1914: Krupp, «el yunque del Reich»

Nathalie Funès

20/07/2014

 

Una ciudad dentro de la ciudad. Una ciudad tentacular que abraza los viejos barrios de Essen y escupe su humo negro sobre las mugrientas callejuelas. Consume más electricidad que la capital, Berlín, a varios cientos de kilómetros. Un millón de metros cuadrados de fábricas, de laminadoras, de acerías, de viviendas obreras, de escuelas, de hospitales, de ultramarinos…Hay incluso un matadero, un molino, un cuartel de bomberos, una escuela del hogar para las esposas jóvenes, un asilo para los ancianos que ya no pueden trabajar e iglesias para rezar los domingos. Sobre los crucifijos se puede ver esta inscripción: «Propiedad personal de Krupp».

Es ahí, en el corazón del Ruhr, el pulmón industrial de Alemania, donde comenzó a crecer, en el siglo XIX, una modesta fundición convertida con el correr de los años en el mayor fabricante de cañones del mundo: el imperio Krupp. Los 900 artefactos que salen cada mes de sus talleres (además de carbón, de raíles de ferrocarril…) permitieron al emperador Guillermo I ganar la guerra contra Austria en 1866 y contra Francia en 1870. Su nieto, Guillermo, el Kaiser, rinde visita a Essen cada vez que se pone a punto un nuevo prototipo militar en la factoría Krupp. A principios del año 1914, se trata de la más importante empresa del Imperio, símbolo de su potencia militar-industrial. El historiador norteamericano William Manchester la denominará más tarde «el yunque del Reich».

Todas las mañanas, 82.500 empleados, los «Kruppianer», como se les llama, franquean las puertas de los talleres. Pasaron los tiempos en los que hacía falta una autorización escrita del capataz para beber un vaso de agua y en que los que llegaban con retraso eran señalados por el antiguo patrón, Alfred Krupp en persona, disimulado en la torre de la Villa Hügel, la inmensa finca familiar.

Los empleados lo tienen ya todo cubierto hasta su muerte. Disponen de plan de pensiones, seguridad social, escolarización gratuita para los niños, primas por nacimiento, por matrimonio….Más de lo que ofrecen entonces las famosas leyes sociales de Bismarck que, en la década de  1880, han instituido un sistema de protección social en Alemania. Pero siempre reina el orden. El patrón, Gustav Krupp von Bohlen und Halbach, antiguo agregado militar, que ha obtenido de Guillermo II el derecho de añadir Krupp a su nombre al casarse con Bertha, heredera del grupo), es «un individuo puntual y disciplinado hasta el exceso», cuenta el historiador Tristan Gaston-Breton. «No fuma, no bebe, no confraterniza con nadie. Los invitados que pasan la noche en la villa Hügel deben bajar a desayunar a las 7.15. Un minuto después se cierran las puertas del comedor. Y en su despacho mantiene una temperatura glacial con el fin de no enmohecerse».       

El 1 de agosto de 1914, Gustav Krupp es uno de los primeros en enterarse del desencadenamiento del conflicto. A las 14 horas llega un telegrama con dos letras: «D.K.», es decir, drohende Kriegsgefahr  «Peligro de guerra inminente»). La empresa se pone al servicio del Reich y aumenta su ritmos de producción. Hace ya veinte años que los ingenieros trabajan en el obús más potente de la época, una pieza capaz de lanzar un proyectil de 810 kilos, pronto apodada Dicke Bertha («Gran Bertha»), en referencia a la heredera del grupo. Disimulado en el bosque de Crépy-en-Laonnois, en Picardía, a un centenar de kilómetros de París, el ingenio masacrará a 265 personas en la capital al final de la guerra [1]

La derrota de 1918 será también la de Krupp. El Kaiser, humillado, vendrá a despedirse de Essen, la fábrica será desmantelada por los Aliados, y Gustav Krupp von Bohlen und Halbach, relevado de sus funciones. Será su hijo, Alfried, undécimo de ese nombre, el que reconstruirá el imperio piedra a piedra. Para ponerlo al servicio de Hitler.

Nota:  [1] Feu sur Paris! L´histoire vraie de la Grosse Bertha, de Christophe Dutrône (Editions Pierre de Taillac).

 

Nathalie Funès ha trabajado como periodista para Nouvel Économiste y Challenges y desde 2003 para el semanario parisino Le Nouvel Observateur. Es autora de Mon Oncle d ´Algérie (Stock, 2010).

 

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón

 

      

Fuente:
Le Nouvel Observateur, 19 de diciembre de 2013-1 de enero de 2014
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