatua figuraría, en bruñido bronce, la frase del canto "De la superación de sí mismo", que sentenciaba: "Mandar es más difícil que obedecer". Como finalizó la guerra, el monumento jamás se construyó…
 

El eterno retorno, ¿es una especulación metafísica o responde a una idea que tiene una base en conocimientos físicos y matemáticos?

En realidad es uno de los conceptos menos elaborados por Nietzsche, que fue remarcado como central por Karl Löwith y Heidegger. Vattimo, volvemos a este interprete y traductor al italiano de Nietzsche, encuentra al concepto "enigmático". Sabemos porqué: el enigma es vaciarlo de todo nexo con el mundo histórico-social y, además, extirparlo de su raíz naturalista. Sólo es comprensible si se lo subsume a su Kritk reaccionaria a la visión unilineal del tiempo, al Principio Esperanza y a la revolución. Löwith había intuido algo cuando demostró que en éste concepto Nietzsche culminaba con un impasse, un falso paso, en la tentativa de reconstruir en la clausura de la modernidad, una concepción del tiempo (y del Ser) precristina, griego-arcaica. Heidegger, desde la visión völkische vecina al nacionalsocialismo lo ve más claro: el eterno retorno no tiene nada de metafísico, ni es una ética: es un "evento" en la historia del Ser. Pero volvamos a Nietzsche. La interminable degeneración, el Untergäng de Occidente, que incluye el fin de lo trágico y el ciclo revolucionario de ilotas, campesinos, esclavos negros y obreros socialistas, sólo puede ser eficazmente contrarrestado y anulado si se refuta para siempre la ideología  que lo re alimenta desde Sócrates. Una es la visión moral del mundo, que denigra el orden natural y la jerarquía del mundo, denigra y deslegitima la aristocracia natural; el otro elemento clave es la visión y el concepto del tiempo. Ya su maestro, el filósofo reaccionario Schopenhauer, había denunciado a los socialistas por su visón de "fe en el mundo" para ganar a las masas y llevarlas a la acción revolucionaria. Nietzsche sigue sus pasos: si la visión moral-revolucionaria del mundo viene contrastada mediante la tesis de la inocencia del devenir, la visión unilinear del tiempo puede ser refutada mediante la tesis del eterno retorno de lo idéntico.  La ideología socrático-hebrea-cristiana-socialista del devenir infinitamente nuevo es una contradicción, porque "presupone una fuerza creciente hacia el infinito". El concepto de "Eterno Retorno" (Nietzsche en realidad utiliza dos términos: ewige Wiederkunft y ewige Wiedekehr) tiene orígenes variados, desde las influencias de la ya olvidada Naturphilosophie, los materialistas vía el manual de Lange (en especial su capítulo sobre Lucrecio), la cosmología de Auguste Blanqui (¡sí, el revolucionario francés!) y el psicólogo reaccionario Gustave le Bon (que también inspiraría la psicología de las masas de Freud).  Nietzsche retiene cuatro argumentos basados en hipótesis científicas: 1) la constancia de la fuerza o energía del universo (conservación de la materia); 2) la finitud en el posible número de combinaciones de elementos de la naturaleza; 3) la infinitud del tiempo; 4) principio de selección.  Son, según los especialistas, tesis amateurs y populares de la biología, la química y la física de la época. La evolución del universo repite indefinidamente las mismas fases y recorre eternamente un círculo vicioso inmenso. La idea no era original de Nietzsche, por así decirlo "estaba" en el ambiente escolar de las ciencias naturales y en el neodarwinismo. Ya en "La Gaya Ciencia" Nietzsche no renuncia a darle una "consagración" científica a su hipótesis reaccionaria (en el aforismo 109) preguntándose que hay que protegerse de la idea que el mundo puede crear algo "nuevo". En una época de su vida Nietzsche se propone, en un plazo de diez años, consagrar su vida a estudiar ciencias naturales (en Viena o en París) para tratar de dar una base científica más amplia a su intuición. No tardó en renunciar a éste proyecto por diversas razones, una de las cuales era la imposibilidad, como el deseaba, de fundar su sistema en la teoría atómica (en esa época subdesarrollada). El eterno retorno, contra la interpretación de Deleuze, es la forma más extrema de nihilismo y la "coronación" de la hipótesis del Übermensch… Un esbozo del "eterno retorno" se encuentra en el aforismo 341 de la "Gaya Ciencia", pero realmente su nexo lógico se articula en el contexto de las enseñanzas del Übermensch, del superhombre. Si "Así habló Zarathustra" es el quinto evangelio (había sido escrita como una anti-Biblia), las Tablas de la Ley que enseña Nietzsche a la humanidad es la hipótesis del "Eterno Retorno", la gran idea de Zarathustra y que fue una gran conmoción personal para sí mismo. Durante un período estuvo poseído de un horror sagrado ante su descubrimiento atroz. Los filósofos académicos toman su tesis como un ejercicio de ensayo o un gorgojeo metafísico, cuando la conclusión ontológica es terrible: el mundo no significa nada, es obra de una ciega y jerárquica fatalidad, no hay evolución ni progreso y la humanidad no conduce a nada sino que prosigue indefinidamente recorriendo el mismo círculo (e intentando resolver el mismo problema: la voluntad de poder). Contra los nietzscheanos, Nietzsche era un filósofo de verdad, "vivía" sus teorías y él sabía que se necesitaba ser muy reaccionario, demasiado "inactual" para soportar el espanto y la inhumanidad de la tesis del "Eterno Retorno". Se trata de "olvidar" los Evangelios, humillar a los débiles e inferiores, fortificar y mantener a los fuertes y mejores, eliminar la piedad, el optimismo y la dignidad. Cuando Zarathustra envía a sus discípulos a decir la verdad, tienen miedo, y le confiesan: "podrá soportarla la muchedumbre?" Es, según él mismo declara, un "martillo", un instrumento de terrorismo moral, una verdad que dispersa los vanos sueños de la humanidad: "la doctrina del Eterno Retorno es un martillo en la mano de los hombres más potentes". Nietzsche cree que ha llegado el momento de hacer el ensayo con la verdad y "si la verdad debe destruir a la humanidad, pues, bien, ¡que así sea!" El "Eterno Retorno" tiene otro enemigo secundario, el antropocentrismo de la Modernidad, una herencia hebrea que desemboca en la Revolución Francesa, que coloca en el centro del cosmos a los seres más mediocres, débiles e inferiores.  Es curioso pero Nietzsche proyectó escribir un libro centrado en el concepto del "Eterno Retorno" cuyo título dice mucho hacia dónde apuntaba: "Un nuevo Iluminismo. El eterno retorno de lo idéntico". [Fin de la primera parte de la entrevista. Par ver la segunda, pulse aquí.]

Nicolás Alberto González Varela: nacido en Buenos Aires, Argentina. Estudió filosofía y psicología. Fue profesor de filosofía política en la Universidad de Buenos Aires. Ensayista en varias revistas y suplementos culturales: Babel, Crisis, diario Perfil. Fue editor, traductor y coordinador editorial. Actualmente reside en Sevilla. Salvador López Arnal (Barcelona, 1954) es profesor-tutor de Matemáticas de la UNED y profesor de informática de ciclos formativos. Colabora habitualmente en las páginas de El Viejo Topo, Rebelion, Espai Marx y Sin Permiso.

Fuente:
www.sinpermiso.info, 31 agosto 2008

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