Los kurdos inexistentes

Allande Sokarros

11/04/2010

A los dos millones de kurdos que viven bajo dominio sirio no se les reconoce ni una brizna de identidad como pueblo. Además de prohibírseles la lengua y la cultura, a cerca de 350.000 de ellos ni siquiera se les considera ciudadanos sirios. 

Al tener noticia de la situación de represión y acoso continuados que sufren los kurdos, son los que viven bajo dominio de Turquía los mayormente citados. Y es que la mayoría de paisanos de este pueblo olvidado y marginado por la historia moldeada por las grandes potencias está atrapada precisamente en las fronteras de ese estado ─entre doce y veinte millones─. En cambio, al hablar de los kurdos que viven mejor, suele citarse a los que viven en las fronteras del estado iraquí, entre cinco y siete millones. La autonomía de que gozan los kurdos de Iraq, empero, es una compensación pequeña por los terribles sufrimientos infligidos durante el brutal mandato de Saddam Hussein. 

Sin embargo, muy pocas veces se cita la grave situación que padecen los kurdos bajo dominio iraní ─entre seis y nueve millones─ o la total represión sobre los que están en el territorio kurdo de que se apropió Siria. Total, sí, porque a los más de dos millones de kurdos que viven entre el norte y el noroeste de Siria, Damasco ni siquiera les reconoce la existencia. En Siria impera la ideología de Hussein, el panarabismo, esto es, el reconocimiento de identidades nacionales sólo en las naciones de mayoría árabe y la negación del resto. 

El pasado mes de marzo se ha tenido noticia de la grave situación de los kurdos de Siria. En efecto, cuando unas 5000 personas querían celebrar el newroz ─el año nuevo de los kurdos─ en la ciudad de Rakka, las fuerzas de seguridad sirias actuaron con gran brutalidad. Milicianos del partido Baaz y policías dispararon a los concentrados, creyendo que había banderas kurdas y que los reunidos cantaban en kurdo. Según medios de comunicación kurdos, murieron tres personas ─las agencias internacionales han hablado de un solo muerto─ y unos cuarenta sufrieron heridas. Por si estas atrocidades no fueran suficientes, no dejaron a los familiares de los muertos celebrar funerales dignos. Los heridos a los que llevaron al hospital, por su parte, estuvieron bajo vigilancia policial mientras estaban hospitalizados y, después, los detuvieron. 

Las violencias de Rakka han tenido un eco limitado en los medios de comunicación internacionales, pero a menudo la represión que sufren los kurdos de Siria permanece bajo el mayor de los silencios. La policía política siria detuvo a dos responsables de cada partido u organización kurdo. Asimismo, durante los últimos días de diciembre del pasado año, fueron detenidos cuatro responsables del grupo político kurdo Jakiti y aún siguen incomunicados. Los partidos políticos kurdos, lo mismo que las asociaciones culturales o de defensa de los derechos humanos, obviamente, están prohibidos en Siria. 

El cinturón  árabe 

Los más de dos millones de kurdos atrapados en las fronteras del estado sirio forman el 10% de la población. En lo tocante a la continuidad territorial del Kurdistán histórico, la región limítrofe con Turquía e Iraq sumaba la mayoría de la población. Sumaba, porque desde que el dictadura del Baaz pusiera en marcha en 1963 la política de arabización de esa zona fronteriza, los habitantes de 300 pueblos de mayoría kurda fueron trasladados por la fuerza a cientos de kilómetros de la frontera. En lugar de los 120.000 kurdos deportados, la autoridad Baaz hizo llegar a árabes de otras regiones. Damasco llamó a ese proceso cinturón árabe, evidenciando con ello que quería impedir la posibilidad de relaciones entre kurdos separados en muchos estados. 

Además e dispersar a los kurdos, las autoridades políticas sirias arabizaron los topónimos kurdos. Por si la expulsión de sus hogares no hubiera bastado, a los kurdos les han prohibido utilizar su lengua en el ámbito público, así como perpetuar y expresar su cultura. Así, en Siria no se puede poner ni utilizar nombres kurdos en ningún momento ni lugar en los ámbitos social y económico. El acoso se extiende también al ámbito privado, ya que está prohibido poner nombres kurdos a los niños. En el ámbito educativo, no se puede formar escuelas kurdas. 

No ciudadanía siria 

Damasco ha llevado la negación de los kurdos hasta el último rincón entre los deportados de la zona fronteriza, a quienes despojó de la propia ciudadanía siria en 1962, con motivo de la elaboración del censo. Los descendientes de 120.000 personas que no querían ni como ciudadanos sirios sufren desde entonces una situación insoportable. Según la ley, como no existen, a cerca de unas 350.000 personas les niegan los derechos fundamentales ─educación, trabajo, sanidad─. Viven fuera de la ley en todos esos ámbitos. Tampoco se pueden ir de Siria, o volver a ella, ya que están sin papeles. 

Allande Sokarros escribe habitualmente en la revista Berria

Fuente:
Berria, 2 abril 2010

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