El legado lingüístico de Jose Luis Alvarez Enparantza Txillardegi

Iñaki Petxarroman

Juan Luis Zabala

25/03/2012


 


El pasado 14 de enero, tras una enfermedad de casi un año, falleció Jose Luis Alvarez Enparantza Txillardegi. La mayor parte del público no vasco conocía exclusivamente su faceta política: fundador de la organización ETA, a la que él mismo dio nombre y que abandonó en 1967, en desacuerdo con la ideología y estrategia aprobada en la V Asamblea; del partido Euskal Sozialisten Biltzarra (ESB, Convergencia Socialista Vasca) (1976), miembro fundador de la coalición Herri Batasuna (1978), si bien en la escisión de la izquierda abertzale (2001) con motivo de la reanudación de la lucha armada por parte de ETA tras el proceso abierto por el Acuerdo de Lizarra (1998-1999) se alineó con Aralar, que abandonó en 2007, en protesta por la política de alianzas del partido, apoyando en las elecciones a las Cortes españolas de 2008 a la candidatura de ANV, ilegalizada por la Audiencia Nacional. No obstante, aun siendo por todo ello una personalidad de enorme importancia en la historia política vasca de la segunda mitad del siglo xx, apenas es conocida fuera del País Vasco su dimensión científica y literaria. Tal y como se expone en los dos textos que presentamos, a él se deben las bases de la propuesta configuradora de la variedad estándar de la lengua vasca (euskara batua), así como la modernización temática, lingüística, estilística y narrativa de la novela vasca. En el ámbito de la sociolingüística, también ha sido reconocido su modelo matemático sobre las condiciones de posibilidad del uso social de una lengua, que constituye un rotundo mentís del manido tópico de la falta de lealtad lingüística de la población vascohablante, tan caro a los responsables de las administraciones vascas cuando de evaluar su política lingüística se trata. A continuación publicamos dos traducciones de artículos que exponen su obra.

El académico de mayor número


Además de precursor del euskara batua y lingüista incansable, Txillardegi contribuyó, con su fértil trabajo de toda una vida, a que el pueblo tomara conciencia política de la importancia del euskera.

Jose Luis Alvarez Enparantza Txillardegi tiene muchos méritos en el ámbito del euskera y la lingüística. Pero, de tener que citar uno, éste es, sin duda, el trabajo realizado en favor del euskara batua. Fue él quien mayor trabajo realizó, en el difícil contexto político de los oscuros años del franquismo, para crear el euskara batua y para que la Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia) asumiera dicha tarea. No estaba solo, es claro, pero Txillardegi fue la cabeza de una nueva generación de jóvenes. Euskaltzaindia creó el euskara batua, en la célebre asamblea de 1968 de Arantzazu, cuando esa generación obtuvo el apoyo de Koldo Mitxelena. No fue tarea fácil. El euskara batua tenía a la sazón muchos enemigos, y no sólo en el régimen franquista.[1] En la propia Euskaltzaindia muchos eran contrarios a la creación del euskara batua. Lo admitió el propio Koldo Mitxelena, en 1959, a propósito de una conferencia de Txillardegi en torno a la necesidad del euskara batua: "Más o menos estamos de acuerdo. Sin embargo, no creo que puede realizarse la unidad".

Dos eran las principales corrientes respecto del euskara batua: la de Federico Krutwig, por un lado; y la de Txillardegi y Mitxelena, por el otro. Krutwig era de Getxo (Vizcaya), pero de padres alemanes y su modelo era germánico. En esencia, proponía que, igual que los alemanes habían adoptado la Biblia de Lutero como modelo, los vascos adoptaran el Nuevo Testamento de Leizarraga.[2] Txillardegi y compañía no veían bien ese modelo. «Ese euskera era muy raro para nosotros: en lugar de decir ikusi nuen ['vi', forma considerada actualmente como variante estándar], decían ikus neban ['vi', en euskera vizcaíno] y, en lugar de decir esan zion ['le dije', en variante actualmente estándar], decían erran ziotzon ['le dije' en los dialectos altonavarro y labortano]. Ésa era una lengua muy artificial y nosotros estábamos en contra». Mitxelena decía que, si alguien iba a utilizar y completar el euskara batua, serían los jóvenes vascohablantes de Vizcaya y Guipúzcoa y que debía utilizarse para el batua una lengua que fuera útil para ellos. Txillardegi y compañía no consideraban al vizcaíno como el más adecuado y propusieron para el euskara batua una mixtura entre los dialectos de Oiartzun (guipuzcoano), Sara (labortano) y Elizondo (navarro). En esencia, fue ése el modelo aceptado, descartando el vizcaíno. En 1964, la sociedad Euskal Idazkaritza estableció las bases de ese modelo, en la reunión celebrada en Bayona (Lapurdi), con la presencia de Eneko Irigarai, Benito del Valle, Julen Madariaga, Piarres Laffite y Jean-Louis Davant, entre otros, bajo la presidencia del cantante y diputado Michel Labéguérie. La propuesta de esa sociedad ─redactada por Txillardegi, y que seguía fielmente su propio informe Vía para la unidad, de 1958─ fue el germen del euskara batua. Entre otras cuestiones, concretaba la grafía del nuevo modelo, la declinación, el verbo y el uso de la h.

Txillardegi tenía claro para qué se necesitaba el euskara batua: para que fuera utilizado en las ikastola [escuelas en euskera, que tuvieron un resurgimiento en la década de los sesenta del siglo pasado gracias a la iniciativa popular], gau-eskola [escuelas nocturnas de enseñanza de euskera para adultos, surgidas durante la misma época], medios de comunicación y en todos los ámbitos de la vida. De modo que el euskara batua debía ser útil, tenía que permitir la intercomprensión entre todos los vascohablantes. Así explicó esa idea en el artículo "Euskalkietatik euskerara" ['De los dialectos al euskera'] publicado en 1970 en la revista Zeruko Argia: "¿Qué debe escribir el que quiera decir algo: ekarri dabela ['que ha traído', en dialecto vizcaíno], ekarri duela ['que ha traído', en variedad actualmente estándar], ekarri duala ['que ha traído', en el subdialecto de la comarca de Beterri (Guipúzcoa)], ekai doala ['que ha traído', en el subdialecto de la comarca del Goierri (Guipúzcoa)], ekharri diala o ekharri dila [íd., en los dialectos bajonavarro y suletino]? Que no se diga luego que esas cuestiones son menudencias, ya que son estas mismas cosas las que llevan a nuestra lengua a la patuesización y el desastre. En castellano no se puede escribir hemos ido, hamos ido o amoz io a voluntad del escritor. No. Ni en francés ni en ruso. ¿Por qué sí en euskera? ¿Acaso no es esa mezcolanza de salsas que se suele llamar riqueza el reflejo de otro error de mayor profundidad? A saber: nuestro tribalismo e incapacidad de salir de la prehistoria". Txillardegi no se quedó quieto en esa tarea. En 1970 escribió el libro Sustrai bila ['En busca de raíces'] y, en 1977, Oinarri bila ['En busca de bases'], con el objetivo de proveer de ejemplos para resolver dudas en torno al nuevo euskera. En el libro Euskara batua zertan den ['En qué consiste el euskara batua'] recopiló todo el material desarrollado por Euskaltzaindia desde la asamblea de Arantzazu hasta 1974. En Euskal gramatika ['Gramática vasca'] (1978) recogió la primera gramática del euskara batua. Y, finalmente, escribió el libro Euskal aditz batua ['El verbo vasco unificado'], con el fin de difundir los verbos de modo pedagógico. En los últimos años se mostró especialmente preocupado con la fonética, ya que veía ahí algunas tendencias preocupantes. En el libro Euskal fonologia ['Fonología vasca'] escribió lo siguiente: "A pesar de que el euskera escrito se está unificando y consolidando, el euskera oral está actualmente peor que nunca: a medida que se aceleran y proliferan las interferencias del erdara [denominación popular de origen despectivo de toda lengua no vasca, aplicada básicamente al castellano y al francés], se debilita y destruye el espíritu del euskera en la mayoría de vascohablantes".

La necesidad de Estado

Si el euskera estaba para algo era para usarlo. Eso Txillardegi lo tenía claro. Y criticó duramente a los políticos y agentes que lanzaban palabras de amor al euskera, pero no lo utilizaban en la vida cotidiana. Para hacer frente a esa situación, en 1981 fundó, junto con muchas otras personas, la asociación Euskal Herrian Euskaraz ['En el País Vasco, en euskera']. "Veíamos que el euskera siempre quedaba en un nivel secundario y la creamos para enfrentarnos con dureza a esa situación."

Los conceptos de patria y lengua los vio entrelazados desde el principio. El hecho de ver siempre al euskera en segundo nivel le creó interés por él desde joven. En casa, a pesar de que sus padres fueran vascohablantes, jamás le hablaron en euskera: "Era una situación diglósica clara y para las cosas serias sólo se utilizaba el español. Con la gente común, caseros, etc. se hablaba en euskera. Había diglosia y, además, en el mal sentido". Por tanto, el euskera lo aprendió fuera de casa. Y, para hacer frente a esa situación, Txillardegi trabajó, además de en el mundo de la cultura, en el de la política. Tenía claro que, para obtener una verdadera normalización política, el euskera necesitaba un estado que la fomentase: "Con un estado, acaso el euskera no se salve, pero sin él es seguro que no lo hará". En efecto, veía en peligro el euskera en los oscuros años del franquismo, pero también lo veía en peligro actualmente: "No nos creemos que esté en peligro. Pero, a mi juicio, está visto que, si una lengua no es necesaria en su dominio territorial, está sentenciada. Y aquí se puede vivir muy bien sin entender ni pizca de euskera".

A consecuencia de su relación con la izquierda abertzale, Euskaltzaindia se negó a reconocer a Txillardegi el cargo de académico de número. La academia le denegó tres veces ese honor: en 1980, en 1987 y en 1988. En 1995 también fue propuesto para ocupar el lugar dejado por María Labaien, pero esta vez fue el propio Txillardegi quien renunció al cargo. Así, una de las personas que había realizado el trabajo más sólido en favor del euskara batua se ha ido sin ser nombrado miembro numerario. Sin embargo, no está dolido por ello. Eso declaró en una entrevista ofrecida el pasado año a Berria: "Para mí fue doloroso al principio, pero, actualmente, ya no". Más que los cargos, las tareas realizadas demuestran si lo merecía o no. Y su trayectoria no deja lugar a muchas dudas sobre ello.       

N. del tr.: [1] El propio Txillardegi afirmó que "la dirección del PNV no quería saber nada del batua, considerando que «detrás» existían fuerzas oscuras". Jose Luis Alvarez Enparantza Txillardegi, Euskal Herria helburu, Tafalla: Txalaparta, 1995, p. 160. [2] Tras su conversión al protestantismo, la reina de Navarra Juana de Albrit ordenó la traducción al euskera del Nuevo Testamento, siguiendo el criterio reformista de poner los denominados textos sagrados en el idioma del pueblo trabajador. La traducción la realizó el sacerdote Joanes Leizarraga (1506-1601) a partir del dialecto labortano, con aportaciones de los otros dos dialectos vascos septentrionales (bajonavarro y suletino), y fue publicada en 1571. Es el segundo libro conocido en lengua vasca.

Iñaki Petxarroman es periodista.

Traducción para www.sinpermiso.info: Daniel Escribano

Se encontraba solo en el parque


Superando el costumbrismo vigente hasta entonces, hace 55 años, Txillardegi abrió la puerta a personajes conflictivos y temas contemporáneos en Leturiaren egunkari ezkutua ['el diario oculto de Leturia'], la primera novela vasca moderna.

Txillardegi escribió Leturiaren egunkari ezkutua, considerada la primera novela moderna en euskera, mientras realizada el servicio militar, en 1956, con 29 años, en una batería antiaérea que el Ejército español tenía delante del cabo Prior, en El Ferrol (Galicia). Pasó muchas horas en ese lugar, sin muchos más quehaceres que estar ahí y eso le dio tiempo para escribir. Tenía la intención de emplear ese tiempo en traducir al euskera la novela Pan del escritor noruego Knut Hamsun, pero Koldo Mitxelena le animó a crear algo propio, en lugar de traducir trabajos ajenos. Un día que estaba sentado en el Parque Municipal del Ferrol vio a una chica joven que se acercaba al estanque seguida de un perro. En ese momento se encendió en Txillardegi la chispa que pondría en marcha el proceso de redacción de Leturiaren egunkari ezkutua. Tirando del hilo y tomando como eje al personaje del "hermano gemelo", Joseba Leturia, Txillardegi dio salida, mediante una novela, a sus preocupaciones en torno al existencialismo. Leturia es un personaje solitario y pensativo, que conoce las obras más importantes de la literatura y la filosofía de la época, sobre todo las vinculadas al existencialismo. Se enamora de una mujer llamada Miren y la novela, que empieza con la frase "Estoy solo en 'Zerubide'"[1], da noticia de las tensiones internas y aflicciones que le provoca ese amor.

El primer artículo publicado por Txillardegi tenía por título Kierkegaarden azia, Unamunoren lore ['La semilla de Kierkegaard, flor de Unamuno']. Miguel de Unamuno y Jean Paul Sartre ya habían dejado un rastro profundo en él. En aquella época, solía decir que también había recibido la influencia de otros escritores: William Shakespeare, Albert Camus, Thomas Mann, Knut Hamsun… Junto con las condenas de muchos ─las de Iñaki Bastarrika fueron las más duras─, la primera novela de Txillardegi recibió los elogios de Koldo Mitxelena y Joxe Azurmendi. Algunos años después, el crítico literario Jesús Mari Lasagabaster la consideraría la primera novela moderna vasca, porque Joseba Leturia era el primer personaje conflictivo de la literatura vasca y porque trataba los temas modernos que hasta entonces no se habían planteado en la narrativa en euskera, lejos del costumbrismo y la ortodoxia católica que hasta entonces habían dominado la novela vasca.

Pionero reconocido

En el ámbito de las técnicas narrativas, Lasagabaster no reconoció a Leturiaren egunkari ezkutua tanta modernidad, y atribuyó a Egunero hasten delako [Porque empieza cada día][2] (1969), de Ramon Saizarbitoria, el mérito de ser la primera novela vasca moderna desde ese punto de vista. Pero el propio Lasagabaster cambió de visión con los años, como admitió en 2006: "Txillardegi puso en marcha un mundo moderno en la novela vasca con Leturiaren egunkari ezkutua y eso le habría resultado imposible si no hubiera realizado algo nuevo y moderno también desde el punto de vista formal". En las declaraciones realizadas después de que trascendiera la noticia de la muerte de Txillardegi, la crítica literaria Mari Jose Olaziregi también afirmó que Leturiaren egunkari ezkutua es "un clásico". "Aportó nuevas maneras de escribir y empezamos, por fin, a valorar y leer nuestra literatura según estándares literarios."

Txillardegi no fue consciente de estar escribiendo la primera novela vasca moderna. Dijo que "si he tenido ese profetismo, lo he tenido de facto, no a priori". Además de Leturiaren egunkari ezkutua, el esqueleto y principal base de la producción literaria de Txillardegi lo forman otras seis novelas. Peru Leartzako ['Peru de Leartza'] (1960) tiene como tema narrativo los vaivenes de un joven que, a causa de una crisis espiritual, quiere encontrar su camino por la vía del budismo; Elsa Scheelen (1969) tiene como protagonista a una hermosa mujer joven que, después de lograr entrar en el mundo de los ricos, no puede soportar ese mundo; Haizeaz bestaldean ['Al otro lado del viento'] (1979) es una novela lírica ambientada en el desierto; a juicio del autor, es su novela "más profunda y simbolista"; Exkixu (1988) muestra las motivaciones, vivencias, preocupaciones, miedos y alegrías de un militante de ETA; Putzu (1999), las de un carlista; y Labartzari agur ['Adiós a Labartza'] (2005) tiene como tema el choque con la realidad de un militante de la izquierda abertzale al salir a la calle tras haber pasado 17 años en la cárcel. Asimismo, en 1984 publicó Kosmodromo ['Cosmódromo'], compendio de cuatro relatos publicados entre 1957 y 1969 en diversas revistas.

Sin llegar a obtener tanta fuerza referencial como Leturiaren egunkari ezkutua, Peru Leartzako, Elsa Scheelen y Haizeaz bestaldean fueron novelas muy comentadas y reconocidas. No obstante, cuando se publicaron, la literatura vasca había avanzado ya mucho y estaba muy desarrollada, de modo que los trabajos de Txillardegi quedaron eclipsados por otras referencias mayores. Con todo, recibió comentarios favorables de numerosos críticos, escritores y lectores.
  

N. del tr.: [1] Nombre ficticio del parque a que acude a menudo el protagonista, ubicado en la ciudad vasca, también imaginaria, de Altzurain. [2] Novela ambientada en una ciudad imaginaria de un país francófono en que confluyen las voces de una estudiante que quiere abortar y un jubilado solitario que frecuenta la estación de tren para conversar con los viajeros recién llegados.

Juan Luis Zabala es periodista y escritor

 

Traducción para www.sinpermiso.info: Daniel Escribano

 

Fuente:
Berria, 15 de enero de 2012
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