¿Puede Syriza cambiar la economía europea desde Grecia?

Yanis Varoufakis

08/12/2013

SYRIZA, es el nombre bien conocido del partido político que más está creciendo en Grecia, y es un acrónimo de "Coalición de la Izquierda Radical." Para los norteamericanos, la idea de que un partido de izquierda radical pueda alcanzar el poder es impensable y también lo era para los griegos hasta hace muy poco. Pero las duras medidas de austeridad que la UE ha impuesto a Grecia, tras el colapso económico, han creado unas condiciones extremas en Grecia: seis de cada diez jóvenes están en el paro, se han recortado los salarios y las pensiones y el producto nacional bruto ha caido en una cuarta parte.

Europa, en estos momentos, se encuentra atrapada en un bucle involucionista negativo, del que la política y los políticos tradicionales son incapaces de encontrar la salida. Desde hace tres años, una corriente interminable de recortes de gastos y aumentos de impuestos ha dominado la agenda del Parlamento griego. Una victoria de SYRIZA puede ser el reactivo que Europa necesita: el triunfo de un partido europeísta que pretende mantener al país, tanto en la zona euro como en la Unión Europea pero sobre todo, un partido que, por su ideología radical, esta dispuesto a abrir el proceso a nivel de Consejo Europeo para que, por fin, los líderes europeos se enfrenten a los problemas que han estado ignorando durante los últimos cinco años. En junio pasado, en un artículo de opinión del New York Times, James K. Galbraith y yo asegurábamos que "SYRIZA puede ser la mejor esperanza para Europa" y seis meses más tarde sigue siendo cierto.

Aunque SYRIZA ha existido, de alguna forma, desde principios de los noventa, su popularidad se ha disparado en medio de la crisis del euro, y en estos momentos mantiene un porcentaje de votos entre el 20 y el 30 por ciento. Desde junio, ha empezado a tomar la delantera en las encuestas de opinión, al mismo tiempo que las promesas de la coalición en el gobierno de lograr una "recuperación a la griega” se van disipando. No tocan elecciones generales hasta junio de 2016, pero el actual gobierno cuenta con una mayoría muy frágil y puede llegar a disolverse tras una más que probable derrota en las elecciones al Parlamento Europeo del próximo mayo en 2014. Y si se convocan elecciones generales, SYRIZA podría convertirse en el partido mayoritario del Parlamento griego.

Surge entonces la pregunta: ¿qué consecuencias podría tener esa victoria sobre la misma SYRIZA? ¿Puede un partido radical de izquierda mantener su cohesión en un cara a cara con los banqueros neoliberales de los bancos centrales y sus homólogos conservadores en Alemania, Países Bajos, Finlandia, Francia y España? En tales circunstancias, cualquier gobierno de izquierda duraría bien poco. Si los funcionarios europeos y los líderes políticos se anticipan a la llegada al poder de SYRIZA, la capacidad de negociar de SYRIZA, de forjar nuevas alianzas y de acabar con el silencio sobrecogedor que reina en la sede de Bruselas de la Unión Europea, se puede ver seriamente comprometida.

Una breve historia de SYRIZA

Para hablar de los orígenes de SYRIZA debemos remontarnos a 1968, con la invasión de Checoslovaquia por el ejército soviético para aplastar la llamada “Primavera de Praga”. En aquel entonces, Grecia soportaba el segundo año de una dictadura militar de corte neofascista y los líderes del Partido Comunista se encontraban dispersos geográficamente: la mayoría habían escapado hacia los países del Este, pero muchos otros languidecían en las cárceles griegas. A esta dispersión le siguió la división ideológica, ya que la mayoría de los líderes encarcelados se opusieron a la invasión soviética de Praga, mientras que, los que estaban en el otro lado del telón de acero, apoyaban la línea dura de Moscú. Cuando la dictadura griega se desplomó, en julio de 1974 y el Partido Comunista fue legalizado, los dos grupos se habían escindido y Grecia contaba con dos partidos comunistas: el anti-soviético y europeísta, formado por el Partido Comunista del Interior, cuyos líderes permanecieron en el país durante la dictadura, y el Partido Comunista de corte estalinista, cuyo referente y contraparte se encontraba en el Partido Comunista del exterior. SYRIZA es, a grandes rasgos, el heredero del Partido Comunista del interior.

Es evidente que, desde mediados de los años setenta, el panorama político ha cambiado por completo. En 1981, el Partido Socialista Griego, el PASOK, llegó al poder, liderado por el carismático Andreas Papandreu. Su plataforma era mucho más de izquierdas que la de cualquiera otro partido socialdemócrata europeo. Abogando, entre otras cosas, por la salida de Grecia de la Comunidad Económica Europea (CEE) y de la OTAN, por la eliminación de todas las bases militares norteamericanas en Grecia, por un programa de socialización masiva en la industria y por incrementar el gasto público. Los dos partidos comunistas pugnaban, entonces, por encontrar la manera de posicionarse frente a un PASOK que amenazaba con usurpar su monopolio en la izquierda griega.

A finales de los años ochenta, la agenda del PASOK hizo agua. Abandonó la idea de salir de la OTAN y la CEE y sólo se nacionalizaron las empresas que quebraron a raíz de la recesión mundial de la década de 1980. El Partido Comunista y el Partido Comunista del Interior forjaron una alianza llamada Synaspismos (que significa "coalición"), con la esperanza de beneficiarse de la caída de popularidad del PASOK entre los izquierdistas griegos. Las elecciones generales en 1989 dieron lugar a un Parlamento sin mayorías, y el nuevo partido Synaspismos, que había subido alrededor del 15 por ciento en las elecciones generales, forjó una coalición oportunista con el partido de derecha, Nueva Democracia, basado unicaménte, en la antipatía común hacia el PASOK y Andreas Papandreou.

Esta alianza temporal duró sólo unos meses, durante los cuales se dedicó a arrastrar a Papandreu por los tribunales, acusándole de malversación de fondos con pruebas verdaderamente endebles. Una vez absuelto, Papandreu reapareció y Synaspismos comenzó a desvanecerse en las encuestas. Mientras que, los dirigentes del Partido Comunista dentro de Synaspismos, decidieron retirarse de la coalición, causando una nueva gran división dentro del Partido Comunista, al optar gran número de sus principales miembros, por permanecer en Synaspismos.

El Partido Comunista, ya por separado, volvió a su programa anti-Unión Europea. Y afianzándose así, en torno a su dogmático “mantra” estalinista, le fue mejor que a Synaspismos, llegando a alcanzar un promedio del 5 por ciento en las elecciones generales. Por el contrario, Synaspismos se dedicaba a la introspección permanente, tratando de ampliar su atractivo convirtiéndose en una confederación de grupos, de todo tipo y pelaje, dentro del espectro de la izquierda. Lo que incluía a socialdemócratas desencantados, verdes, eco-activistas y grupos anti-racistas. Para tirar juntos de tan dispares y a menudo recalcitrantes, grupos, Synaspismos se reconvirtió en lo que yo llamo en broma 'Synaspismos Squared' (‘Synaspismos al cuadrado’): aunque ya era una coalición de diferentes facciones (recordemos que Synaspismos significa coalición), Synaspismos se coaligó con grupos que no querían formar parte de Synaspismos pero buscaban una alianza política. Así, en 2004, Synaspismos se transformó en SYRIZA, 'La Coalición de Izquierda Radical’. El énfasis del partido se puso en lo ‘radical’, que proporcionaba a los que permanecían fuera un pretexto para fusionarse con Synaspismos. No es para asombrarse que tales travesuras internas emocionaran muy poco al electorado y que a partir de mediados de la década de 1990 y hasta hace muy, muy poco, SYRIZA apenas se mantuviera a flote en las encuestas, que le daban un escaso porcentaje entre el umbral mínimo para asegurar la representación parlamentaria (3 por ciento) y el 5 por ciento. Esto sucedió, hasta que la crisis del euro nos alcanzó en 2010.

En las elecciones de octubre 2009 SYRIZA alcanzó poco más del 5 por ciento del voto popular, mientras que los socialistas del PASOK de George Papandreu, hijo de Andreas, obtuvieron un aplastante 44 por ciento, formando el gobierno que  hubo de supervisar la implosión económica, unos meses más tarde. Un año después de la quiebra de Grecia, las encuestas indicaron que el PASOK había caído hasta el 10 por ciento, mientras que SYRIZA era catapultada a casi el 30 por ciento, entrando en competencia por la victoria electoral. Cuando el sistema político ya no pudo evitar las elecciones generales, las elecciones de mayo de 2012 confirmaron esta popularidad propulsando SYRIZA al segundo lugar, justo detrás de la derechista Nueva Democracia. Una segunda elección enseguida, un mes más tarde, en junio de 2012, dio a Nueva Democracia el 29,7 por ciento y el 26,9 por ciento a SYRIZA.

La crisis económica se mantiene, mientras que SYRIZA parece incrementar sus apoyos constantemente en las encuestas. ¿Qué podría significar su victoria para Grecia, para Europa, y para la misma SYRIZA?

La amenaza sobre SYRIZA

A los partidarios y activistas de SYRIZA les preocupa que, al igual que al PASOK, una victoria electoral puede enfrentarles a compromisos que se resisten a hacer. Así como el PASOK entró en el gobierno en 1981 con propósitos nobles y de izquierdas, que se disolvieron rápidamente en su camino, dentro del poder establecido, bien pudiera suceder que la dirección de SYRIZA, bajo las tensiones extremas, en la negociación de la quiebra económica de Grecia, con Berlín, Frankfurt y Bruselas, tuviera que plantearse abandonar su agenda radical de cambio social y económico en Grecia. Es un temor fundado que los líderes de SYRIZA no pueden darse el lujo de ignorar.

La mayoría de los partidos políticos griegos, incluidos los de la actual coalición de gobierno entre Nueva Democracia y PASOK, estarían de acuerdo en que los términos y condiciones de los llamados ‘programas de rescate’ de Grecia son injustos y que la Troika de prestamistas (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) están imponiendo condiciones a Grecia que dañan permanentemente el tejido social del país y son imposibles de cumplir. Uno no tiene que ser radical, ni de izquierdas, para reconocer la locura de la lógica de forzar, a un gobierno en bancarrota, a reducir salvajemente el ingreso nacional como condición para obtener más créditos, (ya que es una consecuencia inevitable de la dura austeridad durante una profunda recesión). Sin embargo, la Coalición en el Gobierno está actuando como un preso ‘modelo’, obedeciendo las instrucciones de la Troika mientras que, al mismo tiempo, suplica una racionalización de las políticas impuestas, en sus términos y sus condiciones.

La posición de SYRIZA difiere en dos puntos importantes.En primer lugar, SYRIZA cree, pienso que con razón, que la única manera de conseguir que la Unión Europea cambie el tratamiento de Grecia de forma razonable y deje de plantear medidas de austeridad de castigo, es levantar una punta de lanza a favor de un replanteamiento inmediato del 'Programa griego’ a través, en primer lugar, de la suspensión unilateral de las políticas exigidas por la Troika y en segundo lugar, a través del uso o de la amenaza,  de su poder de veto en el Consejo Europeo.

En segundo lugar, SYRIZA quiere combinar la línea dura de negociación con una agenda radical para el cambio social en Grecia, incluyendo una modificación importante en la base fiscal  imponible, la re-introducción de un salario mínimo decente y el incremento de los fondos para la Seguridad Social y la Sanidad Pública. Por encima de todo, los activistas SYRIZA quieren un gobierno que rompa la íntima relación entre los operadores políticos, las grandes empresas y los tecnócratas europeos que, sobre la base de los fondos de rescate, está desarrollando una nueva cleptocracia en el país.

En este contexto, el mayor temor para los activistas de SYRIZA es el de terminar ‘acomodándose’ en Europa. Temor a que, siendo consecuentes con una de las líneas genéricas del pensamiento de SYRIZA, su europeismo, éste pudiera llegar a imponerse a expensas de abandonar la radicalidad de su programa nacional. Estos temores se alimentan, de forma natural, con las tensiones y divergencias entre los distintos grupos que componen la confederación SYRIZA, algunos de los cuales no aceptan plenamente, la orientación de mantener a Grecia en la unión monetaria europea. Al mismo tiempo que, el verano pasado, los miembros SYRIZA votaban, con mayoría abrumadora, a favor de convertir su coalición en un partido político unitario, el liderazgo de SYRIZA, sin embargo, enfrentaba dos tareas que, muchos piensan, pueden resultar contradictorias. Por un lado, debe evitar convertir a SYRIZA en el tipo de partido al que sus afiliados actuales no quieran pertenecer y por otro lado, debe atraer a los votantes indecisos en número suficiente para hacer que al Partido, no sea sólo elegible, sino que sea lo suficientemente potente como para sentarse a negociar, con eficacia, frente a los líderes europeos.

Cómo puede SYRIZA cambiar Europa

Si SYRIZA hubiera seguido el consejo de algunos economistas de Estados Unidos y de Gran Bretaña que planteaban que Grecia debía salirse de Europa y de la zona euro, sus líderes habrían sido capaces de unir a todas sus facciones bajo la bandera tranquilizadora de la autarquía, de la retirada unilateral, y la salida heroica de la red de instituciones neoliberales y restricciones que constituyen la zona euro. Sin embargo, dicha plataforma, que serviría para maximizar la cohesión interna de SYRIZA, se construiría a costa de hacerla inelegible. Después de todo, la mayoría de los griegos entienden que una salida griega de Europa acarearía costos insoportables para la mayoría. Así pues, SYRIZA ha elegido la difícil posición de mantener a Grecia en la zona euro, al tiempo que prosigue la lucha, para cambiar las incongruencias fundamentales de la eurozona, desde el interior. ¿Puede un país pequeño, en bancarrota y golpeado por la pobreza, permanecer dentro de la zona euro, mientras se opone a algunos de sus principios básicos? ¿Puede un gobierno SYRIZA llevar a cabo los proyectos humanitarios básicos que la izquierda está determinada a promulgar?

Continuar perteneciendo a la zona euro significa que el gobierno no tendrá capacidad para crear liquidez, en ausencia de un banco central que lo respalde. Los activistas de SYRIZA afirman que van a recaudar dinero gravando con más impuestos a los ricos, pero los ricos se han llevado ya sus euros a Suiza, Frankfurt, Londres y Nueva York, mientras que la clase media ha ido a la quiebra y ya no recibe ingresos de sus propiedades vacantes y se ve obligada a pagar crecientes impuestos sobre ellas.

Mientras tanto, una victoria de SYRIZA podría agudizar la presión de la Unión Europea sobre las finanzas del Estado griego y el sistema bancario: Bruselas, Frankfurt y Berlín, probablemente, tomarían represalias, cortando el acceso del gobierno griego a parte de sus ingresos, como el dinero que el Banco Central Europeo aporta al gobierno griego procedente de las super-ganancias que ha obtenido, previa y vergonzosamente, a través de las compras de bonos del mismo gobierno griego, de los fondos estructurales de la UE, etc. Además, esa victoria también podría provocar una retirada moderada de los depositantes en los bancos, que pueden temer una suspensión, por parte del BCE, de las provisiones de liquidez a los bancos griegos.

Es probable que un gobierno de SYRIZA pueda negociar con éxito sobre estas presiones financieras, durante sus primeras semanas en el poder, pero, desde luego, no sería capaz, al mismo tiempo, de financiar los programas sociales con los que se ha comprometido. ¿Cómo podrá, en esas circunstancias, no decepcionar a sus seguidores, confirmando los temores de algunos de que SYRIZA acabará vendiendose ante los europeos, por encima y más allá de los compromisos adquiridos? La única salida para el éxito de un gobierno de SYRIZA es cambiar la economía de Europa. Es una tarea difícil, pero creo que no es imposible. De hecho, no hay otra alternativa para SYRIZA ni, de hecho, para cualquier otro partido político en la periferia de Europa que aspire a una economía social estable.

Europa se ha instalado en la negación desde hace cinco años.Durante este período, las deudas, las pérdidas bancarias, el desempleo y los desequilibrios flagrantes se han ido acumulando mientras que los líderes de Europa silbaban al viento. Si Londres puede usar su poder de veto a nivel del Consejo Europeo para proteger a los banqueros de la City de la regulación, seguramente Atenas puede y debe, hacer lo mismo en defensa de sus ciudadanos. Invocando la cláusula del interés nacional, un gobierno de SYRIZA tendría derecho de veto sobre todas las decisiones hasta que el enfoque europeo sobre el programa griego fuera revisado. Tales medidas puede soltar  lenguas y dar impulso a un debate que, esperamos, lleve a cambios modestos pero muy necesarios para racionalizar la política europea (en línea con los que Stuart Holland, James Galbraith y yo hemos estado abogando ). Estas medidas pueden, en efecto, permitir a los partidos como SYRIZA el combinar una línea pro-europea con políticas internas que derroten a las viejas y las nuevas cleptocracias, proporcionen un respiro a los trabajadores y, por último pero no menos importante, contribuyan a restaurar la fe en la democracia.

Los líderes de Italia, Francia y España tal vez aún no se sienten lo suficientemente desesperados como para romper el muro de silencio a nivel de Consejo Europeo. Pero Grecia es ya tan miserable y esta tan angustiada, que su gobierno tiene el imperativo moral de hablar, e incluso de actuar, en el exterior. En el escenario político actual, sólo un gobierno liderado por SYRIZA podía hacer eso. Esto daría, a los funcionarios portugueses, españoles, italianos y, lo que es más importante aún, a los funcionarios franceses, la oportunidad de cambiar el discurso que rodea  al clima económico en Europa. Pero incluso, si nadie sigue el ejemplo de SYRIZA en Europa, un gobierno SYRIZA todavía tendría poder de negociación suficiente, cortesía de su poder de veto, no sólo para lograr cambios que pueden salvar vidas en el "Programa griego", sino también para obligar a la Unión Europea para volver a repensar su crisis sistémica y con ello llevar a cabo un tratamiento radicalmente diferente.

SYRIZA puede tener la oportunidad de transformar Grecia y cambiar el curso de la historia europea, pero esta es una tarea que, en comparación, nos llevaría a considerar la ‘odisea de Ulises’ como un mero paseo por el parque. No le va a ser fácil tomar el poder sin dejar de ser fiel a su agenda radical y mantener su cohesión interna. Queda por ver si los líderes de SYRIZA pueden llevar a cabo este milagro. Creo que se puede, siempre y cuando no se emitan promesas tontas antes de las próximas elecciones y se mantenga una agenda verdaderamente radical encaminada a cambiar Europa con paso firme, proponiendo a los ciudadanos alemanes, españoles, holandeses, una agenda europea que restaure el sueño de una prosperidad europea compartida.

Yanis Varoufakis es un reconocido economista greco-australiano de reputación científica internacional. Es profesor de política económica en la Universidad de Atenas y consejero del programa económico del partido griego de la izquierda, Syriza. Actualmente enseña en los EEUU, en la Universidad de Texas. Su último libro, El Minotauro Global, para muchos críticos la mejor explicación teórico-económica de la evolución del capitalismo en las últimas 6 décadas, acaba de ser publicado en castellano por la editorial española Capitán Swing, a partir de la 2ª edición inglesa revisada. Una extensa y profunda reseña del Minotauro, en SinPermiso Nº 11, Verano-Otoño 2012.

Traducción para www.sinpermiso.info : Lola Rivera

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Fuente:
http://yanisvaroufakis.eu/2013/12/03/can-greeces-syriza-change-europes-economy-from-the-boston-review/

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