Noriega, un preso incómodo

Olmedo Beluche

02/05/2010


La sorpresiva, y casi secreta, deportación del general Manuel A. Noriega a Francia, ordenada por la secretaria de Estado, Hillary Clinton, pone en evidencia que nada de lo actuado a este respecto por los diversos gobiernos norteamericanos tiene que ver con "justicia", y sí con las arbitrariedades de un estado imperial que actúa por encima del derecho internacional, si es que este concepto existe. 

 Ni su actual deportación, ni su captura en 1990, ni su posterior juicio en Florida, conlleva un ápice de debido proceso, ni deseo establecer la verdad sobre los delitos que se le imputan, ni mucho menos "justicia", ni para él, ni para quienes se declaran sus víctimas en Panamá.

 En el esquema simplista de la política exterior norteamericana, Noriega fue un "chico bueno" mientras fungió como oficial de la Guardia Nacional para reprimir movimientos subversivos o dirigentes políticos y sociales. Recibió todo el apoyo militar y financiero a mediados de los años 80, para imponer mediante el fraude a un "Chicago boy", como Ardito Barleta, y mientras desarrollaba las Fuerzas de Defensa en el esquema "contrainsurgente" que debía enfrentar el proceso revolucionario centroamericano.

 Pero Noriega se convirtió en "chico malo", a partir de 1987, gracias al efecto combinado de la movilización popular contra el régimen militar y las medidas económicas neoliberales, y un escalamiento del conflicto centroamericano, en el que la fuerza pública panameña dejó de ser confiable para Estados Unidos. Luego de fracasadas las elecciones de mayo de 1989, Noriega se convirtió en la excusa perfecta para invadir Panamá e imponer un régimen dócil a los intereses norteamericano y su esquema neoliberal.

 Que Noriega era una excusa para invadirnos, se demostró el 3 de Octubre del 89, durante el golpe de Giroldi, quien lo ofreció esposado a las tropas yanquis, que ese día no lo quisieron pues ya planeaban la invasión con su legado de muertos y destrucción. Consumada la invasión, el "MAN",  se refugió en la Nunciatura. Con la complicidad del embajador del Vaticano y un despiadado cerco  a la sede diplomática lo ablandaron sicológicamente y lo forzaron a entregarse. Luego vino el juicio manipulado en Miami, con testigos comprados, sus veinte años de condena y ahora esta deportación.

 En todos estos años no hubo justicia verdadera, no sólo para él, sino mucho menos para las víctimas panameñas de las diversas represiones dirigidas por el ex jefe de inteligencia del G-2 de la Guardia Nacional. Así como la invasión no trajo un régimen realmente democrático para Panamá, tampoco trajo justicia a las víctimas del régimen militar que tienen algo que reclamarle a Noriega. El imperialismo yanqui nos escamoteó ambas, justicia y democracia.

 En el caso Noriega, Estados Unidos ha actuado con la complicidad de la élite oligárquica panameña y sus partidos políticos, tanto del actual oficialismo, como del propio PRD, que él ayudara a fundar junto con Omar Torrijos. Ni el gobierno de Martín Torrijos, ni mucho menos el de Martinelli, dieron ningún paso serio para exigir su extradición a Panamá, cuando desde hace dos años ya había cumplido su "condena".

 Noriega es un preso incómodo para la oligarquía panameña, no porque pueda liderar un movimiento político capaz de disputarles el poder, aunque quién sabe, dado el descrédito creciente de nuestro sistema político, sino porque no pueden mirar a la cara y acusar al hombre bajo cuyo régimen ellos se enriquecieron a manos llenas. Le deben muchos favores, los que ahora se hacen pasar por "demócratas" y "civilistas".

 Desde la óptica del Partido Alternativa Popular (PAP) la única salida digna, soberana, decente, justa que cabe, es que el gobierno panameño exija su pronta extradición a Panamá, de donde no debió salir, y aquí encarar los diversos procesos judiciales. Repudiamos la actitud de los voceros del gobierno panameño, diciendo que la deportación a Francia es una decisión soberana de Estados Unidos. La soberanía que ha sido mancillada, una vez más, es la panameña. 

Olmedo Beluche es un militante del Partido Alternativa Popular

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Fuente:
www.sinpermiso.info, 2 mayo 2010
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