Afganistán: la Guerra de Ahmed Rashid, el escriba de Karzai

Tariq Alí

11/10/2009

Luego de desayunar, leo el blog, a menudo revelador, de Gideon Rachman en la página web del Financial Times. Hoy había algunas noticias muy buenas. Ahmed Rashid, un asesor de primera fila de los halcones norteamericanos en Afganistán, está deprimido. Deconstruir a Rachman puede resultar útil en esta ocasión para los lectores de CounterPunch:

"Jon Snow, de Channel 4 News, me permitió colarme en un desayuno suyo con Ahmed Rashid. En teoría, Ahmed es sólo un periodista como nosotros. Pero sus opiniones sobre Afganistán y Pakistán están ahora tan solicitadas, que realmente se ha convertido en un personaje activo. Parece que todo el mundo le consulta (quiero decir: todo el mundo)."

Esto último es una ligera exageración. El grueso de las gentes que consultan a Rashid, aparte de Robert Silvers en la New York Review of Books, son políticos en cargos de decisión que están a favor de una continuada ocupación de Afganistán. Rashid les proporciona una variedad de argumentos espurios para mandar más tropas y erradicar a los pashtuns que se oponen a la ocupación. Dentro de Afganistán, el principal apoyo y amigo de Rashid es Hamid Karzai, que ha logrado enemistarse hasta con los más dóciles liberales norteamericanos, como Peter Galbraith, a quien echaron hace poco de su puesto de mandamás de Naciones Unidas en Kabul porque se atrevió a sugerir que Karzai podría haber amañando las elecciones. El Rashid periodista no malgasta su tiempo con gente que sugiere que Karzai es un bandido corrupto cuya familia es ahora la más rica del país, o que manipula a la opinión pública norteamericana con la ayuda de empresas de relaciones públicas, amigos en Washington y, ni que decir tiene, el propio Ahmed Rashid.

Volvamos al blog de Rachman:

"Así que resultaba sorprendente encontrar a Ahmed en un estado de ánimo claramente depresivo. La última vez que le había visto fue en el pasado mes de abril, en la cumbre de la OTAN en Estrasburgo, y entonces parecía de mejor ánimo. Estaba impresionado por la decisión de la administración Obama de enviar más tropas a Afganistán, y celebraba la aparente disposición de los militares pakistaníes a enfrentarse con los talibanes en el valle de Swat. Pero ahora se muestra seriamente preocupado con la posibilidad de que los norteamericanos caigan en el desánimo y se retiren, y aun de que el propio Pakistán resulte desestabilizado por el resurgimiento de los talibanes afganos."

A mí llena de estupefacción el que periodistas inteligentes como Snow y Rachman no se cuestionen siquiera la validez de la descripción que hace Rashid de los verdaderos problemas a los que se enfrenta Pakistán, por no hablar de la recomendación de seguir matando gente como única solución. Rashid está comprometido con el actual régimen corrupto dirigido por Aisf Zardari, quien, de consuno con sus amiguetes y sus acólitos, se limita a poner por obra los deseos de la embajada estadounidense en Islamabad, sin cuestionar ninguna de las instrucciones recibidas.

La Virreina de los EEUU en Pakistán, Anne Patterson (destino anterior: Colombia), puede ser encantadoramente franca. A comienzos de este año, dio algunos consejos para el medio plazo a un jefe de los servicios europeos de inteligencia que la visitaba. Mientras que Musharraf habría sido poco de fiar, diciendo una cosa en Washington y haciendo lo opuesto de regeso a casa, Zardari era perfecto: "Hace todo lo que le pedimos".

Lo inquietante aquí, más que el candor de Patterson, es su total falta juicio. Puede que Zardari sea una dócil hechura de Washington, pero el intenso odio que se le tiene en Pakistán no se reduce al que le profesan sus contrincantes políticos. Se le desprecia sobre todo por su venalidad. Ha proseguido los negocios que dejó armados cuando fue ministro de inversión en el segundo gobierno de su mujer. A las pocas semanas de ocupar la residencia presidencial, sus validos estaban ya llamando a la puerta de los principales hombres de negocios del país para exigir una parte de sus beneficios.

Tenemos el caso del Sr. X, que posee uno de los bancos más importantes del país. Recibió una llamda. Aparentemente, el presidente quería saber por qué su banco había despedido a un miembro del PPP [Partido Pakistaní del Progreso, el partido gobernante] poco después de la caída de Benazir Bhutto a fines de la década de los 90. X dijo que lo averiguaría y se lo haría saber. Resultó que el administrativo despedido había sido pillado, literalmente, con las manos en la caja. Se informó a la residencia presidencial. La explicación fue considerada irrecibible. Se le dijo al banquero que el administrativo en cuestión había sido una víctima política. Había que readmitirle, reintegrándole todo el salario de los últimos 18 años, con intereses. El PPP también tendría que ser compensado, y esperaban un cheque (por un monto bien especificado) más pronto que tarde. Cuando el presidente dirige, sus secuaces le siguen. Varios miembros del gabinete y sus respectivas progenies andan muy ocupados muñendo a hombres de negocios y a compañías extranjeras.

"Si ellos pueden hacerlo, nosotros también": una opinión muy extendida en Karachi, la ciudad más grande del país. Atracos, robos, asesinatos, muchos de ellos parte de negocios sucios vinculados a políticos, la han convertido en la Nápoles del Este. El completo fracaso de la venal elite pakistaní en punto a tender una red de seguridad social para sus ciudadanos facilita la labor de los extremistas religiosos que, siendo aún una minúscula minoría, ganan cada día base social a causa de la guerra en el vecino Afganistán. Rachman escribe:

"Personalmente, me he ido desanimando y me pregunto si Occidente no debería retirarse de una batalla perdida en Afganistán. Pero Rashid pinta un cuadro que pone los pelos de punta de lo que podría ocurrir si los EEUU se largaran. Prevé una nueva guerra civil en Afganistán, con los talibanes afganos sostenidos por el ejército pakistaní librando una batalla contra Karzai y la Alianza Norte, sostenida por Irán. Otro paso atrás, y los chinos tomarían posiciones en la esquina afgano-pakistaní de los talibanes, mientras que la India sostendría a la otra parte. Entretanto, los pakistaníes sufrirían el culatazo de los Talibanes, causado por la misma guerra afgana que estarían sosteniendo. No sueno muy bien. Pero ¿cuánto tiempo podrá aguantar la OTAN en el cuadrilátero?"

Me alegro de que Rachman se haya desanimado. No es el único. El cuadro pintado por Rashid es deliberadamente alarmista y fundado, por mucho, en fantasías; implicar a China en el asunto pintar con brocha gorda, pero el brochazo está pensado para levantar las alarmas de los revanchistas del Pentágono. Rashid está necesitado de ayuda. ¿Cómo podría Occidente curar la depresión del pobre Ahmed? Se recuperaría inmediatamente si los EEUU se quedaran permanentemente en Afganistán e invadieran también Pakistán, pero eso exigiría medio millón más de soldados estadounidenses y la muerte de un millón o más de afganos y pakistaníes. Es un oneroso precio a pagar para que Rashid se siente mejor. Una vía más fácil pasaría porque Zardari le ofreciera un gran cargo, y si no, que psara a Naciones Unidas, ahora que el puesto de Galbraith está vacante. Recuerdo a Rashid en los viejos tiempos, cuando era radicalmente escéptico luego de asistir a una conferencia en la Unión Soviética en 1985: yo le dije que Gorbachov iba a retirar todas las tropas rusas en pocos años. También eso lo encontraba entonces difícil de creer, y –no ofrece duda— estaba igualmente deprimido.

Algunos de nosotros venimos sosteniendo desde hace muchos años que más tropas y más muertes en Afganistán son totalmente contraproducentes. Una estrategia de salida que implicara a Rusia y a China, así como a Pakistán y a una gran coalición nacional en Afganistán es la única solución a medio plazo. Washington ha venido negociando en privado con la resistencia pashtun, y los neotalibanes le han dejado claro que sólo después de una retirada de la OTAN empezarían ellos a colaborar con otros grupos para participar en un gobierno nacional.  

Entretanto, la guerra sigue su curso, y los soldados afganos y de la OTAN siguen muriendo. Todo lo que se puede ofrecer es el consejo de Kipling a los soldados británicos (Winston Churchill, entre ellos) que combatían a los pashtun a finales del siglo XIX:

Cuando estés herido, abandonado en las llanuras afganas / Y vengan las mujeres a quitarte lo que aún guardas / Toma tu rifle, y vuélate los sesos / Y entrégate a tu Dios como un soldado.

Tariq Ali es miembro del consejo editorial de SIN PERMISO. Su último libro publicado es The Duel: Pakistan on the Flight Path of American Power[hay traducción castellana en Alianza Editorial, Madrid,2008: Pakistán en el punto de mira de Estados Unidos: el duelo].

Fuente:
CounterPunch, 11 octubre 2009
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