La política es demasiado importante para dejarla en manos de estos políticos profesionales. Entrevista

Daniel Raventós

08/06/2014

Pocos días antes de la abdicación de Juan Carlos I, un periodista de Diagonal, Carlos Sevilla, realizó a Daniel Raventós 5 preguntas sobre la crisis del régimen de la segunda Restauración borbónica, el movimiento democrático catalán por el derecho a decidir y su relación con la crisis del régimen, la relación entre la renta básica y un proceso constituyente, y alguna cuestión más. El motivo de estas preguntas era la confección de un artículo. La abdicación del Borbón motivó que el artículo tuviera que ser muy recortado. Reproducimos con alguna actualización las respuestas que fueron enviadas al mencionado periodista. [SP]

- En tu opinión, ¿cuáles son los síntomas de que el régimen del 78 español está en crisis?

Destacaría al menos cinco síntomas. El orden que sigo no presupone una importancia ni creciente ni decreciente. El primero sería el deterioro del bipartidismo monárquico español del PP y del PSOE, espectacularmente agravado y confirmado en las recientes elecciones al parlamento europeo.  El segundo, es la irrupción en escena del llamado “conflicto territorial” en el Reino de España. A destacar el gran movimiento democrático catalán por el derecho a decidir y cómo ha sacudido a la sociedad y también a los partidos catalanes y españoles. Uno de los más impresionantes  ejemplos de partido destrozado por este proceso catalán es el Partido Socialista de Catalunya. No creo necesario recordar que el “federalismo” del PSC, que explica en parte su hundimiento, es de lo más hipócrita y falso: no existe un federalismo que merezca el nombre de tal sin reconocer el derecho de autodeterminación. El PSC no reconoce tal derecho, su federalismo es unionismo monárquico sin más. Las elecciones europeas han convertido al PSC en un partido casi marginal, en pleno proceso de “pasokización”. No es lo único que está agitando este gran proceso de movilización en Cataluña. También intelectuales, escribidores, periodistas... ya sea de primera o de tercera división, decían hace tan sólo pocos meses que el soufflé se desinflaría pronto, que la magnitud del proceso tampoco era tan grande, que todo iba a ser manipulado por la derecha (todavía hay alguno que lo repite incansablemente)…  Más leña al fuego de la crisis del régimen del 78 español o de la segunda Restauración borbónica como lo llamamos en Sin Permiso, representa la declaración el pasado 29 de mayo del parlamento de la Comunidad Autónoma Vasca proclamando el derecho de autodeterminación de Euskadi. El tercer síntoma sería el gran deterioro de la representación política. Este deterioro se ha producido por variadas causas, pero hay tres que cabe destacar: la extendida corrupción, la sumisión a los grandes intereses empresariales y, lo que es corolario de lo anterior, el desvergonzado y habitual trasvase entre grandes empresas y cargos políticos (y viceversa), lo que se ha llamado “puertas giratorias”.  El cuarto es el desprestigio de la familia real borbónica, completamente involucrada en asuntos de corrupción, escándalos, opacidad absoluta en el gasto de su presupuesto público… La abdicación de Juan Carlos I es una muestra del desprestigio de esta institución y de un intento de alargar la vida de la monarquía. Y el quinto, el ataque a las libertades y un aumento de la represión. Una serie de leyes y de reformas legales ya aprobadas o en proceso de serlo (ley contra el aborto, leyes mordaza, la reforma del poder judicial…) que tienen una característica en común: el ataque a las libertades. Muchos regímenes en sus momentos finales muestran su cara más represiva. Estamos en uno de estos casos. Represión selectiva, claro. Al exdirigente de la patronal española y estafador compulsivo, Díaz Ferrán, le han caído dos años, a Fèlix Millet, otro estafador compulsivo, un año y… a los trabajadores andaluces que forzaron el cierre de una taberna en la última huelga general, les han caído cuatro años. Toda una proporción de clase con una formulación de ley que podría rezar así: menos pena a mayor riqueza. Hay más síntomas, pero con esos cinco ya hay para derrocar imperios.

- ¿Qué relación entre esta crisis y la existencia de una mayoría social a favor de una consulta en Cataluña?

Creo que para entender ambas cuestiones mejor, la crisis y el movimiento democrático por el derecho a decidir de Cataluña, debemos no mezclarlas. Por supuesto que hay puntos de intersección, pero hay algo que todo el mundo puede constatar: la crisis y las políticas económicas puestas en funcionamiento han golpeado a la población no rica en Cataluña, la Rioja, Asturias, Cantabria, Extremadura, Madrid y Murcia, pero la oleada por el derecho a decidir se ha dado en Cataluña y no en la Rioja, Asturias, Cantabria, Extremadura, Madrid o Murcia. Cualquiera que lo piense puede entender por qué. Pero una parte de la izquierda no lo ha entendido así. Y oigo a menudo a personas con una indudable vocación de izquierdas afirmar cosas como “sí, queremos ser independientes, pero de los mercados también”. Solamente cabría hacer una pocas preguntas para abreviar: ¿es que si Cataluña lograse la independencia política del Reino de España sería más dependiente de los mercados de lo que lo es ahora?, ¿es que el derecho a decidir no pone patas arriba el régimen surgido de la Segunda Restauración borbónica?, ¿es que el proceso democrático catalán no puede ser una ayuda a la autodeterminación española en defensa de una república contra la monarquía borbónica?

Quien lo ha visto perfectamente, a su manera ultraderechista, es el editorial de Libertad Digital que se publicó inmediatamente después de las elecciones europeas: “las fuerzas más encarnizadamente antiespañolas salen reforzadas de este envite, con resultados terroríficos en País Vasco, Navarra y Cataluña. El escenario en estas regiones se torna estremecedor.” Y significativamente sólo encuentra un elemento positivo, uno solo, de estas elecciones: “Por el lado positivo apenas podemos consignar los resultados de UPyD y Ciudadanos, merecida recompensa a su defensa infatigable de la unidad de España y de su lucha contra quienes quieren destruirla y quienes han permitido que se haya llegado a estos extremos de desvertebración nacional.” Muy, pero que muy significativo.

En una entrevista te he leído decir que “el derecho a decidir no es compatible con el régimen de la Transición”. ¿Crees que la solución a la cuestión planteada por Cataluña puede forzar una reforma del sistema o se optará por negociar un pacto económico u otro Estatuto?

La Constitución española surgida de la Transición del 78 dice, como es a menudo recordado, en su artículo segundo que “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles…”, y en el octavo: “Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional.” En un artículo editorial de septiembre de 2013 decíamos en Sin Permiso  que “la Monarquía de 1978 se fundó, precisamente, en la negación del derecho de autodeterminación de todos los pueblos de España –que requería, como mínimo, un referéndum sobre la forma de Estado—, y a fortiori, en la negación del derecho de autodeterminación de las nacionalidades históricas. Nunca más la izquierda del arco dinástico fraguado en 1978 volvió a hablar de ese derecho: el PSOE, negándolo tres veces, y el PCE-PSUC (y sus sucesores electorales de IU e ICV-EUiA) guardándolo convenientemente en el cajón de los recuerdos heroicos.” Es verdad, ICV-EUiA, son organizaciones que defienden hoy más o menos claramente el derecho a decidir. Una muestra más de que el movimiento democrático catalán por el derecho a decidir está removiendo muchas cosas.

Lo que va a suceder en los próximos meses es aventurado asegurarlo e interesante será comparar las profecías que se van profiriendo con lo que realmente va a suceder. Las profecías proliferan porque son gratis. Sin tener muy presente la serie de acontecimientos que empiezan con la redacción del nuevo Estatut por parte del entonces tripartito presidido por Pasqual Maragall, no puede entenderse cabalmente esta mayoría de la población catalana favorable al derecho a decidir. Recordemos. En el 2005 la mayoría aplastante del parlamento catalán vota un nuevo Estatut que Zapatero prometió respetar si era aprobado por una amplia mayoría. En marzo del 2008 el Congreso español, después de “cepillárselo”, en chulesca expresión de uno de los padres del Régimen del 78, Alfonso Guerra, aprueba el nuevo Estatut recortado. En junio el pueblo catalán acepta en las urnas el texto “cepillado”. A principios de 2006, el PP recoge unos 4 millones de firmas en el Reino de España contra este ya irreconocible Estatut. En el 2010, el Tribunal Constitucional desfigura aún más lo que quedaba del mismo y afirma que nación española solamente hay una. A partir de aquí la calle es la protagonista. Las movilizaciones masivas que protagoniza la población catalana son motivo de portadas  del New York Times, Financial Times, The Guardian, Spiegel… El pueblo catalán, no las élites políticas, constata que por la vía del régimen de la Transición solamente hay un muro.

CiU nunca fue partidaria del derecho a la autodeterminación, pero el movimiento democrático masivo catalán ha conseguido algo impensable hace pocos años: que CiU defienda sobre el papel el derecho a decidir. Hace poco, en otra entrevista, me limitaba prudentemente a afirmar que no prejuzgo qué papel jugará Mas y su partido en los próximos y decisivos meses, solamente me limito a apuntar lo que han hecho hasta ahora. Y recordaba que hace pocas semanas The Economist se lamentaba del poco control que tenía el Presidente catalán sobre “las fuerzas” del movimiento independentista catalán. The Economist se lamentaba porque es una revista de orden. Es evidente que esta revista preferiría que las cosas fueran como declaró Isidre Fainé el 23 de mayo: “La vida son grandes acuerdos”. Y repitió la misma cantinela el presidente del Cercle d’Economia (Círculo de Economía) Antón Costas el 29 de mayo: “más diálogo”. Eso es lo que desea también Mas: pacto, pacto, pacto (por arriba, entre las elites políticas y económicas, claro), que los negocios no quieren sobresaltos y no sea que la movilización popular vaya demasiado lejos. Pero la movilización por el derecho a decidir no se lo está dejando fácil. Ni a unos ni a otros.

- Tú defiendes la Renta Básica. ¿Consideras que para que se garantice este derecho, y/u otros relacionados con el bienestar y la protección social, es necesario un nuevo proceso constituyente?

Puede ir ligada o no a un nuevo proceso constituyente. Un proceso constituyente va asociado a la elaboración de una nueva Constitución. Una nueva Constitución es producto del proceso que la motiva. Este proceso puede ser con participación democrática o sin ella. Si es producto de una reivindicación y movilización populares no cabe duda que estará en condiciones de garantizar una serie de derechos mucho más radicales que a su vez pueden motivar cambios sociales más hondos. Muy probablemente, una movilización política que hiciera posible un proceso constituyente podría blindar el derecho a una Renta Básica. Pero no creo que debamos ligar imprescindiblemente la Renta Básica con un proceso constituyente. Al menos en los momentos del partido en que estamos.

La argumentación política a favor de la Renta Básica debe insistir, en los momentos en que nos encontramos, en que supondría hacer efectivo el derecho a la existencia material para toda la población. En una situación donde la gran mayoría de la población no rica está siendo golpeada en sus condiciones de vida y trabajo, creo que la Renta Básica es una medida que puede unificar a amplios sectores sociales.

Para mi es muy significativo que en las elecciones europeas del último domingo de mayo, muchas listas electorales a la izquierda del PSOE defendiesen en sus programas con mayor o menor claridad la Renta Básica. La defendían Anova, Bildu, Izquierda Unida, Iniciativa per Catalunya Verds… Pero sin ninguna duda quien más claramente lo hacía era Podemos. Vale la pena copiar lo que decía en su programa: “Derecho a una renta básica para todos y cada uno de los ciudadanos por el mero hecho de serlo y, como mínimo, del valor correspondiente al umbral de la pobreza con el fin de posibilitar un nivel de vida digno. La renta básica no reemplaza al Estado de bienestar, sino que trata de adaptarlo a la nueva realidad socio-económica. Sustitución de las prestaciones sociales condicionadas menores a la cuantía de este ingreso básico. Financiación a través de una reforma progresiva del IRPF y de la lucha contra el fraude fiscal.” Impecable. La audacia para incorporar la propuesta de la Renta Básica está en consonancia con la audacia que Podemos ha expuesto en su campaña electoral.

- ¿Cómo valoras la evolución que ha experimentado la relación entre el/la ciudadano/a y la política (cosa pública) en los últimos años?

Para decirlo con pocas y utilizadas palabras: la ciudadanía está comprendiendo que la política es demasiado importante para dejarla en manos de esta panda de corruptos, palafreneros de los grandes oligarcas, logreros y descerebrados que son buena parte de los políticos profesionales. Si se consolida esta evolución, es donde cabe depositar la gran esperanza de un cambio social y político que merezca el nombre de tal.

Daniel Raventós es profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de sinpermiso y presidente de la Red Renta Básica. Es miembro del comité científico de ATTAC. Su último libro es ¿Qué es la Renta Básica? Preguntas (y respuestas) más frecuentes (El Viejo Topo, 2012).

 

Fuente:
www.sinpermiso.info, 8 de junio de 2014

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