Monsanto y los suicidios agrarios en India

Alejandro Nadal

26/12/2006

Alejandro Nadal escribe sobre los efectos humanos de la destrucción de las economías naturales operada en la India por las actividades de la empresa transnacional Monsanto. Su artículo, publicado el pasado 20 de diciembre en el diario mexicano de izquierda La Jornada, fue inmediatamente replicado desde el departamento de relaciones públicas que la transnacional estadounidense tiene en México. Reproducimos aquí también esa réplica, y a continuación, la contrarréplica de Nadal. 
La revolución verde ha muerto. Sus híbridos y variedades de alto rendimiento permitieron aumentos significativos en la producción de cultivos como el trigo. Pero su secuela de efectos negativos no sólo no se extingue todavía, sino que se hace más intensa.
El paquete tecnológico de la revolución verde provocó una fuerte salinización de suelos, el agotamiento y sobrexplotación de acuíferos y una intensa contaminación con plaguicidas de todo tipo. Lo más grave es que sembró la semilla de una crisis económica, social y ambiental en la vida de campesinos pobres que cobra más vidas cada año. Un ejemplo es el de Anil Khondwa Shinde, pequeño agricultor del distrito de Vidarba, estado de Maharashtra (en la parte centro occidental de India). Hace dos meses se suicidó ingiriendo un potente insecticida. Tenía 31 años y murió en pocos minutos. La desproporción entre costos de producción y precio de venta no le permitieron pagar el crédito extendido por los proveedores de insumos.
¿Un caso aislado? Para nada. El Ministerio de Agricultura de India reconoce las siguientes cifras: entre 1993 y 2003 ocurrieron 100 mil suicidios de campesinos. Y entre 2003 y 2006 (octubre) se han presentado unos 16 mil suicidios de campesinos cada año. En total, entre 1993 y 2006 hubo alrededor de 150 mil suicidios de campesinos, ¡30 diarios durante 13 años!
El propio gobierno de Maharashtra acepta la cifra de mil 920 campesinos suicidados en Vidarba entre enero 2001 y agosto 2006. Las organizaciones campesinas de ese distrito afirman que entre junio 2005 y agosto 2006 ocurrieron 782 suicidios de productores agrícolas. Para los últimos tres meses, los datos indican que en promedio hubo un suicidio cada ocho horas.
¿Bajo qué condiciones se presenta una tasa de suicidios de unos 30 campesinos diarios? Se dice que la causa radica en el endeudamiento, pero la razón última está en la imposición de una tecnología agrícola completamente inadecuada, tanto desde el punto de vista económico, como ambiental.
Anil Shinde había decidido sembrar algodón Bt, un transgénico producido por Monsanto, que supuestamente reduce la necesidad de plaguicidas y aumenta la rentabilidad del productor. Shinde no es una excepción. Cientos de campesinos que han sembrado algodón transgénico en los estados de Maharashtra, Andra Pradesh y Karnataka han buscado la salida del suicidio frente a una situación económica desesperada que empeora año con año.
Un elemento importante en esta historia es que el algodón Bt de Monsanto ofrece algo de protección frente al llamado gusano del fruto (Helicoverpa zea), pero no frente a otras plagas (por ejemplo, Spodoptera) que afectan este cultivo comercial en India. Así que los productores que, como Shinde, recurrieron al algodón de Monsanto buscando reducir el costo en plaguicidas, se llevaron una sorpresa, pues han tenido que seguir aplicando estos insumos de todas maneras. Peor aún: la trampa del endeudamiento se les vino encima más rápidamente porque las semillas del algodón de Monsanto son más caras.
En muchos distritos los prestamistas locales de antaño han sido remplazados por la red de concesionarios y vendedores de insumos de las grandes compañías, y sus métodos de cobranza han sido denunciados con frecuencia. Cuando los suicidios se agudizaron, el gobierno lanzó un programa de "ayuda" que aseguraba el pago de unos 2 mil dólares para los familiares sobrevivientes, pero ese dinero va directo a los bolsillos de los acreedores y, de hecho, se ha convertido en un incentivo perverso para que muchos productores se quiten la vida.
Pero los políticos son iguales en todos lados. El ministro de Agricultura Sharad Pawar se regodea viviendo en el pasado, hablando todos los días sobre los triunfos de la revolución verde. El mensaje al final de sus alocuciones es siempre el mismo: India necesita los cultivos genéticamente modificados para ayudar a los campesinos pobres a salir de la pobreza y resolver el "problema del hambre". Gracias a la política de apertura neoliberal promovida por el gobierno, la superficie dedicada al algodón transgénico en Vidarba pasó de 0.4 por ciento a 15 por ciento en tan sólo tres años. En ese lapso también aumentó la tasa de suicidios agrarios, lo que convierte a Monsanto en el peor asesino serial de la historia. O si queremos jugar con las palabras, tal como esta compañía juega con las vidas de millones de campesinos, podemos describir a Monsanto como el peor asesino cereal del planeta.
Miles de campesinos cuya forma de vida ha sido destruida al caer en las garras de sus acreedores han recurrido al suicidio como única escapatoria. En el proceso han puesto al descubierto el fracaso de un proyecto agrícola basado en "soluciones" tecnológicas con múltiples efectos negativos y relaciones sociales disfuncionales. ¿Por qué no corregir los daños de la revolución verde en lugar de saltar a abrazar la tecnología de los OGM?
Las semillas de la destrucción quieren decirnos algo. Pero este invierno, Nueva Delhi parece más preocupada por la contaminación atmosférica que por la tragedia que se desenvuelve diariamente en el campo.

Respuesta de Monsanto y contraréplica de Nadal (La Jornada, 23 diciembre 2006)
Precisiones de Monsanto
Me refiero al artículo publicado en La Jornada el pasado miércoles 20 de diciembre, titulado "Monsanto y los suicidios agrarios en la India", firmado por Alejandro Nadal.
Al respecto, Monsanto hace las siguientes precisiones:
Desde que los agricultores de la India siembran el algodón biotecnológico la producción ha aumentado 29 por ciento. Se ha reducido en 60 por ciento el uso de productos químicos en los cultivos. El beneficio neto para los agricultores, respecto al algodón convencional, aumentó más de 80 por ciento. Cerca de un millón de agricultores lo siembran con éxito. El crecimiento de la superficie de cultivo de algodón biotecnológico se ha incrementado exponencialmente: 2002 (primer año), 29,415 hectáreas; 2003, 86,240 hectáreas; 2004, 530,800 hectáreas; 2005, 1,300,000 hectáreas (14 por ciento de la superficie total de cultivo de algodón)[*].
Adicionalmente, adjuntamos copia del estudio La adopción económica del algodón biotecnológico en la India, publicado por el Instituto Indio de Administración, que presenta los resultados preliminares de este tipo de cultivo.
Toda la información anterior señala que las aseveraciones hechas por Alejandro Nadal carecen de sustento y nos preocupa sobremanera que sus lectores hayan recibido información incorrecta.
Confiamos en que La Jornada, como medio de comunicación ético, hará las investigaciones y aclaraciones pertinentes.
Monsanto ha demostrado tener una política de comunicación abierta y reiteramos nuestra disposición para otorgarles la información que ustedes requieran sobre este y cualquier otro tema.
[*] Fuentes: James, C. 2005. Global status of commercialized biotech/GM crops: 2005. ISAAA Briefs No. 34. ISAAA: Itthaca, NY. Manjunath, T.M. A decade of commercialized transgenic crops: analyses of their global adoption, safety and benefits. Pradhan Memorial Lecture, Indian Agricultural Research Institute (IARI), New Delhi; March 23, 2005 (www.agbioworld.org, April 8th. 2005).
Atentamente, Sofía Elena González Pinzón, directora de comunicación corporativa
Respuesta de Alejandro Nadal
Monsanto justifica sus campañas de comercialización encargando estudios seudoacadémicos a institutos de tercera clase. La investigación que "respalda" la respuesta de esta compañía es un ejemplo, y sus múltiples defectos invalidan sus "conclusiones". Menciono cinco. Primero, la muestra utilizada no es representativa y el estudio no explicita cómo fue definida. Segundo, el estudio es un corte transversal (para 2004) y las limitaciones de este tipo de estudios son bien conocidas. Tercero, aunque la investigación informa sobre incrementos en rendimientos, el modelo estadístico utilizado no permite estudiar los cambios en rendimientos. Además, no examina variables que explican estas variaciones, como la densidad en el número de plantas sembradas. Cuarto, los altos grados de ajuste en el modelo muestran una alta probabilidad de autocorrelación. Eso indica que estamos frente a una regresión espuria. Quinto, el estudio ignora las relaciones de crédito con los comercializadores y el endeudamiento de campesinos que siembran algodón transgénico de Monsanto. Esta es la clave en los suicidios agrarios, pero para Monsanto es irrelevante. Los "estudios" promovidos por el lobby de la biotecnología son de mala calidad. Es normal: Monsanto fabrica ganancias, hacer ciencia no es su fuerte. Alejandro Nadal

Fuente:
La Jornada, 20 y 23 diciembre 2006

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