Marruecos: justicia y dignidad para las mujeres a cualquier precio

Loubna Hanna Skalli

20/05/2012

 

Amina Filali  era una joven marroquí que fue violada a los 15 años y luego fue forzada a casarse con su violador. Fue golpeada, magullada y privada de comida hasta que se suicidó en marzo del 2012. Tenía 16 años. Al suicidio de Amina contribuyeron su violador y posterior marido - el artículo 475 del código penal de Marruecos absuelve a un agresor de su crimen si consiente en casarse con su víctima -, el juez que pidió una mediación en lugar de una acción judicial contra el delincuente, la policía y los clérigos que dieron su beneplácito al violador. El suicidio de Amina revela, una vez más, un sistema legal completamente inconsistente y un código de honor patriarcal profundamente distorsionado que descriminaliza al opresor y condena a la víctima.

Detrás de su muerte encontramos una combinación letal de violencia de género consentida por el estado, ceguera legal y silencio social.

El artículo 475 del código penal de Marruecos establece:

"Quienquiera que sin violencia, amenazas o fraude abduzca o intente llevarse o escabullir a una menor de 18 años será castigado con la cárcel por un período de uno a cinco años y una multa de 200 a 500 dirhams. Cuando una menor núbil sea abducida, si se casa con su captor, éste solamente podra ser perseguido en justicia si alguien autorizado a pedir la anulación del matrimonio presenta una denuncia, y no podrá ser sentenciado hasta después de que se haya declarado la anulación del matrimonio".

Según la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Niños (UNCRC), Amina es una niña. En tanto que niña menor de 18 años tiene derecho a tres disposiciones de la CRC dirigidas a los niños: protección, provisión y participación. El CRC incluye explícitamente las dimensiones legales y sociales de la protección así como de la provisión de un cuidado adecuado. En un país donde el analfabetismo (básico y legal) es todavía alto no puede esperarse que la UNCRC sea comúnmente conocida,  a pesar de su reciente inclusión en el programa de estudios cívicos de las escuelas públicas. Sin embargo, sería legítimo esperar que el juez luchara por el "mejor interés del niño", tal como estipula el UNCRC. El juez que sentenció a Amina a casarse también debería haber sabido que Marruecos ratificó esta convención de Naciones Unidas, lo mismo que ratificó la Convención para Terminar con Todas las Formas de Discriminación Contra las Mujeres (CEDAW). Debería haber recordado que la Constitución de Marruecos reconoce la primacía de las convenciones internacionales sobre la legislación nacional en materia de protección de la mujer contra la violencia. Además, también debería haber hecho honor a las promesas de justicia de género recogidas en el Código del Estatuto de Familia de 2004 (mudawana) que permite a Marruecos alardear de tener uno de los dos únicos códigos progresistas en todo Oriente Medio y Norte de Africa. A pesar de su larga, tortuosa y controvertida trayectoria, las revisiones del 2004 del mudawana  han elevado la edad del matrimonio de las jóvenes de los 15 a los 18 años.

No obstante estos cambios favorables a los derechos de las mujeres, el Artículo 475 permanece vivo, aplicable y una amenaza en ciernes que condena a las mujeres jóvenes a vidas terribles, o peor todavía, a muertes prematuras.

El debate abierto por el suicidio de Amina

El suicidio de Amina reabre una serie de debates, cuestiones y preocupaciones, de los que me referiré solo a cuatro.

Primero, la ola de indignación que el suicidio de Amina ha desatado en las calles de Marruecos, en el ciberespacio y más allá, nos recuerda los intrincados lazos entre conectados y no conectados en esta sociedad, la comunidad de manifestantes online y offline, y las jóvenes y las antiguas fuerzas del activismo. Amina no se tenía a sí misma por activista, ni tampoco esperaba ser tenida por tal durante su corta vida. Por lo que sabemos, nunca había tenido acceso a  Facebook o Twitter, ni había tenido una cuenta email o un web log, y probablemente nunca participó en una manifestación callejera ni firmó ninguna petición, lo que no significa que lo hubiera rechazado si hubiera tenido la oportunidad de aprender a hacerlo. Sin embargo, su suicidio hizo que muchas voces se juntaran para expresar su rabia y su frustración respecto a la incompatibilidad de unos códigos de género arcaicos con las realidades de las mujeres del siglo veintiuno, suponiendo que los códigos de honor hayan tenido sentido alguna vez.

Los primeros días después del suicidio de Amina los grupos de derechos humanos y de la mujer se movilizaron y organizaron sentadas frente al tribunal local que permitió el matrimonio de Amina. Las manifestaciones y sentadas en otras ciudades a lo largo del país reunieron a las madres fundadoras de los movimientos feministas de Marruecos y las hijas de los movimientos. Unió a quienes normalmente les molesta la igualdad de género y a quienes luchan por ella, a quienes llevan la etiqueta feminista como un signo de honor y quienes la rehúyen.

A medida que miles de personas iban llenando las calles de los centros urbanos y de las pequeñas ciudades, miles de jóvenes de ambos sexos se dirigían a los medios sociales convocando una manifestación de protesta a nivel nacional, hacían circular peticiones para abrogar el Artículo 475 y llegaban a la más amplia opinión pública inter/nacional para pedir apoyo y solidaridad. Netizens creó inmediatamente una página Facebook para dar a conocer el heroísmo de Amina, documentar las protestas y concienciar sobre el caso. Han estado descargando fotografías, vídeos, posters, cartoons y todo tipo de información considerada relevante para la memoria de la tragedia.

Mientras que las imágenes y los pósters apuntaban en varias lenguas a la laguna legal marroquí, los activistas de Facebook convocaban una manifestación frente al Parlamento marroquí el sábado 17 de Marz0 2012. Otros prefirieron la fórmula sarcástica del humor gráfico para captar la absurdidad de la laguna legal.

Los marroquís de la diáspora también hicieron oír sus voces. Un grupo de mujeres marroquíes que viven en EE UU escribió un "Llamamiento por la Justicia" que subraya: "basta de criminalizar a la víctima y basta de inmunidad legal para el criminal. Pedimos un castigo máximo para el agresor y protección completa y apoyo para la víctima". Las peticiones dirigidas al gobierno marroquí hacen un llamamiento sin ambigüedades a:

·       Abolir el Artículo 475 del Código Penal.

·       Abolir el Artículo 20 de la Ley de Familia.

·       Aprobar la ley para Combatir la Violencia contra las Mujeres.

·       Llevar a cabo las reformas legislativas necesarias con respecto a los derechos de los ciudadanos y de las mujeres en coherencia con el Artículo 19 de la Constitución.

·       Aplicar y respetar las convenciones internacionales que ha ratificado, en especial la Convención para la Eliminación de cualquier Forma de Discriminación contra las Mujeres y la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Niños.

·       Llevar ante la justicia a todos aquellos que condenaron Amina a suicidarse a la edad de 16 años.

Así pues, cuando Amina se tragó el veneno de rata para acabar con su vida, abrió todavía otro capítulo de las injusticias legales y de las hipocresías  sociales contra las mujeres. Su suicidio forzó a la sociedad marroquí a hablar de sus propios silencios, hacer frente a sus propios prejuicios y admitir sus contradicciones. Esto me lleva al segundo punto que quiero discutir.

Amina y Fadoua Laroui

En segundo lugar, es precisamente a causa de estos silencios que el suicidio de Amina está relacionado con la autoinmolación y la muerte subsiguiente de Fadoua Laroui (febrero 2011). La muerte de Fadoua puso al descubierto las condiciones especialmente difíciles de las madres solteras en el país. Para muchos, Fadoua es la Bouazzizi marroquí. Es la primera mujer árabe, que se sepa, que se ha prendido fuego como protesta contra las condiciones sociales y las injusticias. Como madre soltera de dos hijos, su estatuto en una sociedad conservadora como Marruecos equivale con frecuencia al de una prostituta. Pero mientras que Fadoua pudo desafiar durante años el estigma de madre soltera, no pudo soportar la injusticia de que se le denegara el derecho a una vivienda social prometida por el gobierno. Después de muchos viajes  a las oficinas de su ciudad para reclamar lo prometido, se enfrentó a la realidad de que, a) las mujeres solteras no cuentan como cabeza de familia, ya que se supone que viven con sus padres y b) su lote se vendió en el mercado para provecho de los especuladores. Justo antes de morir se la oyó repetir: "Pronunciaros contra la injusticia, la corrupción, la tiranía".

Aunque la sociedad marroquí pretende que Fadoua es "nuestra Mohammed Bouazzizi" , ni ha honrado su muerte de la forma en que los tunecinos lo hicieron con su héroe, ni se movilizaron en masa en torno a su caso. Cierto que las mujeres activistas de Marruecos organizaron manifestaciones de protesta y dedicaron el Día de la Mujer 2011 a la memoria de Fadoua Laroui. Marroquís por el Cambio también dedicó el 100º Aniversario del Día de la Mujer a Fadoua, a quien clasificaron como una de las "mujeres que encabezan nuevos y resplandecientes caminos, alcanzan nuevos hitos, elevan el listón en la lucha por las condiciones de las mujeres y ayudan a que el mundo sea un lugar mejor".

Sin embargo, con la excepción de los grupos de derechos humanos, unos pocos ciberactivistas y netizens que honraron su muerte, Fadoua no recibió una amplia cobertura mediática ni atrajo la suficiente atención inter/nacional para provocar un movimiento en torno a ella, comparable a las muertes de Amina  o Bouazzizi.

Con frecuencia pido a la gente en torno a mí, mis estudiantes y participantes en conferencias, que identifiquen a Fadoua y siempre me sorprende que sean pocos los que realmente sean capaces de hacerlo.

Hay aquí una seria contradicción que el caso de Fadoua pone al descubierto.  De entre los ofensivos casos de injusticia de género que la sociedad marroquí, así como la comunidad internacional, están dispuestas a reconocer, algunos se consideran más ofensivos que otros. Parte de la explicación se encuentra en las sabias palabras de Aicha Chenna, fundadora de Solidarite Feminine una de las primeras organizaciones que reconoció el trágico destino de las madres solteras. "No hay madres solteras en Marruecos", Aicha Chenna viene repitiendo desde hace tres décadas, "hay solamente madres abandonadas"-  las que fueron seducidas, se les prometió el matrimonio, fueron explotadas, violadas, preñadas y abandonadas junto con sus hijos.  Comentando el caso de la joven Selma, cuyo marido se negó a "registrar su matrimonio oficialmente" después de tres años de vida "marital" , así como a declarar su paternidad cuando ella se quedó embarazada, dice: " un destino similar acaece a muchas jóvenes empleadas en el servicio doméstico, que han sido preñadas por el amo de la casa y luego, cuando el embarazo comienza a ser visible, la familia las pone en la calle" . Estas son algunas de las realidades que la socióloga marroquí Soumaya Naamane Guessous expone en su Grosse de la Honte (El embarazo de la vergüenza), el mismo título de su libro del 2005.

Lo mismo que el violador de Amina y el "marido" de Selwa, el "padre" del hijo de Fadoua está tranquilamente en la calle:  no tuvo que enfrentarse  a ninguno de los estigmas de práctica de sexo ilicita o haram por los que Fadoua fue estigmatizada; vivió sin ningún dilema respecto a si guardar a los niños o abandonarlos en la calle; no tuvo que cargar con ninguno de los problemas de ocuparse de los niños en el caso de que la madre elija quedarse con ellos; y no se enfrentó a ninguna de las persecuciones sociales que la atormentaron hasta su muerte.  Cuando Fadoua decidió prenderse fuego abrió el debate sobre los silencios en la sociedad que la condenó a ella y a las madres solteras en general. El día que se prendió fuego había rellenado la sexta reclamación contra la denegación de vivienda que se le había hecho y había visitado, por última vez, la oficina gubernamental para verse despedida de forma humillante. Su decisión de poner fin a su vida ilustra la caída dramática e inevitable de las mujeres en la desesperación cuando viven fuera de los centros urbanos y lejos del acceso a los servicios legales para los pobres y los marginalizados.

Pero si los mecanismos de apoyo no estuvieron al  alcance de Amina y Fadoua ni de otras muchas mujeres jóvenes como ellas, su  fuerte  sentido de la justicia y la ofensa las empujó a pedir la tan necesaria dignidad.

La dignidad como derecho humano

En tercer lugar, se trata de dignidad. La dignidad es un derecho humano inscrito en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la CEDAW, UNCRC y en muchos otros textos legales inter/nacionales. Los valientes tunecinos que echaron al ex presidente Ben Ali  lo hicieron porque era el enemigo de la dignidad. Nunca llamaron a su revolución, del jazmín, como hicieron muchos periodistas europeos. En cambio, la llamaron Revolución de la dignidad, o ثورة الكرامة (Thawrat al-Karāmah). 

Los que se levantaron contra las varias formas de opresión e injusticia en el mundo árabe y más allá han estado pidiendo justicia y dignidad. Los juristas académicos nos recuerdan la evolución histórica del término y la multiplicidad de significados que ha adquirido a lo largo del tiempo, incluyendo la dignidad respecto a los derechos socio-económicos, libertad de palabra, derechos de las mujeres, religión y otros derechos.

Sin embargo, la dimensión de género de la dignidad todavía tiene que ser reconocida y debatida. La dignidad puede ser un derecho humano universalmente reconocido, pero no todos experimentan su negación de la misma forma. Aquí entran en cuestión clase, edad, género, raza, etnicidad, religión y otras categorías estratificadoras.

Las muertes de Mohammed Bouazzizi, Amina, y Fadoua tienen significados diferentes respecto a la humillación, negación real de la dignidad humana. Los casos específicos de las dos jóvenes mujeres marroquís nos dicen que la dignidad se reclama por distintos motivos incluso cuando es de género y está inserta en las mismas amplias definiciones patriarcales de honor y vergüenza. La dignidad es de género en el sentido de que está inscrita en los cuerpos de las mujeres,  su sexualidad, movilidad y en sus prácticas diarias.

Cuando se forzó a las jóvenes activistas egipcias a pasar un test de virginidad el 9 de Marzo 2011 se les estaba negando su dignidad. Cuando Samira Ibrahim peleó por un pleito contra el abogado del ejército que llevó a cabo los test forzados estaba buscando justicia para restaurar el tratamiento degradante que recibió como mujer joven. La absolución del abogado en Marzo 2012 demostró que es mucho más fácil salvaguardar la reputación de un hombre representante del estado que proteger a las mujeres contra las vergonzosas violaciones de sus cuerpos y su honor. La experiencia de la dignidad está por la tanto sujeta a la lógica de las relaciones de poder que rige las vidas de hombres y mujeres y estructura las relaciones de los ciudadanos con las instituciones de la sociedad y los órganos de gobierno.

El académico egipcio Khaled Fahmy tiene razón al escribir en un artículo reciente que el cuerpo humano, y especialmente el de las mujeres, ha sido frente y centro en las revoluciones, a pesar de que el slogan dominante ha sido Pan, Libertad y Dignidad Humana. Pero los cuerpos de las mujeres han sido siempre frente y centro en las sociedades árabes.  Ha sido confinado, vigilado, regulado, (des)velado, objeto de obsesión y acosado desde mucho antes de las revoluciones. Precisamente porque ha sido demasiado frente y centro, a pesar de lo que las mujeres sienten o piensen, muchas jóvenes egipcias gritaron fuerte en Kulena Laila (Todas somos Laila) y elaboraron un mapa del acoso – las mismas razones que llevaron a las jóvenes marroquíes a gritar "BASTA" al acoso sexual. Shoufouch es una palabra que todas las mujeres marroquíes  por desgracia conocen demasiado bien: es la palabra que las acosa en cada esquina del espacio público por hombres de todas las edades. Su significado va desde "¿qué pasa?", "¡mira!" hasta alusiones más marcadamente sexuales como "¿lo probamos?". El poster de aquí abajo subvierte el significado de este término haciendo la pregunta en árabe "¿Vamos a buscar una solución?" para acabar con el acoso sexual.

Al final es la inercia social, la discriminación legal y la parálisis cultural frente a la violencia de género lo que lleva a Fadoua y Amina a utilizar sus cuerpos para hablar del dolor de la indignidad. Ambas se dieron cuenta de que el sistema legal está demasiado anclado en el patriarcado y de que la imaginería social  está demasiado distorsionada por el patriarcado, para poder ofrecerles alguna esperanza. Por esta razón me detengo en el patriarcado como el cuarto punto de discusión. Patriarcado. Neo-Orientalismo. Racismo. ¿Cuáles son los lazos?

Patriarcado y racismo

En una participación reciente en Stream-Al Jazeera para debatir el caso de Amina Filali, me sorprendió la facilidad con que los tweeteros, facebookeros, y bloggeros recurrían  al Islam, en vez de a las apropiaciones patriarcales del Islam, para explicar el Artículo 475 del código penal. En realidad, la palabra "patriarcado" no salió nunca en los númerosos comentarios y preguntas enviadas al show. Raramente ha sido utilizada, si es que lo ha sido alguna vez, por los media internacionales que han dado una gran visibilidad a este caso. El patriarcado ha sido subestimado y socavado como fuerza que determina leyes y actitudes respecto a este caso de violación. Paralelamente, no puedo evitar pensar en el asesinato del joven Trayvon Martin, de 17 años, muerto el 26 de febrero por George Zimmerman y la tensión en torno a usar o no usar el término racismo para explicar el asesinato. Estoy asombrada del esfuerzo que la comunidad discriminada – en este caso la afro-americana – ha tenido que hacer para persuadir a la sociedad de que el racismo todavía es relevante y fuerte – y de cómo conserva toda su fuerza explicativa.

De la misma manera que el término "racismo" ha tenido que hacerse camino a  través de la rabia provocada por el asesinato de Trayvon, me encuentro a mi misma adoptando una actitud "profesoral" (bordeando la pedantearía) para explicar porqué el patriarcado debería volver al debate. Sin embargo, mientras que no salieron referencias religiosas para explicar el asesinato de Trayvon, un artículo del código penal (475) ha sido considerado como la consecuencia inevitable del Islam. En este proceso se ha eliminado toda la historia tanto del monopolio patriarcal sobre los textos religiosos (cualquiera que sea la religión) como toda una historia de las luchas de las mujeres musulmanas para ejercer su derecho a ijtihad  (reflexionar críticamente sobre los textos religiosos reformulados)  y reclamar sus derechos bajo la ley musulmana. La equiparación de una religión (Islam) al artículo 475 del código penal es tan ingenua como la condena de otra religión (Cristianismo) por aprobar la conducta sexual de algunos curas católicos respecto a los niños.

La cobertura simplista del caso Amina por algunos medios de información internacionales ha resucitado el mismo viejo guión neo-orientalista: "otra vez el Islam subyugando a sus propias mujeres; y aquí tenemos otro caso en que las víctimas indefensas necesitan nuestra ayuda".  Es este guión tantas veces repetido el que deseché en mi debate en Al Jazeera, tal como han hecho muchas otras antes que yo. Una y otra vez nos pone a muchas de nosotras, mujeres musulmanas, activistas y académicas en la extraña posición de que tenemos que luchar simultáneamente contra los sistemas locales de opresión que nos niegan nuestros derechos y contra estereotipos tergiversados  que nos niegan nuestro papel.

Las muertes de Amina y Fadoua, por trágicas que sean, constituyen una poderosa declaración respecto a su papel de decidir cuándo y cómo acabar con sus vidas. Ellas contribuyeron de forma individual a reescribir el guión neo-orientalista que condena a las mujeres musulmanas a imágenes congeladas de víctimas sumisas, impotentes y lamentables de su religión. Si bien la solidaridad internacional es una aproximación poderosa y bienvenida para impulsar la justicia de género a través del mundo, hay que vigilar respecto a que narrativas reproducir  y cuales desechar.

Si Amina, Bouazzizi, Fadoua, y Selma murieron para recuperar su dignidad denunciando las injusticias en sus sociedades ¿cómo podemos negar que estas injusticias sean el resultado de relaciones de poder opresivas y formas de discriminación sistémicas que sostienen el patriarcado, racismo, neo-orientalismo y varios otros ismos? Y si estamos de acuerdo en que las prácticas y las leyes opresivas son el producto de interpretaciones humanas, un ejercicio en el cual un grupo social domina al otro, entonces podemos tener una base para esperar revisiones más inteligentes de las leyes, de forma que la justicia y la dignidad puedan ser disfrutadas por todos.

Loubna Hanna Skalli es una antropóloga cultural marroqui que actualmente enseña en la American University de Washington DC. Su libro mas reciente es Young Change Makers: Engaging Middle Eastern Youth (2012).

Traducción para www.sinpermiso.info: Anna Maria Garriga Tarre

Fuente:
http://www.jadaliyya.com/pages/index/4854/young-women-demanding-justice-and-dignity_by-all-m
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