Italia: la comedia de la política. Dossier

Ilvo Diamanti

Alberto Toscano

Barbara Spinelli

05/05/2013

Este Dossier sobre Italia consta de los siguientes textos:

1) Ilvo Diamanti: ¿Nos volveremos todos berlusconianos?

2) Alberto Toscano:  El último bastión de una clase política en bancarrota

3) Barbara Spinelli: Grillo y el mito del vuelo de Ulises

¿Nos volveremos todos berlusconianos?

El Cavaliere no forma parte del gobierno Letta, pero su presencia es tangible: se cierne de nuevo sobre la política italiana. Y el PD parece incapaz de liberarse de esta herencia, porque tampoco ha logrado afirmar una identidad propia.

¿Nos volveremos todos berlusconianos? Es difícil no preguntárselo, mientras asistimos al estreno del nuevo gobierno, que obtendrá hoy la confianza [parlamentaria]. Pero su presencia es visible. A través de los ministros de su “parte". Para empezar, el fiel Angelino Alfano [1]. Por otro lado, este gobierno refleja la perspectiva que él mismo había auspiciado y perseguido, desde los días posteriores a las elecciones.

Una mayoría de "acuerdos amplios" que institucionalizase la alianza construida por Napolitano en torno a Monti y a los técnicos, en noviembre de 2011. Hoy vuelve a proponerse esa mayoría, por iniciativa, de nuevo, del Presidente. Pero se trata de un gobierno "político", en la medida en que lo impulsa (como en 2011) una emergencia. Al frente, Enrico Letta, líder del PD. Con el apoyo determinante del PdL. Hoy, de nuevo, primer partido en Italia, según los sondeos. Mientras que el PD está descendiendo. Ha bajado a menos del 25% (según [la empresa de encuestas] Ipsos). Si hubiera enseguida elecciones, el centroderecha "correría el riesgo" de conquistar la mayoría en ambas Cámaras, hasta con esta horrible ley electoral. Berlusconi, por tanto, se cierne de nuevo sobre la política italiana. Como sucede desde hace veinte años. Sin embargo, hace apenas seis meses, todos daban su aventura política prácticamente por concluida. Sus mismos líderes (por decir algo, porque en el centroderecha el único líder es él)  lo habían abandonado. Pedían primarias en el centroderecha. Y miraban a su alrededor, buscando una vía de escape. Yo mismo consideraba el "berlusconismo", el modelo político y cultural impuesto por Berlusconi, en declive. No he cambiado de idea. El berlusconismo interpreta el mito del emprendedor del Norte hecho a sí mismo. La promesa del éxito posible para todos. Narrada a través de los medios y de "su" televisión. Es el "sueño italiano" en los años del crecimiento y el bienestar. Que él ha representado también mientras declinaba, en los años del 2000. Esa época ha terminado. Arcore [su residencia milanesa] y sus villas de Cerdeña ya no pueden dibujar el ambiente de su película de ficción. Y la imagen de los emprendedores ya no se asocia hoy al "milagro" económico de los años 80 y 90 sino al drama del suicidio por desesperación.  ?

Asimismo el "partido personal", invención del Cavaliere: de Forza Italia al PdL, después de 2008 ha empezado a perder consensos. Diez años, o casi, de gobierno y de declive económico y social han redimensionado el consenso. Así, en las elecciones recientes el PdL ha perdido cerca de 6.300.000 electores. Y se ha reducido a cerca de la mitad respecto a 2008. ?

Sin embargo, Berlusconi no está acabado. Ha sobrevivido al berlusconismo. Mejor que sus mismos antagonistas. Hoy en profunda crisis, bastante más que él. ¿Cómo ha sucedido? ¿Y por qué???En cuanto al "cómo", diría que Berlusconi ha perdido las elecciones, pero ha vencido tras las elecciones. Porque el PD, guiado por Bersani, el ganador predestinado con gran anticipación, en efecto, non ha ganado. Pero ha intentado actuar como vencedor. Como si hubiese vencido. Durante casi un mes, ha seguido el proyecto de un gobierno improbable. Junto asl M5E de Beppe Grillo y Gianroberto Casaleggio. los cuales no pueden gobernar con los "enemigos". Los principales partidos de la Segunda República. Después de haber llevado a cabo una campaña electoral contra ellos. El PdL y el PD sin "l". No pueden. Porque un tercio de sus electores proceden del centroderecha y un tercio, del centroizquierda. Cualquier opción sería para el M5E desgarradora. Para lo cual ha librado, hasta ahora, una guerra de desgaste. Acercándose al PD para después rechazarlo. Con transmisiones en directo [de las reuniones de sus parlamentarios]. Visto que su gobierno ideal es justo este.  Los "acuerdos amplios" entre los "enemigos". Contra los cuales movilizarse. Dentro y fuera del Parlamento. Al menos por ahora. Hasta que, a saber, una parte de sus electores comience a interrogarse acerca de la utilidad del propio voto. Como ha sucedido en Friuli Venezia Giulia en las recientes elecciones regionales.

Así Berlusconi se ha vuelto, día a día, más ineludible. Imposible borrarlo del horizonte político para el PD. El no-vencedor obligado a actuar "como si " lo fuese. "Como si" pudiese decidir con quién gobernar. Mientras, día a día, crecía el papel de Berlusconi. Mientras Berlusconi podía permitirse actitudes de líder responsable. Dispuesto a hacer su parte. Hasta el punto de conceder a la "izquierda" todas las presidencias. De la Cámara [de Diputados] y del Senado. Incluso la presidencia de la  República (Napolitano no tiene en absoluto una historia de derechas...). Y, por fin, la presidencia del Gobierno. Por el Bien del País. Así ha vencido Berlusconi después de las elecciones. Y el centroizquierda ha perdido. Aunque haya obtenido todas las carteras más importantes. Porque ha debido "rendirse" a su adversario histórico. El PD: por primera vez ha formado una mayoría "política" con los hombres del PdL. Es decir, de Berlusconi. Desde luego, Enrico Letta ha escogido ministros jóvenes. Muchas mujeres. Un poco de técnicos de valor. Un poco de políticos de nueva generación. Pero, en resumen, él, Silvio: se cierne. Y para el PD cuenta tanto - y quizás más - que para el PdL. Porque Berlusconi es, todavía hoy, el líder hacia el que los electores del PD albergan mayor desconfianza: un 94%. La desconfianza hacia Berlusconi, el anti-berlusconismo: son una marca impresa en la identidad del centroizquierda desde los orígenes de la  Segunda República. El centroizquierda. Condenado, por Berlusconi, a seguir siendo comunista. Tras la caída del muro y el fin del comunismo. Condenado a continuar siendo antiberlusconiano, después incluso del fin del berlusconismo. Hoy parece incapaz de liberarse de esta herencia. También y sobre todo porque el PD no ha logrado nunca afirmar una identidad propia, específica. Es un partido ni-ni. Ni socialdemócrata ni popular. Si acaso, post. Donde cohabitan, sin amor, postcomunistas y postdemocristianos (de izquierda). Un partido im-personal. Que utiliza las primarias para seleccionar líderes poco carismáticos y dejar fuera a aquellos más pop(ulares). Un "partido hipotético", escribió Eddy Berselli en 2008. Resignado a perder, hasta cuando gana, o casi. Porque cultiva el mito de la derrota...y de la oposición. En el fondo, también Berlusconi, para el PD y la Izquierda, es un mito. Negativo, pero no importa. Porque los mitos, ya se sabe, no mueren. Para no morir berlusconianos, por lo tanto, no hay alternativa. Hace falta construir una alternativa: "sin" Berlusconi. "Más allá de" Berlusconi. Sólo con esta condición es posible sobrevivir a Berlusconi. Por ello, el PD debe cambiar con urgencia. Representar y comunicar una identidad propia, específica. Con pocas palabras y un liderazgo fuerte. Antes de las próximas elecciones. No les queda mucho tiempo.

NOTA: ?[1] Angelino Alfano (1940), nombrado ahora vicepresidente del gobierno Letta y ministro del Interior, fue primer secretario del Popolo della Libertà, el partido de Berlusconi. Ministro de Justicia entre 2008 y 2013, suyo es el célebre Lodo Alfano, la ley del Estado italiano, después declarada inconstitucional, conocida formalmente como "Disposiciones en materia de suspensión del proceso penal en relación con los altos cargos del Estado" (ley 124/2008) y presentada en un intento de evitar el juicio de Berlusconi. La aprobó el Consejo de Ministros en junio de 2008 «con el objetivo de tutelar la exigencia absoluta de la continuidad y regularidad del ejercicio de las más altas funciones públicas». En octubre de 2009 el Tribunal Constitucional italiano la declaró inconstitucional. Posteriormente, el Lodo Alfano bis fue un nuevo intento de otra ley con parecidos fines de burlar la acción de la justicia.

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Ilvo Diamanti (1952), uno de los más originales analistas de la sociedad italiana, es profesor de Ciencias Políticas en la Facultad de Sociología de la Universidad Carlo Bo, de Urbino (en la región de Las Marcas), donde dirige desde su fundación en 1997 LaPolis, el Laboratorio de Estudios Políticos y Sociales (www.uniurb.it/lapolis). Como estudioso, se ha centrado en las transformaciones en la relación entre la sociedad y la política, entre el cambio generacional y electoral, y también en cuestiones de identidad territorial y ciudadanía, abordando la crisis de los partidos políticos de la Primera República italiana y la aparición de nuevas formaciones como las ligas autonomistas, Forza Italia y los "partidos personales". Diamanti fue editorialista del diario económico Il Sole 24 Ore entre 1995 y 2001, y desde 2001 colabora en el diario romano La Repubblica con una sugerente sección titulada Mappe (Mapas), a la que pertenece este artículo.

La Repubblica, 29 de abril de 2013

El último bastión de una clase política en bancarrota

El domingo se formó nuevo gobierno en Italia. Encabezado por Enrico Letta, un elemento moderado del Partido Democrático (PD), es la primera "gran coalición" de la que es testigo el país desde la firma de Constitución de postguerra en 1947. Los comentaristas han apuntado ya a otras primeras veces: el gabinete más joven de la historia italiana (media de edad de 53 años), el de mayor proporción de ministras femeninas (un tercio) y la primera ministra negra (Cécile Kyenge, ministra de Integración, cuyo nombramiento ya ha dado lugar a comentarios racistas de la Liga Norte). Sin embargo, pese a la fachada de novedad, la máxima de Lampedusa en su novela El gatopardo todavía resume los apuros de Italia: "Si queremos que las cosas queden como están, es preciso que las cosas cambien". Para entender por qué, es de rigor un poco de historia.

El nuevo gobierno fue de hecho impuesto por el octogenario presidente italiano, Giorgio Napolitano, que vuelve para desempeñar un segundo mandato extraordinario debido a la implosión del PD durante la votación presidencial en el Parlamento. Después de haber fracasado en que el sindicalista democristiano Franco Marini fuese designado en las dos primeras votaciones, tras el disentimiento de su ala izquierda – y frente a la inspirada propuesta del Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo de hacer del jurista progresista Stefano Rodotà su candidato – el PD tenía sobre el papel una mayoría para elegir a Romano Prodi, el único político que ha producido su campo que ha llegado a derrotar realmente a Berlusconi.

Pero 101 de sus miembros – “desertores” – acabaron con la candidatura en una votación secreta. Napolitano, que ya había hecho posible el nombramiento como primer ministro de Mario Monti tras la salida de Berlusconi a causa de la amenazante crisis de la deuda soberana, regresó bajo el signo de la emergencia nacional con la autoridad moral para exigir un "gobierno del presidente".

Lejos de suponer un cambio radical, es ésta la conclusión lógica en muchos aspectos de la carrera política de Napolitano: incorporado al Partido Comunista Italiano tras el derrumbe del fascismo, siempre fue un sólido defensor del "compromiso histórico": una alianza entre los comunistas y los democristianos para superar la crisis económica y la agitación política. En su época fue una idea mal concebida, y hoy un compromiso izquierda-derecha no parece más que una argucia para salvar a una clase política golpeada por el populismo digital de Grillo y un extendido menosprecio público.

Los orquestadores del golpe del PD que le otorgaron a Napolitano el poder de formar gobierno (muchos sospechan de las maquinaciones de   Massimo D'Alema, cuyos cínicos tratos con Berlusconi constan en acta) deseaban claramente deshacerse del desafío que supone el Movimiento 5 Estrellas y prefirieron consolidar la alianza implícita de izquierda-derecha que ya apoyaba el gobierno de austeridad de Monti. Berlusconi se reconvirtió en mal menor, aun cuando para el grueso de los partidarios del PD – algunos de los cuales han llegado a quemar sus carnés– éste es un pacto con el diablo. Berlusconi ha obligado de modo efectivo a sus oponentes a asentir a sus condiciones – entre ellas, renegociar el IMU (impuesto sobre bienes inmuebles) y nombrar a su lugarteniente, Angelino Alfano, ministro del Interior. Todo esto mientras el "Cavaliere" arrostra todavía numerosos procesos.

Este gobierno es el último bastión de una clase política que es incapaz de generar una visión concertada, popular y legítima de la senda de Italia a través de la crisis y para salir de ella. Como el gobierno de Monti, se le podría denominar dictadura de la burguesía: un gobierno sin mandato popular, que gobierna por un periodo limitado impreciso, y cuya tarea principal consiste en hacer arrancar la recuperación económica definida no en términos de necesidades sociales sino de "crecimiento": ánimo de lucro y explotación.

Aunque se escucha una piadosa algarabía sobre el desempleo juvenil y la inseguridad, sin duda se continuará con la receta desplegada en los últimos 20 años de privatizaciones y reformas que hacen al capital más predador y al trabajo más inseguro. El diferencial en el rendimiento de los bonos del Estado entre Italia y Alemania, que parece haberse convertido en el único indicador de nuestro futuro político, parece estar reduciéndose, no obstante, así que debe de ir todo bien.

Fabrizio Saccomanni, nuevo ministro de Economía, – director del Banco de Italia, arquitecto del Tratado de Maastricht y antiguo empleado del FMI – nos dice, con impasible idealismo económico, que es todo cuestión de devolver la "confianza", y que su prioridad consistirá en ayudar a las empresas y los miembros más débiles de la sociedad. No está claro cómo planea cuadrar ese círculo en una sociedad de la Europa meridional agarrotada por la crisis: el remedio consiste en más de la enfermedad, con las inevitables consecuencias para la legitimidad política de las que ya hemos sido testigos en Grecia.

¿Durará este gobierno? Es difícil decirlo. El PD apenas puede encararse con sus propios miembros y, después de los recientes desastres, se arriesga a sufrir el destino del Pasok griego. Berlusconi no tiene nada que perder y blandirá un tremendo poder, por no mencionar que seguirá a cubierto de la Ley. Grillo y los 5 Estrellas pueden capitalizar la intransigencia del gobierno, ahora que el sistema de partidos ha demostrado ser tan cínico como ellos siempre habían afirmado.

Fuera de los muros del poder de lo que Pasolini flageló como il Palazzo, hay un país airado y nervioso. La rabia atomizada ya se ha manifestado en un hombre que disparó a dos carabinieri en el exterior de la residencia del primer ministro durante su jura. La única esperanza reside hoy en esos movimientos que pueden socializar la rabia de la lucha por el bien público y las necesidades comunes, y no reproducir un sistema que trata tan desesperada y desastrosamente de reproducirse.

Alberto Toscano, profesor de Sociología en Goldsmiths, facultad dependiente de la Universidad de Londres, es autor de The Theatre of Production y Fanaticism: The Uses of an Idea, y editor de la revista Historical Materialism.

The Guardian, 30 de abril

Grillo y el mito del vuelo de Ulises

Los últimos movimientos de Grillo tras la reelección de Napolitano no sólo son prudentes sino inquietos: casi contraídos. No ha aprovechado la ocasión que ofrecía la cólera de millares de ciudadanos que habían depositado su esperanza en Stefano Rodotà: en una democracia refundada, por tanto, que clausurase el ventenio berlusconiano. Ha evitado eufóricas plazas. No es un comportamiento populista. Porque el populista clásico miente al pueblo para usarlo y manipularlo. Viene a la cabeza, observándolo, lo que el filósofo Slavoj Zizek dijo de las izquierdas de Syriza en las elecciones griegas de junio de 2012: «Son soñadores que al despertar se han encontrado en una pesadilla». Con lo cual quería decir: no sueñan en absoluto sino que miran racionalmente la realidad y la reconocen como trágica. La realidad vista por Grillo es difícilmente impugnable: es la derrota, enorme, vivida el sábado por la Italia de la renovación. Y el triunfo, no menos vistoso, de los planes del demiurgo de Forza Italia: el PD puesto muy democráticamente de rodillas; después, un gobierno de “acuerdos amplios”; luego, la victoria electoral del PdL. Y en un horizonte no lejano: Berlusconi, jefe del Estado. Hablando a las Cámaras el lunes, Napolitano ha definido como perfectamente coherente con la democracia europea la coalición «entre fuerzas diversas». El horror que suscita lo ha analizado en términos psicológicos: es una «regresión» sectaria. Una inmadurez desmesuradamente tenaz. Nunca ha sido Berlusconi tan banalizado. Nunca ha aparecido el estadista al que sólo se oponen los neuróticos infantilizados. Pero Grillo sabe algo más. La muerte de la izquierda italiana, causada primero por el rechazo del 5 Estrellas a aceptar un gobierno común, después acelerada por el no del PD a candidatos transformadores, sella la apoteosis, más vasta, de quien desde hace tiempo ve a Europa asediada por disensos ciudadanos tachados de populistas, y por tanto euro-destructores

La esperanza de que cambie la Unión, también por impulso italiano, desde luego no desaparece: pronto, en junio de 2014 votaremos un Parlamento Europeo que designe finalmente a quien estará al timón en la Comisión de Bruselas. Pero en Italia es estancamiento. El loco vuelo de los innovadores, como el de Ulises hacia virtud y conocimiento [1], se quiebra entre nosotros, y el mar del status se cierra sobre nuestras cabezas. Las dos cosas van juntas: la refundación de la democracia, herida por las terapias anticrisis, y un bien público comunitario que los ciudadanos puedan hacer propio y sobre el que influir. Quien se bate en ambos frentes es llamado populista simplemente porque ha prestado oídos a los pueblos indignados, grandes ausentes en las oligarquías que hacen y deshacen la Unión.

Es una auténtica ofensiva antipopular (no antipopulista) ésta a la que asistimos desde que Papandreu, primer ministro socialista griego, intentó en octubre de 2011 proponer un referéndum sobre la austeridad que ya minaba a Atenas, y ahora la ha llevado a la miseria. Fue reducido al ostracismo, se convirtió en un paria poco frecuentado para las izquierdas europeas al completo. Sólo a los Verdes un Papandreu destituido les explicará el sentido del  referéndum: no una negativa a pagar las deudas (los «deberes en casa») sino la demanda de una Europa que compense el fracaso de los estados nacionales con un verdadero presupuesto incrementado y un relanzamiento común solidario al estilo de Roosevelt. Desde entonces, la ofensiva se acentúa, sin más pudor. En Cernobbio, el 8 de septiembre de 2012, el primer ministro Monti pide una cumbre europea extraordinaria de «lucha contra los populismos». Citamos lo que dijo porque es emblemático y porque las autoridades de la Unión lo aplaudieron entusiastas: «Es paradójico y triste que en una fase en la que se esperaba completar la integración también desde el punto de vista psicológico, de la opinión pública en último término (desde el punto de vista) política, se esté originando un peligroso fenómeno opuesto, con muchos populismos que apuntan a la desintegración en casi todos los estados miembros». Parecía el comunicado de un prefecto antidisturbios más que de un jefe político, y ya se sabe que policías y prefectos acostumbran a meter en el mismo saco toda suerte de extremismos, para después extender desiertos a los que llaman paz civil.

En el saco están Le Pen, los nazis griegos de Amanecer Dorado, los liberticidas húngaros, y en  Roma o Atenas los venenos letales que son M5E y Syriza. La ideología es ésa con la que  Pangloss adoctrina al inerme Candide, de Voltaire: vamos hacia el mejor de los mundos posibles, Europa se integra maravillosamente y hete aquí que - ¡horribile visu! - una cohorte de paradójicos y tristes subversores apuntan justo a lo contrario: a la desintegración. Dos mentiras se enhebran en un solo collar. La primera señala a los populismos sin distinción alguna, y de poco sirve que Grillo recuerde la evidencia: también nosotros tendríamos Amanecer Dorado si no hiciera él de bastión. La segunda mentira se refiere a los movimientos llamados euroescépticos: como si los desintegradores fueran ellos, y no quienes primero han desintegrado fingiendo integrar. Las mentiras no tienen en absoluto las piernas cortas, lo sabemos. Las tienen larguísimas y llegan lejos. Es verdad que Napolitano - una larga historia lo atestigua – tiene sobre Europa ideas originales, no compartidas por  Berlusconi ni quizás por Monti. Lo que no ve es el nexo causal entre crisis de la Unión y torsión de las instituciones democráticas, de la legalidad, de la justicia, de las constituciones. 

De lo contrario, no preferiría, con tanto ímpetu, lo que algunos llaman hipócritamente “acuerdos amplios” y otros, más crudamente, chanchullo. Chanchullo es palabra fea, pero nos distingue de otros países. El acuerdo con Berlusconi es distinto de las grandes coaliciones alemanas, inglesas. Es comprometerse con una derecha del todo anómala en Europa. Si no fuera así, se llegaría a un acuerdo a la luz del día, delante de los ciudadanos. No sucede así porque el PD sólo ha tenido vergüenza para hacerse polvo. Y acaso sea bueno, a fin de que la claridad se abra paso: gran parte de los militantes, y los aliados de SEL (Sinistra, Ecología e Libertà) y Fabrizio Barca [2] o Pippo Civati [3], ya intentan reconstruirlo. No es antieuropeista Grillo, aunque esté lleno de escepticismo. Todo europeísta que se respete es hoy escéptico. En una reciente conferencia en Turín, Casaleggio ha puesto en guardia contra la salida del euro («Sólo podría un país fuerte y competitivo»). Lo mismo ha dicho Mauro Gallegati [4], economista cercano al M5E. Pero es útil, para los Pangloss de la Unión, pintar a Grillo como destructor de Europa. Es tentador vendarse los ojos, y esconder la amplitud de un desastre que no sólo deshace la democracia deliberativa de Grillo sino la misma democracia representativa que de él se pretende proteger.

He aquí donde está, querido Presidente, la regresión. El Parlamento no ha sabido hacerse portavoz de la Italia que invocaban Rodotà o Prodi. Ha matado la idea de representación, más que la democracia desde abajo. Precisamente porque no es Le Pen, Grillo tiene necesidad de que la democracia clásica funcione y la izquierda exista. Si hoy parece tan contraído es porque – ya llegan señales de Friuli Venezia Giulia – también su barca corre el riesgo de hacerse pedazos. Gana el credo oligárquico de Monti. La Europa federada no es necesaria ( Die Welt, 11-1-12). Y los gobiernos no deben dejarse «vincular por las decisiones de los parlamentos propios», sino «educarlos» ( Spiegel, 5-8-12). Blue Sunday, [Domingo triste] titula Grillo un post suyo. El Blue Sunday  te asalta ciertos domingos después de fines de semana insensatos. Te tiendes sobre el malestar, a la espera de que una fantasía, o un pensamiento, tronche el melancólico azul. ¿Qué es populismo, antipolítica? Es la masa que se hace grey, lobo que husmea sangre y caza. Es energía despótica, desenfrenada, irreflexiva, sugestionable, escribe Gustave Le Bon en su Psicología de las multitudes (1895). ¿Cómo no reconocer en ella a los mercados y sus plebiscitos? Nadie la tacha de antipolítica, y cómo podrían. Los verdaderos patronos son ellos. Les trae sin cuidado. Como los locos, no ven más allá de sus narices. ¿Democracia y legalidad se derrumban? Poco importa. No es asunto suyo. No saben lo que hacen.

Notas del T.:

[1] Tanto el título como estas líneas del artículo se refieren y parafrasean un célebre pasaje del Canto XXVI del Inferno de Dante en el que Ulises relata su viaje postrero terminado en naufragio más allá del estrecho de Gibraltar.  

[2] Fabrizio Barca (1954), respetado economista italiano, recientemente adherido al PD, fue ministro de Cohesión Territorial en el gobierno Monti entre noviembre de 2011 y abril de 2013. Formado en Roma y Cambridge, ha sido profesor en la Bocconi de Milán, y en Modena, París, Siena, Roma, Parma y Urbino. También ha enseñado en el MIT de Boston y en Stanford.   

[3] Giuseppe “Pippo” Civati (1975), actual diputado, miembro de la dirección del PD desde 2009 y consejero regional de Lombardía entre 2008 y 2013. Especialista en Filosofía del Renacimiento, es autor de numerosas obras de filosofía y política.   

[4] Mauro Gallegati, economista neokeynesiano, profesor en la Universidad Politécnica de las Marcas en Ancona y miembro del Institute for New Economic Thinking, ha enseñado en Cambridge, Stanford, MIT, Columbia, Santa Fe Institute, Brookings Institution, Sydney, Kyoto y Zurich. Es conocido por su trabajo con Stieglitz sobre información asimétrica y agentes heterogéneos.

Barbara Spinelli (1946), hija del famoso antifacista y europeísta Alterio Spinelli, es una importante periodista italiana. Fue una de las fundadoras del diario italiano La Repubblica, amén de colaboradora del Corriere della Sera y La Stampa. El pasado mes de marzo, tras las últimas elecciones, lanzó una campaña apoyada por la revista MicroMega para bloquear la elección de Berlusconi al Senado alegando conflicto de intereses.

La Repubblica, 24 de abril

Selección y traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón

Fuente:
Varios

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