El tripartito alemán

Rafael Poch

17/05/2010

De cara a las elecciones generales de 2013, los fabricadores de opinión van a tener en su punto de mira al posible frente de la izquierda, que ya es mayoritario

Las últimas elecciones en Renania del Norte-Westfalia, un Land de Alemania con centro en Düsseldorf, sugieren que se mantiene cierta deriva de la sociedad alemana hacia la izquierda. Esa deriva es resultado de dos impactos. Por un lado la reunificación de 1990, que incorporó al país la cultura política de la antigua RDA, con su claro componente antibelicista y nivelador aun vivo entre los 16 millones de alemanes orientales. Ese componente se intenta obviar metiéndolo dentro del cajón de la dictadura, pero está ahí, bien vivo, por mucho que desagrade a la derechona institucional y a su potente aparato mediático. En Alemania ese aparato está controlado por ocho grandes grupos empresariales con una antigua y agresiva tradición de macarthismo, que tiene que ver con el papel central que Alemania jugó en la guerra fría, y también con las experiencias de millones de alemanes deportados y ocupados por el enemigo soviético al fin de la guerra.

El segundo motor de la pequeña deriva de la sociedad alemana hacia la izquierda, es el impacto y la reacción a los avances neoliberales y belicistas que la coalición de socialdemócratas y verdes introdujo durante el mandato del Canciller Gerhard Schröder (1998- 2005), avances que Merkel ha mantenido. Los recortes sociales de la llamada Agenda 2010, introducidos entre 2003 y 2005, provocaron la crisis del partido socialdemócrata (SPD), el partido del estado social por excelencia en este país. Unido al desgaste de los dos grandes partidos alemanes de posguerra (CDU-SPD), que tiene un recorrido más largo, aquel recorte hizo que el SPD cayera en barrena, fomentando el abstencionismo y la escisión de sus filas en dirección hacia Die Linke, el nuevo partido socialista, a la izquierda de la socialdemocracia, surgido en 2007 de la fusión de izquierdistas de Alemania del Oeste y poscomunistas del Este.

Para los Verdes, que no son un partido de trabajadores, los recortes sociales de la época Schröder no tuvieron consecuencia. Tampoco el nuevo belicismo, apoyando las intervenciones en los Balcanes y en Afganistán, han supuesto gran desgaste para ese partido ecopacifista. Al revés, los Verdes son una fuerza en auge, como Die Linke, ambos presentes en 13 de los 16 Länder alemanes.

Alemania, un país de revoluciones fracasadas que históricamente ha estado en las primeras filas de la reacción europea, con una cultura política absolutista que la derrota hitleriana, el sesenta y ocho y las concertaciones sociales de posguerra matizaron en la segunda parte del siglo XX, es hoy uno de los raros países de Europa Occidental donde hay condiciones aritméticas para un gobierno de coalición de centro-izquierda. Se trata de la suma del SPD, los verdes y Die Linke.

Mientras en muchos países europeos la crisis y la ausencia de programas alternativos, empuja a las sociedades hacia el cinismo o hacia la extrema derecha, en Alemania hay cauces para otro tipo de salidas.

"Hasta donde alcanza la vista, la mayoría estructural está en el campo de una coalición de izquierdas. Una demonización de esa posibilidad está llamada a fracasar a medio plazo y denota la negativa a aceptar la realidad", pronostica hoy el politólogo Joachim Benhke de la Universidad Zeppelin de Friedrichshafen, en el "Financial Times Deutschland".

El tripartito de izquierdas tiene posibilidades en Alemania, y la debilidad que rebosa la actual coalición conservadora las incrementa, pero también tiene algunos problemas. El principal de ellos es la crisis del SPD.

El Partido Socialdemócrata dice estar buscando una renovación. La clave de esa renovación está en la izquierda, pero eso equivale a desdecirse del recorte social y del belicismo afgano. Aceptar esa corrección se parecería mucho a dar la razón a Die Linke, cuyo líder saliente, Oskar Lafontaine, fue el único político alemán que avisaba de la crisis y pedía que se gravasen las transacciones especulativas y se pusiera coto a los mercados financieros, antes de que a finales de 2008 estallara la crisis de Lehman Brothers. Lafontaine ya adelantaba entonces un programa basado en la consideración de que la economía neoliberal devalúa la democracia, porque un reparto injusto de la riqueza determina estructuras de poder antidemocráticas, y de que el derecho internacional, y no la imposición militar, debe regir las relaciones internacionales.

Son ideas que la crisis ha revalorizado y puesto de actualidad. Algunas de ellas, ya forman parte del discurso de Merkel ("restablecer la prioridad de lo político sobre la economía", "reforma de los mercados financieros"), y ya nadie se acuerda cómo eran calificadas de "populistas" y "extremistas", o ridiculizadas como "incompetentes" por el mainstream político-mediático alemán que hoy las abraza ante los estropicios de la crisis del euro.

Para el SPD una corrección que admita que Lafontaine tenía razón en muchas cosas es particularmente complicada, porque afecta a complejos freudianos del propio partido. Lafontaine, fue líder del SPD, ministro de finanzas y candidato a la Cancillería, por ese partido. Por ello se le odia más que al adversario, como le ocurrió a Suárez con sus antiguos compañeros del Movimiento Nacional. Para que el tripartito alemán madure y se haga realidad en las elecciones de 2013, el SPD debe abjurar de asuntos que fueron resultado de la política de algunos de sus actuales dirigentes, como el ex ministro de exteriores y ex vicecanciller, Frank-Walter Steinmeier, lo que es complicado.

La salida de Lafontaine de la política federal, resultado de la mella que la agresiva campaña mediática dejó en su salud, facilita algo las cosas al SPD, porque despersonaliza el problema, pero también las complica a Die Linke. Aunque siempre exageradas, las divisiones internas en Die Linke existen. El partido no tiene a nadie de la talla de Lafontaine que conjugue posiciones de izquierdas y una firme voluntad de no participar en pactos vergonzantes, con el realismo y la experiencia que se derivan del hecho de haber conocido el sistema y sus instituciones por dentro. Sin Lafontaine Die Linke pierde categoría y es más fácil que pierda el hilo. Por otro lado el éxito electoral de la izquierda, aumenta la exposición a las campañas mediáticas macartistas que siempre han acompañado a quienes se desviaron demasiado hacia la izquierda en este país.

Albrecht Müller, que fue un alto funcionario en el equipo de Willy Brandt, ha escrito un libro muy recomendable sobre el fenómeno ("Meinungsmache: Wie Wirtschaft, Politik und Medien uns das Denken abgewöhnen wollen"). Müller explica la presión que Brandt sufría en vísperas de su dimisión. "Se observaba que cualquiera que en el SPD se considerara de izquierdas, gente que hacía hincapié en una mayor justicia social o que criticaba la dependencia de nuestro país hacia Estados Unidos, era sistemáticamente atacado, mientras que las otras corrientes eran tratadas benévolamente por la prensa". De Willy Brandt se decía, por ejemplo, que no tenía ni idea de economía, una cualidad que, por el contrario, se le concedía a Helmut Schmidt, su alternativa de derechas en el partido.

Eso mismo ocurre hoy con Die Linke, y con aquellas figuras del SPD propicias a un tripartito de izquierdas -como muestra el caso de la ex dirigente socialdemócrata de Hesse, Andrea Ypsilanti. Los portavoces de esta campaña son los mismos que hace treinta años, dice Müller; Der Spiegel, Spiegel- Online, el Bild Zeitung, que propician a los "razonables" de Die Linke contra los "extremistas", "caóticos" e "incapaces de gobernar".

Esta campaña no ha funcionado en las elecciones de Renania del Norte-Westfalia, donde el derrotado líder democristiano Jürgen Rüttgers la intentó explotar hasta la saciedad, pero forma parte del paisaje de nuestras democracias y es una constante de la miseria de la democracia en este país. De cara al 2013 hay que contar con ella: los fabricantes de opinión van a tener al posible tripartito alemán en su punto de mira.

Rafael Poch es el corresponsal en Berlín del diario barcelonés La Vanguardia.

Fuente:
La Vanguardia, 12 mayo 2010

Subscripción por correo electrónico
a nuestras novedades semanales:

El responsable de tratamiento de tus datos es Asociación SinPermiso y la finalidad del tratamiento es hacerte llegar nuestras novedades. Puedes ejercer tus derechos en materia de protección de datos contactando con nosotros*. Para más información consulta nuestra política al respecto (*ver pie de página).