Walter Bonatti (1930-2011)

Daniel Raventós

18/09/2011

Walter Bonatti murió el pasado 13 de septiembre. Tenía 81 años. Fue uno de los mayores deportistas del siglo XX. No destacó en deportes ampliamente seguidos y conocidos por millones de personas como el fútbol, el baloncesto, la fórmula 1, el motociclismo o el tenis. Por ello jamás ganó un premio como, pongamos por caso, el Príncipe de Asturias. Era un montañero que logró realizar vías de ascensión hasta entonces nunca holladas que desafiaron la palabra "imposible". No son pocas las personas, entre las cuales me incluyo, que además de su pasión por el montañismo pueden disfrutar de deportes muy mayoritarios, y que consideran que las gestas de Rafael Nadal, Fernando Alonso, Severiano Ballesteros (por citar solamente a tres premiados con el Príncipe de Asturias) son insignificancias comparadas con lo que llegó a lograr Walter Bonatti. Sin entrar en malicias como comparar el dinero ganado por unos y otro en el ejercicio de sus respectivos deportes.

Además de gestas montañeras realmente inimaginables con anterioridad, Walter Bonatti se vio inmerso en salvamentos no siempre exitosos, como difícilmente podría haber sido de otra manera, en los que vio perder la vida a compañeros y amigos. En julio de 1961 protagonizó uno de esos salvamentos en el pilar central del Frêney, en los Alpes. En esta maravilla vertical coincidieron dos cordadas, una era francesa y la otra italiana. En total, siete escaladores, entre los que estaba Bonatti. El objetivo era realizar por primera vez la ascensión al Mont Blanc por esta dificilísima vía. La meteorología fue cruel y una gran tormenta descargó sobre los dos grupos de montañeros. Solamente quedaron vivos tres miembros de las dos cordadas. Los otros cuatro perecieron por agotamiento en su desesperado intento por escapar de la tormenta. Bonatti fue decisivo en la salvación de los otros dos supervivientes.

Pero hay muchísimas otras aventuras montañeras de Walter Bonatti con más gratificante final. En el año 1965 realizó la primera ascensión invernal en solitario a la cara norte del Cervino. Para ayudar a comprender la magnitud de lo que me estoy refiriendo puede servir la siguiente fotografía:


Fue precisamente después de realizar esta gran ascensi ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽dici´a vía mácias conón cuando, tan solo con 35 años, decidió abandonar el montañismo. ¿Por qué? Había sufrido un auténtico infierno con algunos de sus compañeros de la expedición italiana al K2 en el año 1954, la segunda montaña más alta de la Tierra y la más difícil de todos los ochomiles, incluso por la vía considerada normal. Tuvo que pasar una noche de vivac, por una confusión o mala intención de algunos miembros de la expedición, junto a un sherpa, Mahdi, a más de 8.100 metros de altura. Eso quizás requiera de alguna aclaración. Si tomamos como referencia el nivel del mar, disponemos del 100% de oxígeno. A medida que subimos metros de altitud, la presión atmosférica disminuye y, por la ley de Boyle, el oxígeno también disminuye. Así, por ejemplo, a 1.000 metros sobre el nivel del mar se dispone del 89% de oxígeno que tendríamos estando en la playa. A 3.404 metros (la altura de la cima pirenaica más alta, el Aneto) ya solamente tendríamos el 67% del oxígeno que hay en el nivel del mar. A 4.810 metros (la altura oficial del Mont Blanc desde el año 2009) ya solamente está disponible el 57% de oxígeno. Y en la cota 8.100 solamente hay poco más de una tercera parte, el 37% del nivel del mar. Si a cualquier humano se le trasladase a la línea superior de 7.500 metros (40% de oxígeno del nivel del mar) sin aclimatación previa, moriría en pocas horas. Por eso se llama "línea" o "zona de la muerte" a esta cota o superior. Los humanos no podemos sobrevivir a partir de esta cota, ni aclimatados (cosa que se consigue subiendo progresivamente y volviendo a bajar de forma continuada a determinadas cotas) más que algunos pocos días. La muerte se produce habitualmente por edema pulmonar y cerebral. Por este motivo muchos montañeros utilizan botellas de oxígeno en el Himalaya. Algo que para muchos himalayistas es simplemente un fraude, siendo de la opinión que solamente deben utilizarse para urgencias médicas de montaña. Bien, dormir a 8.100 suponía un riesgo de muerte para Mahdi y Bonatti por la escasez de oxígeno. A ello había que añadir las bajas temperaturas y la sensación térmica. La temperatura, a igualdad de otras condiciones, baja un grado centígrado cada aproximadamente 160 metros de altura. A más viento con la misma temperatura, mayor sensación de frío se tiene (por poner dos ejemplos, a 10 grados bajo cero, con un viento de 40 quilómetros por hora, la sensación térmica es de 30 grados bajo cero; a 20 grados bajo cero y con un viento de 24 quilómetros por hora, la sensación térmica es de 37'5 grados bajo cero, etc. con lo que, en el caso de estos dos ejemplos, las partes del cuerpo humano expuestas sin protección al viento pueden congelarse exactamente en un minuto). A Mahdi le costó la amputación por congelación de todos los dedos. Bonatti salió físicamente muy bien. Pero no fue la experiencia de dormir en vivac a 8.100 metros lo que le hizo abandonar a temprana edad el montañismo. Fue una serie de acusaciones y contraacusaciones de sus anteriores amigos sobre lo sucedido en el K2. Este desgraciado episodio duró muchos años. Finalmente, algunos lustros después, Bonatti consiguió demostrar que su versión de los hechos era la ajustada a la verdad. Y así fue admitido por el Clup Alpino Italiano. Pero el daño estaba hecho.

Como queda dicho, y de forma para muchos sorprendente, abandonó el montañismo a los 35 años y se dedicó al periodismo haciendo reportajes de lugares naturales inhóspitos y maravillosos a lo largo del planeta.

Jordi Corominas es uno de los más grandes montañeros activos de la actualidad. Era amigo de Bonatti. Al igual que el gran montañero italiano no recibió ni tan sólo en el año 2004 el Príncipe de Asturias. A Jordi Corominas, el Príncipe de Asturias seguro que le importa bastante menos que un higo, pero vale la pena explicar lo que hizo en el año 2004. Formando parte de una expedición catalana en la que murió uno de sus componentes, Manel de la Matta, a causa de una peritonitis a muchos metros sobre el nivel del mar, Jordi Corominas escaló en solitario desde 8.300 metros el K2 (8.611 metros) por la vía más difícil: la conocida por magic line. Deportivamente incomparable, por sublime y por su extrema dificultad técnica. Esta vía fue abierta en el año 1986 por el checo P. Bozik y los polacos P. Piasecki y W. Wrózi. Desde entonces nadie había logrado subir al K2 por la magic line.

 

Se concedió a todo el equipo catalán del que formaban parte, además de Corominas, Òscar Cadiach, Jordi Tosas, Manel de la Matta y Valentí Giró, el piolet de oro, el premio que conceden los montañeros a la mayor gesta del año de este deporte. Óscar Gogorza escribió un breve artículo en El País, con motivo de la muerte de Walter Bonatti, que finalizaba así: "Jordi Corominas es el alpinista más sobresaliente que ha dado el alpinismo español en las últimas décadas. Guía de Montaña, como Bonatti, guarda celosamente una fotografía tomada en 2010 en la que ambos sonríen mirando a la cámara. Esta imagen sustituye a otra que conservó en su mesa de trabajo durante años y en la que alguien había escrito una frase de Bonatti: 'Asomarse al abismo de uno mismo'. De eso habla sobre todo el alpinismo... cuando es auténtico. Como Bonatti."

Descanse en paz.

Daniel Raventós es profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de sinpermiso y presidente de la Red Renta Básica. Su último libro es Las condiciones materiales de la libertad (Ed. El Viejo Topo, 2007).

 

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Fuente:
www.sinpermiso.info, 18 de septiembre de 2011
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