Viajes con Saul Landau

James Abourezk

15/09/2013

Conocí a Saul Landau en 1973, cuando vino a Washington, D.C. con un equipo de cine para realizar un documental sobre “el Congreso del Watergate”. Me pidió una entrevista para la película y, como yo era un obscuro senador principiante, acepté de inmediato. Desde aquel entonces nos hicimos enseguida amigos. Nuestras familias se mezclaron, y su hija, Carmen, y mi nieta, Corrine, crecieron más o menos juntas en el mismo vecindario del bucólico gueto blanco en el que vivíamos llamado Northwest Washington, D.C.

No me habría esperado todo lo que vino después. Viajamos juntos a Cuba, donde Saul me presentó a Fidel Castro; juntos fuimos a Wounded Knee después de la ocupación de los activistas indios [nativos de Norteamérica] y donde Saul realizó una película centrada en las audiencias del Comité Indio que organicé para dejar testimonio de la ocupación de Wounded Knee por parte del AIM (Movimiento Indio Norteaméricano). En 2003, se fue a Siria sin mí, pero mi esposa siria, Sanaa, se encontraba en el país visitando su familia en ese momento, de modo que la reclutó como guía y narradora mientras filmaba por toda Siria. Rodó en la pequeña aldea de Maalula, donde los habitantes aún hablan arameo, la lengua de Jesús de Nazaret, recientemente atacada y saqueada por los aliados de Barack Obama, Jabhat al Nusra, la filial de Al Qaeda que se dedica a matar a todo el que esté a la vista mientras trata de derribar al actual gobierno sirio.

Cuando en 2002 decidí viajar a Irak con el propósito de intentar evitar la invasión del país por parte de George Bush, vino Saul con su equipo de cine y su cámara para dar testimonio de nuestros esfuerzos. Filmó a Tarik Aziz, número dos de Sadam, declarando que temía que los EE. UU. enviasen más espías con los inspectores de armamento, tal como habían hecho antes. Finalmente se avino a dejar entrar a los inspectores, pero de nada sirvió, como ahora sabemos. Saul me recordó que fue Bill Clinton, no Saddam Hussein, quien echó a los inspectores en 1998, lo que permitió bombardear Irak en ese momento. También recordó al mundo, en un artículo que escribió, que hasta los medios habían olvidado quién había sacado a los inspectores de Irak, pues la mayoría de ellos andaba diciendo que era el dictador Hussein el responsable de haberlos expulsado.  

La última película de Saul, Will The Real Terrorist Please Stand Up? fue un esfuerzo final por parte de Saul de hacer algún tipo de justicia al pueblo de Cuba, al que se le ha negado desde 1959. Como todos hemos aprendido una y otra vez, cuando los políticos se dedican a demostrar algo, no puede haber nada parecido a la justicia.

Me es difícil describir lo mucho que aprendí de Saul y cuánto ha enseñado al resto del mundo, pero su muerte deja un enorme vacío en la educación de todos nosotros.  

No soy de los que creen en la religión organizada o en la espiritualidad, pero soy incapaz de explicar qué es lo que me hizo despertarme de un sueño profundo la noche en que murió Saúl, que pasé luego entera despierto. Cuando me llamó Carmen al día siguiente para decirme que había muerto durante la noche, le recité entre lágrimas la letra de una canción de bluegrass de Ralph Stanley, la letra de Angels’ Band.

He intentado resistirme a establecer esa relación, pero es tal vez posible que el Espíritu de mi viejo amigo, mi hermano Saul Landau, se detuviera brevemente esa noche en Dakota del Sur con el fin de despertarme para darme un último adiós.

James Abourezk, abogado y escritor, fue miembro de la Cámara de Representantes entre 1971 y 1973, y del Senado entre 1973 y 1979, en ambas ocasiones por el estado de Dakota del Sur, experiencias que recogió en su libro Advise & Dissent: Memoirs of South Dakota and the U. S. Senate De origen libanés greco-ortodoxo, se ha mostrado siempre crítico con la política exterior norteamericana, sobre todo en Oriente Medio.

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón

Fuente:
Counterpunch, 11 de septiembre de 2013

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