La emancipación de los pueblos del Sur quedó inacabada. Entrevista

Ahmed Ben Bella

24/04/2006

  

Mientras se desarrolla en Francia un debate malsano sobre los aportes de la colonización y sobre la responsabilidad de los árabes en el bloqueo de sus sociedades, el ex-presidente Ahmed Ben Bella recuerda algunas verdades históricas : la ilegitimidad de la dominación de un pueblo sobre otro – sea ayer en Argelia como actualmente en Palestina-, la realidad mundial – y no árabe- de la colonización y de las luchas de liberación nacional, la ingerencia occidental para voltear los gobiernos nacionalistas y revolucionarios del Sur y mantener las consecuencias de la colonización. Él subraya que, actualmente, es el fundamentalismo evangélico que exporta la violencia. Actor central de acontecimientos históricos de la escena internacional, Ahmed Ben Bella fue entrevistado el 21 de abril pasado en Ginebra por Silvia Cattori para la Red Voltaire.

Ahmed Ben Bella es una de las grandes figuras del nacionalismo árabe. Fue uno de los nueve miembros del Comité revolucionario argelino que fundaron el Frente de Liberación Nacional (FLN). Detenido por el ocupante francés en 1952, logró evadirse. Arrestado nuevamente en 1956, con cinco de sus compañeros,  permaneció en la prisión de La Santé (París) hasta 1962. Después de la firma de los acuerdos de Evián, Ben Bella fue el primer presidente electo en la Argelia independiente. En lo interno llevó adelante una política socialista caracterizada por un amplio programa de reforma agraria. Y en el plano internacional, hizo entrar a su país en la ONU y se sumó al movimiento de los No Alineados. Su creciente influencia en la lucha contra el imperialismo condujo a las grandes potencias a favorecer su derrocamiento por un golpe de Estado militar. Estuvo detenido y bajo residencia vigilada entre 1965 y 1980. Desde entonces se alejó de los asuntos internos de Argelia, pero continúa desempeñando un rol internacional, en particular como presidente de la Campaña internacional  contra la agresión en Irak.

Silvia Cattori: ¿Cuando usted no está de viaje, reside en Suiza?

Ahmed Ben Bella: No, vivo en Argelia, pero vengo frecuentemente a Suiza. Viví aquí durante diez años, después de mis enredos con el poder de los militares argelinos. En Argelia estoy acosado por los periodistas. Así pues, cuando tengo necesidad de tomar un poco de descanso y de distancia con lo que se pasa allá, vengo aquí donde he conservado un pequeño departamento. Usted sabe, ¡tengo noventa años!

S.C.: ¡Usted tiene el aspecto de un hombre joven! Sabe, señor Ben Bella, que usted ha impreso una muy bella imagen en el corazón de mucha gente por todos lados del mundo.

Ahmed Ben Bella: (Ríe) Yo he tenido una vida un poco especial, es cierto. He participado en la liberación de mi país. Fui uno de los organizadores de la lucha de liberación. He participado también de manera activa en todas las luchas por la liberación.

S.C.: Usted es de origen árabe-marroquí. ¿Qué relación mantiene con sus orígenes rurales?

Ahmed Ben Bella: Si, yo soy argelino de origen marroquí por mis padres, pero toda mi vida es Argelia. Ahí he nacido. Soy hijo de campesinos pobres que vinieron muy jóvenes a vivir en Argelia. He visto solo recientemente el lugar donde ellos nacieron, en las proximidades de la ciudad de Marrakech.

S.C.: Estando con usted, tengo la impresión de ir al encuentro de los pueblos y de las causas por las cuales combatió toda una vida. Es muy emocionante entrevistarlo sobre vuestra lucha por crear un mundo más humano, más justo. ¿No encarna usted todo eso?

Ahmed Ben Bella: Sí, mi vida es una vida de combate; puedo decir que no he parado un solo instante. Un combate que comenzó a los 16 años. Tengo 90 y mi motivación no ha cambiado: me anima siempre el mismo fervor.

S.C.: En 1962, usted accedió a los más altos cargos en la Argelia independiente. Todas las esperanzas eran posibles. De Argelia colonizada a su liberación, de la escena política internacional al combate altermundialista, ¿usted ha pagado caro el precio de su rebeldía?

Ahmed Ben Bella: Sí, he pagado muy caro mi combate por la justicia y la libertad de los pueblos. Pero no hice otra cosa que aquello que sentí como un deber, una obligación. Para mí entonces la elección no fue difícil. Cuando me incorporé a la lucha por mi país, yo era muy joven. Mis horizontes luego se abrieron. Me di cuenta muy rápidamente que los problemas sobrepasaban los de Argelia, que la colonización implicaba una cantidad de pueblos, que las tres cuartas partes de los países del planeta estaban colonizados, de una manera u otra. Argelia era para los franceses, un “departamento de ultramar”, era la Francia del otro lado del Mediterráneo. La colonización de Argelia duró mucho tiempo: 132 años. He participado de esta lucha en Argelia. Inmediatamente después de la independencia, me asocié a todos aquellos que, en el mundo, luchaban también por liberar sus países. Hubo, pues, esa fase de la lucha por la liberación nacional en la cual yo participé de manera total. Para Túnez,  Marruecos, Vietnam, Argelia se convirtió un poco en la madre de las luchas de liberación; apoyarlos era para nosotros una tarea sagrada. Cuando alguien venía a pedir ayuda, era sagrado. Ni siquiera se pensaba. Se los ayudaba, aún cuando teníamos pocos medios; les dábamos armas, un poco de dinero y, si era necesario, hombres.

S.C.: En 1965, no fueron los franceses los que lo metieron en prisión, fueron vuestros hermanos de armas. ¿Qué siente ahora en relación a los que le impidieron seguir adelante?

Ahmed Ben Bella: No siento desprecio, ni odio. Pienso que ellos hicieron algo que no era muy limpio y que fue muy lamentable; no solamente para el pueblo argelino, sino también para otros pueblos que contaban con nuestro apoyo. Mi combate por aportar mejores condiciones de vida a los argelinos, sumergidos entonces en una gran miseria, y mi combate por ayudar los otros pueblos colonizados a lograr su libertad, molestaba mucho a algunos poderosos. Desde su punto de vista, yo iba demasiado lejos. Yo tenía que desaparecer. Esto para decir que si el ejército argelino no me hubiera depuesto, otros lo habrían hecho. Yo tenía que desaparecer, porque me había vuelto demasiado molesto. Yo protegía prácticamente a todos los movimientos de liberación, incluidos los de América Latina.

S.C.: ¿Ya estaba entonces en contacto con Fidel Castro?

Ahmed Ben Bella: Sí, el Che vino a Alger trayéndome un mensaje de Fidel Castro, con el que me había reunido dos veces. Él nos pedía el apoyo a las luchas que se desarrollaban en América del Sur, pues Cuba no podía hacer nada; estaba bajo el control de los Estados Unidos que ocupaban la bahía de Guantánamo. Nada podía salir de Cuba, aunque fuese una caja de cerillas, sin que lo supieran los Estados Unidos. Yo no vacilé un segundo. Fue en Argelia, y con la participación del Che, que vivió con nosotros durante seis meses, que se creó el Estado mayor del ejército de liberación de América del Sur. Puedo decirlo ahora: todos los combatientes que participaron en la lucha en América del Sur vinieron a Argelia; fue desde allí que partieron todos los que lucharon. Los entrenamos, arreglamos para que las armas les llegaran, creamos redes.

S.C.: ¿En qué año fue el Che Guevara a Argelia?

Ahmed Ben Bella: El Che vino en 1963, poco después de mi llegada al poder. Con mi gobierno, nos comprometimos a aportar nuestra ayuda a las luchas de liberación nacional. En ese momento, numerosos países estaban todavía colonizados o salían recién de la colonización. Toda África se encontraba prácticamente en esa situación. Nosotros los apoyamos. Nelson Mandela y Amílcar Cabral vinieron también a Argelia. Fui yo el que los apoyó; luego partieron a llevar la lucha de liberación en sus países. En relación a otros movimientos que no estaban implicados en la lucha armada o que no tenían más necesidad que de un apoyo político, como Malí, los ayudamos también con otros planes.

S.C.: ¿Quién precisamente lo derrocó  en 1965? ¿El ejército argelino o fuerzas exteriores?

Ahmed Ben Bella: Estoy seguro que, indirectamente, hubo una intervención de potencias extranjeras. Hemos visto en otros lados los mismos mecanismos. Allí donde las luchas de liberación nacional triunfaron; una vez que el poder fue constituido, hubo golpes de Estado militares que derrocaron sus dirigentes. Esto se ha producido en numerosas ocasiones. En dos años, hubo 22 golpes de Estado militares, esencialmente en África y en el Tercer Mundo. El golpe de Estado en Argelia, en 1965, fue el que abrió la vía. Argelia no fue otra cosa que el comienzo de algo que estaba en germen: es la razón por la que digo fue el sistema capitalista mundial el que finalmente reaccionó contra nosotros.

S.C.: ¿Usted es marxista?

Ahmed Ben Bella: Yo no soy marxista, pero me ubico resueltamente a la izquierda. Yo soy un árabe musulmán, orientado muy a la izquierda en mi acción, en mis convicciones. Es la razón por la cual, mismo sin compartir la doctrina marxista, me encontré siempre al lado de todos los movimientos de izquierda en el mundo y de los países socialistas que, como Cuba, China, la URSS, llevaron un combate anticolonialista y antiimperialista. Es con ellos que constituimos un frente de liberación y aportamos nuestro apoyo logístico a los ejércitos populares para ayudar a sus países a salir del colonialismo y a instaurar un régimen interno nacional. Fue la fase de la liquidación del colonialismo. El colonialismo es una idea que nació en Occidente y que condujo a los países occidentales – como Francia, Italia, Bélgica, Gran Bretaña – a ocupar países fuera del continente europeo. Un colonialismo en su forma primitiva, es decir, destinado a instalar en esos lugares poderes extranjeros represivos, con ejércitos, servicios, policías. Esta fase conoció las crueles ocupaciones coloniales que duraron hasta 300 años en Indonesia.

S.C.: Después de esa fase ¿estuvo activo en el movimiento de los países no alineados?

Ahmed Ben Bella: No hay más países no alineados. Ese movimiento fue creado por hombres de un gran valor como Nehrú, Mao Tsé-Tung, Nasser y otros grandes nombres; en una época donde existía sobre todo el peligro de una guerra atómica. Era el enfrentamiento entre la URSS y los Estados Unidos. Nosotros estábamos al borde de la guerra nuclear. Los países no alineados jugaron un rol importante para impedirla. Ese movimiento duró un cierto tiempo, pero el sistema logró terminar con él.

S.C.: Luego, ¿jugó usted un rol importante en el desarrollo del movimiento altermundialista?

Ahmed Ben Bella: El sistema mundial que preside todo lo hemos conversado, ha inventado otra forma de dominación: la “mundialización”. “Mundialización” es una expresión bella en si misma. Una palabra que puede unir, llevar la fraternidad entre los pueblos. Ahora bien, la “mundialización” tal como ha sido concebida es una palabra que puede hacer mucho daño. Un término que ha conducido a la mundialización de la miseria, de la muerte, del hambre: 35 millones de personas mueren de desnutrición cada año. Si, podría ser una muy bella expresión, si se hubiera mundializado lo bueno, aportado el bienestar para todos. En cambio, es todo lo contrario. Es una globalización perversa; que mundializa el mal, mundializa la muerte, mundializa la pobreza.

S.C.: ¿La mundialización no ha tenido más que consecuencias perversas?

Ahmed Ben Bella: La única ventaja que hemos sacado es que estamos actualmente mejor informados que ayer. Nadie puede más ignorar el hecho que este sistema conduce a la extensión del hambre. Fueron creadas riquezas, pero son riquezas ficticias. Son las multinacionales, como General Motors y Nestlé, son los grandes grupos industriales que pesan, sobre el plano monetario, mucho más que grandes países como Egipto. Si uno se basa en sus ganancias, General Motors, por ejemplo, es cuatro veces más rica que Egipto, que es un país de 70 millones de habitantes; el país de los faraones, un país extraordinario, el más educado de los países árabes! Eso nos da una imagen de lo que significa el término “mundialización”. Ahí está porqué he combatido ese sistema que favorece a los grupos que representan, en el plano monetario, mucho más que un gran país y que generan tantas desigualdades. Ahí está porqué tenemos, todos, que favorecer una mejor comprensión de los problemas, que fueron premeditadamente complicados, pero que son finalmente expresión de una sola cosa: la instalación de un sistema inhumano.

S.C.: A pesar de la voluntad expresada claramente, en 2003, por tres cuartos de los pueblos del planeta, los movimientos progresistas no lograron impedir la guerra. ¿No tiene, a veces, el sentimiento que quienes están en la dirección de esos movimientos, se saltaron de un escaño; o abiertamente se equivocaron por no haber sabido identificar las verdaderas motivaciones del adversario?

Ahmed Ben Bella: Yo, que soy un hombre del sur, constato que alguna cosa cambió en el norte, que es muy importante de señalar. Lo que ha cambiado precisamente en este espacio llamado avanzado del norte, que nos ha hecho la guerra, que nos ha colonizado, que nos ha hecho cosas terribles, es que hay actualmente una opinión que se expresa, hay jóvenes que dicen “basta”. Eso indica que este sistema mundial perverso no golpea más únicamente al sur, sino también en el norte. En el pasado, hablábamos de pobreza, de miseria, únicamente en el sur. Ahora hay mucha miseria, muchos males que causan víctimas igualmente en el norte. Esto se ha hecho evidente: este sistema mundial no está hecho para el bien de todos, sino para servir a las sociedades multinacionales.

Así pues, en el interior de ese norte, que nosotros hemos tanto combatido, hay ahora un movimiento, hay toda una juventud que quiere obrar, que desciende a la calle, que protesta, igualmente si la izquierda no logró dar, a esos jóvenes que quieren cambios, las llaves de una solución. Esto pasó siempre así: todo movimiento comienza de esta manera. El movimiento de liberación que conduje en Argelia, fue en sus comienzos un pequeño movimiento, casi nada. No éramos más que algunas decenas en toda Argelia, un territorio que representa cinco veces el de Francia.

S.C.: ¿Qué obtuvieron esas generaciones de jóvenes que pusieron tanta esperanza en Attac, por ejemplo, que propone “reformar la mundialización”; no hubiera sido necesario oponerse a ese principio mismo y adoptar medidas más radicales, frente a la radicalidad del sistema llamado liberal?

Ahmed Ben Bella: La gente de izquierda, una vez en el poder, no son diferentes de los de otros partidos. En relación a Argelia, nosotros intentamos trabajar con la izquierda francesa. Empero, no hemos conocido peor poder que aquel ejercitado por el partido socialista francés. Lo peor que nos tocó fue con los socialistas. Ningún poder político anterior nos había combatido tan duramente como el del Guy Mollet. Le estoy hablando de hechos precisos. Yo estaba a la cabeza del FLN cuando el gobierno de Guy Mollet – después de comprender que Francia no podía mantenerse en Argelia – contactó Gamal Abdel Nasser para que éste nos pregunte si estábamos dispuestos a discutir con ellos. Es lo que yo había siempre previsto, que un día habría que sentarse alrededor de una mesa y definir la mejor manera para que Argelia sea totalmente independiente. Era el objetivo que buscábamos: volver a ser libres, no vivir más bajo la férula de un sistema opresivo. Les dije que sí, que estaba dispuesto a negociar, a condición que fueran ellos, los franceses, que lo solicitaran. Era importante, pues siempre es el más débil el que solicita negociar. Exigí que las negociaciones tuvieran lugar en Egipto. Ellas duraron seis meses. Llegamos a una solución. Con ese trozo de papel en el bolsillo, en septiembre 1956, yo fui a informar Mohammed V, el rey de Marruecos. El se había implicado en esta lucha, nos había ayudado, incluso militarmente. Entonces, cuando íbamos a Túnez, donde también queríamos informar las autoridades, nuestro avión fue cercado por la aviación francesa. Fue el primer secuestro de un avión en la historia. En ese avión estaban dos tercios de los dirigentes de la revolución argelina. Nos quisieron eliminar inmediatamente. Fue un milagro que escapamos de la muerte. Todo esto para decirle lo que pienso de los socialistas: fue Guy Mollet que, apenas había firmado un compromiso, lo traicionaba. Podría decir lo mismo del gobernador Lacaste, que era también socialista. No, los partidos de izquierda no nos apoyaron, al contrario. A pesar de todo, es la izquierda que nos interesaba y es con ella que continúo luchando. Yo soy un hombre de izquierda.

S.C.: ¿Cree usted en la necesidad de un cambio?       

Ahmed Ben Bella: Si, desde mi primera juventud creo en esta necesidad. Vuelvo sobre lo que usted decía. Es lo que personalmente me lleva a tener una cierta confianza en el porvenir. Quiero hablar de lo que observo aquí, en occidente. Estoy convencido que el sistema liberal no tiene porvenir. Esos jóvenes, esos estudiantes que he visto bajar a las calles, no tienen otra cosa más que un ideal de justicia; a esos jóvenes que manifiestan, que están buscando otros valores, me gustaría decirles: “Yo comencé así, cuando tenía vuestra edad, dando pequeños pasos. Y poco a poco fue todo un pueblo el que me siguió.” Cuando voy a las manifestaciones, los observo, hablo con ellos, veo que son ellos los que tienen las cartas en la mano.

S.C.: La cuestión se plantea con insistencia: ¿los dirigentes de los movimientos antiimperialistas no han tratado con demasiado miramiento a Israel, un Estado ideológicamente y legislativamente racista que lleva adelante desde su creación una política de depuración étnica en Palestina?

Ahmed Ben Bella: Esas cuestiones están hoy sobre el tapete, en debate. Nosotros no queremos una solidaridad con rodeos. No queremos un Estado que, como Israel, sea el instrumento preferido del sistema global y cruel conducido por los Estados Unidos, que practican una política que ya hizo tanto mal. Para nosotros, se trata de una doble traición. La traición, primero, de aquellos que en el campo de la izquierda, tendrían que haberse encontrado a nuestro lado, leales a la causa palestina y árabe, y que no estuvieron. La traición, luego, de todos esos judíos con los que nos sentíamos cerca, con los que tenemos semejanzas, y con los cuales hemos vivido en perfecta armonía. Los árabes y los judíos son primos. Hablamos la misma lengua. Ellos son semitas como nosotros. Hablan el Arameo, nosotros hablamos el Arameo. El arameo está formado por varias ramas: Etiopía habla arameo, Eritrea habla arameo, gente de confesión judía habla el arameo, los árabes hablan el arameo. Eso es lo que nos hace sufrir: sentirnos traicionados por aquellos que están tan próximos de nosotros, que son nuestros primos, que nos parecen y que hablan arameo como nosotros. El antisemitismo, lo conocemos: nosotros somos semitas. A lo cual agrego que su profeta es nuestro profeta. Moisés y Jesucristo son de profetas nuestros.

S.C.: Desde el fin del multilateralismo, la ONU fue puesta bajo la férula de Washington y de los neoconservadores. Todo país árabe que no se someta a sus órdenes es puesto fuera de la comunidad de naciones. ¿Qué piensa de esta situación? ¿Es posible encontrar una solución? Así, confrontado al unilateralismo israelí ¿ Hamas no está condenado al fracaso, y a renunciar a aquello por lo que su pueblo lucha desde hace 60 años?

Ahmed Ben Bella: Pienso que la situación de Hamas es característica de lo que nos sucede, en esta dimensión toma ahora un fuerte color religioso, que se cubre con el Islam. Yo que soy un árabe musulmán, no podría vivir en un país dirigido por un integrismo islámico. Pero voy a decirle francamente: yo no los culpo. Pues esa necesidad de religión fue creada por las distorsiones del sistema capitalista. Es a fuerza de hacernos sufrir que, finalmente, en lugar de tener frente a ellos un movimiento que sea portador de la arabidad, de la cultura y abierto, los extremistas – Israel y los Estados Unidos- se encuentran frente a esta realidad. Son ellos los que han creado esta situación.

S.C.: ¿No quiere usted una respuesta religiosa?

Ahmed Ben Bella: Yo soy musulmán, pero no deseo que la respuesta sea religiosa. No es el hecho religioso en sí mismo que yo rechazo; no, sino el hecho que se pueda hacer una lectura que no va en el sentido de la renovación del Islam,  una lectura retrógrada del Islam; mientras que en el Islam tenemos la ventaja de creer en las dos religiones: la religión judía y la religión cristiana. Para nosotros, Mahoma es la continuidad de Jesucristo y de Moisés.

S.C.: ¿Los musulmanes actualmente no se han puesto al frente de la resistencia anticolonialista? ¿Es posible de reconocer que no son los valores del occidente que los árabes musulmanes combaten, sino su política agresiva? ¿El Hezbollah, por ejemplo, que tiene tan mala imagen en Francia, no hizo retroceder al imperialismo americano e israelí en el Líbano? ¿Los progresistas no deberían sobrepasar sus prejuicios en relación a los musulmanes, considerarlos como un elemento dinámico en la lucha contra la opresión y apoyarlos?

Ahmed Ben Bella: Si, si. Aquí hay un problema de educación. Pertenece a quienes están en la dirección de los partidos progresistas de responder de manera correcta a estas situaciones. Eso no es el caso. Nosotros tenemos una bandera, un himno nacional, el resto son los occidentales, todas las tendencias confundidas, que deciden en nuestro lugar. Todo esto, envuelto con hermosas palabras, bajo cubierto de la ayuda de organismos como el Banco Mundial y el FMI, que no son otra cosa que instrumentos de tortura creados por Occidente para continuar su dominación. Lo que significa que hemos salidos de un sistema de colonialismo directo, a cambio de algo que parecía mejor, pero que no lo es. Sin embargo, insisto, yo tengo esperanza que en el norte que nos ha hecho tanto mal, su juventud está en camino de comprender esta lógica de dominación que crea cada vez más pobreza tanto en el norte como en el sur. Aún cuando no sea la misma dominación que la que se aplica en el sur, es una situación de indigencia que ningún ser libre puede aceptar. ¿Cuánta gente está librada a la desocupación, a la pobreza, en la calle? Es esto, puede ser, que terminará por incitar los pueblos del norte a cambiar de óptica y asociarse francamente con nosotros.

S.C.: Pero no vemos actualmente mucha gente, en Occidente, protestar contra las atrocidades que se cometen en Irak, en Palestina, en Afganistán.¿No tiene usted la impresión que existen tantos prejuicios, conscientemente mantenidos, hacia los árabes y los musulmanes – incluso en las organizaciones anti-guerra – que apoyar su resistencia, es una idea muy alejada de ellos?

Ahmed Ben Bella: Es verdad, los partidos de izquierda que esperábamos no acudieron a la cita; se encerraron sobre el asunto. Desde que se habla de Islam, salen con Ben Laden. Yo no podría vivir en su república, pero no lo critico. Cuando veo lo que hace Bush, no me permito criticar a Ben Laden. Lo digo francamente: yo no he condenado los ataques contra las torres de Nueva York.  Yo condeno a Bush, condeno al gobierno norteamericano, pues considero que Ben Laden es el fruto de su política. Ellos han cerrado todas las puertas del diálogo a los árabes musulmanes. Les hicieron creer durante décadas que, si hacían esto o aquello, Occidente daría justicia en Palestina. Pero Israel y sus aliados no quisieron jamás la paz con nosotros. Israel no ha cesado de hacer la guerra y de aterrorizar nuestros pueblos. Ben Laden es indirectamente la creación de Bush y de Israel. Esos dos Estados siembran la muerte y el odio en el Oriente Próximo y en el mundo: no nos han dejado ninguna otra  alternativa que no sea la confrontación violenta. Todos esos movimientos radicales, calificados de “terroristas”, “integristas”, nacieron para responder a los terroristas que, en Tel Aviv y en Washington, conducen guerras de destrucción de los pueblos árabes. ¿Qué otra vía pueden elegir esos pueblos que ellos bombardean con semejante salvajismo? Frente a los ejércitos modernos, no tienen otras armas que sacrificar sus vidas haciéndose explotar, ahí está. En el Corán eso se llama “shahâdah”. Esa palabra expresa una idea extraordinaria. Es un estado de desesperación, donde quien lo sufre, no puede soportar más vivir. Se sacrifica, no para obtener una vida mejor para él mismo, sino para que los suyos puedan al menos vivir mejor.

Es el más grande sacrificio. En Occidente los llaman “terroristas”. Quiero decirlo con toda sinceridad: yo me inclino delante de quien hace un sacrificio parecido, lo aseguro.

S.C.: Si comprendo bien, usted dice que todo lo que pone en rebelión a la gente en Medio Oriente fue generado por el Occidente. Que aquellos que luchan deben sacrificarse, sufrir por los otros ¿Que los árabes dieron pruebas de tolerancia en el pasado?

Ahmed Ben Bella: Exactamente. La violencia que se expresa en el mundo árabe musulmán es el resultado de la cultura de odio y de violencia que Israel engendró imponiéndose por la fuerza sobre las tierras de los árabes. Son las atrocidades de ese Estado ilegal que obliga los más valerosos a reaccionar. Yo no pienso que haya combate más noble que el de los Palestinos que resisten contra su ocupante. Cuando veo lo que ese pueblo ha sufrido desde hace más de un siglo y que encuentra todavía la fuerza de luchar, yo los admiro. Actualmente, los mismos que masacran ese pueblo, son los que están tratando de hacer pasar las gentes de Hamas por fascistas y terroristas. ¡No son fascistas, no son terroristas, son resistentes!

S.C.: Palestina es una nación prisionera. ¿Cómo se ha llegado, incluso en la izquierda, a hablar de “terrorismo”, en lugar de hablar del derecho de resistir con las armas? ¿Encuentra usted paralelos o diferencias mayores entre la colonización de Argelia por Francia y la colonización de Palestina por Israel?

Ahmed Ben Bella: Es peor en Palestina. Con el appartheid además. Los franceses no podían echarnos de un país cinco veces más grande que Francia. Lo intentaron creando en el norte una zona tapón, con el mínimo de argelinos posible, pero no dio resultado. Ellos no pudieron establecer un verdadero appartheid como los israelíes en Palestina. El Estado de Israel ha creado la más terrible de las dominaciones.

S.C.: ¿Le parece que los palestinos vivirán menos tiempo bajo ocupación que los argelinos?

Ahmed Ben Bella: Creo que sí. Primero, el colonialismo es un fenómeno claramente establecido y sancionado por las leyes internacionales. Además,  la Palestina es un tema unánime en el mundo árabe. Mientras los palestinos no obtengan justicia, el mundo árabe musulmán no podrá sentirse tampoco libre. Es como si una parte de su cuerpo estuviese cautivo.

S.C.: Anteriormente, la política no era más noble, pero había todavía un equilibrio. Desde el fin de la bipolaridad, los principios morales más elementales fueron barridos. Por todos lados se habla de combatir el “terrorismo”, pero apenas se habla de los 800 niños asesinados en Palestina por los soldados israelíes desde 2000; de los millones de niños iraquíes asesinados o enfermos, que no tienen más derecho a un desarrollo normal. ¿Guantánamo, Abu Chraïb, habrían sido posibles si la Comunidad internacional hubiera tenido la decencia de decir No a la violencia de Washington? ¿Cuál es el hombre de Estado que tiene las manos limpias en esta pretendida guerra contra “el terrorismo?

Ahmed Ben Bella: Es enorme lo que se pasa en Guantánamo, en Abu Chraïb y en otros lugares. Y todo ese horror continúa propagándose y generando grandes sufrimientos. Sabemos que los Estados Unidos han instalado prisiones en Europa del Este para escapar a la legalidad de su propio país y que Europa participa de todo esto. Se ha reprochado a Suiza, incluso, por haber autorizado el sobrevuelo de su territorio por esos aviones que transportan prisioneros fantasmas, secuestrados, sometidos a torturas.

S.C.: ¿Cuáles son, para usted, los medios para enfrentar la estrategia instalada por Bush y los neoconservadores?

Ahmed Ben Bella: Es un movimiento integrista, pero éste es cristiano! Ese es el problema que tenemos al frente: la ideología de Bush es el peor integrismo que se puede imaginar. Son los famosos evangelistas protestantes que inspiran a Bush. Es un integrismo terrible. ¿Cuáles son finalmente los medios que disponemos para luchar? Ya he hablado de la esperanza que pongo en la juventud, sabiendo que no tiene los medios para combatir este sistema espantoso. Lo sé, no es suficiente con salir a las calles. Hay que pasar a otra cosa, inventar otros medios de acción, pero es necesario obrar y no soportar. Y cuando se tiene el sentimiento que no se avanza, hay que recordar que se pasa por fases, que es necesario un cierto tiempo antes de lograr la comprensión de la mayoría. Se comienza a obrar con aquellos que tienen una comprensión clara, aunque ésta no abarque la totalidad de los problemas. Pero, asimismo, hay que pasar por encima de los obstáculos, y señalar que no es ni el partido socialista, por más socialista como se declare, ni tal asociación que va a cambiar el mundo.

S.C.: ¿Para llegar a un reequilibrio, la solución podría venir del lado de China y de Rusia?

Ahmed Ben Bella: Pienso que alguna esperanza puede venir de China. En el pasado, Rusia nos ayudó de manera extraordinaria. Pero por el momento, Rusia no está, lamentablemente,  en una situación fácil. Contaría mucho más con China. Primero, porque China posee argumentos que Rusia no tiene. Es un país que está al frente de los países en expansión. Hasta Occidente va a implantarse en China para vivificar su economía. De aquí a 20 años se verá una nueva carta política.

S.C.: ¿Qué decirle a esa juventud que usted mencionó, testigo de tantos abusos?

Ahmed Ben Bella: Es necesario que vayan adelante, que tomen iniciativas. Si no es suficiente reunirse periódicamente en las grandes concentraciones, si nada cambia, hay que pasar a otra cosa: inventar nuevas formas de lucha sin esperar.

S.C.: ¿No habrá llegado el tiempo para que los árabes tomen la dirección del movimiento anti-guerra hasta aquí en manos de occidentales?

Ahmed Ben Bella: OH, usted sabe, no soy otra cosa que optimista: paso la vida  actuando. No me contento con discursos, sino que consagro todo mi tiempo a trabajar para la organización Norte-Sur. Creo también que, a veces, las fuerzas de la esperanza vienen del lugar donde menos las esperábamos.

S.C.: El primer congreso constitutivo de la Alianza Popular Árabe de Resistencia tuvo lugar a fines de marzo 2006 en El Cairo. Los participantes llamaron los pueblos a ponerse “bajo la bandera del internacionalismo para sostener el pueblo árabe en su lucha contra la agresión imperialista”. ¿Es el punto de partida de una campaña que, si los partidos progresistas de Occidente acompañan, podría relanzar el movimiento anti-guerra en el sentido de vuestras aspiraciones?

Ahmed Ben Bella: Si, soy personalmente favorable a esta iniciativa. Lo esencial es avanzar. No se avanza si se duda, si se piensa que está terminado. Si se retarda sobre las disidencias. Se avanza y se corrigen los errores. La vida es así. En el campo árabe, también existen muchos obstáculos para sobrepasar. Tenemos que hacer un esfuerzo para superar las disidencias. Pues en efecto, conocemos en el movimiento árabe las mismas debilidades que conoce el movimiento antiimperialista en Occidente.

S.C.: Hay cerca de diez mil palestinos prisioneros arbitrariamente en las cárceles israelíes. No son reconocidos como prisioneros políticos. Ahmed Sa´adat – secuestrado por Israel en marzo 2006, con cinco de sus compañeros, mientras estaba bajo guardia americano británica – está sometido a torturas desde entonces. El ha reafirmado su voluntad de no ceder, diciendo: “Cualquiera sea  el lugar donde yo esté, continuaré a combatir”. ¿Usted debe reconocerse en esta afirmación conociendo personalmente lo que quiere decir vivir prisionero?

Ahmed Ben Bella: Sí, he vivido 24 años y medio en prisión. Cuando los franceses me encerraron en La Santé, me pusieron con los detenidos que iban a la guillotina. Veía la guillotina desde mi celda. Es terrible lo que Israel impone como malos tratos a los palestinos. Actualmente, tengo un solo proyecto: Palestina. Haré todo lo que pueda para ayudar. Para llegar a la paz, en Palestina y en el mundo, es necesario que este sistema de mercaderes se vaya. Dejar el mundo en manos de estos traficantes y asesinos es un crimen. Eso es terrorismo, no Ben Laden.

S.C.: ¿Cuándo escucha jefes de Estado decir que hacen la guerra en Irak en nombre de la libertad y de la democracia, qué le gustaría decirles?

Ahmed Ben Bella: Digo que el derecho a la vida es el primero de los derechos humanos. Los derechos del hombre: es el derecho a la vida. Todos nuestros filósofos hablan del derecho a la vida. Salvaguardar la vida, vivir, es la primera de las cosas a las cuales uno aspira. Pero el sistema mundial no se molesta para garantizar ese derecho. Explota, mata. Y cuando no puede matar, construye prisiones salvajes, abusos que pretenden imponer la democracia. Los Estados Unidos hacen en Afganistán, en Irak, lo que Israel ha hecho siempre contra los palestinos. Se habla de democracia israelí, americana. Pero ¿qué democracia aportaron destruyendo toda posibilidad de vida?

S.C.: ¿Sufre usted por lo de Irak?

Ahmed Ben Bella: Ah, sí, Irak es para mí… fui quince veces a Irak (silencio) (1). Casi me costó la vida Irak. Es insoportable ver lo que han hecho en Irak! A ese país que es la cuna de la civilización! Irak, fue allí donde se comenzó a cultivar la tierra, allí nació la humanidad, allí se fundaron los primeros principios, allí nació el alfabeto, el primer código, aquel de Hamurabi. Todo eso fue destruido por dirigentes incultos, por una nación que no tiene más de 250 años de historia, que fue una colonia de Gran Bretaña. Ellos liquidaron el colonialismo inglés e instauraron un colonialismo planetario. ¿Qué pasó con los 80 millones de Amerindianos? Nunca volveré a América, es un país de bandoleros.

S.C.: ¿Siente usted como racistas las guerras que se llevan en Afganistán y el Oriente Medio?

Ahmed Ben Bella: Exactamente. Son guerras contra el Islam, contra la civilización árabe. Eso es evidente. De los países fuera de la ley, según Bush, uno solo no es árabe musulmán: Corea del Norte. Los otros, Siria, Irak, Sudán, Irán, son todos musulmanes. Las cruzadas buscaban, decían, proteger el sepulcro de Jesuscristo. A veces, para molestar a los occidentales, les digo: ¿Qué lengua hablaba Jesucristo? Hablaba mi lengua, no la de ustedes, hablaba el Arameo como yo! Cuando se lee la Biblia, Jesucristo dice: “Eli, Eli, Lama sabakta-ni” (2) Y nosotros decimos en Argelia: “Ilahi limada sabakta-ni”. Son las mismas palabras que pronunció Jesús. Jesús hablaba como yo. El Islam contiene muchas cosas del Evangelio o bien de la Biblia, que vino a completar.

A fuerza de ver estos abusos, exploto. Nos han hecho mucho daño. Nos han agredido en nuestra dignidad. Sin hablar de ese pequeño pueblo en Palestina. ¿Cuántos palestinos están obligados a vivir bajo la férula más infame? Nuestra reacción no es la del racismo, puedo asegurarlo.

Nosotros estamos hartos. Occidente nos hizo sufrir mucho. ¿No fue en Occidente que se produjeron los peores crímenes contra la humanidad? ¿Dónde nació el fascismo? ¿Dónde nació el nazismo? ¿Dónde nació el estalinismo? La famosa Inquisición, que duró 400 años, ¿dónde se estableció? Francamente, hay que tener mucha, mucha abnegación para decir cada día que pasa: yo no quiero odiar el Occidente.

S.C.: ¿No hay que incriminar a los partidarios del “choque de civilizaciones”, los pro-israelíes, como los principales instigadores del odio anti-árabe, que se extiende de manera inquietante sobre vuestros pueblos?

Ahmed Ben Bella: Exacto. El lobby israelí en los Estados Unidos es algo de terrible. Hasta ahora estaba prohibido de hablar en ese sentido sin ser acusado de antisemitismo. Recientemente, varios estudios vinieron a probar con ejemplos inatacables el peso del lobby israelita en las opciones políticas y militares contra nosotros (3). Nadie puede actualmente negar la importancia, mismo el peligro, de ese lobby que penetra todas las esferas estratégicas. Me siento muy implicado por este aspecto de las cosas que hacen aún más difícil el arreglo de la cuestión Palestina.

Voy a decirle algo. El Islam conoció muchas miserias, pero jamás el Islam hizo mal a otros países. En su historia, el Islam mostró una tolerancia que no existe en ninguna otra parte, mientras que Israel logró implantarse por la fuerza en un espacio y en un lugar habitado por los palestinos – uno de los pueblos más evolucionados – y a crear, desposeyéndolos de su tierra, un Estado racista. Mientras dure el rechazo de Israel para reconocer el derecho de los palestinos a existir y a regresar sobre su tierra, no habrá paz en el mundo.-

NOTAS

(1)     En 1990-1991, el ex presidente Ahmed Ben Bella condujo una mediación entre Francia e Irak para intentar  impedir la guerra del Golfo. Los negociadores franceses fueron Edgard Pisan y Marc Boureau d´Argonne, administrador de la Red Voltaire. Leer  “Le double jeu de François Mitterrand”, Voltaire, 3 de noviembre 2003.

(2)     “Eli, Eli, sabakta-ni” palabras pronunciadas por Jesús en Los Evangelios poco tiempo antes de su muerte. Traducción : “Padre, Padre, porqué me abandonaste?”

(3)     Ben Bella se refiere, aquí, al ensayo publicado por la London Review of Books, titulado “El lobby israelita y la política exterior de los Estados Unidos” (The Israel Lobby and US Foreign Policy), co-escrito por el profesor John Mearsheimer, de la Universidad de Chicago y el profesor Stephan Walt, decano de la Kennedy Scholl of Governement de la Universidad de Harvard.

Traducción para www.sinpermiso: Hugo Moreno

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Fuente:
Red Voltaire, 21 abril 2006

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