La crisis en Ucrania y la recomposición de los imperios

Fernando López D Alesandro

20/07/2014

Las raíces

Desde finales de la Edad Media Ucrania fue un punto central del desarrollo ruso. En sí, el imperio ruso se estructura desde el ducado de Kiev y desde esa época los destinos de ambos países marcharon juntos. Ucrania es además, uno de los principales enclaves geoestratégicos en la transición del espacio europeo al Asia. Por su territorio pasan oleoductos, gasoductos, y rutas comerciales que abren el camino al oriente extremo. Asimismo las costas del Mar Negro son un enclave fundamental para la marina de guerra rusa desde la época de los zares.
Durante el comunismo, en la colectivización forzada de la tierra, los estalinistas generaron una hambruna para derrotar la resistencia ucraniana, que dejó entre 3 y 4 millones de muertos. Asimismo el estalinismo trasladó millones de rusos a Ucrania con el fin de rusificar o sea bolchevizar - al país, los que fueron colocados en Crimea y en las regiones este y oeste del país. Por esta razón la frontera con Moldavia, hoy, es un nuevo problema para el gobierno ucraniano y un nuevo factor de presión desde Moscú. Así, setenta años de dominio imperialista por parte de la URSS dejó heridas profundas, recuerdos dolorosos y experiencias políticas muy negativas como para desear ningún acercamiento con Rusia ni mucho menos con el gobierno de Putin.

El proceso político

Luego del colapso del comunismo, los viejos burócratas se transformaron en los nuevos burgueses. Así en Ucrania surgieron dos grandes bloques oligárquicos : uno liderado por la Yulia Timoshenko, que desde la burocracia comunista emergió para controlar el negocio de gas y petróleo. Su vínculo con Europa Occidental era muy firme desde 1990, y Europa la apoyaba como garante del abastecimiento de gas. Recordemos que por Ucrania pasan los principales gasoductos que entroncan con la red europea. 
La sucesión de Timoshenko fue problemática. Víktor Yanukovich, integrante de otra ala de la oligarquía, un bon vivant tan adherido al lujo como la Señora Timoshenko (en su casa Yanukovich tenía un campo de golf y un zoológico privado), hereda el tema de la integración a la UE de sus antecesores.

El ingreso de Ucrania a Europa era apoyado por la mayoría de la sociedad. El sentimiento antiruso por las razones históricas señaladas- volcó a la población a aceptar a la UE como la mejor opción. Sin embargo Yanukovich jugaba un doble juego peligroso. El presidente ucraniano representaba al sector de la oligarquía que respondía a Moscú, pero tenía lazos importantes con el bando pro europeo, a pesar de que había puesto en prisión a Yulia Timoshenko acusada de corrupción 
Cuando el tema europeo entró en la fase de definición, la presión social se hizo sentir especialmente. Sin embargo, Yanukovich presionado por el imperialismo ruso decidió no firmar el acuerdo de integración a la UE, lo que disparó el conflicto social, denominado el Maidán por la plaza donde se concentraban los ucranianos. Así, lo que comenzó siendo una protesta popular con una fuerte presencia pacífica de las clases medias poco a poco fue mutando hacia el dominio de la extrema derecha, grupos de choques varios de ellos, que pasaron a dominar el Maidán desplazando a los sectores medios que lo habían iniciado. A partir de allí la violencia dominó la movilización y se extendió primero por Kiev y luego por toda Ucrania.

La presión internacional

La disputa internacional por Ucrania reposicionó a la geopolítica. Analicemos las presiones internacionales por partes: 
─ Europa buscaba desplazar a Rusia de sus zonas de influencia. La independencia de Kosovo, el 17 de febrero de 2008, fue quizá la primera señal que disparó la alarma de Moscú. Rusia apoya a Serbia y no estaba dispuesta a avalar la separación kosovar, promovida y apoyada por la UE. Esa primera alarma fue muy tenida en cuenta cuando la UE promovió la integración de Ucrania. Rusia percibió esa integración como un desgajamiento más de su propio espacio de su patio trasero - y no estuvo dispuesta a permitirlo. De allí la presión al presidente Yanukovich y el apoyo de Europa al Maidan.

Finalmente la inestabilidad fue tal que Rusia utilizó la carta social y los pueblos rusoparlantes, primero en Crimea, lanzaron su campaña independentista. La balcanización de Ucrania tuvo en el plebiscito de Crimea y su posterior integración a Rusia la señal más clara de hasta dónde estaba dispuesto a llegar Vladimir Putin. Rusia no va a perder sus bases navales en el Mar Negro, puerta de salida hacia el Mediterráneo, donde está tanto en juego, principalmente el respaldo a su base en Siria y, obviamente, el acceso a las costas de El Levante donde el apoyo a Bashar El Assad es, hoy por hoy, una de las claves de la expansión del imperialismo ruso.
Si bien los norteamericanos y los europeos condenaron la integración de Crimea no pasaron de la protesta formal y de algunas pobres medidas contra personas y no contra el país.

─ Los Estados Unidos tomaron la crisis ucraniana como una manera de desplazar a Europa en el ajedrez mundial. Efectivamente, cuando la UE no pudo respaldar al Maidan de manera clara y concreta, EEUU tomó cartas en el asunto, sacando a Europa del medio, pactando con Rusia un statu quo. Para la UE era muy grande el riesgo del desabastecimiento de gas como para seguir jugando este ajedrez peligroso. A Europa la corrieron a un lado, pero también se corrió de lugar, para no quedarse sin calefacción el próximo invierno. 

El acuerdo de John Kerry con Serguéi Lavrov separando a Europa y fijando una hoja de ruta y un acuerdo político, marcó el inicio de una nueva realidad geoestratégica. Robert Fisk ha subrayado como causa de lo anterior el canje : Rusia tiene ciertas habilitaciones en Ucrania y, en correspondencia, se acuerdan las medidas para la estabilización de Siria. Europa queda así desplazada de ambos lugares críticos mientras que la recomposición regional es tejida por Rusia y Estados Unidos. No sería una casualidad que esta estabilización estuviera vinculada a la nueva escalada yihadista en el norte de Irak, así como el nuevo acuerdo entre EEUU e Irán para que éste último envíe sus drones no tripulados a destruir el califato del ISIS. Asimismo las presiones norteamericanas sobre Arabia Saudita y Qatar para que detengan la financiación a los fundamentalistas wahabitas del ISIS en Siria e Irak es probablemente otra de las consecuencias de esta nueva etapa de la crisis ucraniana.

Finalmente Europa logró el 29 de junio que Ucrania firmara el acuerdo de integración en Bruselas. El costo de esta nueva expansión será de varios millones de euros para una UE que no está en condiciones de pagar las cuentas por sí, salvo que Alemania, de nuevo, se haga cargo de las facturas. De ser así será Berlín y no Bruselas el principal beneficiario de este pacto.

La situación política europea y el giro a la derecha 

Las elecciones del 25 de mayo último dieron una cierta victoria a las derechas radicales. Decimos cierta porque en varios países el centro izquierda se alzó con la victoria, pero en la gran mayoría las derechas xenófobas o nacionalistas entraron en posiciones ventajosas cuando no victoriosas. El proyecto refundacional de la Nueva Derecha Radical Europea (NDRE) plantea no sólo la exclusión xenófoba, sino el mantenimiento de la desigualdad como esencia del proyecto social y político para la futura Europa. Contrarios a la UE, nacionalistas con diversos matices, la NDRE ha hecho escuela a  lo largo de todo el continente, y Rusia no ha sido la excepción.

Está NDRE tiene en Rusia su contraparte, representados por Alexander Duguin, uno de los principales asesores de Vladimir Putin. Duguin, formado en geopolítica, sociólogo y filósofo, sostiene la necesidad del renacimiento de la vieja Rusia imperial conformando el Espacio Euroasiático, o sea, un amplio espacio que abarcaría desde Europa Oriental hasta Vladivostok, que recompondría la vieja hegemonía zarista y soviética sobre una región que Moscú considera como propia. Alexander Duguin, hombre de la escuela de la NDRE del grupo GRECE, alumno y amigo de Alain de Benoist, es el creador de LA CUARTA TEORÍA POLÍTICA, una concepción nacionalista, ultramontana y radicalmente conservadora, fundada en un antiliberalismo radical, profundamente antioccidental. Vladimir Putin se ha pronunciado a favor de estas teorías públicamente en un artículo programático sobre la Unión Euroasiática en Izevstia . Esto explica por qué la intervención rusa en Ucrania recibió el apoyo de Le Pen, del UKIP británico y de toda la Nueva Derecha Radical Europea. El probable ascenso de las NDRE abre la posibilidad de un acuerdo amplio, ideológico y estratégico con Moscú que permita la creación de un espacio político común de derecha.

El punto culminante de esta estrategia rusa no es solamente la balcanización de Ucrania, sino el acuerdo firmado con las repúblicas de Asia Central el 29 de junio último. Gracias a este nuevo pacto Rusia se garantiza el abasto y la circulación de combustibles y el acceso a amplios mercados así como el pasaje de rutas comerciales y logísticas claves en su nueva relación con China. La reconstrucción del espacio euroasiático tiene aquí, tal vez, su punto de partida y, en consecuencia, podría reconfigurar los escenarios geopolíticos de los próximos años. La cercanía de la Eurasia con Beijing no es un resultado ni casual ni inocente.

Efectivamente, una de las consecuencias de la crisis ucraniana fue el vuelco casi definitivo de Rusia a su alianza con China. Ante el bloqueo comercial europeo, el gas ruso tuvo un nuevo y ansioso comprador, China, ávido de abastecerse de un combustible que necesita de manera vital en su nuevo rol de primera potencia mundial. Si bien los acuerdos son secretos, probablemente China pague una factura más barata que sus competidores, en tanto que Moscú se hace de un cliente importante y duradero, además de un aliado en su nueva construcción del espacio euroasiático.

Quiso la historia que su nuevo aliado sea, además, la principal potencia económica actual.

En definitiva, la región euroasiática se está redefiniendo en sus correlaciones de fuerzas, en sus tipos y zonas de influencia y en los nuevos vínculos estratégicos y económicos. Impulsados por una ideología ultra conservadora, con una clara intención refundacional tanto en lo ideológico como en lo político, Rusia y sus aliados inmediatos buscan un lugar a la sombra de un mundo multilateral que sin embargo, insistimos nosotros, no será así, será policéntrico y globalizado, y cada vez más profundamente.

En ese proceso la balcanización de Ucrania fue la primera prueba de esta política regional y global. El éxito ruso, logrando la limitada incidencia de Europa que pudo sacar un acuerdo de integración, menguado, pero acuerdo al fin- y obteniendo el reconocimiento de Estados Unidos mediante el pacto firmado por John Kerry, posiciona a Rusia como una potencia atendible, renueva su prestigio y atiza el sentimiento nacional tan golpeado desde la caída del imperio soviético. En consecuencia, la renovada alianza ruso-china y la nueva posición de ambos en la región del Pacífico puede ser el prolegómeno de nuevas políticas hacia el Pacífico y también hacia la costa occidental de América. No son casuales los acuerdos de Rusia con Venezuela, Cuba y Nicaragua donde asentará bases navales, ni es casual tampoco la búsqueda de áreas de inversión en infraestructura en el Río de la Plata y en nuestro país.

La reconfiguración de las fuerzas políticas globales y de los nuevos imperios está en marcha. Debemos estar atentos.

Fernando López D Alesandro es historiador y dirigente del Partido Socialista uruguayo.

Fuente:
Bitácora.uy, 14 de julio de 2014
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