Cómo arruinamos la educación superior. A mediados del siglo XX, las universidades ayudaron a Estados Unidos a mitigar la desigualdad económica. Ahora ayudan a reforzarla

Sam Pizzigati

29/05/2011

 

El sueño Americano no se está desarrollando como lo esperaba Richard Silva. Silva, de 20 años, actualmente estudia en la Universidad de Cerritos, una escuela de dos años al sur de Los Ángeles. Se graduó de la preparatoria en el 2009 y esperaba, en ese entonces, que sería transferido a una escuela de cuatro años este próximo otoño.

No hay forma. Cerritos no ofrece las clases que estudiantes como Silva necesitan para graduarse. En el 2008, el semestre de verano de la universidad ofreció 1.352 clases. La lista de este verano contiene unas 200 clases. Un curso de dos años, protestaron los estudiantes de cerritos la semana pasada, ahora toma de tres a cinco años, incluso seis.

"A este ritmo", dijo Silva la semana pasada, "No podré transferirme a una universidad de cuatro años hasta el 2013."

Richard Silva no está solo. Menos de la mitad de los estadounidenses que se gradúan de la preparatoria y siguen a estudios superiores reciben algún tipo de título dentro de seis años.

La educación superior estadounidense no está funcionando bien para los estudiantes ni para los profesores. Las universidades, en años recientes, han estado reemplazando a los profesores normales de tiempo completo con opciones más baratas: profesores a tiempo parcial, estudiantes de posgrado y profesores de tiempo completo que no califican para la titularidad.

Los profesores a tiempo parcial ahora representan casi la mitad de los profesores de la educación superior de la nación.

Mientras tanto, los altos funcionarios en las universidades reciben paquetes de pagos de a veces siete cifras. De acuerdo con las estadísticas más recientes de la  Chronicle of Higher Education, 30 presidentes de universidades privadas ganan más de 1 millón de dolares y 59 presidentes de instituciones públicas reciben al menos 500 mil dolares.

En efecto, observa el ex miembro del cuerpo docente de Yale, William Deresiewicz, en un nuevo y poderoso análisis en Nation. Hemos replicado dentro de la educación superior "un microcosmos de la economía americana: una aristocracia que se auto-enriquece, un creciente y cada vez más pobre proletariado y una clase media cada vez más chica."

Tenemos más que solo imágenes en espejo. Tenemos imágenes interactivas. La desigualdad en la sociedad ha nutrido la brecha de desigualdad que ahora vemos en la educación superior, y esta desigualdad esta haciendo que la sociedad sea cada vez menos igualitaria.

La educación superior en efecto solo está funcionando para los ricos.

La cobertura mediática de la educación superior, irónicamente, trata a la concentración de ingresos y riquezas a la cima de América como la solución de los problemas de nuestras universidades, no sus causas. Con frecuencia oímos hablar de la generosidad de los de bolsillos profundos y los mega millones que le donan a sus alma maters.

La Universidad de Pensilvania, por ejemplo, ha estado pavoneándose respecto a un regalo de 225 millones de dolares, la "más grande contribución en los 246 años de historia de la institución",  que acaba de llegar de parte de los padres del multi-millionario Ronal Perelman.

En total, seis universidades han recibido este año un donativo individual de al menos 100 millones de dolares. Yale, tan solo en marzo, recibió 270 millones de dolares de sus ex-alumnos de elite, un nuevo record para la escuela.

Todos estos donativos ayudan a definir nuestro status quo educativo anual: nuestras instituciones de educación superior de elite --las instituciones que educan a la elite política y económica de EEUU-- se han vuelto fantásticamente ricas. Harvard terminó el año con fondos de $26'7 mil millones de dolares. Yale, con $16'7 mil millones y Princenton con $14'4 mil millones.

En contraste, la universidad estadounidense promedio tiene fondos de tan solo $72'9 millones. Para poner estos números en perspectiva: Harvard posee $380 por cada $1 que tiene la universidad promedio.

En el 2007, justo antes de la caída de la industria financiera en el 2008, las 22 instituciones de educación superior en EEUU tenían más riqueza que el resto de las 785 instituciones que la national college business officer association rastrea.

No es para sorprenderse: A medida que más se concentra la riqueza en Estados Unidos, más contribuyen los ricos a las universidades de elite.

Hace décadas, a mediados del siglo XX, los dólares provenientes de los bolsillos de elite ayudaron a financiar las universidades públicas  de EEUU. En esos años, los estados y el gobierno federal cobraban impuestos a una tasa casi tres veces mayor que la de hoy en día.

Esos impuestos  hicieron posible la enorme expansión de la educación pública en los 50s y 60s. Por la primera vez en la historia mundial, ir a la universidad se convirtió en una opción factible para estudiantes de familias trabajadoras.

Ahora esa opción está desapareciendo --en Cerritos y a través de Estados Unidos-- conforme la caída de ingresos provenientes de los impuestos sobre los ricos se convierten en recortes al presupuesto federal y estatal para universidades de dos y cuatro años. 

La más dañada: la ayuda a estudiantes. Hace treinta años, según el analista Bryce Covert, dos tercios de la ayuda a estudiantes universitarios venía del gobierno. Ahora dos tercios proviene de préstamos, y eso significa deudas aún más pesadas.

Los graduados de esta primavera llegarán al mundo con $22.900 dolares de deuda en promedio. La deuda estudiantil total llegó a $530 mil millones de dólares este diciembre pasado, una razón, añade Bryce Covert, por la cual un tercio de todos los adultos menores de 33 no tienen ahorros.

Hace medio siglo, Estados Unidos literalmente "inventó" la educación superior como fenómeno de masas. Durante años, Estados Unidos tuvo más graduados universitarios que cualquier otra nación. Ahora es el noveno lugar.

Los estadounidenses que han dedicado sus carreras a la educación superior siempre han querido crear una nación educada. Para eso necesitamos una nación más igual.

Samm Pizzigati edita Too Much, el semanario en linea sobre desigualdad excesiva publicado por el Institute for Policy Studies  en Washington D.C.

Traducción para www.sinpermiso.info: Pablo Yanes Thomas
  
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Fuente:
Toomuch.org, mayo 2011

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