La izquierda catalana ante el gran reto del 25N. Entrevista

Joan Herrera

18/11/2012

Las crisis son terribles también por esto: porque son momentos de la verdad; los márgenes para la ambigüedad se contraen inopinadamente, se achican los espacios que permiten afrontar –y aplazar— con pirotecnia verbal los problemas, se desvanecen las ilusiones, todo se hace acuciante y todo va planteándose progresivamente, quieras que no, a todo o nada, a rojo o negro, que los rosas y los grises son, si son, para otros tiempos. Y las Crisis de verdad, con mayúsculas –profunda depresión económica agravada por unas suicidas políticas económicas pro-ciclicas de austeridad, descomposición acelerada del régimen político de libertades públicas nacido con la segunda Restauración borbónica de 1975-78, súbita desintegración de las ilusiones europeístas por efecto de una unión monetaria pésimamente diseñada—, son momentos de la Verdad con mayúsculas.

Se ha visto este último año y medio en Grecia. Un pequeño partido de izquierda, Syriza, que apenas representaba un 5% del electorado logró un ejemplar arranque de reunificación de la izquierda política helena, y con un 27% del sufragio, a punto estuvo de ganar las elecciones la pasada primavera, dejando muy atrás a la vieja socialdemocracia corrupta social-liberal del PASOK y al novoestalinista KKE, y reduciendo a voto testimonial a grupúsculos sectarios neo-trotskistas o verdes “post-materialistas”. Syriza se formó como una coalición de izquierda política (y social) que agrupaba a antiguos comunistas post-estalinistas (“eurocomunistas” que, por distintas razones, rompieron con lo peor de su pasado, sin molestarse demasiado en elaborar política y [auto]críticamente esa ruptura), post-trotskistas, post-maoístas, verdes de convicciones socialistas, socialdemócratas de izquierda amedrentados por la evidencia de la deriva corrupta y social-liberal del PASOK, etc. Hace cinco años, nadie habría apostado un céntimo por el futuro de esa coalición: su socialismo y su anticapitalismo, cuando proclamados, parecían más una seña de identidad del pasado que factores programáticos determinantes de su política actual; su coqueteo con lo peor de los Verdes europeos –los que estuvieron como socios en los gobiernos neoliberales que hundieron definitivamente a Islandia y a Irlanda, los que en Alemania han terminado a la derecha de la vieja socialdemocracia en puntos decisivos— parecían alejar su pretendido ecologismo de la economía política crítica; su ovina aceptación, en fin, de los Tratados de Maastricht, y en general, del paulatino proceso de reconstitucionalización neoliberal de la UE les situaba en una posición política muy difícil a la hora de cuestionar crítica y políticamente el catastrófico y fraudulento acceso de Grecia a la Eurozona en 2000.  Pero la tragedia de la crisis fue –como suelen las tragedias— catártica para la coalición: fue el momento de la verdad; los márgenes para la ambigüedad se contrajeron inopinadamente, se achicaron los espacios que permiten afrontar –y aplazar— con pirotecnia verbal los problemas; se desvanecieron las ilusiones; todo se hizo acuciante, y todo fue planteándose progresivamente –a la fuerza ahorcan— a todo o nada, a rojo o negro; que los rosas y los grises –y ciertos verdes— son, si son, para otros tiempos…

El sólido Yanis Varoufakis –uno de los antiguos asesores del Papandreu, hoy principal consejero económico de Syriza— insiste particularmente en esto: todas las ilusiones generadas por 30 años de neoliberalismo –incluidas las del europeismo naïf— están desintegradas, las instituciones de la globalización están irremediablemente arruinadas; es posible que el capitalismo mundial actual se encamine a una versión de parecido potencial catastrófico al de los años 20 y 30 del siglo pasado, y lo que ciertamente es imposible es volver al mundo de 1980-2008: nos adentramos en peligrosa terra incognita.

Alexis Tsipras es un joven dirigente de gran talento y capacidad de comprensión, y la cara política visible de la Syriza que tan bien se ha reorientado programáticamente desde 2008, y singularmente, desde 2011. En su desesperada gira europea antes de las elecciones griegas, no encontró, huelga decirlo, el apoyo de los verdes alemanes o de los verdes franceses, sino el de la Linke de Lafontaine y el del Front de Gauche de Mélénchon. El jueves llega a Barcelona, a apoyar la campaña electoral de ICV-EUiA en un mitin que celebrará junto a Joan Herrera. La dura realidad de la Crisis en nuestro país –que viene a sumarse a la de la Restauración borbónica y de su precario Estado social autonómico— ¿podría provocar en la izquierda política catalana una catarsis semejante a la que forjó a la nueva Syriza? ¿Se logrará después de las elecciones lo que no se ha logrado ahora, una coalición más amplia con sectores del independentismo de izquierda radical como la emergente CUP, o aun con algún sector más socialista y de izquierda de Esquerra Republicana?

¿Puede ser Joan Herrera, como se ha dicho, el Tsipras catalán?  Son de la misma generación, comparten no pocas trechos en sus respectivas biografías políticas (si se quiere, y para decirlo claro: orígenes “eurocomunistas”, coqueteos –más prudentes en el caso del griego— con los Verdes de impronta alemana, un cierto europeismo iluso –aunque ICV se opuso claramente al pastiche neoliberal antidemocrático de la Constitución europea—). Son, ambos, gentes inteligentes, articuladas, con probada capacidad dialéctica y oratoria. Ambos han tenido que romper de un modo u otro con las ilusiones acríticas de sus mayores: la batalla que tuvo que librar Herrera contra quienes querían votar SI a la Constitución neoliberal europea le templó como dirigente.

En la última conversación larga que tuve con él, hablamos de dos lecturas políticas recientes suyas: la gran novela de Victor Serge El caso Tulaiev y la novela El hombre que amaba a los perros del escritor cubano Leonardo Padura (sobre los últimos años en La Habana del miembro del PSUC y asesino de Trotsky Ramón Mercader). Convinimos en que para cualquier español de izquierda, y particularmente para cualquier catalán de izquierda, hay un antes y un después de leer el capítulo barcelonés del Caso Tulaiev. Me resultó evidente: Herrera no es un postcomunista o un “eurocomunista” acrítico con el pasado, ni desentendido del pasado. Acababa de morir Santiago Carrillo: “la diferencia entre Santiago Carrillo y los ‘eurocomunistas’ de mi generación”, le dije, “es que Carrillo –con todos sus errores trágicos, incluido el modo en que se allanó a la Restauración borbónica— sabía todavía que el capitalismo de verdad, ‘esencial’, por así decirlo, era el vampiro ávido de sangre (de “trabajo vivo”, como dijo Marx) y hostil a la democracia de los años 20-30, y que las conquistas del antisfascismo de postguerra eran eso, conquistas transitorias hechas a sangre y fuego, mientras que los ‘eurocomunistas’ de mi generación llegaron fantasear una especie de evolución natural del capitalismo hacia las formas sociales y políticas más o menos moderadas de 1945-1980. Pero lo que ahora viene, Joan, exige gentes jóvenes a la altura de los tiempos que, para empezar, vuelvan a entender eso.” No hubo respuesta a la pequeña provocación amistosa; pero me pareció adivinar una sonrisa cómplice.

¿Es Joan Herrera un dirigente a la altura de los tiempos? Si el lector de SP se hace esta misma pregunta, es muy posible que la entrevista que sigue –preparada por Gustavo Buster, Ernest Urtasun y por mí mismo— le de pistas interesantes para empezar a respondérsela por sí mismo.— Antoni Domènech, Editor de SP.

Empecemos, si te parece, hablando del 14N. ¿Cómo valoras la Huelga General del pasado miércoles?

Fue un éxito rotundo, de la ciudadanía y de los sindicatos. Además se produjo en un contexto tremendamente adverso: paro desbocado, un miedo generalizado que cunde en buena parte de la ciudadanía, y una campaña de desprestigio sin precedentes por parte de la derecha mediática contra los sindicatos. A pesar de ello el sindicalismo ha demostrado que empieza a leer el nuevo contexto (desaparición de cualquier atisbo de pacto social, desaparición de los grandes consensos de la transición, necesidad de proporcionar cauces a la movilización). Ha demostrado que goza de buena salud y ha logrado con éxito, además, realizar la primera movilización de trabajadores a nivel europeo. Además, los sindicatos han estado acompañados de una gran movilización ciudadana, como por ejemplo de las asociaciones de AMPAS. El éxito de esta experiencia puede y debe ser un primer paso hacia la consolidación de una conciencia de clase verdaderamente europea. Será en la construcción de este movimiento de ámbito europeo que  la izquierda volverá a estar en condiciones de dar la batalla.

En clave catalana, tuvimos otra manifestación, la del 11 de septiembre, convocada por la ANC, que ha acabado desembocando en la convocatoria de elecciones en Cataluña y en un enfrentamiento entre la Generalitat y el gobierno Rajoy sin precedentes. ¿Cómo ves este proceso?

El malestar nacional en Cataluña no es de estos últimos meses, viene de lejos. En los últimos años se ha ido produciendo en buena parte de la sociedad catalana un movimiento a favor del derecho a decidir que se ha ido consolidando a partir de experiencias ciudadanas como fueron, por ejemplo, las consultas realizadas en muchos municipios de Cataluña. Este movimiento se ha ido reforzando además por el constante rechazado del Estado a reconocer su realidad plurinacional. El portazo dado por el Tribunal Constitucional fue su expresión más evidente. Eso ha consolidado una opinión mayoritaria a favor del derecho a decidir en Cataluña, que es ya un proceso imparable.

Además, hay que saber analizar bien lo que sucede en el conjunto del Estado para entender la cuestión catalana. Fontana nos ha señalado en una entrevista publicada recientemente que el elemento más relevante de las pasadas elecciones gallegas, vascas y estas próximas catalanas es la crisis del sistema de partidos, cuya principal expresión es el hundimiento del PSOE. Creo que estamos ante una auténtica crisis constitucional en España, que tiene como principal característica el hundimiento del sistema de alternancia que habíamos conocido desde la Transición. Es en este contexto en el que emerge con fuerza también el derecho a decidir en Cataluña, como una expresión más de este hundimiento constitucional.

¿Podrías explicar para nuestros lectores la posición que ha resuelto tomar ICV-EUiA ante este movimiento por el “derecho a decidir” y ante el hecho de que Mas, como es suficientemente obvio intente hegemonizar y capitalizar esa expresión del sentimiento nacional?

Creo que el papel de la izquierda en Cataluña debe ser, por radicalidad democrática, la defensa del derecho a decidir del pueblo catalán. De hecho, Iniciativa ya asumió este planteamiento en su última asamblea nacional, mucho antes de la manifestación pasada del 11S. Un posible encaje federal o confederal de Cataluña en el resto del Estado sólo se podrá realizar a partir del derecho a decidir. Me apenan las dificultades que hay hoy en el PSC para entender esto.

Lo que tratamos de desenmascarar en esta campaña es la utilización obscena que está haciendo Convergència i Unió de esta cuestión. Además, Convergència, como partido de orden, jamás ha creído en este tipo de procesos. Mas ha encontrado en esto la manera de no seguir la senda del suicidio político vía austeridad por la que ya transitaron Sarkozy, Brown, Zapatero y Sócrates. Pero la gente bien sabe que entre Gandhi  y Viktor Orban, Mas es más parecido al segundo. La manera como se han puesto al servicio del poder algunos medios en esta campaña es impresentable.

Sin embargo, creo que la forma en que la izquierda debe desenmascarar a Mas no es negando el derecho a decidir, es precisamente señalando que Mas no cree en él, porque la derecha catalana tiene alergia a cualquier tipo de proceso popular y democrático. Mas juega con el derecho a decidir a mayor gloria de los intereses que él representa en Catalunya.

El Govern de CiU ha aplicado una durísima política neoliberal de recortes, anticipándose incluso a Rajoy y con una determinación ideológica, al comienzo al menos, incluso más decidida que el PP. ¿Qué efectos ha tenido en las clases trabajadoras catalanas? ¿Cuál ha sido la respuesta y la alternativa de ICV-EUiA?

Cataluña sufre el austericidio impuesto en el conjunto de la Europa meridional de forma brutal. CiU lleva dos años cerrando hospitales, escuelas, recortando prestaciones… La asfixia a la que está sometido el pueblo catalán es indecente. Lo peor de todo, además, es que hemos tenido durante dos años a un President de la Generalitat que ha querido ser el alumno aventajado de las políticas de recortes en Europa. Mas ha ido a Portugal y a Bruselas a apoyar la austeridad. Él cree profundamente en ello, y además ha querido convencer al conjunto de la ciudadanía que ese era el único camino posible.

Lamentablemente durante estos dos años hemos estado muy solos haciéndole oposición. ERC ha jugado a ofrecerse constantemente al gobierno y al PSC la losa de la gestión de Zapatero le pesa de tal forma que es incapaz de plantear una alternativa creíble. Creo que ese papel de liderazgo de la oposición se nos reconoce hoy en Cataluña. El reto que se nos plantea ahora es crecer electoralmente para que esa voz que ha clamado en el Parlamento en solitario contra los recortes se vea autorizada y reforzada.

Es importante también que el ciclo de movilizaciones no se pare. La derecha ha intentado hacernos creer que no sirve de nada protestar porque la austeridad es la única salida. Sólo hay que ver como la movilización en Portugal logró tumbar la última tanda de recortes del gobierno de Passos Coelho. Salir a la calle es hoy más necesario que nunca.

¿Qué propuestas lleva ICV-EUiA en el programa para hacer frente a la austeridad? ¿Por qué no figura la renta básica, a pesar de la reciente declaración conjunta de IC del Principado, IC Balear e IC valenciana de asunción total de la RB como “programa de transformación eco-socialista” de la vida económica y social tardocapitalista?

En primer lugar, Cataluña debe exigir al Estado que se plante ante Bruselas. La Unión Económica y Monetaria no debe salvarse a costa de ahogar a las clases populares meridionales. Necesitamos romper el calendario impuesto para la consolidación fiscal y exigir una política monetaria y fiscal mucho más expansiva. Y auditar la deuda para evaluar una posible restructuración. En este sentido, tenemos que asumir que, llegado el caso, hay que saber forzar la negociación con la opción nuclear. En segundo lugar, a nivel del Estado, debemos frenar la centrifugación del déficit hacia las CCAA. Ya basta de cargar los recortes sobre las escuelas y los hospitales.

En tercer lugar, agotar el margen fiscal, que sigue siendo grande, a través de la lucha contra el fraude y recuperando las figuras impositivas eliminadas por Zapatero, Rajoy y Mas.

En cuarto lugar, poner punto final a la impunidad del sector financiero en España. Ya vale de desahuciar a la gente sin recursos, robar el ahorro de la gente a través de las preferentes, sanear el pufo inmobiliario  con el dinero público y tener congelado el crédito a la economía productiva. Hay que darle un giro de 180º a la política hacia el sector financiero.

Sobre la renta básica, ICV-EUiA siempre la ha defendido. En el programa llevamos una batería de propuestas contra la crisis y contra la austeridad. Hemos tenido que priorizar, no llevamos la renta básica esta vez, pero es bien conocido nuestro apoyo a la propuesta.

¿Queda margen en Europa para una propuesta anticapitalista?

Estoy convencido que hay margen. De hecho, en Europa se multiplican las voces a favor de la construcción de alternativas al estado actual de las cosas. El éxito del 14N o la espectacular subida de Tsipras en Grecia, a quién por cierto tuve la oportunidad de conocer hace años invitado por ICV-EUiA en Barcelona, son buena muestra de ello. Debemos dar la batalla en cada elección, en cada conflicto y europeizar nuestro movimiento.

Lo esencial que debe entender el conjunto de la izquierda es que ésta no es una crisis cíclica, estamos frente al derrumbe de la fase neoliberal y globalizante del capitalismo. En este contexto la tentación centrista a la que ha jugado buena parte de la izquierda en los últimos años, hoy esta fuera de lugar. Debemos ser capaces de plantear un combate contra el capitalismo de casino, recuperando lo mejor de nuestra tradición socialista y anticapitalista, y ser conscientes que la derecha ha dado por terminada la fase del pacto entre clases.

¿Te ha sorprendido el éxito de nuestro común amigo Beiras?

Sorprendido no. Conocemos su capacidad política, y considero que ha sabido mejor que nadie leer el momento político actual. En ICV-EUiA aplaudimos el acuerdo entre IU y ANOVA para la creación de AGE, y favorecimos que Espazo Ecosocialista y EQUO se sumaran a esa coalición. Creo que es un éxito rotundo, tanto de planteamiento político como de propuesta electoral. Es una experiencia de la que debe aprender el conjunto de la izquierda en el Estado.

Volviendo a Cataluña, Mas excusa estas políticas de recortes haciendo responsables de manera paralela al anterior Govern Tripartit de Progres y a la crisis del modelo de financiación aprobado por el PSOE pero gestionado ahora por el PP. ¿Qué reivindica ICV-EUiA de la herencia del Tripartit? ¿Qué (auto)critica, visto lo visto? ¿En que medida se ha roto el pacto fiscal autonómico?

Creo sinceramente que la izquierda catalana no ha hecho un análisis en profundidad de la gestión del tripartito, de lo que funcionó y de lo que no. Creo que no seremos capaces de volver a plantear una alternativa seria a CiU hasta que no tengamos un juicio compartido de lo que supuso aquella etapa. Desde mi punto de vista, la clave es que no supimos encauzar un proceso de transformación de las relaciones de fuerza en el seno de la sociedad catalana. Vivimos en una sociedad que deja todos los recursos de poder en manos de un grupo muy reducido y cerrado de organizaciones, medios y círculos sociales. No hay gobierno de izquierdas posible si no somos capaces de democratizar, republicanizar si se me permite, la capacidad de influencia en Cataluña.

No se construye otra mayoría renegando de la única experiencia de izquierdas que ha existido hasta ahora, y nosotros no lo hacemos, pero la nueva mayoría de izquierdas deberá hacerse desde bases diferentes.

Dicho esto, el discurso de Mas sobre la herencia recibida no se sostiene porque la evolución del déficit y de la deuda de Cataluña son mucho peores desde su llegada que anteriormente. Al llegar a la Generalitat las primeras medidas que se tomaron fueron en la línea de desfiscalizar la Generalitat con la supresión, por ejemplo, del impuesto de sucesiones.

Hay que entender una cosa: de la CiU de Pujol a la CiU actual, hay un salto cualitativo hacia postulados profundamente neoliberales. Mas y su generación no creen en lo público, él es un convencido del neoliberalismo. Ahora bien, como todos los neoliberales de manual, esta crisis del capitalismo le ha desconcertado.

¿Y sobre el pacto fiscal autonómico?

Ni qué decir tiene que es un desastre. Ahora bien, todos los acordados por CiU anteriormente habían sido peores. Sobre ello hay que entender algo fundamental: la política europea austericida tiene como objetivo el retroceso de lo público y el desmantelamiento del estado del bienestar. Ese programa de la troika europea en España se traduce lógicamente en una asfixia de las cuentas de las CCAA. Lo esencial es que estamos frente a un programa político que tiene como objetivo adelgazar todo lo público. Al gobierno del PP ese programa le sirve por partida doble: un recorte de gasto público y recentralización político-administrativa.

Las políticas de austeridad impuestas por la UE han multiplicado los frentes de la crisis: financiero (con el rescate de las Cajas de ahorro quebradas); económico (la presión para que Rajoy solicite el rescate de la deuda y 5 años seguidos de recesión); social (25% de paro, desahucios..); crisis fiscal autonómica... Como señalabas antes, nuestro amigo Fontana hablaba el otro día abiertamente de un agotamiento de la II Restauración borbónica surgida de la transición de 1975-78. ¿Cómo se retroalimentan estas crisis y que efectos políticos tiene este agotamiento del marco político de la Constitución de 1978?

Es indudable que la crisis económica en España se ha convertido en crisis de régimen. Las políticas de austeridad se han cargado tres consensos fundamentales de la transición: el constitucional, el consenso sobre el estado del bienestar y el consenso sobre el estado de las autonomías. A eso hay que añadirle una profunda crisis de representatividad de la política. A nadie se le escapa la relevancia histórica del momento. Creo que la crisis ha hundido los cimientos de la España de los últimos años. La corrupción vinculada al sector financiero e inmobiliario se ha colado como un cáncer en el sistema político. Ello ha tenido efectos devastadores en los partidos políticos mayoritarios (CiU, PSOE, PP), todos ellos atrapados en escándalos vinculados a la etapa del billete fácil.

También creo que Zapatero ha jugado un papel nefasto en esto. Cuando España tenía tasas positivas de crecimiento quiso jugar a ser alumno aventajado del New Labour afirmando que “bajar impuestos era de izquierdas”, todo eso en el país en que González practicó la tercera vía antes de los británicos la teorizaran. Cuando estalló la crisis Zapatero no la entendió, y puso las decisiones en manos de los poderes económicos del país y de un equipo en el Ministerio de Economía profundamente neoliberal. El daño que Zapatero le ha hecho a su partido es irreparable, el PSOE carece hoy de toda credibilidad.

Y sumado a esto hay que añadirle la incapacidad del Estado para asumir la realidad plurinacional…

Estamos ante el fin del encaje de Cataluña y de Euskadi en la actual Constitución y ante el hundimiento del sistema de alternancia de partidos. PP y PSOE, ambos, pierden votos a chorros en cada cita electoral. Es una pauta que ya hemos vivido en Grecia: hundimiento de la socialdemocracia, agonía del sistema de partidos y crisis constitucional. La Troika acabará provocando la implosión económica y política del sur de Europa.

Ante esta crisis constitucional, ¿qué papel puede jugar Cataluña? ¿Queda espacio para un federalismo de impronta republicana, es decir, que ase por el ejercicio del derecho de autodeterminación?

Quiero pensar que sí. Soy un federalista, y como tal deseo que encontremos una vía que desencalle la actual situación. Lo que es evidente es que el federalismo no se entiende sin el derecho a decidir. Tendremos una relación federal con España si así lo desea democráticamente Cataluña. Creo que esa posibilidad estará muy condicionada a cómo se resuelva la crisis constitucional española.

Europa es el marco de la crisis, tras el 14-N de la resistencia social. ¿Cómo se formula la construcción europea desde la defensa del derecho a decidir en Cataluña?

Creo que Cataluña debe saber vincular el derecho a decidir con un proyecto solidario con el resto de pueblos de Europa. Eso sólo lo podremos lograr si es la izquierda quien lidera el proceso. Lamentablemente, el discurso de Artur Mas hace que mucha gente en Bruselas asocie lo que ocurre en Cataluña con movimientos nacional-populistas antieuropeos como la Liga Norte o la derecha flamenca. La expresión democrática del pueblo catalán no es esa y tampoco debe parecerlo. Para ello es muy importante que las cuestiones del reparto fiscal no estén en el centro de este debate, sobretodo porque la izquierda debe defender hoy una fiscalidad paneuropea. Sin unión fiscal federal en la UE no hay ni derechos sociales ni posiblemente democracia que merezca ese nombre en la periferia de la zona euro, a medio plazo. El derecho a decidir debe tener una expresión puramente democrática, y para ello la izquierda debe liderar el proceso; en manos de CiU este movimiento corre el riesgo de tener otro acento.

Las encuestas dan una victoria a CiU –seguramente sin mayoría absoluta—, subidas importantes de ERC e ICV-EUiA y desplome de un partido socialista que parece en vías de pasokización. ¿Cuál es el proyecto de construcción de una alternativa de izquierda hoy en Cataluña? ¿Cómo se aborda la construcción de un frente amplio de las izquierdas, capaz de aliar a federalistas e independentistas, ICV-EUiA frente al proyecto de país de CiU?

Este es nuestro cometido. ICV-EUiA tiene una expresión plural en lo que se refiere a la cuestión nacional. Somos un punto de encuentro entre federalistas e independentistas que tiene el derecho a decidir como eje central de su propuesta nacional. La izquierda debe ser capaz de plantear una alternativa a CiU desde la denuncia del austericidio y la defensa del derecho a decidir. Lamentablemente hasta ahora hemos estado solos en este frente: ERC se ha entregado a Mas y el PSC ha jugado a partido antisoberanista, para luego intentar corregir el tiro a medias y de forma muy tímida. Creo que ICV-EUiA ha sabido lanzar esta propuesta mejor que nadie. Una mayoría del electorado de izquierda en Cataluña pide hoy una izquierda con proyecto alternativo a CiU desde la defensa del derecho a decidir. Aquí es donde estamos nosotros.

Fuente:
www.sinpermiso, 18 noviembre 2012

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