¿Tocó techo el capitalismo?

John Bellamy Foster

02/11/2008

 

Hace seis meses, los EEUU se adentraban ya en una crisis financiera profunda, cuyas raíces fueron convincentemente exploradas entonces por John Bellamy Foster en el número de Abril de la veterana revista marxista norteamericana Monthly Review en un inteligente y penetrante ensayo (`The Financialization of Capital and the Crisis' (Monthly Review, April 2008) que, visto ahora, resulta además asombrosamente premonitorio. Reproducimos a continuación una pequeña reflexión sobre el momento actual escrita por Bellamy el pasado 28 de octubre.

Hace seis meses, los EEUU transitaban ya una crisis financiera profunda. Sin embargo, ahora las condiciones son mucho peores en magnitud, y afectan al mundo entero.

Es claro que estamos en medio de una de las mayores crisis en la historia del capitalismo. Lo que está pasando, más que un mero pánico financiero, es la mayor devaluación de capital, con dimensiones que todavía son indeterminadas. Marx explicó ya que, inexorablemente, el capital se sobredimensionaba en un boom, y que en la crisis resultante una parte del capital se desvalorizaba, permitiendo que el resto volviera al circuito de la rentabilidad y al proceso de acumulación y expansión.

Sin embargo, hasta cierto punto estamos ahora  en terra incognita: se trata de una fase del capital monopolista financiero que en muchos aspectos no tiene precedentes. Incluso en la época de la Gran Depresión de 1930, Keynes explicó que, después de una crisis, el capitalismo moderno debía volver a ser rentable, sin volver al pleno empleo, sin utilización  de toda la capacidad existente, y sin un crecimiento fuerte. Nuestra experiencia en la segunda mitad del siglo pasado ha demostrado que el capitalismo, en su centro, sólo es capaz de evitar el estancamiento mediante grandes gastos militares y, cuando esos gastos fueran probadamente insuficientes, mediante una enorme inflación de valores de los activos y de especulación, esto es, mediante la “financiarización”. Este crecimiento, multiplicado por la psicología del boom en la subida (“el efecto riqueza”), tiene un efecto multiplicador también de la contracción cuando se produce la caída. Tal factor ayuda a explicar por qué la crisis económica en la economía real es tan grave en el presente, y por qué no hay posibilidad de una recuperación inmediata del proceso de crecimiento.

Mucha gente tomó por vez primera consciencia de la seriedad de la crisis cuando, el pasado18 de septiembre de 2008, el Secretario del Tesoro de los EEUU, Henry Paulson, informó al Congreso de que en unos días el sector financiero estadounidense se fundiría completamente, y de que se necesitaba un rescate urgente de 700 mil millones de dólares para los bancos. Desde ese momento (desde antes, en realidad) fueron inyectándose enormes sumas  de dólares públicos en la estructura financiera (todo contado, solamente las pérdidas financieras del gobierno de los EEUU en la crisis han rebasado los 5 billones de dólares en el momento de escribir estas líneas), incluyendo una inyección directa de capital a los principales bancos, así como nacionalizaciones parciales. [1] Sin embargo, apenas hay signos de que la crisis amaine. La insolvencia se está propagando por toda la economía, de los consumidores hasta los bancos, de éstos a las empresas no financieras, y de éstas, de nuevo al consumidor, cerrando un círculo vicioso. El hecho de que en las décadas recientes la economía haya sido impulsada mayormente por la financiarización contribuye a agravar mucho el problema.

Ahora está afectada la economía del mundo entero. Ya se ha fundido una economía de la órbita europea –Islandia—, que precisó de un rescate externo; algunos consideran a Islandia “un canario en la mina de carbón” [según un antiguo uso de los mineros para su propia seguridad: mientras el canario cantara, los mineros sabían que había oxígeno suficiente en la mina; T.]. Durante esta última era neoliberal, los EEUU y sus aliados europeos impusieron al mundo entero un modelo de libre circulación del capital allende las fronteras. El resultado, hoy, es la libre circulación de la catástrofe. Las economías “emergentes” sólo podrán evitar ser las víctimas más afectadas de la debacle, imponiendo dos cosas: 1) controles de capital y de la cúpula financiera; y 2) una cooperación sur-sur independiente del mercado.

En estas terribles circunstancias económicas, por supuesto, debemos ser cautos para no caer en un esquema mental exagerado. Es importante recordar que un desplome del capitalismo como tal no ocurrirá sólo por causas económicas. Con tiempo bastante para que el capitalismo pueda manejar las cosas en sus propios términos, está fuera de duda que el sistema se recobrará, aun cuando podrían necesitarse muchos años para una recuperación completa, si ella fuera posible.

El verdadero asunto histórico que nos plantea esta crisis es éste: en qué medida está dispuesta la población mundial limitarse a esperar a que la crisis se resuelva en términos capitalistas, de modo que todo el proceso irracional de explotación, de burbuja y estallido de la burbuja y vuelta a empezar, se ponga nuevamente en marcha; y en qué medida, al contrario, está determinada a decir “¡basta!” y a implicarse activamente en el proceso. Lo que más temen los poderes existentes  es, precisamente, esa posible determinación de los de abajo a implicarse políticamente. Desde su olímpica posición en la cúspide del sistema, saben, acaso mejor que nadie, que se dan ahora todas las condiciones para un posible renacimiento del socialismo a escala global. Como fuerza de progreso, el capitalismo tocó techo, y su famosa “destrucción creativa” ha trocado ya en una creatividad a tal punto destructiva, que pone en serio peligro a la población mundial y al propio planeta. Porque lo cierto es que para la población mundial y para la tierra, tomadas de consuno, no hay hoy otra alternativa real que la ofrecida por el socialismo.

NOTA: [1]  "Government's Leap into Banking Has Its Perils," New York Times, October 18, 2008.

John Bellamy Foster es el editor de la Monthly Review.

Traducción para www.sinpermiso.info: María Julia Bertomeu

Fuente:
Monthly Review, 28 octubre 2008

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