Los halcones del déficit y el regreso de la banda de Wall Street

Dean Baker

06/06/2010

Cuando los políticos exigen a la población que haga algo porque así lo dictan los mercados financieros, lo mejor que pueden hacer ustedes es agarrar firmemente su billetera. En septiembre de 2008, tanto el presidente Bush como los dirigentes Demócratas del Congreso insistieron en que si no se transferían inmediatamente 700 mil millones de dólares a los bancos, colapsaría todo el sistema financiero.

La amenaza funcionó, y los bancos obtuvieron del Congreso sus 700 mil millones, sin apenas preguntas. Resultado: Goldman Sachs, Citigroup y el resto son ahora tan rentables como siempre, y una vez más, pagan bonos récord a sus "grandes ejecutivos".

Si se hubiera permitido que el mercado siguiera su curso, Goldman, Citigroup, Morgan Stanley y muchos otros bancos grandes habrían ido a la quiebra, dejando a sus accionistas y a sus acreedores a su suerte, y a sus máximos ejecutivos, en las colas del desempleo. Hay razones para creer que eso habría resultado contraproducente para el conjunto de la economía, pero hay una enorme diferencia entre el cheque en blanco del rescate bancario (TARP) y no hacer nada. Si los políticos y sus cómplices entre los economistas académicos no hubiera avasallado a lo población con el miedo, podríamos haber logrado que los banqueros pagaran las consecuencias de la crisis que ellos mismos habían creado.

De nuevo los bancos con vara alta, la pandilla de Wall Street y sus cómplices en la teoría económica académica comienzan a hallarse de nuevo a sus anchas. Insisten en que dimos a esperanzas de recuperación económica una prioridad indebida. Deberíamos habernos centrado en la reducción del déficit. Razón de ello: tenemos que aplacar a los mercados financieros.

La tesis es que si no actuamos agresivamente ahora para reducir el déficit presupuestario, los "vigilantes de los títulos de deuda pública" empezarán a acosar a la deuda pública estadounidense como lo acaba de hacer con la griega. Se supone que eso debería amedrentarnos lo bastante, como para aceptar amplios recortes en la Seguridad Social y en otros importantes programas públicos.

Hay tres problemas básicos en esa argumentación. Primero: ¿por qué caramba debería nadie confiar en lo que dicen los economistas cómplices de los bancos? Esas gentes pasaron completamente por alto en su día los 8 billones de dólares de la burbuja inmobiliaria: ¿por qué razón deberíamos creer que su comprensión de los mercados financieros es mejor hoy que hace dos años?

La segunda razón para no seguir sus consejos es que los propios mercados financieros no reflejan necesariamente la realidad económica subyacente. ¿Y se supone que debemos ponernos de rodillas ante la última moda semanal de los mercados financieros. Supóngase que estructuramos nuestras políticas para contentar a los mercados financieros esta semana, y luego, la semana próxima, los diz-que-cerebros de Wall Street deciden poner alguna otra cosa de moda. No parece una base razonable para tomar decisiones de política económica.

La tercera razón para no tomar en serio a los halcones del déficit es, sencilla y llanamente, que se trata de mala teoría económica. El país necesita gasto de déficit para sostener la demanda hasta que la demanda privada se recupere del colapso de la burbuja inmobiliaria. Es lógica elemental, y las prestigiosas posiciones ocupadas por muchos de los halcones del déficit no bastan a inmunizarles contra las reglas de la lógica elemental.

Por lo demás, los EEUU no son Grecia, como sabe la gente mínimamente seria. Tiene una enorme economía que es ampliamente autosuficiente (las importaciones representan tan sólo el 16% del PIB). La idea de que los EEUU están a pique de experimentar una debacle de su deuda pública es patentemente absurda. La Fed puede y debería comprar deuda, si necesario fuera. Que digan los halcones del déficit que eso causaría inflación. Con muy pocas excepciones, no se avilantan a afirmar una cosa así, porque saben que no es verdad.  

A los halcones del déficit les trae al pairo la insolvencia nacional; no les preocupa un posible aumento de la inflación; lo que les preocupa es la forma de despojar hasta el último céntimo a la población de trabajadora para dárselo a la pandilla de Wall Street. De eso se trató en el rescate bancario, y no de otra cosa se trata en la presente cruzada para reducir el déficit público. Ahora quieren entrar por uvas en la Seguridad Social de los trabajadores, porque, como dice con desfachatez digna de mejor causa el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, "ahí es donde está el dinero". El hecho de que los trabajadores hayan pagado por esos beneficios asistenciales le importa un higo a la pandilla de Wall Street.

De manera, pues, que si ustedes están dispuestos a que todo su dinero vaya a parar a Wall Street, tómense en serio a los halcones del déficit. Pero si creen que las gentes comunes y corrientes, y no sólo los millonarios de Wall Steet, tienen derechos también, entonces empuñen sus alabardas y apréstense a poner en fuga a los halcones del déficit y a sus cómplices, los economistas académicos.  

Dean Baker es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR). Es autor de Plunder and Blunder: The Rise and Fall of the Bubble Economy , así como de False Profits: Recoverying From the Bubble Economy.

Traducción para www.sinpermiso.info: Ricardo Timón

Fuente:
The Guardian, 2 junio 2010

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