Una moción rechazada (sobre una calle y Robespierre)

Alexis Corbière

10/07/2011

 

La semana pasada reproducíamos un artículo de Alexis Corbiére, concejal y dirigente del Parti de Gauche, en el que razonaba su moción, presentada y rechazada en el Ayuntamiento de París, en favor de una calle dedicada a Maximilien Robespierre en la capital francesa. En el texto que sigue, tomado de su blog, Corbiére explica más detalladamente la suerte de su iniciativa, consiguiendo reflejar de este modo el peculiar estado de la memoria histórica de la Gran Revolución por lo que respecta a las diversas fuerzas políticas, en un momento en el que acaban de salir además a subasta pública numerosos manuscritos originales del mismo Robespierre.

No habrá todavía calle o plaza Robespierre en Paris. Penoso. La prensa se ha hecho eco ampliamente de ello (un despacho de France Presse ciertamente lleno de errores de hecho sobre los autores de la petición, media página del Parisien, etc.). Prueba de que Maximilien Robespierre no es un cadáver helado y apasiona todavía a los franceses. Mi petición, presentada el lunes por la tarde en el Ayuntamiento ha sido netamente vencida. Qué tristeza. Entre los diez representantes que se sientan a mi lado, el Grupo Comunista y los electos del Parti de Gauche, presidido por mi amigo Ian Brossat, un solo socialista, el teniente del alcalde responsable de Cultura, Christophe Girard (PS), y dos representantes de Europe Ecologie - Les Verts, René Dutrey y Yves Contassot, han votado a favor. Punto final. Todos los demás han votado en contra o han desertado del pleno. Confieso que me siento bastante triste y un poco fastidiado.


Bueno, eso no me sorprende viniendo de la derecha, que se expresó en el pleno con bastante vulgaridad por intermedio, caricaturesco, de Jérome Dubus, concejal de Paris Nouveau Centre y de paso delegado general del MEDEF [la principal patronal francesa] en Ile-de-France. Este señor, no obstante su buena crianza, no tiene, de manera general, mucha estima por los sindicatos obreros, los partidos de izquierda, y desde luego todo lo que pueda sonar a jacobinismo. En la patronal francesa se prefiere sin duda al Antiguo Régimen. Bah, eso se entiende. La derecha francesa, compuesta por otra parte de algunas aristócratas, se ha opuesto a mi demanda. No descubro nada. En verdad, esta familia política no ama la realidad de la historia de Francia (hermosa y rebelde, y «responde siempre al nombre de Robespierre », ¿no es así, Jean-Luc?) y detesta visceralmente a quien se indignaba por sus palabras: « Pueblo, te traicionan, ¡recupera el ejercicio de tu soberanía! ». La radicalidad de la Revolución Francesa obsesiona todavía a la derecha francesa. ¿Cómo? ¿Celebrar al «Incorruptible »? ¡Ni lo piense! ¡Qué vergüenza! ¡Qué vulgaridad! Es mucho más moderno llorar por la suerte de la familia real, de los vendeanos [1] y chuanes [2] qué, con las armas en la mano, han luchado contra la República. A los ojos de esta gente, mi petición es una fruslería y Maximilien Robespierre un tirano y una bestia sedienta de sangre. Triste época. La ideología contrarrevolucionaria, rebosante de mentiras, calumnias y afirmaciones revisionistas ha hecho su trabajo. Lógico. Pero, lo confieso, de los representantes de la UMP [Unión pour un Mouvement Populaire] y el Nouveau Centre no esperaba nada y su oposición en última instancia me tranquiliza. Desde hace tiempo, respecto a ellos, mi brújula es la siguiente: ¡cuanto más gritan, más tengo la convicción de estar en lo cierto! 

Pero el voto casi unánime de los representantes socialistas contra mi petición me deja todavía pasmado. Observo incluso que ni uno siquiera de mis amigos de «la izquierda del PS, próxima a Hamon y a Emmanuelli» como se dice, ha tenido la energía de votar a favor (y de quedarse para ello en el pleno). Decididamente, las tradiciones se pierden. Los herederos de «la primera izquierda» ya no son lo que eran. 

 ¿Por qué tanto odio y desprecio más de doscientos años después de la Revolución Francesa? ¿Por qué lo que no es más que una banalidad en tantas ciudades francesas, dirigidas por la izquierda, es tan difícil en la capital, de la que fue diputado? ¿Por qué censurar a este gran anticolonialista, que consiguió la emancipación de judíos y comediantes, este visionario defensor de las libertades públicas, contrario a la pena de muerte (¡pues sí!), este progresista a favor de un ingreso mínimo, un derecho a la existencia, y así sucesivamente…? ¿Por qué aquel que utilizó por vez primera, en su discurso de mediados de diciembre de 1970 sobre la organización de la Guardia Nacional, nuestra divisa nacional « Liberté, Egalité, Fraternité »,  no debería gozar del derecho a ser honrado en París? Casi nada, ¡caramba! Esta divisa figura hoy en todos los edificios públicos de nuestro país. Es conocida en el mundo entero, ¡y resuena como símbolo de nuestra Nación! Y sin embargo, su autor es objeto de burlas y se ensucia su figura. Se tergiversa la obra de la Gran Revolución. Todo ello es buena prueba de que aún arde la llama de este inmenso acontecimiento. Los fríos corazones de algunos, ya sean de izquierda, quieren arrojar cubos de agua sobre sus brasas para apagarlas definitivamente. No lo lograrán. Pero compruebo que desde el 27 julio de 1794 (9 de Termidor del año II) el discurso anti-Robespierre no ha envejecido nada. Parece incluso haber ganado en legitimidad imponiéndose como signo de modernidad. 

Decir que estoy decepcionado sería poco. Pues en esta ocasión, creía yo que sí. Días antes del pleno del Ayuntamiento de París tenía yo esperanzas de que pudiéramos tener éxito en la moción. Anne Hidalgo, primera teniente del alcalde de París, mujer inteligente de firmes convicciones de izquierda y laicas, me había dado a entender que no estaba completamente en contra de esta nueva demanda. Había leído con atención la tribuna que habíamos publicado la semana pasada en L´Humanité solicitando al alcalde de París que pusiera a una calle al revolucionario francés más conocido. Mi amigo, el historiador Jean-Numa Ducange y yo éramos los responsables iniciales de este texto firmado por los principales historiadores franceses. No ha bastado, sin embargo, esta garantía de seriedad histórica y científica. 


El presidente del grupo socialista, Jean-Pierre Caffet (también senador y hoy sostén activo de François Hollande) se ha opuesto radicalmente a mi petición. No es la primera vez que lo hace con brutalidad. El estilo es el hombre, según se dice. Bertrand Delanoë, alcalde de París, él con más delicadeza, da a entender que era todavía hostil a mi demanda. Asombroso. ¿Por qué? Los argumentos de Jean-Pierre Caffet en el pleno son bastante pobres. Júzguese: presidente del grupo de los socialistas, primer grupo de la izquierda, mayoritario en París desde 2001, se ha opuesto a esta demanda en 2011, pues, fíjense bien, Maximilien Robespierre sería el gran responsable del Terror (qué desconocimiento de la historia de la Revolución. ¿Ha leído a Jean Jaurès este senador socialista?) y, argumento sacado de la manga, ¡era también favorable al culto del Ser Supremo! ¡Puaf! Ridículo. Y por tanto sería en nombre de la laicidad, que sabemos pisoteada de forma regular en esta instancia, por lo que no hace falta en-ab-so-lu-to una calle Robespierre en Paris. ¡Pues sí que hacía falta buscar! Como le ha respondido mi camarada del Parti de Gauche, Danielle Simonnet, los socialistas no tuvieron el mismo pudor cuando le dieron el nombre de Juan Pablo II a una plaza de París. Y saben ellos, mis queridos socialistas, que el decreto sobre el Ser Supremo, del 18 de Floreal del año II, fija en realidad un culto a la virtud en tanto que valor cívico democrático. Saben que el artículo XI de este decreto garantiza la libertad de de culto, lo que resulta una idea de gran modernidad para 1794, tan difícil de poner en práctica durante siglos bajo el Antiguo Régimen. Paso pues por encima de los argumentos del presidente del Grupo Socialista, de una extraña debilidad, hechos para idiotas, que merecieron una respuesta pertinente en la hermosa intervención inicial de mi camarada Danielle. 


Por contra, los argumentos esgrimidos por Bertrand Delanoë, alcalde de París, me interesan más. Son más refinados. Me han contado los periodistas que había respondido en contra mía durante un encuentro con la prensa que no quería una calle Robespierre en Paris, pues éste último había sido responsable de la «ley de sospechosos» y, según sus declaraciones, recogidas en Le Parisien «Robespierre creía que ser simplemente sospechoso bastaba para ser condenado». La realidad  histórica es diferente y más compleja. No, no es Robespierre el origen de la «ley de sospechosos» del 17 de septiembre de 1793, sino Jean-Jacques Régis de Cambacérès, que (¿lo sabe el alcalde?) tiene derecho a una calle en el distrito 8º de París. Pero hay que decir que Cambacérès participó también en el golpe de Estado de Termidor, hizo ejecutar al «Incorruptible» y se unió a continuación a Napoléon Bonaparte (¡que restableció la esclavitud!) convirtiéndose en segundo cónsul, y luego en Canciller del Imperio. ¿Es que hay que traicionar a la Revolución para tener calle en París? Señor alcalde, su argumentación no me vale. Es poca cosa, dicho así. Pero este debate no ha terminado, créame. Invitado a France Inter esta misma mañana, Bertrand Delanoë, ha sido interpelado de nuevo por un oyente sobre este tema. Pasada una noche, su respuesta ha sido menos categórica. Declara que está ahora mismo a favor de una comisión histórica que debata este asunto. ¡Andando! Eso me interesa. Voy a continuar por tanto esta discusión con él. Les mantendré informados. 

Sigo con mi empeño. No es la urgencia del período, pero es una causa justa y un debate político e histórico apasionante, cargado con todas las grandes controversias de la izquierda francesa. Aclara el presente. Bien que se lo debemos a quien George Sand y Jules Romains consideraban  «el hombre más grande de la Revolución», a aquel que, como decía André Malraux, «fue guillotinado por los canallas». ¿Quién en 2011 tendría el valor, entre los intelectuales a la vista, de (volver a) decir esto? La derecha que se dice gaullista debería inspirarse en esas últimas palabras, que vienen de un escritor comprometido que se hizo grande. Pero ya lo he dicho: de Gaulle tenía a  Malraux, Sarkozy a Luc Ferry y Eric Zemmour…Vamos. 

Hará falta conseguir algún día que se repare este olvido. Nosotros seguimos en ello con varios historiadores. Ya tengo nuevas ideas: Jean-Paul Marat, Saint Just y muchos otros no tienen calles con su nombre en París. Volveremos a hablar de ello. Los que quieren borrar a Robespierre deberán tener en cuenta mi obstinación y la de mis amigos (Danielle Simonnet, Ian Brossat, etc…), jóvenes representantes electos que no olvidan el pasado. Alcanzaremos nuestro fin. El debate continúa, os lo digo yo…Somos pacientes. Dura desde hace doscientos años.


Notas: [1] y [2] Corbiére se refiere a las revueltas campesinas, de signo contrarrevolucionario, monárquico y católico de La Vendée y Bretaña.


 Alexis Corbière, concejal del distrito 12º de Paris, es secretario nacional del Parti de Gauche francés.

Moción original de Alexis Corbiére

Ayuntamiento de París

Sesión del 20 y 21 de junio de 2011

Moción presentada por Alexis Corbiére

Grupo Comunista y representantes del Partido de la Izquierda

Por una calle, plaza o lugar de memoria en París dedicado a Maximilien Robespierre

Considerando que la reciente subasta de archivos con manuscritos inéditos de Maximilien Robespierre ha suscitado una profunda emoción entre numerosos conciudadanos que no querían ver este valioso patrimonio nacional así dispersado y cedido a intereses privados,

Considerando que muchas formaciones políticas han manifestado públicamente una vez más en esta ocasión su apego a la defensa de la memoria de Maximilien Robespierre, aprueben o no totalmente su papel histórico y que, sea cual sea el lugar exacto que le atribuyen en la Revolución Francesa, todas han señalado que fue un personaje central de este periodo fundador de nuestra República,

Considerando que la subscripción lanzada por la Société des études robespierristes y el

Institut d´Histoire de la Révolution française para evitar la pérdida de este patrimonio histórico ha conseguido notable éxito, pues se han recogido más de 120.000 euros en pocos días, demostrando así un profundo éxito popular,

Considerando que el Estado mismo ha intervenido para defender estos valiosos documentos ejerciendo en esta venta el derecho de retracto, manifestando así el interés de la Nación entera por estos documentos y la acción política de quien fue en vida llamado el "Incorruptible",

Considerando que Maximilien Robespierre, diputado empero de París, no goza del honor de tener la menor calle, plaza o lugar de memoria alguno con su nombre conservado por la Villa de París,

Considerando que recientemente, numerosos historiadores renombrados han interpelado al Alcalde de París a propósito de este olvido incomprensible para la comunidad científica, a fin de ponerle remedio,

Considerando que ningún pueblo tiene interés en olvidar el nombre de quienes fueron los artífices de su emancipación,

A propuesta de Alexis Corbière, del Grupo Comunista y representantes del Partido de la Izquierda, el Ayuntamiento de París presenta una moción para dar a una calle o plaza el nombre de Maximilien Robespierre o establecer un grupo de reflexión para que París honre dignamente en las mejores condiciones a esta personalidad de primer orden de la Gran Revolución y la República Francesa.

Alexis Corbière, concejal del distrito 12º de Paris, es secretario nacional del Parti de Gauche francés.

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón

 


Fuente:
www.alexis-corbiere.com 21 de junio de 2011
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