Informe sobre la conspiración socialista internacional contra el capitalismo

Barbara Ehrenreich

26/10/2008

 

Seguramente usted ya ha se ha enterado del asalto socialista inminente a los EEUU;  si piensa que se trata de una revelación inverosímil, pregúntese lo siguiente: ¿a cuántos socialistas conoce que hayan perdido millones en el reciente derrumbe financiero? A ninguno, ya me lo imaginaba yo. Pero eso no se debe sólo a que usted no conozca a ningún socialista. Porque lo cierto es que nosotros –la Conspiración Socialista Internacional— no sólo vimos venir la catástrofe, sino que somos los únicos causantes de la misma.

El plan tomó forma durante una sesión de intensa crítica y autocrítica de nuestra convención anual en 2000, en una larga mesa  en el restaurante Akron IHOP. Nos percatamos de que ya no conseguíamos reclutar más miembros por año que el  Green Bay Packers (un equipo de fútbol), y de que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, había más norteamericanos seducidos o abducidos por los OVNIS que por las promesas históricas del socialismo. Decidimos suspender nuestro trabajo habitual, consistente en plantarnos en las esquinas y susurrar a los oídos de los transeúntes: "Hey, ¿no le gustaría vivir en un paraíso de los trabajadores?" En lugar de construir el socialismo, los trabajadores nos concentraríamos en destruir el capitalismo, fondo de inversión tras fondo de inversión.

Primero, seleccionamos a un grupo de punks malhumorados en las calles de Seattle, les quitamos sus camisetas del Che, los vestimos con camisas de Armani y zapatos ingleses de cordones y los iniciamos en los conceptos de derivados e hilos dentales. Luego, los enviamos a Wall Street con instrucciones bien precisas: ganen todo el dinero que puedan, lo más rápido que puedan; ni bien el dinero comience a fluir a raudales, envíenlo fuera para obtener más dinero, cualesquiera fueren los medios poco fiables que tengan a mano: hipotecas subprime, contratos de canje, esquemas piramidales; todo vale. Y también: gasten las ganancias obtenidas en las cosas más extravagantes imaginables: 10.000 dólares en martinis, fuentes de champagne, tanto como sea necesario para avivar la llama del resentimiento de clase.

Estos valerosos compañeros lo hicieron mucho mejor de lo que imaginamos; se adaptaron rápidamente a una vida de excesos y codicia, interrumpida únicamente por los partidos de squash en el Century Club. Pero no habríamos sido capaces de asestar un daño tan masivo al capitalismo, si no hubiéramos colocado a agentes espabilados en puestos altos en el gobierno y en varias agencias casi-gubernamentales. Cuando todo hubiera terminado, el otrora Senador Phil Gramm y actual asesor económico de McCain, por ejemplo, recibiría el premio al héroe del socialismo, por su valiente lucha contra la regulación financiera. Es el único nombre que puedo citar por el momento, pero les diré esto: si por casualidad, durante los últimos años, alguno de ustedes se paseó por alguna zona de juego al aire libre en los barrios residenciales del distrito de Washington y dio con un hombre mayor e impecablemente vestido merodeando por allí, era cierto presidente de la Reserva Federal esperando las instrucciones semanales del Comité Central. 

Las cosas iban de perlas hasta hace aproximadamente una semana, cuando, de repente, los capitalistas reaccionaron con un contragolpe. Pensábamos que la nacionalización de los bancos pondría de rodillas al capitalismo, pero, lejos de eso, los capitalistas, astutísimos, se sirvieron de ella para privatizar al gobierno. Goldman Sachs -antiguo hogar de Henry Paulson- tomó la delantera, y colocó a sus agentes por doquier en el antiguo sector público, el cual se ha hecho acreedor del mote "Gobierno Sachs." Entre los antiguos operarios de Goldman Sachs que ahora corretean por el país –además de Paulson—, se encuentra el jefe de personal del grupo, el actual presidente de la Reserva Federal en Nueva York, ahora encargado de controlar la aseguradora A.I.G., así como un joven prodigio de 35 años, designado para supervisar el programa de rescate financiero.

Según el New York Times, "los partidarios de Goldman"  repiten que no hay "conspiración" ni helicóptero negro alguno a la vista; sólo un grupo de banqueros de inversión con sentido de lo público, dispuestos a sacrificar sus habituales remuneraciones de ocho cifras por el bien de la nación. Pero nosotros, socialistas, reconocemos una conspiración con solo verla, y algunos en nuestras filas se quejan amargamente de que, no bien comenzado el colapso del capitalismo, los banqueros se hicieran con los botes salvavidas dispuestos para rescatar a los despedidos, para evitar ejecuciones hipotecarias y, en general, para salvar a las masas explotadas

Bueno, a los socialistas todavía nos queda las elecciones. Luego de meses de estudiar los planes económicos de los candidatos, hemos decidido que podemos contar con uno de ellos, y sólo con uno, para lograr la destrucción completa del capitalismo. Con grandes esperanzas  y una enorme confianza, ¡la Conspiración Socialista Internacional apoya a John McCain!

Barbara Ehrenreich es una periodista norteamericana que goza de gran reputación como investigadora de las clases sociales en EEUU. Esta actividad investigadora le ha ocupado toda su vida desde que se infiltró disfrazada de sí misma en la clase obrera que recibe salarios de miseria en su ya clásico Nickel and Dimed [Por cuatro chavos], un informe exhaustivo de las enormes dificultades por las que pasan muchos estadounidenses que tienen que trabajar muy duro para salir adelante. Luego, años más tarde, repitió la operación centrándose en la clase media, pero esta vez, para su sorpresa, no acabó trabajando de incógnito entre trabajadores, sino que básicamente tuvo que tratar con desempleados sumidos en la desesperación de haberse visto apeados del mundo empresarial. El resultado de esta reciente incursión es otro libro, más reciente, Bait and Switch. The (Futile) Pursuit of the American Dream. [Gato por liebre. La (fútil) búsqueda del sueño americano]. Actualmente dedica mucho tiempo a viajar por todo el país con el propósito de contar sus experiencias a distintos públicos que comparten sus mismas vivencias. Escribe a menudo en su blog (http://Ehrenreich.blogs.com/barbaras_blog/), está muy implicada en poner en marcha una nueva organización dedicada a articular a los desempleados de clase media.

Traducción para www.sinpermiso.info: María Julia Bertomeu

Fuente:
The Nation, 22 octubre 2008

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