Luces de esperanza en el firmamento

Jordi Borja

06/07/2014

 

“Conservadores? Muy bien, decía Mairena. Siempre que no lo entendamos a la manera de aquel sarnoso que se empeñaba en conservar, no la salud, sino la sarna” de “Habla Juan de Mairena a sus alumnos”, de Antonio Machado.

Las recientes elecciones anuncian el fin del bipartidismo conservacionista y oligárquico. En el firmamento político se han encendido luces de esperanza. Los dos partidos hasta ahora dominantes sumados no alcanzan el 50% de los votos y la gran pérdida de votos, que ya se había iniciado antes, indica que la tendencia a la baja continuará. Optar por uno u otro ya no se justifica con el argumento de “votar útil”. Votar a otros ya no será perder el voto. Han emergido fuerza políticas con vocación ganadora. Las próximas elecciones, las municipales serán probablemente la prueba del fin del bipartidismo. Y quizás asestará un golpe mortal al régimen salido de la transición.

No se trata de futuros próximos apocalípticos, ni de anunciar el derrumbe de todo el marco político y jurídico denominado democrático. Se trata de conservar el sistema de libertades y derechos de las personas y de mantener el sufragio universal y el pluralismo político. Pero no conservar la sarna acumulada por las pervivencias del franquismo y la degeneración de los partidos dominantes, ni la ocupación partitocrática del conjunto del Estado, ni un sistema electoral excluyente, ni renunciar a desarrollar la democracia hacia el conjunto de la sociedad, ni dejar fuera del juego político a la inmensa mayoría de los ciudadanos, ni mantener una alianza de hierro del poder político con los poderes económico-financieros, ni promover políticas antipopulares y menospreciar las iniciativas y las demandas de la ciudadanía. Se trata de hacer una revolución democrática, de amplia mayoría social, pacífica, de movilización tranquila y de confirmación en las urnas.

Así como los acciones positivas pueden tener efectos perversos, lo que se puede considerar una acción o situación no querida puede producir algunos efectos positivos. La crisis económica y política no es buena para un país y sus gentes, pero rompe el velo que oscurecía la realidad del mal que lleva en sus entrañas el sistema económico y el régimen político vigentes. Los desmanes de todo tipo del PP y la vocación únicamente reproductiva de sus aparatos por parte del PSOE ha agotado la paciencia del personal. Si la mayoría de ciudadanos españoles considera a los partidos políticos y las instituciones de base representativa como lo peor valorado del entramado institucional es obvio que los principales responsables son los dos partidos que se han alternado en el poder. Los otros, en la izquierda, han quedado autosecuestrados en las instituciones y necesitan renovarse no solo desde dentro, también en contacto con las fuerzas nuevas que es probable que resulten más fuertes en el corto plazo. Luego veremos si consiguen consolidarse o si contribuyen a renovar las organizaciones preexistentes como sucedió después del Mayo 68.

Han aparecido luces de esperanza en el firmamento político oscuro que anuncia tormenta. Unas luces que anuncian una aurora. En el vacío de representación en el escenario de la política en que vivían los ciudadanos activos e indignados, cargados de razones y de alternativas, que han ido construyendo desde la base un tejido social constructor de nuevas formas y nuevos contenidos, han emergido fuerza políticas con vocación ganadora. En España la estrella, esperemos que no sea fugaz, es Podemos. Creo sinceramente que tiene un gran futuro si desarrolla una función integradora y es capaz de construir alianzas regeneradoras. En Catalunya el panorama es más complejo, por lo menos visto de cerca, pero hay datos muy visibles: ERC es probable que supere a CiU, la Asamblea Nacional es un movimiento centrado en la consulta y la independencia que hoy representa ya a una mayoría social, el Procés Constituent ha recibido decenas de miles de apoyo, Iniciativa y EUiA ha salido de la cáscara institucional y tienen una presencia activa en los movimientos sociales, las CUP crecen y son ya mucho más que un conjunto de colectivos locales, Podemos ha recogido más de 100.000 votos a pesar de no tener antes de las elecciones una presencia orgánica en el territorio (117.000 exactamente) y multitud de plataformas, coordinadoras, colectivos territoriales o especializados, etc. Una multitud que pueden construir un amplio frente que combine pluralidad y coherencia. No será fácil, este magma de elementos tan innumerables como difíciles de clasificar me recuerda el catálogo de los animales de la Enciclopedia del emperador de China según Borges.

Muy recientemente, a finales de junio, ha emergido una nueva propuesta política en el firmamento físico y virtual, de base de amplio espectro y con voluntad de agrupar numerosas fuerzas políticas y sociales con la intención de ganar la alcaldía de Barcelona e iniciar una revolución democrática desde la base. Nos referimos obviamente a Guanyem Barcelona cuya principal portavoz es Ada Colau. De entrada ya se le atribuye (La Vanguardia del 2 de julio) un potencial suficiente para disputar la victoria con ERC y con CiU, siempre que cuente con los apoyos o alianzas con ICV-EUiA, Podemos, Procés Constituent, quizás las CUP (éstos parecen menos dispuestos que los antes citados), etc. El éxito de salida permite considerar posible un cambio radical de mayorías a la que se puede añadir ERC, pues sería incomprensible y casi suicida que una parte importante del catalanismo progresista mantuviera una alianza conservadora con una CiU derrotada. ERC, o parte de ella, puede asumir las políticas de izquierdas y vincular el combate por la autodeterminación con la convergencia con fuerzas políticas y sociales progresistas del conjunto del Estado que asuman el derecho a la consulta de Catalunya.

La creación de esta fuerza nueva, renovadora, radical a favor de un proceso democratizador a todos los niveles e impulsor de una políticas públicas a favor de las mayorías populares tendrá una influencia desde ya en las dinámicas preelectorales en los ciudades y pueblos catalanes. Y también en España más aún si se da una victoria en Barcelona y otros municipios. Siempre que Guanyem… no se fascine por su éxito inicial, que reconozca el pluralismo político y cultural que es su sustrato, asuma positivamente las alianzas necesarias y priorice las coincidencias presentes más que las diferencias pasadas. Una fuerza ascendente debe ser generosa, acoger y reconocer a los aliados de hoy y procurar entender sus trayectorias sin prejuicios.

La cuestión es hasta que punto el proceso político catalán puede converger con otros procesos políticos y sociales en el conjunto del Estado español. Sin un cambio de gobierno en España y un punto final del actual bipartidismo difícilmente Catalunya podrá pactar nada importante con el Estado. Por otra parte sin la aportación catalana a la revolución democrática se debilita mucho el frente democrático español. Hay que tener en cuenta además que los sectores conservadores españolistas, PP, adláteres y probablemente el PSOE si mantiene sus posturas integristas y excluyentes (véase el siniestro personaje que es Susana Díaz), utilizarán el caso catalán para reorientar a una parte de la ciudadanía española contra Catalunya. Es preciso que Catalunya y en especial sus izquierdas tengan aliados en el resto del Estado.

No estoy seguro que de un día para otro se pueda crear un idilio amoroso, pero los matrimonios más sólidos son los de interés. Si tenemos objetivos comunes el afecto se crea o renace. Veamos como podemos avanzar en esta dirección. Los demócratas españoles deben asumir que la consulta catalana es tan justa como inevitable. Es una condición sine qua non. Y desde Catalunya hay que explicitar que con otro gobierno en España, abierto a un nuevo pacto entre iguales, la independencia puede derivar en un nuevo tipo de relación con el Estado español de carácter confederal. Desde Catalunya no debemos ni podemos centrarnos exclusivamente en la cuestión de la independencia. Ciertamente se ha convertido en el factor integrador, en gran parte debido a las posiciones intransigentes e irracionales de las cúpulas del PP y del PSOE. Y mientras estas posiciones se mantengan y sean dominantes en la cima del Estado, en Catalunya no se puede plantear otra salida que no sea la independencia puesto que el Estado cierra las puertas a cualquier salida pactada entre iguales.

Pero las demandas ciudadanas son múltiples y en muchos casos se dirigen no solo al gobierno español, también al gobierno catalán. El independentismo se alimenta principalmente del sentimiento de humillación, desprecio y ninguneo recibido por gobernantes y aparatos del Estado. Y también por la expectativa que una Catalunya independiente podría generar un gobierno más vinculado a la ciudadanía y cuyas políticas serían más favorables al pueblo. Lo que ocurra en Catalunya el 11 de setiembre y el 9 de noviembre, día de la consulta convocada, puede acelerar los acontecimientos y conviene que el conflicto no sea España-Catalunya. Desde España es lógico que no deseen la segregación pero es prácticamente inevitable reconocer el derecho a la autodeterminación como se reconoció por parte de los partidos políticos democráticos hasta la aprobación de la Constitución. Aceptar la autodeterminación a su vez supone aceptar la posibilidad de la independencia de Catalunya pero también es la mejor posición por parte de España para negociar un autogobierno que no sea ni un estatuto cepillado y censurado ni cuya interpretación dependa de las instituciones centrales del Estado español. La única alternativa que posiblemente sería aceptable para la ciudadanía catalana sería una relación de carácter confederal. A partir de lo cual podemos entendernos.

Un nuevo pacto entre Catalunya debe basarse en principios republicanos, sea cual sea la forma política superestructural. La monarquía es coyuntural vista desde la historia, pero no es la cuestión inmediata. En cambio hay que plantearse, por parte de todos, el marco de un futuro pacto. No hay unos que proponen, los catalanes y otros que disponen, las instituciones y aparatos del Estado. Es un pacto ente iguales en el que hay un autogobierno solo limitado por la solidaridad. El catalanismo conservador se conforma con obtener competencias constitucionales bloqueadas que permitan unos ingresos fiscales correspondientes a las competencias y basados en la ordinalidad de los ingresos, la exclusividad de competencias en cultura y enseñanza y una presencia significativa en las instituciones europeas y en los organismos internacionales. Espero que las izquierdas catalanas serán más exigentes y no se conformarán con las reivindicaciones que acabamos de citar, indispensables pero no suficientes. Apuntamos algunas que nos parecen importantes porque permiten realizar políticas avanzadas y responden a aspiraciones de la ciudadanía. Nos referimos a competencias exclusivas y que solo podría modificarse de mutuo acuerdo. Sin pretender ser exhaustivos apuntamos la siguientes. La organización territorial y los gobiernos locales. La descentralización del poder judicial. La participación ciudadana a todos los niveles y el régimen electoral. La gestión tributaria y de las grandes infraestructuras (puerto, aeropuerto, carreteras y gran parte de la red ferroviaria). La regulación del derecho de propiedad y de las empresas de servicios y financieras y de medios de comunicación con presencia de representantes del gobierno y de los sindicatos en los consejos de administración. La legislación laboral y la participación de los trabajadores en la empresa. El derecho a formar selecciones nacionales propias que intervengan en las competiciones internacionales sin perjuicio de que los clubs participen en las competiciones del conjunto del Estado. La exclusividad de la presencia en el territorio catalán de fuerzas políticas armadas (policiales) excepto si lo solicitan las autoridades democráticas de Catalunya.

Apunto estas cuestiones para contribuir a iniciar debates sin condiciones previas entre sectores políticos, sociales y profesionales. Se trata de crear progresivamente un clima de complicidades, lealtades y confianza mutua. Sobre la base del reconocimiento del carácter plurinacional de España y el derecho a la autodeterminación de los pueblos que la componen. Y de compartir un proyecto de renovación política y de transformación social y económica mediante una profunda revolución democrática. La cuestión hoy es iniciar caminos paralelos que converjan. En política las paralelas se encuentran, si queremos, antes de llegar al infinito. ¿Cuáles son los objetivos actuales que nos acerquen y nos hagan más fuertes? Hacer de las futuras elecciones municipales un inicio de esta revolución que se concrete en una derrota enorme para el PP y también para el PSOE (con una cierta predisposición a distinguirlos a pesar de que hacen lo posible para parecerse mucho). Lo cual supone que se desarrollen procesos como los de Podemos y los de Guanyem Barcelona. Estas elecciones demostrarán que pueden haber alternativas políticas tanto en el Estado español como en Catalunya y demostrar desde los municipios que se pueden promover formas nuevas de relación entre instituciones y ciudadanía y desarrollar así nuevas políticas sociales y económicas. ¿Estamos preparados para gestionar estas políticas locales? Menos lo estaremos si estamos al margen de los gobiernos locales o en la oposición. La victoria municipal contribuirá a abrir las puertas a que las nuevas o renovadas fuerzas políticas cambien el rumbo y las estructuras del Estado español y que Catalunya ejerza su derecho a decidir y construya una nueva forma de relación con España.

Las revoluciones largas y pacíficas pueden ser posiblemente las más sólidas y duraderas. Pero deben empezar ya. En nuestro caso es urgente pues ni los gobernantes actuales pueden gobernar como antes, ni los gobernados están dispuestos a tolerarlo más, siempre que tengan alternativas creíbles. Hay que acabar con la sarna política. El 31 de mayo de 2015 puede ser un gran 14 de abril.

Jordi Borja es miembro del consejo editorial de SinPermiso

Fuente:
Público, 2 de julio de 2014

Subscripción por correo electrónico
a nuestras novedades semanales:

El responsable de tratamiento de tus datos es Asociación SinPermiso y la finalidad del tratamiento es hacerte llegar nuestras novedades. Puedes ejercer tus derechos en materia de protección de datos contactando con nosotros*. Para más información consulta nuestra política al respecto (*ver pie de página).