"Tenemos la voluntad de influir con nuestros análisis entre las distintas izquierdas". Entrevista

Daniel Raventós

22/12/2013

La revista de crítica y análisis político y cultural SinPermiso cumple diez años y encara la última semana de su campaña de recogida de fondos para mejorar su web. Diego Sanz Paratcha entrevista para el periódico Diagonal a Daniel Raventós, uno de sus editores de SinPermiso, sobre los objetivos de la revista y la actualidad política.

Puede que su sitio web no sea de los más conocidos, pero te has encontrado sus artículos y sus traducciones miles de veces en rebelion.org. La revista SinPermiso encara la última semana de su crowdfunding con buenas perspectivas: pedían un mínimo –ya superado-- de 15.400 euros, y ahora disponen de 5 días más para llegar a los 24.000 que necesitan para redondear las mejoras de la edición digital que han motivado la campaña. Porque esta revista electrónica y en papel, fundada en 2003, quiere impulsar sus contenidos en la red, donde actualmente publican con regularidad semanal artículos escritos por el colectivo editor y traducidos del alemán, inglés, francés, catalán italiano o vasco. Unos contenidos animados por lo que Daniel Raventós, uno de los 10 miembros del colectivo editorial, define en sus respuestas a este cuestionario como “la voluntad de influir con nuestros análisis entre las distintas izquierdas y entre la ciudadanía sobre el diagnóstico de lo que está pasando y en las soluciones, remedios o intervenciones que deben defenderse”. Y con un espíritu que, aclara, “no ha pretendido nunca dar línea política sobre lo que debe hacerse de inmediato”.

¿Cuántas personas formáis el colectivo editor de SinPermiso ahora mismo?

Entre Barcelona, Berlín, Buenos Aires, Madrid y París lo formamos 10 personas, si bien con distintas dedicaciones. En realidad, el trabajo permanente de edición, y aunque hay muchas colaboraciones de propuestas de publicación que van más allá del colectivo editor, lo realizamos 4 o 5 personas. Hay que añadir las muchas personas que de forma completamente desinteresada colaboran en la traducción de artículos del alemán, inglés, francés, catalán, italiano, vasco… Muchas. Y cada vez se ofrecen más. Es impresionante este caudal militante. SinPermiso no existiría sin ese trabajo gratis et amore. Nadie cobra un céntimo por su aportación a nuestra revista: ni editores, ni traductores… nadie. Es el viejo trabajo militante.

En el texto que acompaña a la presentación del crowdfunding habláis de “seguir reflexionando en el semanario electrónico de un modo que sea estética y tecnológicamente más accesible y atractivo, más eficaz en la intervención cotidiana y en la contribución a la reflexión sobre la coyuntura política y cultural”. Vuestros análisis tiran más hacia el texto largo, ¿Esto quiere decir que utilizaréis formatos más cortos, más de trinchera, tipo columna? ¿Qué mecanismos o alianzas concretas os planteáis para mejorar esa intervención cotidiana de la que habláis?

SinPermiso no ha pretendido nunca dar línea política sobre lo que debe hacerse de inmediato. Nuestra revista no está comprometida con ninguna organización política en particular, aunque indiscutiblemente unas nos resultan más cercanas que otras. Damos mucha más importancia al análisis riguroso, tanto teórico como empírico, que a la línea política del redactor o redactora que firma el artículo. Una determinada línea política no presupone rigor. De los más de 6.000 artículos que hemos editado hasta el momento en SinPermiso no hay ninguno que empiece con algo similar a “el capitalismo opresor…” o “la revolución que está a punto de estallar…” o declamaciones parecidas. Por cierto, espero que no se nos haya escapado ninguno… El formato de texto largo se adecúa mejor a estas características de nuestra revista, aunque preferimos el texto corto en igualdad de condiciones a otro largo, cuando esto es posible. Con pocas páginas se pueden decir cosas muy bien dichas, argumentadas y bien escritas. Y no hay duda que hay artículos largos que podrían haber sido más cortos sin perder contenido, pero no todos los articulistas publicados tienen las mismas preferencias y estilos, claro está.

A menudo publicáis artículos relacionados con la Renta Básica ¿Qué otras líneas o campañas concretas queréis promocionar en esta nueva etapa, además de vuestros frecuentes análisis políticos de coyuntura?

Es cierto que la Renta Básica ocupa un cierto espacio en SinPermiso, porque hay que recordar que casi todos los miembros de su comité de redacción que habitan en el Reino de España pertenece a la Red Renta Básica, pero en general nos centramos en el análisis económico y en el político. No se trata de artículos académicos sobre la Renta Básica algunos de los cuales que rozan el ridículo por su obcecación con las quisicosas. Ese papel ya lo cumplen otras revistas de tipo académico. Porque hay algunos artículos académicos que son divertidos y hasta algunos incluso interesantes, pero SinPermiso atiende más a los aspectos económicos y políticos de la Renta Básica, insisto. Entre la izquierda en general y en la del Reino de España muy pronunciadamente, hay algunos autores de los que publican inflacionariamente que repiten como loros desde hace años letanías del tipo “no hay dinero para financiar una Renta Básica”, “lo prioritario es el pleno empleo”, “ataca al Estado de Bienestar” y sentencias tan profundas de ese estilo. Precisamente por ese desgraciado motivo, dedicamos algún espacio para esclarecer estos términos.

En cuanto a la otra parte de la pregunta (las “líneas que queremos promocionar”), no puedo contestar más que de una forma muy genérica: todo lo que contribuya a resistir las agresiones que las políticas económicas practicadas, ya antes pero especialmente después de 2007-2008 con el estallido de la crisis, vienen descargando contra la mayoría de la población no estrictamente rica. Esta voluntad abiertamente confesada tiene diversas formas de concretarse según las coyunturas, pero hay una idea también permanente: en SinPermiso tenemos la voluntad de influir con nuestros análisis entre las distintas izquierdas y entre la ciudadanía sobre el diagnóstico de lo que está pasando y en las soluciones, remedios o intervenciones que deben defenderse. Por este motivo dedicamos tantos y tantos artículos al análisis económico, desde una perspectiva estrictamente de teoría económica y desde las consecuencias de las políticas económicas que se están poniendo en práctica.

Como colectivo editor centrado en Catalunya, se me hace inevitable preguntaros sobre la situación abierta tras el anuncio de las preguntas del referéndum. Habéis escrito sobre ello, pero ahora la consulta está más cerca: ¿qué papel le queda representar a la izquierda en este proceso? ¿Puede ser visto con esperanza –quizá por ahí le salten las costuras al régimen del 78-- o con temor porque contribuya a reforzar la gobernabilidad de la crisis?

El régimen de 1978, el de la Segunda Restauración borbónica está en crisis. El proceso abierto en Catalunya a favor del derecho a decidir o del derecho a la autodeterminación es una de las causas principales de la crisis de ese régimen. Régimen que tuvo como uno de sus principales columnas la negación del derecho a la autodeterminación que había sido aceptada anteriormente por el PSOE y el PCE-PSUC. Hace poco escribía un artículo para SinPermiso en el que decía que en una cierta izquierda se ha evidenciado que formalmente defiende un derecho, el de autodeterminación (o a decidir, para entendernos), para el que siempre, absolutamente siempre hay motivos para decretar que no “es el momento de ejercerlo”. Aunque se diga o exprese de mil formas diferentes. Esta izquierda tiene un problema grande de disonancia cognitiva. La tensión entre estas dos cogniciones (la creencia de que debe defenderse el derecho a la autodeterminación y la creencia simultánea de que jamás se debe ejercer) les lleva a reducir la disonancia de la peor manera: haciendo cuadrar el análisis (sic) de la realidad para que se vea normal que el derecho a la autodeterminación no se debe ejercer porque, o bien interesa a la gran burguesía catalana, o bien divide a la clase obrera, o bien impide la solidaridad entre los trabajadores, o bien es hegemonizado por las posiciones independentistas, o bien va en contra de los intereses del socialismo (algo esto último un poco críptico que siempre sirve para un roto y para un descosido). En Catalunya es muy minoritaria, más allá de Catalunya ya no estoy tan seguro de que sea tan minoritaria. Pero afortunadamente no toda la izquierda es así. La izquierda que en el parlamento nacional catalán está representada por las CUP e ICV-EUiA, ha entendido muy bien, o así lo deseo con todo mi corazón, que el proceso abierto en Catalunya, con una población que se ha movilizado de forma espectacular en los últimos 3 ó 4 años a favor del derecho a decidir, es un hecho que abre grietas en el régimen borbónico. Como decíamos Domènech, Buster y yo en un artículo editorial, quien niegue este hecho “necesita urgentemente un oculista o un otorrino, tal vez un psiquiatra”.

Estos análisis, que soléis firmar Búster, Antoni Domenech y Daniel Raventós, pecan a mi juicio de un defecto: ¿no identificáis muy a menudo la base social de un posible cambio democrático con la base social del sindicalismo de concertación representado por CC OO / UGT? Durante una breve etapa habéis tenido en cuenta a movimientos como el 15M, pero su reflujo ha hecho que desaparezcan de vuestros análisis. ¿No creéis que, al margen de la pujanza del movimiento, lo que se expresaba en él era ni más ni menos que otra base social distinta a la representada en el modelo todavía fordista de estos sindicatos?

No es exacto. La base social de lo que llamas un “posible cambio democrático” ni será únicamente la que puedan representar CC OO y UGT en casi todo el Reino de España (en las comunidades autónomas vasca y gallega, el sindicalismo mayoritario es otro), ni la que pudo representar el 15M, ni las que han surgido de distintas luchas de resistencia, ni aún otras que expresan la defensa de algunos derechos democráticos, como el de autodeterminación muy significativamente, negados por el régimen que llamamos de la Segunda Restauración borbónica. La base social necesaria para un cambio democrático o un cambio de tendencia a la seguida a lo largo de los últimos lustros, será o debe ser la que agrupe a todas las fuerzas mencionadas o a gran parte de ellas.

Habláis de que en los últimos años ha habido “impía alianza entre una izquierda académica barrocamente relativista y una derecha confiada y recrecida”. Y ciertamente en vuestra faceta de crítica cultural no os han faltado dardos al posmodernismo y a cierta izquierda académica. ¿Pero ese ensimismamiento –complacencia con la derrota, decís-- es patrimonio sólo de los pensamientos “líquidos”? ¿Qué autocrítica cabe hacer desde posiciones de izquierda más ortodoxas? (entendiendo aquí por el término aquella que no renuncia a la herencia de la Ilustración y el pensamiento socialista clásico).

En nuestra revista no tenemos la menor duda de que ninguna cosa interesante puede venir de la izquierda posmoderna en tanto que posmoderna. Esa es una seña de identidad de SinPermiso. Quizás la mejor forma de explicar por qué el posmodernismo relativista y contrario a la ciencia y a la racionalidad es completamente estéril, cuando no nocivo para cualquier propuesta de cambio social que vaya en serio y no sea simplemente declamatoria, sea recordando lo que dijo Noam Chomsky en 1993, y que publicamos en su momento, sobre esta, digamos, corriente:

“Los intelectuales de izquierdas participaron activamente en la vida animada de la cultura obrera. Algunos buscaron compensar el carácter de clase de las instituciones culturales con programas de educación obreros o mediante obras de divulgación –que conocieron un éxito muy grande– sobre matemáticas, ciencias y otros temas. Es hiriente constatar que hoy en día sus herederos de izquierdas a menudo privan a los trabajadores de estos instrumentos de emancipación, y nos informan que el ʻproyecto de los Enciclopedistasʼ está muerto, que hemos de abandonar las ʻilusionesʼ de la ciencia y de la racionalidad. Será un mensaje que hará felices a los poderosos, satisfechos de monopolizar estos instrumentos para su propio uso”.

No sé si “más ortodoxas” es muy acertado para referirse a la izquierda que no renuncia a la herencia de la Ilustración, pero no puede hablarse de la autocrítica (término estalinista, por cierto) que debería hacer “toda esa izquierda”. Ha habido muchas izquierdas socialistas a lo largo del siglo XX (anarquistas, socialistas, comunistas de izquierda…) cuyo balance no puede mezclarse en un totum revolutum. No toda la izquierda es responsable de los mismos errores, de los mismos fracasos y, aún menos, de los mismos crímenes.

Diego Sanz Paratcha es miembro del comité de redacción de Diagonal, un medio de comunicación alternativo, apoyado en sus subscriptores y que estos días realiza una campaña de crowdfunding, que puedes apoyar aquí.

Fuente:
https://www.diagonalperiodico.net/saberes/21190-tenemos-la-voluntad-influir-con-nuestros-analisis-entre-distintas-izquierdas.html

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