Egipto al borde del abismo

Sharif Abdel Kouddous

03/02/2013

El segundo aniversario de la revolución de Egipto ha estado marcada por piedras, bombas incendiarias, gases lacrimógenos y balas. Más de medio centenar de personas han muerto y ha habido más de mil heridos en todo el país. El ejército se ha otorgado el poder de detener a civiles, y las tropas militares han sido desplegados en las tres ciudades donde el presidente Mohamed Morsi ha declarado el estado de emergencia y ordenado el toque de queda.

El estallido de cólera popular ha dejado al descubierto la precaria situación de un país asolado por un proceso de transición desfigurado, una persistente sensación de injusticia y los repetidos fracasos de toda la clase política, que han provocado una gran cantidad de quejas populares en su pelea por el poder.

Gran parte de la indignación se ha dirigido contra Morsi y su Hermandad Musulmana. Amparándose en un decreto muy polémico que le concedió poderes casi dictatoriales, Morsi impuso una controvertida constitución mediante un polémico referéndum el mes pasado. La medida provocó protestas masivas y enfrentamientos mortales y dejó una profunda división nacional. También reforzó los temores de la "Hermandad-ización" del Estado, a saber, que el grupo se estaba haciendo con el control del régimen que dejó Hosni Mubarak en lugar de reformar las instituciones del Estado.

En las semanas posteriores, la economía se ha acercado al precipicio con la libra egipcia cayendo a mínimos históricos frente al dólar, lo que ha causado un aumento en el precio de los productos básicos como el azúcar, el arroz y el aceite de cocina, exacerbando la situación económica de los pobres.

En este tenso ambiente, no tardó mucho para que las protestas en conmemoración de la revolución del 25 de enero se volvieran violentas. Los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad estallaron en varias ciudades del país. Los manifestantes lanzaron piedras y cócteles molotov y la policía respondió con gases lacrimógenos, perdigones y munición real, dejando al menos once muertos.

Los hombres, en su mayoría jóvenes y niños, que participan en estas escaramuzas incluyen manifestantes con pasamontañas, como el "Black bloc", un grupo recién formado pero poco organizado, al parecer, que no obstante ha ganado rápidamente notoriedad en los medios de comunicación.

La ciudad portuaria de Suez fue testigo de mortíferos enfrentamientos durante el aniversario, con nueve personas muertas. El informe forense estableció que las víctimas murieron por disparos de munición real a corta distancia y, en algunos casos, por la espalda. Al día siguiente, los manifestantes asaltaron tres estaciones de policía en Suez y liberaron a los presos, obligando a la policía ha huir de la zona. El ejército fue desplegado en un intento de restablecer el orden en la ciudad.

Morsi no hizo declaraciones en la radio ni emitió ningún comunicado hasta después de la 1 a.m., cuando publicó un mensaje muy ridiculizado en su cuenta de Twitter instando a "los ciudadanos a adherirse a los valores de la revolución, expresar sus opiniones libremente de forma pacífica y renunciar a la violencia".

Sin embargo, la violencia de las protestas del aniversario fue eclipsada por lo que ocurrió en la ciudad de Port Said al día siguiente, cuando treinta y dos personas murieron y cientos resultaron heridas en violentos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.

Port Said, la ciudad costera del norte del Canal de Suez, había sido el lugar del incidente más sangriento en Egipto desde el derrocamiento de Hosni Mubarak, como consecuencia de un partido de fútbol el 1 de febrero de 2012, entre el Masry Club de la ciudad y el Club Ahly de El Cairo. Mientras las fuerzas de la policía observaban, los aficionados irrumpieron en el campo del Masry y atacaron a sus rivales, muy inferiores en número. Setenta y dos personas, en su mayoría aficionados del Ahly, murieron violentamente, la mayoría de ellos aplastados en la estampida. Muchos fans del Ahly se creyeron víctimas de una conspiración de las fuerzas de seguridad para castigarlos por su papel fundamental en los enfrentamientos callejeros contra la policía en el transcurso de la revolución.

Un total de setenta y tres personas fueron llevados a juicio por el incidente, incluyendo seguidores del Masry, oficiales superiores de la policía y los directivos del club. Durante el último año, las peñas de aficionados del Ahly -conocido como los Ultras-han protagonizado protestas, marchas y acciones en la calle para exigir justicia en el caso, amenazando con el "caos" si no se dictaba un veredicto satisfactorio.

A medida que se aproximaba la sentencia judicial, prevista para el 26 de enero, los Ultras han intensificado sus actos de desobediencia civil, cortando el tráfico en un paso a nivel importante en El Cairo y bloqueando, en una medida sin precedentes, el metro durante varias horas.

El sábado, en sesión televisada, el juez condenó a muerte a veintiún acusados, todos ellos aficionados del Masry y aplazó el veredicto de los restantes cincuenta y un demandados hasta el 9 de marzo. Las sentencias de muerte contra los civiles han sido dictadas por el mismo sistema judicial que aún no ha sido capaz de encarcelar a un solo agente de seguridad por la muerte de más de 800 manifestantes durante el levantamiento de 2011.

Sin embargo, en el interior de la sala del tribunal, los familiares de los fallecidos estallaron en júbilo, al igual que miles de Ultras, que se habían congregado frente a la sede del Club Ahly en El Cairo. La idea de que el veredicto había sido consecuencia de la presión política en vez de un procedimiento judicial justo y legalmente irreprochable se extendió entre los Ultras, que saludaron la durísima sentencia como una reivindicación de sus esfuerzos. "Desafortunadamente, esta es la forma en que el país funciona ahora", dijo Sayed, de 22 años de edad, miembro de los Ultras. "Solo si se oye tu voz se consiguen resultados".

La reacción en Port Said fue muy diferente: los residentes sintieron que habían servido injustamente de chivo expiatorio para aplacar a los Ultras del Ahly. El apagón informativo total sobre las sesiones del tribunal ayudaron muy poco a frenar las especulaciones.

Cuando se hizo público el veredicto, los gritos y lamentos de las madres y de los familiares se podían escuchar en toda la ciudad. Un grupo de familiares furiosos intentaron tomar por asalto la principal cárcel de Port Said para liberar a los acusados, matando a dos policías. Las fuerzas de seguridad respondieron abriendo fuego con munición real, balas de goma y gas lacrimógeno, matando al menos a treinta personas e hiriendo a cientos más. El ejército fue enviado para proteger los edificios gubernamentales.

Al día siguiente, los dolientes gritaban "Morsi es enemigo de Dios" durante un funeral masivo que fue atacado con gas lacrimógeno y munición real por policías agazapados en los techos, que mataron a siete personas más, elevando el número de muertos en Port Said a treinta y nueve. La jefa de redacción de The Egipt Independent, Lina Attalah, resumió así el ciclo de violencia en un tweet: "7 muertos mientras se lloraba a 30 muertos en enfrentamientos después de que 21 fueran condenados a muerte por matar a 72".

Mientras tanto, las protestas continuaron haciendo estragos en la capital, desparramándose desde la Plaza Tahrir hacia las calles de los alrededores y los puentes, interrumpiendo el tráfico bajo una  nube cada vez más densa de gases lacrimógenos que cubría todo el centro de El Cairo. Las protestas continuaron también en Alejandría, Mahalla y otras ciudades.

Los partidarios del Presidente y los Hermanos Musulmanes culparon de los violentos disturbios a matones a sueldo, los medios de comunicación y las misteriosas "manos ocultas" que quieren destruir el país. Una nota en Internet de la Hermandad acusaba al "Black Bloc", y en la tendencia de fomentar tensiones sectarias, afirmaba que el grupo estaba encabezado por un dirigente de las milicias de seguridad coptas.

Mientras tanto, la reacción del Frente de Salvación Nacional, la alianza de los grupos de la oposición no islamistas, fue igualmente lamentable. La coalición amenazó con boicotear las próximas elecciones parlamentarias a menos que el gobierno responda positivamente a una lista de exigencias, incluyendo la formación de un "gobierno de salvación nacional" y la suspensión de la Constitución. Esta reacción fue vista como políticamente oportunista y muy alejada del conflicto en la calle.

Como la violencia continuaba sin amainar por cuarto día consecutivo, Morsi apareció finalmente en TV con un discurso especialmente duro. Culpó de la violencia a la "contrarrevolución" y llamó a los ciudadanos a respetar las decisiones judiciales, una petición asombrosa viniendo de un presidente que emitió un decreto hace dos meses situándose más allá del control judicial y cuyo partido acusa al poder judicial de ser un remanente politizado del antiguo régimen contra el que se había manifestado frente al Tribunal Constitucional

Morsi declaró un estado de excepción de 30 días en Suez, Port Said e Ismailia, las tres provincias del Canal de Suez que habían sufrido la mayor violencia, e impuso un toque de queda de 9 p.m. a  6 a.m. en el resto del país. El estado de excepción, uno de los instrumentos de represión más despreciados de los 30 años del régimen de Mubarak, suspende la jurisdicción de los tribunales ordinarios y la mayoría de los derechos civiles, al mismo tiempo  que otorga al presidente y a la policía poderes especiales. "Si creo que la patria y sus hijos están en peligro, me veré obligado incluso a ir más lejos. Por el bien de Egipto, lo haré ", dijo Morsi.

Momentos después del anuncio, varios cientos de personas protestaron en las ciudades conflictivas y prometieron desafiar el toque de queda el día siguiente. Mientras tanto, el gabinete egipcio aprobó un proyecto de ley que fue ratificada rápidamente por el Consejo de la Shura para que Morsi pueda desplegar las fuerzas armadas en las calles y les concede poderes judiciales para "salvaguardar las instituciones del Estado contra los saboteadores y restaurar la seguridad".

El presidente también pidió un diálogo nacional en el palacio presidencial con todos los partidos que debía comenzar la tarde siguiente. Sin embargo, el Frente de Salvación Nacional rechazó la invitación a través de Mohamed El Baradei, un destacado miembro de la coalición, afirmando en conferencia de prensa al día siguiente que la propuesta de Morsi era "cosmética y no de fondo".

Morsi anunció que el estado de excepción comenzaría el 28 de enero, segundo aniversario del "Día de la Ira", cuando el ejército salió por primera vez a las calles después de que decenas de miles de egipcios desbordaran a la policía y las fuerzas de seguridad en lo que fue sin duda el día más importante de la revolución egipcia. Ese día, la legitimidad y la autoridad del estado encabezado por Hosni Mubarak quedaron gravemente dañadas. Dos años más tarde, la legitimidad del estado egipcio sigue erosionándose con un presidente electo. 29 de enero 2013.

ANEXO:

Morsi declara la guerra a los egipcios

Declaración de los Socialistas Revolucionarios de Egipto

En un discurso que ha pasado de las amenazas a la incitación al asesinato, el dictador Mohamed Morsi nos ha mostrado esta noche su cara más fea. En su intervención, elogió la conducta de la policía y el ejército, cuando sus manos están empapadas aún con la sangre de decenas de egipcios muertos y heridos en todo el país durante los últimos dos días. Estos crímenes son consecuencia de las directivas de Morsi - sus instrucciones para proteger su trono, su régimen y su partido.

Con su declaración, Morsi declara la guerra a los egipcios y decreta el estado de excepción y el toque de queda, empezando por las heroicas ciudades del Canal de Suez. Él y su círculo íntimo admiten que será imposible imponer el toque de queda, pero será la justificación para derramar aún más sangre y detener a miles de manifestantes en los días que vienen. La ira popular se ha desatado en las tres ciudades, donde la población ha salido a la calle en los funerales de los mártires.

Morsi deliberadamente pasa por alto todas las verdaderas razones que están detrás de la sublevación en el aniversario de la revolución, como la falta de justicia para los mártires. Morsi había declarado previamente que la garantizaría, pero ha mentido y engañado a la nación. Ignora la ausencia de justicia social, que es el resultado de las políticas de su cansado gobierno. Mientras solicita préstamos del Fondo Monetario Internacional y asegura los intereses de los empresarios de Mubarak, ha hecho caso omiso de la subida de precios de los productos básicos, ha fracasado a la hora de legislar un salario justo máximo y mínimo, y no ha querido recuperar la riqueza robada a la gente.

Los familiares de Port Said se han movilizado para rechazar las sentencias del tribunal, cuyos fallos Morsi y su Hermandad habían cuestionado anteriormente ante el Tribunal Constitucional, por temor a un dictamen contra sus intereses y el nombramiento de un fiscal general. Después de una reunión con una delegación militar de EE.UU. en la mañana del 29 de enero, durante la cual garantizó la seguridad del Canal de Suez, Morsi y los jefes de su ejército han recibido luz verde de sus amos en Washington para imponer este castigo colectivo.

Pero Suez, que inició la revolución que derrocó a Mubarak, la revolución que - lamentablemente – ha colocado a Morsi en el asiento del poder, va a explotar de nuevo. Suez y Port Said y todas las ciudades de Egipto son un volcán de ira revolucionaria, saliendo por miles sólo minutos después de su discurso idiota, desafiando el estado de excepción y el toque de queda, a su ejército y su policía, firmes en su testarudez revolucionaria.

La gente no va a responder a las mentiras de Morsi y su Hermandad sobre la estabilidad y la seguridad. La única estabilidad que le interesa a Morsi es la que afecta a su poder y la única seguridad la de poder robar impunemente el bienestar de las personas. Al igual que los trabajadores de buques de contenedores, por ejemplo, en solidaridad con el movimiento popular, hacemos un llamamiento a los trabajadores del canal, los puertos y las empresas en las ciudades del canal a la huelga. Hacemos un llamamiento a todo el pueblo de la nación a unirse en solidaridad con las ciudades del canal que se oponen a los ataques de este nuevo Faraón y su Hermandad.

Exigimos a los jóvenes de los partidos y agrupaciones políticas desafiar y condenar cualquier liderazgo que acepte el diálogo con el régimen asesino a la sombra del estado de excepción. ¿Cómo se puede negociar con un régimen que mata a las personas y amenaza que lo peor está aún por llegar?

Hacemos un llamamiento a la gente a trabajar juntos en cada calle, fábrica y el pueblo, en cada mezquita e iglesia, en cada universidad y escuela, para denunciar a este régimen sangriento. Porque esta es la verdadera batalla, la verdadera y difícil vía para el cambio en el que creemos - el cambio de las masas. No va a venir a través de debates en la televisión por satélite o de mano de la violencia aventurera individual, que dañan y desalientan más que ayudan.

¡Gloria a los mártires!, ¡Victoria de la Revolución!, ¡Poder y Bienestar para el Pueblo!.

Los socialistas revolucionarios de Egipto

28 de enero 2013

Sharif Abdel Kouddous es un periodista independiente egipcio, residente en El Cairo, colaborador de Democracy Now! y The Nation.

Traducción para www.sinpermiso.info: Enrique García

Fuente:
http://www.thenation.com/article/172507/egypt-brink#

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