¿Preparando el terreno para un ataque contra Irán? La retirada de tropas estadounidenses en Irak

Lutz Herden

06/11/2011

 

La retirada del ejército estadounidense de Irak está anunciada para el 31 de diciembre, aunque no confirmada. Los norteamericanos temen la futura influencia de Irán sobre el país.

Las promesas electorales de redención no harán resplandecer en esta ocasión al Presidente Obama. ¿Qué quedará de su mandato cuando se presente a la reelección en 2012? Sus adversarios republicanos no han de regalarle absolutamente nada, incluso si ha de responder de las tareas pendientes de la administración Bush. Una retirada completa de tropas de Irak hasta finales de año sería más que bienvenida: los Estados Unidos dejarían de cargar con la herencia guerrera de la era Bush, podría decirse en beneficio del actual presidente.

No verán a ningún iraquí arrojar flores al paso de las tropas que abandonan el país, aunque lo exija la precaución. Hasta hace poco el discurso de las tropas aún estacionadas en Irak era que aún debían permanecer en él por motivos de estabilidad –distribuidos en bases por todo el país, viviendo a espaldas del país, sin ningún mandato de ocupación y legitimadas por un acuerdo de estacionamiento–. La retirada anunciada para el 31 de diciembre tiene una razón concreta que posiblemente haya animado a la Casa Blanca a acelerar el fin de la ocupación. En Bagdad, el primer ministro Nuri al-Maliki se encuentra bajo presión creciente: o se aviene a llevar en el futuro a soldados estadounidenses ante los tribunales iraquíes por los crímenes cometidos en su país o su heterogénea coalición se romperá en pedazos. Desde el primer día para el ejército estadounidense es inaceptable que sus soldados respondan ante cualquier tribunal extranjero. ¿Es la adhesión férrea a este principio suficiente para dejar dentro de dos meses a su suerte a un país amenazado con fracturarse internamente y que desde 2003 bascula repetidamente hacia el terreno de la guerra civil?

Cada vez es más posible que Bagdad tome agradecida la mano que le tiende, en su ayuda, el vecino iraní. De suceder, la retirada pasaría de fiasco militar a motivo de oprobio político para los estadounidenses, aunque la República Islámica no se encuentre en posición de llenar el vacío dejado por los norteamericanos. Pero puede llegar a sentirse ligada a un Irak gobernado por una alianza dominada por partidos chiíes cuyo mascarón de proa es Muqtada al-Sadr, un clérigo radical que pasó su exilio en Irán y para el cual las tropas estadounidenses son una fuerza de ocupación en su patria.

Conviene preguntarse, pues, ¿es cierta la acusación de que con la retirada de tropas Obama allana el camino a Irán como potencia y gendarme regional? ¿En el momento en que intenta alinearse de nuevo en Oriente Próximo y en el Lejano Oriente tras la primavera árabe? Incluso cuando no existe ya ninguna duda de que estas circunstancias concomitantes refuerzan la retirada completa, persiste la duda de que sean las únicas.

Teherán insistirá en festejar la retirada estadounidense como una concesión de una derrota estratégica mayor. La celebración legitimará aún más la resistencia contra el archienemigo. Nadie más responsable de ello que George W. Bush, con sus actitudes hegemónicas y una campaña fracasada. Y sin embargo ningún contendiente republicano a Obama lo admitirá, sino que le acusarán de otorgar con su programa de salida un colosal triunfo a la teocracia iraní. ¿Pero no será que está preparando el terreno para un ataque a Teherán?

Lutz Herden es redactora del Freitag

Traducción para www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero

 


Fuente:
Freitag, 26 de octubre de 2011
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