La brecha liberadora de aquel 20 de septiembre

Luciano Canfora

27/09/2009

El 20 de septiembre de 1870, las tropas italianas –piamontesas, al mando del general Cadorna— bombardearon la muralla de Roma hasta abrir una brecha por la que penetraron en la ciudad,  lo que puso fin a los Estados pontificios, cuyo último papa rey fue Pío Nono, culminando así el proceso de unificación nacional italiana. Doce días después, por referéndum (cuarenta mil votos a favor, cuarenta y seis en contra) se decidió que Roma sería la capital de Italia, y no de los papas. En provincias papales, 133 mil votos contra mil quinientos apoyaron la abolición del poder temporal del papa y la unidad de Italia. Pio IX protestó enérgicamente con su célebre non possumus, y en la encíclica Ubi, excomulgó a los “expoliadores de Roma”. El historiador Luciano Canfora, miembro del Consejo Editorial de SinPermiso, conmemoró el pasado 20 de septiembre ese hecho. “Las personas inteligentes saben que el final del poder temporal de los papas fue, históricamente, de gran utilidad para el propio catolicismo. “

El 20 de septiembre es una fiesta compleja pero significativa. Para comprenderla un poco mejor debemos partir de dos voces laicas que parecerían opuestas. Por un lado Carducci, que se mofa de la falta de valor con la que el gobierno del Reino de Italia decidió aprovechar el desastre francés de Sedán para liberar por fin Roma de la monarquía absoluta papista. Es célebre su sarcástica invitación a las ocas del Campidoglio para que no hicieran  mucho ruido. Por otro lado está la propuesta del comunista librepensador Concetto Marchesi, que en 1949, en medio de la atmósfera urdida por Pío Xll, ex cardenal Pacelli, exigió y obtuvo en el Parlamento la restauración de la fiesta del 20 de septiembre, desaparecida tras el concordato de 1929. No olvidemos que el mismo Marchesi, desobedeciendo la disciplina de partido, había votado en la constituyente contra el artículo 7.

Ambos tenían razón en un determinado sentido. El reino de Italia no había brillado precisamente por su política en lo referente a la imprescindible opción de liberar Roma de un gobierno cuyo tiránico anacronismo está simbolizado, por así decirlo, en la pena de muerte ejecutada contra Monti y Togneti. Marchesi hizo bien al llevar hasta el final aquella valerosa reivindicación que eliminaba una de las continuidades postfascistas del fascismo 

Las personas inteligentes saben que el final del poder temporal de los papas fue, históricamente, de gran utilidad para el propio catolicismo. No hubiéramos contado, frente a y como antítesis del fascismo clerical, tan valorado por Mussolini, con la desafección de un fuerte catolicismo  antifascista, cuyas opciones –ante la actual alternativa entre derecha hiperliberal e izquierda socialdemócrata— serán decisivas para nuestro país 
 
Luciano Canfora, miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, es un historiador marxista italiano y el más importante clasicista europeo vivo.

Traducción para www.sinpermiso.info:  Joaquín Miras

Fuente:
Il Manifesto, 20 septiembre 2009

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