Italia: Continuidad y crisis

Philip Wade

Lucia D´Arrigo

06/07/2018

Una feroz continuidad 

Philip Wade

Philip Wade tiene sesenta años, una cátedra de Historia Contemporánea en el Birkbeck College de Londres, el célebre instituto de investigación de Eric Hobsbawm, y ha vivido muchas vidas. Hijo de la “working class” de Liverpool, estudiante de literatura en Oxford, alumno de Federrico Caffé [1914-1987, economista y uno de los principales divulgadores en Italia del keynesianismo] en Roma, tiene también un pasado que olvidar: los años en los que eligió pasarse al otro lado, convertido en en “strategist” del “desk fixed income” en la gran banca, los años transcurridos en el reino de las finanzas con Derek Morgan.

Hoy, rebasados lo sesenta, se inclina por la melancolía. Fantasma de un tiempo que ya no existe, hombre del siglo XX, sueña todavía con un mundo de igualdad. Sueña. Dada su experiencia en Italia, nos hemos puesto en contacto con él para tener su opinión respecto a la espinosa situación del gobierno italiano [La entrevista se realizó en el momento en que el presidente Mattarella vetó al economista Paolo Savona, lo que parecíó dejar en dique seco el gobierno de la Lega y el Movimento 5 Stelle, del que aquí se habla hipotéticamente  La situación se desbloqueó posteriormente, permitiendo un gobierno de ambas formaciones presidido por Giuseppe Conte]. 

Señor Wade, ha vivido y estudiado usted en Italia formándose con el economista Federico Caffè… ¿Cómo juzga el comportamiento y las recientes opciones del Presidente Mattarella en relación al veto a Paolo Savona?

Como premisa, debo decir algo antes, y es que no soy un experto en la Constitución italiana y, por lo tanto, bien lejos de darle un juicio técnico, le doy mi opinión desde un punto de vista meramente político.

La imposición del nombramiento del Ministerio de Economía planteaba un problema con múltiples facetas. La primera era la de tener un gobierno abiertamente antagonista de la mayoría de la estructura europea, lo cual no tenía que considerarse un mal absoluto, considerando la disfuncionalidad del andamiaje que apuntala la moneda única.

Pero el riesgo nace en el momento en que habría habido un “plan b” del supuesto gobierno “verdiamarillo” [por los colores, respectivamente, de la Lega y el 5 Stelle] para salir de la eurozona, cosa que en cambio representa una actitud irresponsable y suicida por parte de quien la propone.

Me explico mejor: en esta fase el dominio de los mercados y de las finanzas sobre la política es notorio y nefasto, pero corresponde a la realidad de las cosas. Ya la luz de esto, la estrategia y la táctica de un gobierno nacional debe ser clara y no puede permitiirse dejar abierto un flanco a las incertidumbres, sobre todo si estas repercuten sobre el pellejo de los cudadanos, o más bien sobre el pellejo de las franjas de la poblacíón más explotadas e indefensas.

Continúe, se lo ruego...

Mire, Italia es un país todavía entubado al BCE para sobrevivir y los tipos de interés de sus títulos los paga la colectividad .

La conexión qure existe entre cuentas públicas y la capacidad de conseguir liquidez por parte del BCE son un dato de hecho tangible e innegable.

Y este “gobierno monstruo” nacía con una doble alma: por un lado, una fuerte expansión fiscal ligada a la insensata flat tax y a una contradictoria y costosa renta básica; por otro, un enloquecido antagonismo hacia el financiador en última instancia, a saber, el BCE.

El intento de llevar a cabo esta disparatada estrategia habría liquidado el corazón del país. Si imaginamos la ciudadanía como una campana de Gauss, las puntas de la distribución de riqueza se habrían regocijado, pero el 90 % del país habría quedado dañado de manera onerosa e irreversible.

Por lo tanto, contra la retórica de la que alardean los verdiamarillos, nos habríamos encontrado atendiendo a “ricos cada vez más ricos…”

Cierto. Quien dispone de ingentes riquezas habría ternido un enorme poder adquisitivo sobre todos los activos del país. Los grandes capitales domésticos están ya altamente diversificados, si no aparcados cómodamente en paraísos fiscales, por no hablar de los capitales en manos de la criminalidad oreganizada que, en una fase de caos, quedarían mágicamente limpios.

En resumen, la doble tenaza entre grandes capitales legales e ilegales se habría cerrado definitivamente sobre el país.

Y para las capas menos acomodadas y más pobres, trágicamente, no habría cambiado nada, como no fuera a peor.

Dibuja usted una suerte de escenario… sudamericano.

Sì, con las debidos distingos, evidentemente. El primero es la existencia de una enorme clase media en Italia que, si bien en un empobrecimiento progresivo, sigue siendo todavía el corazón palpitante del país.

Sin embargo, a quien apoya las opciones de Mattarella se le acusa de ser ordo-liberal sostenedor de las tecnocracias y sometido al liderazgo alemán.

Dan ganas de reírse… El hipotético gobierno verdiamarillo estaba del todo sumido en el marco neoliberal. La única apariencia de redistribución de la riqueza estaba ligada a la supuesta renta básica que, sin embargo, se organiza de una forma que en nada es de hecho distinta de un mero subsidio de desempleo. No se habría dispuesto de nada incondicional ni universal para reequilibrar la furiosa lógica extractiva y la ampliacíón indefinida de la productividad social que inquietan a  la clase trabajadora.

La “flat tax”, además, y como ya se ha referido, es una maniobra descaradamente regresiva, cuyas recetas económicas habrían estimulado el lado de la oferta de manera trágicamente identica a los últimos cuarenta años.

Hasta se puede afirmar que el gobierno verdiamarillo habría pasado por encima del neoliberalismo, acercándose a una forma de ultraliberalismo sin igual.

Por lo demás, la razón fundadora de los “amarillos” está mucho más cercana a la ideología del Silicon Valley de lo que pueda pensarse. Basta con tener presente que Casaleggio, el oculto iniciador de todo, fue siempre un adepto de ese modelo.

Por lo tanto y para concluir, todas las apremiantes acusaciones de los “verdiamarillos” sobre medidas y leyes de los últimos gobiernos estaban viciadas por una falsedad de fondo?

Las mismas medidas criticadas por ellos se habrían repetido con otras vestiduras ideológica, en nombre de una presunta soberanía y, por el contrario, siempre y solamente al servicio del Capital. 

El gobierno “verdiamarillo” se habría visto sometido a la misma ideología idéntica contra la que tanto se lanzó durante la campaña electoral italiana. Sólo que “amarillos” y “verdes” ofrecían una fachada más radical y extrema, pero igualmente  incardinada en las lógicas de servidumbre del Capital.

Mire, más allá de toda la retórica sobre la que se fundan formaciones políticas semejantes, la moneda no es el problema. El problema es la hegemonía cultural y política que plasma y desvía determinadas opciones. Y en este sentido no existe ninguna diferencia con el pasado en Italia, existe sólo una feroz continuidad.

Fuente: idiavoli.com/sbilanciamoci.info, 28 de mayo de 2018

 

Las elecciones italianas y la creciente crisis de la democracia 

Lucia D´Arrigo

Los resultados de las recientes elecciones políticas italianas (4 marzo de 2018) parecen insertarse en un contexto más amplio que plantea cada vez más interrogantes al debate público respecto al futuro de las democracias occidentales.  

¿Asistimos a un desplome de los regímenes democráticos, a su crisis irreversible? ¿Está en curso una transformación de los partidos tradicionales, de la política y de las instituciones?

Comprender el caso italiano puede acaso contribuir a responder a estas preguntas. 

El 4 de marzo 2018 se votó en Italia para elegir los 630 diputados  y los 315 senadores electivos de la XVIII legislatura (renovación de las dos cámaras del Parlamento: el Senado de  la República y la Cámara de Diputados).

Los resultados atestiguaron el ascenso del centro-derecha (compuesto por la Lega de Matteo SalviniForza Italia de Silvio BerlusconiFratelli d’Italia de Giorgia Meloni y Noi con l’Italia – UDC de Raffaele Fitto) como coalición más votada, con cerca del 37% de las preferencias, mientras que la lista única más votada, el Movimento 5 Stelle, obtuvo más del 32% de los votos (el 1 de junio de 2018, el Movimento entra a formar parte, junto a la Lega, del gobierno Conte).

Se echa de ver, por lo tanto, una mayoría en el poder; y la radicalización de incertidumbres generalizadas ha hecho, además, imposible un gobierno unidireccional.

Se trata de una crisis, afirma Alberto Martinelli, “en la democracia” y no “de la democracia”.

La crisis financiera global del 2008el consiguiente estancamiento de la economía, la desocupación, las desigualdades sociales, la creciente indiferencia y escasa participación de  muchos ciudadanos en la política han determinado, en más etapas y más niveles, el mal funcionamiento de las democracias: “Una democracia representativa es sólida cuando un gobierno, legitimado por el libre voto de la mayoría, se muestra capaz de gobernar la complejidad de los problemas. Eficiencia/eficacia y legitimidad son dimensiones estrechamente conectadas, y el grado y el modo en que están presentes en un sistema político definen la calidad democrática. Hoy, la erosión de la soberanía, el crepúsculo de las ideologías, la transformación de los partidos políticos, las elecciones prácticamente continuas y el condicionamiento de los viejos y nuevos medios de información hacen sí que la mayor parte de los líderes políticos de las democracias occidentales se encuentre en dificultades, prometa en campaña lo que no está en condiciones de mantener una vez en el gobierno y trate de recuperar el consenso declinante mediante una excesiva personalización del liderazgo y el recurso a la retórica populista, con el resultado de que provoca un círculo vicioso entre escasa eficiencia en las decisiones y declinante legitimación política”. (Martinelli, 2017, pp. 52-53).

Se produce así una pérdida de credibilidad en relación con los medios tradicionales y las instituciones. .

“En el pasado, el periodismo - escribe Jayson Harsin, profesor de la American University de París – tenía un papel de intermediario entre los gobiernos, la ciencia moderna y las instituciones, de un lado, y la opinión pública del otro. La democracia se fundaba en la confianza que el público depositaba en estas instituciones y en las verdades difundidas por ellas […]. Hoy en día, diversos estudios muestran que la gente ya no tiene confianza en los medios, y esta pérdida de confianza genera una crisis de la verdad” (Cosentino, 2017, p. 22).

La comercialización de los medios de información y la imposición de lenguajes mediáticos híbridos como el infotainment, en el que se mezclan información y entretenimiento, han acelerado ulteriormente la crisis del periodismo, y el creciente proceso de desintermediación, a saber la desaparición de la confianza en las relaciones entre opinión pública y medios “mainstream” (acusados de intereses económicos y políticos), instituciones políticas y partidos tradicionales, ha generado una sinergia inédita entre ciudadanos, medios nuevos (redes sociales como Facebook y Twitter, páginas digitales de información independiente ) y líderes políticos de inspiración populista, como Donald Trump en Norteamérica, Nigel Farage en Inglaterra, o Beppe Grillo (Movimento 5 Stelle) en Italia (Cosentino, 2017, pp. 22-23).

“¿Cómo ha sido posible?” - se interroga Andrea Scansi en referencia a Grillo[1] – “que un cómico, por sí solo y contra todos haya puesto en jaque (momentáneamente, cíclicamente) a toda una clase política?” (Scansi, 2012, p. 2).

Ello es fruto de una indignación creciente a estas alturas respecto a una representación (política y social) ya no representativa.

La globalización cultural y económica, el constante aumento de los flujos migratorios, la imposición de un orden ya multicultural han minado en su base los equilibrios nacionales, reduciendo la eficacia política de los gobiernos (incapaces de filtrar, mediar y elaborar las demandas que provienen de una sociedad en agitación, espejo a estas alturas de intereses múltiples y heterogéneos), alimentando formas de protesta y oposición. 

De aquí los tonos de invectiva de líderes emergentes, las exageraciones, la refractariedad a lo políticamente correcto, los ataques y las objeciones a la publicística cautiva; de aquí el surgimiento de nuevas formas políticas alternativas de naturaleza populista en neta oposición a los partidos tradicionales [2].

“Tras décadas de crítica homologada. […] Se ha aclamado” – añade Scansi – “la herejía” (2012, p. 6); en un momento en el que cobra fuerza la exigencia de tener gobiernos legítimos y eficientes, en condiciones de enfrentarse a emergencias y nuevas crisis: económico-financieras, de migrantes y prófugos, del terrorismo fundamentalista.

Italia se ve hoy marcada por la fragilidad económica y la incertidumbre política; y el retorno a una soberanía nacional plena, eficaz/eficiente y representativa, parece de momento una utopía.

Bibliografía

- Cosentino, Gabriele (2017), L’era della post-verità. Media e populismi dalla Brexit a Trump, Reggio Emilia, Rizzoli.

- Martinelli, Alberto (2017), “La crisi nella democrazia rappresentativa”, L'età dell'incertezza. Scenari globali e l'Italia –

 Rapporto ISPI 2017, Colombo A., Magri P. (edición a cargo de ), Novi Ligure (AL): Edizioni Epoké.

- Scansi, Andrea (2012), Ve lo do io Beppe Grillo, Edizioni Mondadori.

- - Weyland, Kurt (2001), Clarifying a Contested Concept: Populism in the Study of Latin American Politics, “Comparative politics”, 34(1), pp. 1-22.

Fuente: www.sinpermiso.info

historiador y economista, es profesor del Birkbeck College de Londres.
licenciada en Letras Modernas por la Universidad de Mesina, trabaja en la actualidad en una tesis doctoral con el título "Teoría y práctica de la argumentación: retórica y oratoria en el mundo antiguo y contemporáneo. Los discursos de Donald Trump".
Fuente:
Varias
Temática: 
Traducción:
Lucas Antón

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