Rescates para los ricos, macarrones, queso y salchichas para el resto

Michael Hudson

21/09/2008

 

El rescate de AIG, a fin de permitir que los comerciantes de derivados financieros y otros tahúres recojan los frutos de sus apuestas por computadora, es asunto de tal magnitud, que precisaré de otro artículo para describirlo. Ello es que, entretanto, las cosas han evolucionado de una forma tan maravillosamente apropiada –casi poética, como metáfora—, que no puede dejarse pasar sin comentario. La Dow Jones Company anunció el pasado 18 de septiembre que, a partir del próximo lunes, 22 de septiembre de 2008, la empresa de alimentaria Kraft Foods vendría a reemplazar a la debilitada A.I.G.en el índice Dow de promedio de valores industriales. Esta compañía produce productos industriales como Cheez'it, Cheez Whiz y las salchichas Oscar Meyer, pero es más conocida por los macarrones y queso rallado empaquetados que Sam Kraft introdujo en plena Depresión, en el año 1937,  y que llegaron a ser todo lo que podía conseguirse cuando, durante la II Guerra Mundial, estaban racionados la leche y otros productos cotidianos. Mucha gente se verá en la necesidad de aumentar su consumo de esos alimentos –junto a la hamburguesa Helper, de la misma compañía—, a medida que vaya recibiendo el impacto de la lluvia radioactiva  de esta semana de transición del capitalismo industrial al capitalismo de los fondos hedge.

No podía ser más adecuada la metáfora: no sólo la dieta de la era de la Depresión; también el hecho de que el "queso" Kraft sea una falsificación. Tan reales como las garantías con que los "seguros" de A.I.G. cubrían los impagados, Velveeta y otros "quesos" similares se fabrican con concentrado de proteína de leche (MPC, por sus siglas en inglés). De acuerdo con la definición del Agribusiness Examiner, el MPC es "una mezcla de ingredientes de vaquería secos que contiene entre un 42% y un 90% de caseína (proteína pura de vaquería) y se produce mediante un ultrafiltrado de leche desnatada que retiene cualquier cosa que tenga el tamaño de una proteína, o mayor (bacteria, célula somática), para luego secarlo y formar un polvo". "Aunque no se fabrican en los EEUU, los MPC se añaden a las tinas de queso para lograr un producto final más barato, con el consiguiente 'ahorros' para el productor".

Los productos resultantes no se consideranm leche por parte de la agencia federal de alimentos y fármacos (FDA, por sus siglas en inglés). Y eso obliga a Kraft a llamar "Cheez" (y no Cheese, queso) a muchos de sus productos, obligada por las leyes de "veracidad en el etiquetado". La intención es inequívoca: muchos de los niños a los que se dirige la publicidad de Kraft pensarán que se trata de un diminutivo gracioso empleado por la compañía, confundiendo así la química con gusto de queso que vende la compañía con auténtico queso de granja. Así como buena parte de los productos de Kraft están pensados para el consumo infantil, así también tres cuartas partes de los seguros de A.I.G. que garantizaban derivados financieros por billones de dólares de comercio realizado con computadora estaban destinados a las crédulas instituciones financieras europeas.

Confirmando el viejo apotegma de Thomas Gresham, según el cual "la moneda mala desplaza a la buena", Kraft ha terminado por hacerse con no menos del 57% del mercado estadounidense de "queso". Y lo que, en la esfera del capital financiero, ha logrado el comercio computerizado de derivados asegurado por A.I.G. es detraer las inversiones de fondos de ahorros y de crédito bancario de la inversión tangible para desviarla hacia algo apenas expresable en palabras, y que no es ni capital tangible, ni siquiera capital financiero, sino apuestas y straddles u opciones de estrategia bursátil sobre operaciones de compraventa cruzada de valores.

Kraft también fabrica productos cárnicos empaquetados Oscar Mayer, sobre todo fráncfurts y otras salchichas, un modelo emulado en las inversiones del sector bancario con su empaquetamiento de hipotecas (las tóxicas ODCs, u obligaciones de deuda colateralizada), que es el equivalente financiero de los aditivos y agregados no nutritivos. La gente que conoce los ingredientes de las salchichas o de las ODCs raramente las compra. Pero se ha ganado muchísimo dinero con ellas. Y ahora el gobierno de los EEUU las bendice. No hay un plan de asistencia sanitaria pública para los norteamericanos que se ven reducidos a la dieta del Kraft Cheez, pero ahora hay un plan de asistencia sanitaria financiera pública para los mercachifles que se han atragantado comerciando con derivados financieros por valor 450 mil millones de dólares impagables y supuestamente asegurados por A.I.G.

Moraleja: salud y rescate para los ricos, y los demás, a consumir queso, macarrones y salchichas.

Michael Hudson es ex economista de Wall Street especializado en balanza de pagos y bienes inmobiliarios en el Chase Manhattan Bank (ahora JPMorgan Chase & Co.), Arthur Anderson y después en el Hudson Institute. En 1990 colaboró en el establecimiento del primer fondo soberano de deuda del mundo para Scudder Stevens & Clark. El Dr. Hudson fue asesor económico en jefe de Dennis Kucinich en la reciente campaña primaria presidencial demócrata y ha asesorado a los gobiernos de los EEUU, Canadá, México y Letonia, así como al Instituto de Naciones Unidas para la Formación y la Investigación. Distinguido profesor investigador en la Universidad de Missouri de la ciudad de Kansas, es autor de numerosos libros, entre ellos Super Imperialism: The Economic Strategy of American Empire.

Traducción para www.sinpermiso.info: Ricardo Timón

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Fuente:
Counterpunch, 17 septiembre 2008

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