¿Se acuerda usted de cuando existían las pensiones?

Sam Pizzigati

15/09/2013

Los directores de empresa estadounidenses merecen sus jugosas recompensas, se nos dice, puesto que asumen riesgos igualmente notorios. Sin embargo, ¿qué es lo que arriesgan verdaderamente estos venturosos ejecutivos? Simplemente, la seguridad de nuestras pensiones.

¿Qué tal va su cuenta de pensiones 401(k)?

Hoy en día, los trabajadores estadounidenses se formulan esta pregunta —angustiados por su respuesta— un número terrible de veces. ¿Por qué? Pues para la mayoría de estadounidenses la jubilación se ha tornado espeluznantemente cruda. O bien uno detenta una sólida cantidad de inversiones en su 401(k) o se enfrenta a una jubilación muy incierta.

Una generación atrás, los trabajadores de los EEUU no se obsesionaban con las cuentas de sus pensiones de jubilación. Tenían pensiones y no cuentas 401(k). Tales pensiones representaban un compromiso de los patronos con sus trabajadores: usted trabaja aquí un número determinado de años y podrá contar con una pensión mensual de una determinada cantidad.

En estos planes de pensiones tradicionales el riesgo lo asumían los patronos. Ellos cargaban con la responsabilidad de financiar los "beneficios definidos" de un plan de pensiones.

Con las cuentas 401(k), los empleados no cuentan con la promesa de unos "beneficios definidos". Los futuros ingresos de su jubilación dependen de cómo vayan finalmente las inversiones de sus cuentas 401(k), y no de cuántos años trabajen ni de la diligencia mostrada a lo largo de sus carreras profesionales.

En otras palabras, el riesgo de la jubilación se ha trasladado del patrono al trabajador.

La actual ley 401(k) tuvo origen en los años 80 como complemento a los planes de jubilación tradicionales. Sin embargo, los principales directivos de empresa de los EEUU comenzaron rápidamente a ver la 401(k) como un substituto más barato —para los patronos— a dichos planes.

Entre los años 1990 y 2010, la proporción de empleados del sector privado en EEUU que detentaba planes de pensiones tradicionales cayó casi a la mitad, de un 42 a un 22 por ciento. Precisamente el 50 por ciento de los trabajadores del sector privado están ahora embarcados en los planes del tipo 401(k).

Este gran cambio de las pensiones tradicionales a las cuentas 401(k), afirma un reciente informe del Instituto de Política Económica, ha generado mucho más que angustia entre los trabajadores estadounidenses; y ha propiciado mucha más desigualdad.

"La inseguridad en las pensiones", escriben ambas autoras del nuevo estudio del IPE, las economistas Monique Morrissey y Natalie Sabadish, "ha aumentado para la mayoría de estadounidenses, al tiempo que los ingresos por pensiones de jubilación se distribuyen de forma cada vez más desigual".

A primera vista, las estadísticas en torno a los ahorros de pensiones básicas parecen mostrar un panorama mucho más optimista. Los activos totales de las jubilaciones —tanto en los planes de pensiones tradicionales que aún quedan en los EEUU como en las cuentas 401(k) y otros planes de ahorro similares— se han elevado desde finales de los 80, triplicándose, después de adaptarse a la inflación, hasta algo más de 15 billones de dólares.

Sin embargo, sólo una preciosa e ínfima parte de estos billones está destinada a reforzar la seguridad de las pensiones del estadounidense medio. Casi la mitad de los hogares hoy en día no dispone de ahorros en cuenta de pensiones de jubilación alguna. Para la mitad restante, muestran las economistas del IPE Morrissey y Sabadish, los ahorros se han "distribuido de manera verdaderamente desigual".

Entre el 20 por ciento de las personas más pudientes, el 88 por ciento posee ahorros en una cuenta 401(k) u otras cuentas de planes de pensiones similares. Los ahorros depositados en las cuentas de estos pudientes mediaban 308.674 dólares en el 2010, año más reciente del que se disponen datos.

En la clase media estadística de los EEUU, por contra, la realidad es bien distinta. Sólo el 52 por ciento de los estadounidenses en la media de la distribución de los ingresos de la nación poseen ahorros en sus cuentas para la jubilación, y dichas cuentas promedian 34.981 dólares.

Además, para la quinta parte más pobre de EEUU, el panorama de la jubilación es incluso más aciago. Sólo el 11 por ciento de los estadounidenses pertenecientes a esta quinta parte detentan algún ahorro en sus cuentas 401(k), ahorros que promedian apenas 7.543 dólares.

Estos resultados tan desiguales no deberían sorprender a nadie. Aquellos que participan en los planes del tipo 401(k) tienen que cotizar para poder participar. En una era de sueldos cada vez más bajos, muchos trabajadores no pueden permitirse apartar siquiera un poco de dinero para guardar en los planes 401(k) que se les ofrece.

En el 2010, informó el IRS la semana pasada, cerca de un tercio de los estadounidenses que ingresaban al año 40.000 dólares conseguía ahorrar para planes de jubilación. Los estadounidenses que ganaban entre 200.000 y 500.000 dólares ahorraban el doble.

Los dólares que los más ricos de EEUU acaparan en sus cuentas 401(k), a cambio, continúan su curso beneficiándose tanto de las contribuciones de los trabajadores estándar como de las exenciones de impuestos de que disfrutan los ahorros depositados en dichas cuentas.

El resultado predecible: La brecha entre los ricos y el resto se ensancha cada vez más. En el 2010, los hogares estadounidenses pertenecientes al nonagésimo percentil de la distribución de pensiones de jubilación —hogares con más ahorros destinados a pensiones de jubilación que el 90 por ciento de los hogares con ahorros— poseían un colchón de ahorros 100 veces mayor que el de la media de la nación, o más típicamente, de los hogares con ahorros.

Hemos pasado, en poco tiempo, de un sistema de pensiones tradicional en el que “muchos jubilados podían contar con una fuente de ingresos constante y predecible”, tal y como señala el reciente estudio del IPE, a un sistema en el que la mayoría de estadounidenses no pueden permitirse una jubilación.

“Para una amplia franja de los EEUU”, añadió el analista del Marketwatch Matthew Heimer la semana pasada, la Seguridad Social se ha vuelto “el último vestigio de apoyo financiero para la jubilación”.

Mientras tanto, muchos de los mismos directores ejecutivos que han recortado su cobertura a las pensiones tradicionales de los trabajadores están encabezando las demandas de recortes a los presupuestos federales en Seguridad Social.

El pasado otoño, el Instituto para Estudios Políticos examinó a los 71 principales jefes ejecutivos que encabezaban la campaña “Fija la Deuda” con objeto de recortar la Seguridad Social y los otros principales programas de “ayuda social” federales. Estos 71 ejecutivos han acumulado, de media, 9 millones de dólares cada uno en los planes de pensiones personales de sus empresas.

Una docena de estos jefes ejecutivos tienen más de 20 millones de dólares en las cuentas de sus planes de pensiones.

Si a los 65 años esta docena convirtiera sus activos en anualidades, destacan los investigadores del Instituto para Estudios Políticos, “recibirían un cheque mensual de por vida por valor de al menos 110.000 dólares”.

Sam Pizzigati es miembro asociado del Institute for Policy Studies, ha escrito recientemente sobre desigualdad. Su último libro, The Rich Don’t Always Win: The Forgotten Triumph over Plutocracy that Created the American Middle Class, acaba de ser publicado.

Traducción para www.sinpermiso.info: Vicente Abella 

Fuente:
Toomuch.org, 7 de septiembre de 2013

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